El ceibo

poema de Carlos Roxlo

El libro de las rimas 

 

En tus ramos entona gallardamente

La canción de sus zumbos la lechiguana,
Y les presta á las luces del sol poniente

Sus reflejos de lacre, tu flor boscana.

 

Tus capullos relumbran, como rubíes,

Cuando el sol de las doce los campos tuesta,
Y en tus frescos capullos los mainumbíes,

Como en rojos divanes, duermen la siesta,

¡ Con tus cálices siempre de azúcar llenos,

Con tus verdes y lindas hojas aovadas,
Eres el estandarte de los serenos

Estíos de mis frondas embalsamadas!


¡Cuando un cintón florido de tu ramaje

Forma cerco a una virgen cara trigueña,
De mi ronca guitarra todo el cordaje

Con ardientes coloquios de amores sueña!


¡Testigo palpitante de las hazañas
Y los rudos blasones de nuestra historia,
Tu púrpura encendida tiñes y bañas

En los flecos del astro de nuestra gloria!


¡Del fogón de tus ramas junto al rescoldo,

Cuando el postrer reflejo triste fluctúa,
Llora sobre las muertas dichas del toldo

El espíritu errante de algún charrúa!

 

poema de Carlos Roxlo
Originalmente en El libro de las rimas 

O. M. Bertani, editor

Montevideo, 1907

 

Editado por el editor de Letras Uruguay

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