Ante la muerte de un viejo amigo: Barret Puig
Mario Rodríguez D´Agustino

No puedo negar que me sacudió la noticia. Uno se hace más sensible cuando se va alguien de nuestra edad, arrastrando consigo un montón de sueños y experiencias compartidas. Barret Puig era uno de esos amigos que conocí de pantalón corto en esas correrías que me llevaban a lo largo de la vieja calle  Magallanes hasta la esquina de Asunción donde estaba la elegante casa de la familia Puig Lanza. Concurríamos a "la 31" la gran escuela liderada por aquella formidable directora que se llamó Célica Guerrero. Barret brillaba sin alardes por sobre todos los demás debido a su extraordinaria inteligencia. Esto no era raro considerando el hogar del que provenía. Su abuelo era un erudito en diversas ciencias, un verdadero exponente de aquellos sabios de principios de siglo. Su padre era un actor de gran fama tanto en la radio como en el teatro. Todavía lo veo en mi pantalla mental paseándose entre las enormes mayólicas coronadas de palmeras que adornaban su casa, declamando con su inigualable voz los pasajes más dramáticos de las obras que estaba por representar.

Recuerdo a su madre, una verdadera Dama (así con mayúscula) de hablar pausado y mirada profunda proyectada por sus grandes ojos claros, tan claros como sus pensamientos. A sus hermanos Alma y Bécquer que también participaban de nuestros juegos infantiles. ¿Qué será de ellos? Nunca más los he vuelto a ver. A Barret lo encontraba casi a diario en "el liceo nocturno" donde estábamos haciendo el preparatorio de ingeniería. Supe luego que dejó la carrera como para vislumbrar un nuevo rumbo en el horizonte de su vida. Yo sabía que fuera lo que fuera a lo que se dedicara, tendría éxito. 

La última vez que lo ví antes de venir a este rincón del Norte en donde estoy anclado desde hace  treinta años, fue en los estudios del canal 10 donde era el rostro que más relucía en las pantallas de la TV uruguaya.. Esa era la imagen de él que había quedado en mi memoria... hasta que hoy, al saber de su muerte, hurgando en las páginas de Internet encontré una de sus fotos más recientes.  ¡Casi no lo reconocí! ¡y a al mismo tiempo se había transformado en alguien que se parecía a mí!... Los años nos habían igualado al menos en nuestro aspecto exterior...Nunca sabré hasta dónde evolucionó su carácter un tanto enigmático, aunque mucho he descubierto a través de sus escritos... Debe de haber llegado muy alto,,, tal vez por eso vivió más rápido que yo, como esas estrellas que brillan más pero que se agotan antes.

Ahora y desde este lugar tan lejano en el espacio y el tiempo, sólo me resta despedir a mi buen amigo con un: ¡ Hasta pronto Barret !

Mario Rodríguez D´Agustino

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