Fúlmine

 

Hay personas que llevan marcado los destinos más crueles y penosos, aunque en su vida haya sido una persona correcta, el destino juega a veces otro rol, en el interior de cada persona.

La vida muchas veces es una encrucijada que nos da ciertos revolcones, y no todos tienen la fuerza suficiente como para salir adelante.

Por distintas razones y circunstancias, este curioso personaje a quien nos estamos refiriendo es José María Martinez, lo conocí accidentalmente en una reunión de amigos, hombre muy culto y de condición muy humilde, y este testimonio es exacto del dolor y sufrimiento de un ser humano. El pobre era incapaz de utilizar una mala palabra, hasta en los momentos más dificiles de su vida. Era de una cultura muy elevada de caracter amable y cordial.

Debido a sus conocimientos había ocupado un cargo de mucha importancia, en una gran firma empresarial montevideana, allá por los años cincuenta.

José María era casado, había formado un hogar como cualquier otra persona, llevaba una vida sosegada. Al tiempo su vida conyugal se vió alegrada, con la llegada de su primera y única hija. Le pusieron de nombre Silvia, y según él, era el amor de su vida. No dudo que tanto él como su esposa vivían uno de los mejores momentos de la pareja.

Su esposa era peluquera, tenía una selecta clientela, que pertenecian al sector más pudiente, de la sociedad montevideana, lo cual el matrimonio podía vivir decorosamente bien, sin apremio económico alguno. Los que llegamos a tratarlo, le oiamos decir con mucha frecuencia de todo el amor que sentia por su pequeña hija. Cuando apenas la niña recien tenía unos meses, la firma que trabajaba José María, entró en un dificil y prolongado conflicto con los trabajadores. Él nada tenía que ver, porque pertenecía a otro escalafón, ya que era primer secretario del directorio.

José María no se impacienta, nada tiene que ver en el conflicto que mantenían obreros y patronal. Al descuido, va poniendo atención de lo que sucede a su alrededor, en esos momentos tan dificiles, la lucidez mental es una condición imprecindible para un buen entendimiento de las partes, eso está muy claro.

Al presidente de la empresa, lo hacen único responsable del conflicto y sin miramientos es destituido de su cargo. Había cometido varias arbitrariedades, otros directores corrieron la misma suerte, pero a ellos poco les importaba, ya se habian llenado los bolsillos. Luego las nuevas autoridades siguieron con el personal administrativo y en esta redada cae José María, que nada tenía que ver y va a la calle. Pide una aclaración posible, pero el ánimo no estaba para aclarar nada, estaba claro que querian una renovación total del personal.

En el primer momento José María no le dió mayor importancia al despido, sus amplios conocimientos en la materia, le harían llegar nueva oferta de trabajo, casi con seguridad en un corto periodo. Nadie de los que nos considerabamos amigos, ibamos a pensar en el futuro que le esperaba, pero al pobre José María no le salía nada bien, era algo que lo martirizaba por dentro.

Va tirando, sin aparente problema alguno, el problema serio va a comenzar cuando las finanzas empiecen a tocar fondo.

No conociamos a su esposa, yo la vi en una sola ocasión, pero según José María, era muy exigente y de caracter muy fuerte y no toleraba que anduviera sin trabajo, tampoco él se sentía cómodo, sin tener ocupación alguna. A este humilde hombre, el destino lo castiga sin piedad, me cuenta entre otras cosas, todo lo que es parte de su sufrimiento. Su preocupación es grande, pero no alarmante, piensa poder salvar algunos obstaculos que le preocupaban mucho. En estos momentos fallece el ex presidente de la empresa, que habían destituido, hace unos meses. Ya vendrán tiempos mejores, repetía a diario José María, con su habitual caracter tranquilo.

Consigue momentaneamente en el hipódromo de Maroñas, los dias de carreras, como boletero, pero lo que gana es muy poco, eso da para empeorar su situación económica y lentamente entra a andar a los tumbos y comienza a preocuparse seriamente y las puertas se le van cerrando. Sus cosas al parecer no tienen vuelta y van empeorando día a día y considerablemente y ya José María no concurre a la rueda de amigos, donde concurria diariamente. Alguien notó su ausencia, pero no pasó de eso. Cada día que pasa la convivencia con su mujer se hace más tensa, no encotraba nada de acorde a sus conocimientos, su caída es eminente, él lo sabe, pero no hay más remedio que aguantar a pie firme,   todo sea por el amor a su pequeña hijita, que tiene dos años.

Para su mujer todo ha llegado al límite de la tolerancia, y no lo acompaña en su desgracia y opta por lo más radical y decide abandonarlo, logrando con esto que José María tuviera una depresión severa, que lo desacomoda, pero no tiene otra alternativa que aceptar, prefiere irse él y dejarle todo a su familia. Desde ese momento, sufrió enormes pesadillas, las peores de su vida. Luego de la drástica medida que había tomado la que hasta el momento ese había sido su compañera.

En los primeros tiempos, las amistades que tenía, lo iban ayudando en algo,pero él no quería demostrar lo que en realidad estaba sucediendo en su entorno familiar. Desde ese momento su caída es vertiginosa, no cabe la menor duda que José María se encontraba en un callejón sin salida

¿Qué brujería me han hecho? Repetía constantemente, porque todo le salía contrario a sus deseos. A veces lo acompañaba en largas caminatas, en ella me contaba al detalle,   toda su desgraciada vida.

Lo peor era cuando nombraba a su pequeña Silvia, se le llenaban los ojos de lágrimas, estaba visto que este hombre tenía un profundo dolor, que yo disimulaba cambiando de tema, para no seguir con algo, que a él lo atormentaba.

A José María mientras le duró la ropa que tenía, andaba de traje negro a rayas. Ahora es consecuente en el mundo portuario de Montevideo y lo bautizan “Fulmine” la verdad que era flaco,nariz aguileña, se parecía mucho al famoso personaje de la tira cómica y que en aquellos años estaba en auge. Pero José María, en eso es indiferente,   su reconocida cultura y sus buenos modales no los perdió nunca, hasta en los momentos más dificiles de su vida.

Deambula por las calles estrechas de la ciudad vieja, y en varias ocasiones lo veía sentado pensativo, frente a la inmensidad del mar. Vaya a saber las cosas que le pasaban por su cabeza, luego de haber sufrido tanta desgracia, pero estoy seguro, que su sufrimiento era el no poder ver al amor de su vida, que era su hija. El pobre vivía de las changas que le salían en la estiba, y cuando no tenía trabajo, no había más remedio que recurrir a lo que nunca había pensado llegar a “Tirar el bandoneón”, cuando el hambre apretaba. Esto consistía en tirar una lata atada con una piola, para que del barco manden comida, no había otra solución y murmuraba entre dientes Qué tormento me persigue!

Desde el momento que fuí testigo de lo que le ha sucedido a José María, nada me sorprende, sólo en saber como se sostiene la frágil magia de lo insólito. Él se da cuenta muy de, lo que le está sucediendo, y encuentra en mí, a un amigo en donde poder desahogar sus penas, como medio de un escape a sus problemas. A veces me parecía que se limitaba a contarme tanta dsgracia junta, como para que no lo fuera a tomar como una cosa irreal. Su verdadera pesadilla, era su hijita Silvia, en estos dias iban a hacer tres años que no la veía.

Varias veces le decía por cierto, en términos muy fraternales que debería exigir, como padre biológico, un permiso para ver a su hija, aunque sea una vez por mes.

A esta altura José María , tenía una gran miseria y un abandono total, que lo había arrastrado a la más profunda pobreza extrema.. Estas situaciones dramáticas, crean abismos eternos, cuando la indigencia es profunda.

Nunca pude encontrar las razones, el porque un ser humano puede caer en picada tan cruel y despiadada. Debo dedicar mi tiempo al trabajo y mi familia, ya viene en viaje nuestro tercer hijo y le pierdo el rastro, son épocas muy dificiles, como lo ha sido siempre para el trabajador, enfrentar a miles de sacrificios. Muchas veces los descalabros sentimentales traen mucho dolor, que al final , es el egoísmo de una de las partes, sin presentir el daño que puede causar.

Como cosa normal paro el taxi que conducía, en un lugar determinado de la ciudad a efectos de que descendiera un pasajero. A mi izquierda veo a José María recostado a un viejo portón, se le veía sin duda a una persona derrotada totalmente, en un estado deplorable de abandono.

Quise llevarlo a comer algo, pero no quiso ni siquiera moverse del lugar, insistí pero fué inútil, las cartas ya estaban echadas. En otra ocasión lo encuentro por la avenida 18 de Julio, principal arteria de la capital montevideana, me pide si no lo acompaño a una zapatería a pocas cuadras del lugar y acepto;Allí vendian zapatos reparados, que si en un tiempo prudencial no lo pasaban a recoger, lo ponían a la venta.

Por el camino noté que no coordinaba bien su conversación, era una pena verlo, destrozado moralmente y al preguntarle por su hija, abrió los ojos grandes y me dijo: ¿ La conoces? Ahí me dí cuenta que su cabeza no le funcionaba bien. Por lo visto había perdido toda las ganas de vivir, por lo que me contaba. Llegamos al comercio, José María se arrima al mostrador y le explica al empleado a que iba, el empleado le pregunta que numero calza, y José María simulando gran estado de ánimo le contesta al joven que lo atendía Del 38 al 43 cualquiera ! El muchacho que lo atendía entró en un ataque de risa, que no pudo siguir atendiéndolo. A los pocos minutos llegó el propio dueño del comercio, pidiendo disculpas, cuando José María ya se había probado cuanto zapato hubo para probarse, no encontrando el adecuado y que lo demostraba con su rostro de amargura.

Cuando pensabamos que ya todo se había terminado, el mismo hombre lo llama y le regala un par de zapatos nuevos. José María más contento que mono con dos colas, agradeció mil veces, la maravillosa acción tan bondadosa ante el drama ajeno. Este es un relato auténtico de un ser que ha sufrido las desgracias más atroces y despiadadas, por supuestro que no es el único, es una prueba de que tenemos que ser más solidarios ante el drama que sufren muchos seres humanos en el mundo.

Han pasado algo así como cuarenta años, de acuerdo con la vida que llevaba, ya estará en el descanso eterno, donde tendrá sin duda una luz que lo este alumbrando.

Este relato sacado de la vida misma, es dedicado exclusivamente a los que la vida les ha dado la espalda, a los que sufren las carencias más espantosas, para los que no son escuchados nunca, para ellos va mi corazón.

Venancio "Pocho" Rivero

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