Sea socio fundador de la Asociación de Amigos de Letras-Uruguay

 

La inspiración poética
por Federico Rivero Scarani
fscarani24@yahoo.com

 
 

Paradójicamente para hablar de la inspiración debo recurrir a ésta; y para comenzar se me ocurre que lo mejor es con las propias palabras de Homero o de aquellos poetas que se hicieron llamar así: Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquileo; cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves —cumplíase la voluntad de Zeus—desde que se separaron disputando el Atrida, rey de hombres, y el divino Aquileo”, (La Ilíada, Canto I) El origen de la palabra, su etimología, es: 1- Del latín inspiratĭo, la inspiración es el proceso o el resultado de inspirarse o respirar (hacer que el aire del exterior ingrese a los pulmones, impulsar pensamientos en la mente). El concepto tiene dos grandes usos: por un lado hace referencia a la iluminación que una divinidad o una fuerza sobrenatural aporta a una persona mientras que, por otra parte, el término nombra al ingreso de aire al organismo a través de la nariz. 2- Cosa, persona o deidad que favorece el espíritu creador del artista.

 

Homero le solicita a la diosa que cante la epopeya; es ella quien lo hará a través del poeta; será su inspiración, su deidad la que narrará los hechos acaecidos en Ilión. Sin embargo habría que diferenciar inspiración de posesión; ésta última se da por medio del “ingreso” de una entidad, por ejemplo un dios, en un sacerdote o sacerdotiza. El ejemplo más claro en Grecia se produce en el famoso oráculo de Delfos donde la pitonisa (sacerdotiza de Apolo que daba los oráculos en Delfos sentada sobre un trípode) era poseída por el dios; la Pitia era objetivo del “entusiasmo” (estar poseído por un dios), similar a los médiums modernos. Esto era considerado como “locura profética”, de acuerdo al investigador E. R. Dodds, en su libro “Los griegos y lo irracional”, Capítulo III, Las bendiciones de la locura, publicado en Revista de Occidente, Madrid, 1960. Siguiendo a este autor, hay otro tipo de locura  y es la “divina” definida como “posesión de las Musas”, (en Grecia había nueve musas que eran las fuentes de inspiración para poetas, músicos o pensadores, entre otros; eran las siguientes: Calíope, la musa de la poesía épica y la elocuencia. Erato, la de la canción amatoria. Melpómene, la de la tragedia. Talía, la fuente de inspiración para la poesía bucólica y también para la comedia. Urania, la musa de la astronomía y las ciencias. Clío, la de la epopeya. Euterpe, la de la música. Polimnia, la de la poesía sacra y los cantos sagrados. Terpsícore, la inspiración para la danza). La creación poética, desde este punto de vista, posee un elemento que no es “tomado” sino “dado”; dice Dodds con respecto al autor de La Ilíada: “Siempre pregunta a las musas qué ha de decir, nunca cómo decirlo, y lo que pregunta son siempre hechos”. Por gracia divina tanto el poeta como el vidente gozaban de un conocimiento vedado a otros hombres.  

 

Es la Musa y no el poeta el que actúa similar a la Pitia; el poeta no pide para él ser “poseído” sino desempeñarse como intérprete de la Musa en trance. En esto radica la diferencia entre “vidente” y “poeta”. La poesía es entendida como una revelación diferente de la razón y por encima de ésta. Para los poetas románticos la inspiración también era concebida desde la perspectiva griega; era una cuestión de locura o irracionalidad lo que despertaba en ellos el deseo de componer sus obras. También se servían de sustancias alucinatorias para elaborar sus creaciones artísticas, pero estas son un elemento “externo” al igual que la inspiración, no obstante, se diferencian de grado desde su origen natural. En un texto de Charles Baudelaire cuyas raíces son de origen románticas dice: “Existen mujeres que inspiran el deseo de gozarlas y vencerlas; pero aquélla producía el anhelo de morir lentamente bajo su mirada”., (Pequeños Poemas en Prosa, El deseo de pintar, XXXII). El deseo aquí aparece junto a la inspiración; el concepto de deseo es: del latín desidium, deseo  es la acción y efecto de desear (anhelar, sentir apetencia, aspirar a algo). El concepto permite nombrar al movimiento afectivo o impulso hacia algo que se apetece; así el deseo es una cuestión de aspirar como la inspiración, lo que lo lleva a identificarse semánticamente con este último concepto. Los poetas son inspirados, y también hay una cuota de deseo para poder componer sus obras.

 

Para Freud la inspiración era producto del interior del sujeto; de una psiquis que tenía un conflicto psicológico que no ha sido resuelto o de un trauma de la niñez. Debido a este concepto, los poetas surrealistas se sumergieron en el mundo del inconsciente a través de la escritura automática para construir sus obras.

 

También la inspiración está relacionada con el estilo, o sea la forma de componer, la huella que deja el artista en la obra que es personal e inimitable; El estilo, como concepto, hace referencia a un conjunto de rasgos específicos de toda composición artística,. En las obras literarias el estilo se vincula con el lenguaje y el modo de componer de acuerdo a una época determinada (Renacimiento, Barroco, Clasicismo, etc.). Sin embargo, el estilo varía, evidentemente, de una época a otra, y es debido a eso que el artista, según su inspiración, elaborará su obra condicionado por la Historia. Dice Octavio Paz:”El poeta se alimenta de estilos. Sin ellos, no habría poemas. Los estilos nacen, crecen y mueren. Los poemas permanecen y cada uno de ellos constituye una

unidad autosuficiente, un ejemplar aislado, que no se repetirá jamás. (…)

Moral, filosofía, costumbres, artes, todo, en fin, lo que constituye la expresión de un período determinado participa de lo que llamamos estilo. Todo estilo es histórico y todos los productos de una época, desde sus utensilios más simples hasta sus obras más desinteresadas, están impregnados de historia, es decir, de estilo”, (El Arco y la Lira).

 

Por lo tanto el artista cuando está inspirado, se encontrará inmerso en un contexto histórico que lo determinará para su creación; la inspiración, se diría que es “independiente” de la época, ya que ésta es una entidad que trasciende lo temporal, mientras que el estilo se ajusta a lo histórico.

 

El concepto de daimon es variado en Grecia. Para Sócrates el daimon (que sería una especie de inspiración), posee una impronta religiosa, con poderes sobrenaturales; éste se situaba dentro del individuo que le permitía establecer un contacto con los dioses; era una entidad divina situada entre los dioses y los hombres. Esta potencia interior que tiene carácter irracional, según el filósofo, se encuentra dominada por la razón. Sócrates se dejaba conducir por el daimon al cual lo denominaba “una voz profética dentro de mí, proveniente de un poder superior”. Considera que todos los individuos poseen un daimon interior.

 

Es así que, la inspiración y el daimon, se identifican particularmente por una cuestión de “estado de situación”; la inspiración para el poeta vendría desde “afuera”, mientras que el daimon sería una entidad “interna”; pero ambas comparten algo en común: la posibilidad de que el artista o el filósofo puedan manifestarse en sus discursos con un estilo particular de acuerdo al momento histórico que les tocó vivir.

Federico Rivero Scarani
fscarani24@yahoo.com

 

 

 

Ir a página inicio

 

Ir a índice de Ensayo

 

Ir a índice de Rivero Scarani, Federico

 

Ir a índice de autores