Entre códigos y herejías
Federico Rivero Scarani

Codicis

 

Robert Langdon y Sophie Noveu han sido predestinados a descifrar el Código que los llevará a descubrir la "verdadera naturaleza y origen" del Cristianismo en la novela El Código Da Vinci de Dan Brown. Jacques Saunière, abuelo de Sophie Noveu, pertenece una logia misteriosa: el Prioriato de Sion quien ha resguardado por siglos el origen del Santo Grial o Sangre Real, según los personajes. La narración transcurre a ritmo vertiginoso, en cuestión de horas, propio de una aceleración típica del mundo global del siglo XXI, lo que le permite atrapar al lector en esa dinámica sin respiros por medio de una cadena de asesinatos, intrigas, desciframientos y otrtos aderezos que se van sucediendo. En esta novela Jesús fue un hombre de origen noble igual que María de Magdala, por lo tanto ambos poseían Sangre Real, de su unión nace Sara que será la piedra angular para la fundación en Francia de la casa real de los Merovingios. Hbría que observar que en "El Péndulo de Foucoult" de Umberto Eco se hace referencia al ministerio de Jesús cuando, supuestamente, llegó a tierras francesas durante esos años en los que desapareció, y que al parecer no están registrados en ninguna escritura avalada por la Iglesia Católica.

 

Una clave o signo lleva a otros configurándose un código. Para que este sea tal debe poseer, siendo estructura, un sistema semántico, un sistema sintáctico y normas internas de autorregulación. Dan Brown construye un código partiendo del cuadro "La cena" de Leonardo Da Vinci; destaca a un discípulo de Jesús sentado a su diestra considerándolo una mujer: aría de Magdala. Sin embargo, a pesar de la geometría incluida en el cuadro hay una dudosa /M/ conformada por la posición de los cuerpos,  la cual adquiere un significado oculto;  además es de destacar que Da Vinci pintó a muchos personajes con andróginos, desde Baco hasta un joven Jesucristo. Aceptar cabeza cobró un elevado que esa mujer es un discípulo resulta forzoso teniendo en cuenta el estilo del pintor. Que no haya un copón o cáliz en la mesa, esa es otra cuestión; que el Grial sea el discípulo-mujer, contenido sacro, debería se valorado en virtud de la naturaleza de la obra: una ficción.

 

Los gritos de muchos críticos y creyentes llegaron hasta el Empíreo; las conferencias sobre esta novela superaron a cualquier concilio de la historia. Fíjese, lector, en lo que a continuación se expondrá, y pregúntese dónde hay más "herejía, "blasfemia" o "mentira" si se coincide en que estamos en el plano de la ficción literaria.

 

Haereticus Sunt?

 

Cuando Salman Rushdie publicó "Los versos satánicos" su cabeza cobró un elevado precio puesto por el Islam; se muda cada seis meses, vive acorralado y "sólo " por escribir una historia basada en el Corán y el profeta Mahoma; luego Occidente condena la intolerancia de los fundamentalistas. en la primera edición en español , mayo de 1989, la editora imprime al comienzo del libro el siguiente paratexto: "El Ministerio de Cultura apoya moralmente la edición y distribución de esta obra en virtud del artículo 20 de la Constitución Española". Los occidentales, católicos y burgueses son condescendientes con esta ficción y empuñan un blasón de ley para evitar cualquier condena del bárbaro mundo islámico. No obstante aquí no queda la cosa; habría que remontarse al año 1976 y leer una novela que pasó sin pena ni gloria y a la cual parece que la censura la obvió. Es a esta novela en cuestión que invito a los lectores y críticos a recorrer su universo imaginario pues podría llevarse un galardón mayor en lo referido a herejía, blasfemia y equívocos teológicos e históricos: "El cofre de Constantina" de Robert Ludlum cuyo título original es "The gemini contenders". En la misma podría encontrarse similitudes con “El Código Da Vinci”: mensajes cifrados que comprometen la historia y dogma de la Iglesia Católica, un cardenal abyecto llamado Donatti (Manuel Aringarosa, Leigh Teabing), la Fraternidad Oriental de Jénope (Opus Dei), el Vaticano, un “salvador” del secreto, Savarone Fonti Cristo y su hijo Vittorio (Jacques Saunière), la desestabilización de la Ecclesia con su verdad teológica y dogma, el Concilio de Nicea (1) y el Filioque (2), sintagma que se le agregó al Credo considerándolo como elemento trascendente por el cual la comunión consubstancial entre el Padre y el Hijo llevó al cisma entre católicos y ortodoxos, los elementos configuradores de un código secreto, “casualmente” un cuadro titulado Sciocchezza di cacciato (estupidez de cazadores) que permite llegar por medio de lo que Charles Sanders Pierce denominó semiosis a otro signo y así sucesivamente hasta el cofre de Constantina que se halla escondido bajo la tumba de un joven judío asesinado en las montañas del norte italiano. Los contextos son similares: Italia, Inglaterra, Francia, Roma, EE.UU.; varía el factor temporal porque en esta novela editada en 1976 la historia ficcionada transcurre durante la Segunda Guerra Mundial, entre nazis y partisanos, intrigas y espionaje,  y en un impás culmina mientras se desarrolla la guerra de Vietnam donde los nietos, Adrián y Andrew, de Savarone disputarán entre ellos la vida para acceder al misterio del cofre. Mientras tanto el Código Da Vinci acelera el tiempo porque el lector como persona del siglo XXI carece poco del mismo. Resulta interesante la apertura que le da Robert Ludlum al final de la novela, no en vano por aquellos años Opera Aperta (1962) de Humberto Eco estaba en plena vigencia.

 

En “El cofre de Constantina” se narra al final un hecho que laceraría la fe de católicos, ortodoxos y cristianos en general: la no deificación de Jesús, el Cristo, una abominación que echaría al polvo del tiempo un hito que cambió el pensamiento humano en occidente.

 

Los protagonistas del Código Da Vinci, el historiador Robert Langdon y la funcionaria policial Sophie Novel como por “gracia divina” o hollywoodense son los herederos del Grial en mente, espíritu y cuerpo. En cambio los gemelos nietos de Savarone Fonti Cristo (fuente de Cristo) deben combatir entre ellos para apoderarse del oprobioso y misterioso documento escrito supuestamente por San Pedro quien por segunda vez niega su condición queriendo volver a ser Simón de Betsaida desesperado por su próxima ejecución en Roma, y lo que es peor afirma que Jesús, un revolucionario, fue sacado de las mazmorras, en su lugar pusieron a otro que fue el crucificado, lo que llevó a Jesús a suicidarse tres días después.

 

Quaesitis

 

Ahora, lector, ¿cuál será tu juicio de valor para una obra literaria que da un duro golpe a la historia del Cristianismo? ¿Dónde se halla lo herersíaco y lo ominoso si se valora que es ficción literaria?, y si así no fuese, ¿cuál de las dos novelas sería la más condenable?, ¿y sus autores? Piénsalo, bonus lector, meus frater.

Federico Rivero Scarani

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