El castillo resurge con reminiscencias del Montevideo de un siglo atrás

Rescate del pasado

Una reliquia rescatada con amor y devoción histórica vuelve a realzar los atractivos de una zona tradicional como Colón

Villa Colón fue, hacia finales del Siglo XIX y por varios años de la siguiente centuria, zona preferida de buena parte de la sociedad montevideana. Enmarcadas en frondosas arboledas surgieron señoriales mansiones, habitadas por sus dueños desde comienzos de la primavera hasta avanzado el otoño, cuando los primeros fríos decretaban el retorno a las residencias del Centro y la Ciudad Vieja.

Asentada sobre predios que pertenecieron inicialmente al Brigadier Francisco Xavier de Viana --usufructuando de una donación que le hiciera el Gobierno de Buenos Aires en 1814-- la Villa pasaría a ser, seis décadas más tarde, un lugar privilegiado para el descanso y la recreación de las clases altas, que adquirieron amplios terrenos a fin de construir allí sus "chalets" de temporada: la operación se veía facilitada por el fraccionamiento que efectuara ya en la segunda mitad del siglo el francés Perfecto Giot, detrás del cual la empresa de Lezica, Lanús y Fynn llegaría en 1873 con la novedad de instalar en la localidad el histórico primer servicio de agua corriente.

Consolidada la imagen disfrutable de Villa Colón, la Sra. Matilde Baños de Idiarte Borda se interesó por comprar un solar con frente a la Avenida Lezica (ex Reina Isabel I) en su esquina con la actual calle Iturbe; y llevando adelante su deseo, firmó ante el Escribano E. Simon y en presencia de su esposo Don Juan Idiarte Borda, Presidente de la República, la escritura que la ponía en posesión del terreno.

UN CASTILLO EN MARCHA. En 1896 transcurrían dos años de la presidencia de Idiarte Borda, cuyo acceso al mando estuvo presidido de un proceso de elección que se prolongó por tres semanas en la Asamblea General, órgano que a la sazón designaba al Primer Mandatario. Su gobierno promovió los juicios más dispares, hasta encender una oposición que en el trágico mediodía del 25 de agosto de 1897 armó la mano del joven teniente Avelino Arredondo, único magnicida que registra nuestra historia.

Un año antes, en el citado 1896, el Arq. Alfredo Massue rubricó los planos para erigir en la Villa un castillo estilo Luis XVIII, que vendría a satisfacer la afición al boato que distinguía al presidente.

La suntuosa entrada anunciaba la belleza interior: en la planta baja, se destacarían el comedor principal o Salón Esmeralda: el llamado Salón Amatista, para recepciones; el Salón Turquesa, con un estupendo vitraux en tonos de azul, iluminado por el sol crepuscular; y la sala destinada a capilla familiar. En los pisos superiores sobresalían los dormitorios, entre otras dependencias de uso hogareño; y terrazas desde donde podía contemplarse el deslumbrante marco.

Don Carlos Thays --cuyo nombre se asoció a perdurables realizaciones como el Parque Rodó, el Bulevar Artigas y la Plaza Independencia-- creó al milagroso duende del encanto, paseando entre árboles orgullosos hoy de su data centenaria, como los cedros, los abetos y las palmeras. Las flores fusionan el color con la fragancia; y los frutales --perales, limoneros y membrillos-- bordean el camino que, atravesando la huerta, conduce a la antigua cochera.

LOS TIEMPOS MANDAN. Herederos de Idiarte Borda, supieron adaptarse a imposiciones de la modernidad sin afectar la secular presencia de la armoniosa casa-quinta.

En 1941, la Srta. María Esther Idiarte Borda incorporó a la propiedad el terreno anexo al padrón principal, ambientándose un área propicia para dotarla de piscina, vestuario, cancha de tenis y un sector arbolado para el deleite visual y el paseo.

Después, los años comenzaron su obra de desgaste, que derivaría en un constante deterioro de la hermosa finca. La familia Suárez Reich, en el elogiable propósito de devolverle a Colón ese atractivo perfil edilicio con la autenticidad original, en 1998 adquirió el Castillo de Idiarte Borda y emprendió su resurgimiento sin reparar en inversiones.

Actualmente, el Castillo ofrece una particular propuesta para la realización de diversas ceremonias, que pueden ir desde una fiesta de bodas, pasando por la celebración de una fecha familiar, hasta una reunión empresarial en el clima de "la belle epoque", para todo lo cual conviene anotar esta dirección --Avda. Lezica 5912-- y estos números telefónicos: 320-9052 y 322-9029. 

Rebar
El País s/f

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