Biografía de un día
Germán Queirolo Tarino 

Por la mañana.

Soy un tipo informado y me levanto
Leyendo todos los diarios y revistas
Miro el informativo y en él busco
las espléndidas piernas 
que no muestra jamás la conductora
Mientras deshilvana las muertes cotidianas
Tan maquilladas, tan ajenas
como su propio rostro de muñeca.
Desde lo superfluo a lo magistral
De lo profano a lo divino.
De las siete hasta las siete y media.

Puedo sostener una conversación inteligente
hasta las once y media más o menos, 
que el Líbano, ¡Cómo no!, si lo sabré
Que este gobierno es neo conservador y socialista
¡Si tendrá razón!- Dr. ¿esta dieta que usted manda
es apta para hipotensos? 
Una mañana cualquiera
discurro, acometo y hasta escribo
Que los Merovingios hubieran heredado Francia,
de no ser por los malvados Carolingios, 
¡Claro, hay uno en mi cuadra, los conozco!
Son sujetos de pésimas costumbres. 

El teléfono suena y suena como si no encontrara
otra cosa en el mundo más idónea
que romperme las bolas.
Y relleno papeles sinsentido
Y relleno las horas con tareas
y relleno el estómago con café
Y se viene el mediodía y la nostalgia.

Una pausa para comer las porquerías
Que juré ayer, nunca más comería
Un cigarro que se disfruta menos que el aire
Mientras me arrasa el aire frío del invierno.

La tarde.

La tarde es infinita.
Hice éste peregrino descubrimiento
el mismísmo primer día de trabajo
hace miles de días trabajados.

El teléfono insiste pero ahora
lo atiendo así como condescendiente
Sabiendo qué el también está aburrido
de escuchar siempre las mismas guarangadas.

Si dedicara versos a la tarde
seria el poema más largo de la historia
más largo que el que a Troya dedicara
aquel ciego que no fumaba en el portal
sino que adulaba millonarios
Convenciéndolos de que Ulises
no era más que un burócrata pedante
que narraba sus tareas cotidianas
cual si fueran fantásticas hazañas.

Así que mejor nos vamos a la cena
El Luzón era un buen sitio
para ingentes ingestas de veneno
Se puede comer grasa hasta que el corazón
pase de ser romántico aparato
para convertirse en una roja bomba atómica.
Pero no vaya a fumar
porque además de ser suicida
es costumbre del peor mal gusto
Eso pasa por tener 
un presidente médico, me digo
si hubiéramos electo a un astrólogo
por ahí nos prohibía ser de capricornio
o a lo mejor de cáncer.

Así que me voy a ingerir
mis consabidas porquerías a otra parte
un bar con terraza, como los de París
donde ateridos fumadores se congelan
y adquieren todo tipo de afecciones
debidas a la inclemencia del invierno.

La noche:

Hoy quiero una noche sin soledad.
Voy a correrle al plenilunio la cortina
para dejar afuera el rostro de la luna
para que un rayo no de accidentalmente
contra el recuadro vacío del portarretratos
donde estaba su rostro.
Ahora en blanco como postludio
de una embriaguez atroz hasta el pezcuezo
como la amnesia obligatoria
después de un golpe fuerte en la cabeza.
Como la pantalla de un cine abandonado.

Voy a cerrarle la puerta a la nostalgia
con un par de botellas de aquel vino
que me regaló Maciel cuando el contrato
Con una bolsa de papafritas de las de antes
me dormiré seguramente 
Mirando ese talk show que me revienta
mientras que de tu lado del sofá,
se sentará la ausencia y me hará mimos.

Germán Queirolo Tarino

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