Un día con los abuelos

Sylvia Puentes de Oyenard

Estoy de fiesta. ¡Pasaré todo el día con los abuelos! Desayuno, preparo el bolso y mamá me lleva. Cuando abuela abre la puerta, me aprieta con un abrazo laaaargo, laaaargo, como si rodeara al mundo y me besa con unos besos chiquititisísimos, como si fuera una mariposa, mientras me dice:

-Filiflama alabe cundre...

-Alveola jitanjáfora - Le respondo y nos reímos antes de decir a coro: -Iris salumba salífera.

Desde que aprendí a hablar jugamos a decirnos cosas con palabras inventadas, después supe que las llamaban jitanjáforas. Busco al abuelo mientras el sol se despereza en el jardín y la perra ladra y hace fiestas. De pronto aparece esa sonrisa que conozco bien.

-Te tiro la lima, te tiro el limón, te tiro las llaves de mi corazón- le digo y corro a ponerle los brazos alrededor del cuello.

Abuelo siempre piensa en mí, me lleva a andar a caballo y me trajo un conejo, Pompita, que cavaba agujeros en la tierra. No cuidaba las flores, ni los canteros. La tierra se amontonaba al costado de la casa y abuela se ponía nerviosa: "-¿Hasta dónde va a llegar?" -exclamaba. Y lo devolvimos al señor que los criaba. Ahora tengo a Floppy, una gallina. Abuelo le preparó su casa. Es un nido de paja muy especial, está hecho en una vieja heladera de fibra que cuelga de una ventana. Un diabla puso en una jaula y la llevé a la escuela. ¡Qué alboroto cuando se escapó de la clase.

Un día con los abuelos puede ser el regreso a la magia del pan y delos juegos, del cuento y de la vida que encuentra su razón de ser en el resplandor de las pequeñas cosas. Un relato sencillo que redimensiona el hogar y el afecto.

Sylvia Puentes de Oyenard
Ilustracciones: Ana María Dolder
Ediciones A.U.L.I.

Distrubuye: Gussi

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