Tu tiempo

Sylvia Puentes de Oyenard

Ahora que no estás 
y el alba palpita en mis espigas 
caminan el silencio 
mis lámparas vacías. 
Ahora que he perdido 
tu largo-claro día, 
el olvido y el sueño 
son flores confundidas.
Ahora que la lágrima 
recuerda aquella fe 
que alguna vez fue cierta 
amarillea el dolor 
y la angustia inventa nombres nuevos.
Ahora que la noche 
junto a mí ponen sus párpados,
el dolor es ley que crece 
y se agiganta.
Ahora que el labio 
inútilmente cita 
tu tiempo, 
tu verano, 
tu imagen de cristal 
que fue mi desencuentro, 
detengo mi caricia largamente 
y caigo en ti 
perdida de la carne. 
Irremediablemente.
La paloma no gime
ni se siente
la voz devoradora de la sangre.
Allá lejos, 
los detenidos pies del viento 
ponen calma 
al follaje del bosque tan ardiente.
¿Quién conoce este silencio 
de todo lo que en ti es claro asedio?

Rosa exigida

Sylvia Puentes de Oyenard

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