Romance de juventud

Sylvia Puentes de Oyenard

Chispeada por fuertes soles,
en pitangueros mojada,
infancia de serranía,
de malvarrosas y talas.

Es marzo en la adolescencia
que amanece en las tacuaras
de Timoteo Aparicio,
caudillo de blanca espada.

Y Lanza Seca recibe
al futuro en llamarada
y es apenas un encuentro
de cachorros y gauchada,

cuando Aparicio es destello,
flecha azul y clarinada:
el joven se vuelve cabo
en su primera cruzada.

La Estancia vieja lo siente
rumbeando la madrugada,
aguerrido en el combate
y en el trabajo, picana.

Caminos de polvo y sed
le fueron doblando el ala,
Revolución Tricolor,
jaguar herido que brama.

Ariscas horas renacen
evocando la Agraciada,
y a Lavalleja y Oribe,
varones de las patriadas.

Jadea Brasil en sangre
y en coraje los Saravia,
abriendo surcos de fuego,
cortando duras amarras.

Cuajada de sol las sienes:
"Por mi patria y por la vuestra",
galopa el joven guerrero
y el nervio duro que clama.

Lancero de Poncho Verde
de Inhandul y Serrilhada,
certero aguijón que enciende
con su bravura la fama.

Sargento augusto y sencillo,
Capitán de tierra y llama,
Coronel de cielo y bronce,
Aparicio, voz sagrada.

"El país arde en la combustión de la guerra de Timoteo Aparicio. Hace en ellas sus primeras armas y con solo catorce años, al término de la misma, obtiene su primer grado: lo hacen cabo.

Cabo Viejo, cariñosamente le llamarán sus íntimos en las cruzadas del 97 y del 904."

Dr. Nepomucemo Saravia

Creemos que es dentro de la indefinición de propósitos ya indicada en el alzamiento del Brasil meridional, que debe ubicarse la participación de los Saravia. Sin embargo, cabe establecer una distinción.
Gumersindo, fuera cual fuese el punto geográfico en que circunstancialmente nació, actúa en la revolución "como brasileño que regresa a la patria", según afirma en su proclama del 2 de febrero."

"Los móviles de Aparicio, sobre cuya nacionalidad no cabe discusión, son aún más complejos. Se mezclan en ellos, sin duda, el deseo de acompañar a su hermano, a quien lo liga un intenso afecto, el espíritu criollo de aventura guerrera y la convicción de combatir por la causa justa de la libertad. Se le ha supuesto muchas veces el propósito de aprender con Gumersindo el arte de la guerra, cobrar experiencia y prestigio de jefe para aplicarlos al regreso en las futuras revoluciones de su patria al servicio de la causa blanca que era la suya. De ser cierto un plan a tan largo plazo y rodeado de tantas eventualidades, debía sustentar una absoluta fe en su destino. Y da que pensar el lema que ha hecho bordar en su divida blanca: "Por mi patria y por la vuestra".

C. Enrique Mena Segarra
(Aparicio Saravia, las últimas patriadas)

Velay Aparicio Saravia inmortal

Sylvia Puentes de Oyenard

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