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La poesía y el mundo infantil |
Invitación a la poesía En un mundo acribillado de violencia, cercenado en sus sueños, cortado en sus alas por las angustias económicas y espirituales: ¿quién lee poesía? Asistimos a una etapa de cambios en el proceso editorial, en la publicidad y en la búsqueda de lectores que se traduce en la publicación de un altísimo porcentaje de libros de narrativa en desmedro de los de poesía. ¿Se vende poesía? ¿Se publica poesía?¿Se lee poesía? Las dos primeras preguntas se contestan una a otra: no se publica porque no se vende y no se vende porque no se publica. Pero creemos que se lee. Es cierto que son menos los espíritus que todavía se deleitan con un poema, que se intercambian versos como estampas, pero hay un fenómeno vigente y es el de Mario Benedetti, quien supo imponerse hasta con la antigua estructura de los haikus. Quizás todo empieza en la infancia, cuando muchos piensan que es muy temprano para trasmitir poesía. Pero la poesía no se entiende, se vive, se sueña, se goza, se baila. Hay que cantarle al niño desde la más tierna edad, hay que acercarle la eufonía del lenguaje, la musicalidad de un verso, la comunicación insustituible del afecto a través de las palabras dichas con ritmo. Y no decimos con rima ex profeso, porque la rima es útil para la memorización, para jugar con las palabras en los primeros años, pero lo que importa es el ritmo, esa armonía apenas perceptible que convierte al poema en canto y condiciona la experiencia estética. El niño que vive aislado del mundo poético se priva de la proyección en tiempo y espacio, en sueño y emoción. |
¿Qué es poesía? El discurso rítmico y rimado es la primera manifestación que comunica al hombre con el mundo y consigo mismo, la prosa aparece tardíamente en el tiempo y mantiene relaciones con la jurisprudencia, por eso afirma Croce: "La poesía es la lengua materna del género humano". La poesía para niños es un juguete sonoro y colorido que nace del pequeño universo que rodea al infante y se vuelve danza, vuelo, flor. Es la fórmula por la que el niño penetra al mundo de la luz y el color, pero aun despojada de su ámbito sensorial puede seguir multiplicando sueños, porque es tintineo, imagen, canción. Tal vez, porque como aseveraba Juan Ramón "debe ser como una estrella que es un mundo y parece un diamante". La poesía para niños debería ser arcoiris, lenguaje que despierta en las sílabas asombrado de pájaros y soles, un transformador de la piedra en ave, de la sed en río, de la palabra en canto, "poesía que si no se canta, podría cantarse" (Gabriela Mistral). El poema, hacedor de claridades, memorioso de sueños, vencedor de razones y tiempos y silencios, es conciencia del goce, del dolor, del pensamiento. "No es un espejo en el que nos contemplamos, sino un destino en el que nos realizamos" (Octavio Paz), y es precisamente de esa proposición del arte a la vida que surge nuestra permanencia. Una permanencia que se inicia en el ritmo y la rima del poema infantil. El poema es un camino por el cual el adulto puede llegar a la infancia y todo el material que ella reciba será devuelto con una nueva significación. El poeta es el emisor que plantea un código y el niño el receptor que lo decodifica a través de una actitud activa: la comunicación. Por eso entendemos con Rafael Olivares Figueroa, que infantil es una poesía no porque está dirigida a los niños, "sino porque está impregnada de esencias infantiles, y a veces sólo por su acento, por su gracia, por su ingenuidad, por su leve sabor de cosa primitiva, porque no se trata de descifrar la poesía sino de sentirla". El niño vive la estructura - estructurante del poema y lo que verdaderamente le interesa es esa posibilidad de transformación de la vida. Esa dosis de magia que permite la alquimia del lenguaje y hace de los vocablos cotidianos, instrumentos capaces de emitir sonidos tan cálidos y brillantes que brindan un venero de posibilidades. |
Misión de la poesía Aunque conlleva un fin en sí misma, desempeña un papel más importante porque intenta que el hombre vuelque su mirada hacia las estrellas, recobre el encanto de la fantasía y regrese al lenguaje del amor y la belleza. "¿Quién es el ignorante que mantiene que la poesía no es indispensable a los pueblos? Preguntaba Martí. "Porque hay gentes de tan corta vista mental que creen que toda fruta se acaba en la cáscara. La poesía que congrega o disgrega, que fortifica o angustia, que apuntala o derriba las almas, que da o quita el aliento, es más necesaria a los pueblos que la industria misma, pues ésta le proporciona el medio de subsistir, mientras aquélla les da el deseo y la fuerza de la vida". "La poesía no reconoce otra ley que la verdad íntima -voz, resplandor o fragancia- y la de la belleza lograda -éxtasis, temblor o mensaje-" como afirmaba José E. Rodó. |
El niño y el poeta El lenguaje infantil tiene una estructura fonológica, semántica y morfosintáctica igual que el lenguaje adulto, y aunque está construido con elementos similares, el habla infantil tiene modelos diferentes. Para lograr la comunicación deberán ser auténticos, concretos, dinámicos, directos y coherentes, y sin embargo el niño ama la fantasía y el despliegue de metáforas que de pronto no comprende en forma cabal, pero se transforman en estímulo de su fantasía y un descubrimiento de insoslayables sonoridades. |
El limonero Por las floridas barrancas |
Niño y adulto tienen una visión global del mundo, en ellos no hay análisis o disociación, aprecian primero la frase, luego la palabra, tal como aseguran los lingüistas. En uno y otro se da la prioridad a esa memoria de lo que aún no se produjo (Julien Green), es decir, la imaginación. Y todos sabemos que este factor potencia la capacidad mítica y la sensibilidad del niño, pero el adulto cercena muchas veces ese mecanismo, porque sólo acepta el juego imaginario de lo lícito, de lo que la sociedad ha legalizado a través de juegos clásicos y, sin embargo se asombra de la experiencia de un niño que se proyecta más allá del aspecto lúdico tradicional. Dice el ecuatoriano César Atahualpa Rodríguez: "los niños son como los pájaros, por eso el mejor maestro para el niño es el poeta; porque el poeta también es un niño que se pasa jugando con el arcoiris de su voz, para que todos los niños se acerquen al fondo de su aliento a beber su música". Niño y poeta confían en el poder de las palabras, no sólo sienten placer por las formulaciones mágicas sino que creen en ellas. Esa posibilidad les da el abracadabra de la vida para que pueda ser dimensionada en su totalidad. "El mejor hombre no es nunca el que fue menos niño, sino al revés, el que al pisar los treinta años encuentra acumulando en su corazón el más espléndido tesoro de su infancia", decía Ortega y Gasset. El poema es como el agua, elemento vital, conocido del niño desde su concepción en el vientre materno, inductor de peligros y aventuras, magia centelleante en el rumor de olas y cascadas, sustancia fácilmente moldeable y a veces inasible. Y en medio de ese líquido elemento: el niño. El niño en su isla fantástica construida en el poder de la palabra. Y en esa isla un árbol que le permite al niño ascender hasta el cielo y habitar su nido-casa en las ramas más altas. Es el poema y sus posibilidades de recreación. Así el poeta domina ese universo verbal, habita su isla y construye su morada a través de sus palabras. "Lo fantástico es el arte de trascender la angustia, la alucinación y la idea fija", dice M. Schneider. A través de ese medio, niño y poeta metamorfosean sus necesidades primarias, dan expresión a sus obsesiones y se liberan de ellas. En forma automática asociamos infancia y poesía; ¿por qué?; precisamente porque el niño y poeta, por ignorancia de otros vocablos o por una posibilidad de juego imaginativo se sienten atraídos por el lenguaje y por la libertad que frente a él advierten. Una libertad que en el niño estará condicionada por la intervención de reglas gramaticales, pero que en su aurora sólo se presiente como capacidad pluripotencial. La cercenación proviene de las restricciones que el adulto impone y que deben ser aceptadas, pero que el poeta tiene la facultad de transgredir. Ambos afirman y confirman el lenguaje en una recreación constante que los salva, y nos salva, del significado rutinario y unívoco y nos proyecta al misterio que nos hace comprender la facultad creadora de la palabra. Y en ese poder estaría su libertad. |
Rima y ritmo Rima es el ajuste, orden, asonancia, o consonancia de un poema en su forma exterior. Es la identidad sonora entre dos o más versos que coinciden en sus últimos fonemas. Pero no siempre es necesaria la rima en la poesía para niños, si bien es cierto que ella contribuye a facilitar la memorización del mismo, a retener las imágenes sonoras. La rima ha sufrido el uso y abuso de muchos poetas, pero puede ser empleada sin subestimar el hecho lírico: |
Tonada del Lorito Real Alegre loro Gonzalo Brenes (Panamá) |
Lluvia Ya las aves vuelan bajo, |
Viaje ¿Al aire |
El aromo De noche nos acordamos |
Poemas
plásticos, breves, sugerentes, sin situaciones complejas, con un lirismo
profundo que no evade las circunstancias cotidianas. Rima y ritmo desafían al poeta, quien debe componer su mensaje con fuerza, cadencia y sugestión. |
Poesía
y afectividad Señalemos
que mientras se derrochan discursos éticos y estéticos en torno a la
misión y jerarquía del poema, se ha hipertrofiado la técnica en
desmedro de la afectividad.
Y la afectividad que surge del poema nos permite interrogar con
Plotino:
"Sin la belleza ¿qué sería del ser?.
Sin el ser ¿qué sería de la belleza?."
Una entidad crea la otra y es lúcido afirmar con Maritain que
"la belleza no es el objeto ... es el correlativo trascendental de la
poesía." Ser
y belleza se unen en el amor que los integra.
Y el niño accede al mundo a través del afecto ¿no es acaso toda
su infancia un espejo de las relaciones que se crean a su alrededor
motivadas por su presencia?. Ese
afecto, que es necesario dar y mantener, se extiende a lo largo de toda la
vida.
En la etapa del pensamiento sensorio-motriz queda limitado al mundo
circundante, durante el estadio del pensamiento
simbólico surge en la conciencia moral y en el período del
pensamiento lógico hay una actitud volitiva y de independencia moral,
pero toda la existencia del hombre está pautada por esta relación de
afecto e intelecto. Poesía en la escuela Hemos
comprobado -y no estamos solos en la conclusión- que hay un rechazo del
lenguaje poético por parte de los adultos y esto ha incidido para que
disminuya el porcentaje de lectores infantiles de poesía.
Los adolescente son quienes vibran más con los poemas, pero luego
"el tiempo y la rutina" desgastan emociones y la poesía pierde
prioridad. ¿Qué
hace que los educandos, que en la infancia reciben su mayor aporte lírico
en la enseñanza curricular, no sientan luego verdadero aprecio por esta
forma de expresión?.
Creemos que hay un círculo vicioso, se lee menos poesía y esto
conlleva a un menor conocimiento sobre el tema que influirá en el aporte
que se le hace al niño.
Por un lado, la vida contemporánea con su limitación en las horas
de solaz impide que el adulto tenga la disposición necesaria para
introducirse en el mundo del hablante lírico, por otra parte creemos que
muchas veces la poesía en el aula es ofrecida con fines no poéticos,
entre los que señalamos: -didactismo,
uso de los poemas en relación a determinado calendario escolar; -exigencia
de memorización; -carencia
de estímulos para que ellos realicen su propia selección de poemas; -falta
el descubrimiento de la verdadera imagen poética, del yo íntimo del
autor, del sentido pluripotencial de un verso; -ausencia
de sentido lúdico; -lectura
mecánica de los poemas; -necesidad
de que el poema cumpla con determinados requisitos que invitan a disecarlo
con diferentes planteos (hemos visto proponer un problema sobre la
cantidad de resina de un bosque a partir de un poema sobre un árbol !!!); -entender
que la poesía no explica ni se explica, se vive, se siente y trasmite una
emoción que es experiencia estética; -si
no hay lectura de poesía por los adultos, no habrá correcta selección
para llevar al aula aquella
que atrape con su propuesta lingüística. Frida
Schultz de Mantovani ha escrito hermosas páginas sobre la relación entre
el niño, el místico y el poeta (El
mundo poético infantil, El Ateneo) y nosotros sabemos que el niño
ama el significado (contenido) y el significante (la forma) de un
poema, ellos lo invitan a compartir una experiencia cuando le brindamos
aquel que mantiene relación con sus intereses. Hay un lenguaje que tiene por objetivo la denotación, pero en el caso de la poesía su fin es la connotación, es decir, ir al encuentro del lenguaje polisémico que nos permitirá compartir o re-crear las imágenes del poeta. Los elementos fónicos, morfosintácticos y fonológicos de la poesía nos abrirán las compuertas de la fantasía y de múltiples asociaciones que enriquecerán nuestro espíritu. Ezra Pound opina que la función de la literatura en cuanto a fuerza generadora digna de aprecio es, precisamente, incitar a la humanidad a seguir viviendo, porque puede aliviar la mente de tensiones y nutrirla. Y esto es cierto al punto que en un Centro de Tratamiento Intensivo vimos a una señora mayor llorando, nos acercamos a ella, le entregamos palabras de afecto y terminó sonriendo cuando le enseñamos este breve poema que siguió repitiendo: |
Todo parece que ríe Todo parece que ríe, |
Poesía
es el lenguaje de comunicación esencial para el niño; desde el laleo al
verso el niño ama la palabra a través de es universo pluripotencial que
lo convoca a través de diferentes lenguajes. Al
hablar de las fuentes de la literatura infantil mencionamos la memoria, el
aporte anónimo (folclore) y la propia literatura, todos se conjugan para
llegar al niño. La memoria
tendrá papel de importancia en la adquisición del lenguaje y todo
aquello que invite a la eufonía, el ritmo, a la canción se memoriza con
facilidad porque causa placer, invita al juego u no presenta exigencias.
Del folclore señalamos el aporte tradicional de las coplas, ronda,
nanas, juegos, retahílas, jitanjáforas, trabalenguas (aunque algunos no
son poesías). De la
literatura seleccionaremos los poemas que se correspondan con las
distintas etapas del desarrollo del niño y avanzaremos más, pues aunque
no logre la comprensión cabal de las metáforas, la validez estará en la
emoción que provoquen y no en su racionalización. Al niño de corta edad llegaremos con lenguajes que se relacionen con los sentidos y le brinden placer, en el caso de las nanas no se precisa una entrega estética especial, sino dación afectiva; luego continuaremos con versos sonoros, coloridos, de ritmo marcado y rima pronta a ser aprehendida; entre los 5-8 años serán colaboradores excelentes los versicuentos, el folclore, poemas que le permitan identificar alguna situación que vive en ese momento y otros que los introduzcan en el mundo lírico; entre los 8-10 años hemos advertido que el romancero y El Cid son apreciados por los educandos, así como otros que refieren hechos heroicos; la preadolescencia marca un lapso en que la emoción predomina en la vida del niño y necesita canalizarla a través de poemas que se dirijan a su esfera afectiva. A veces el hai-kai, una adivinanza o micropoemas son formas que intenta imitar, por ejemplo: |
El caracol Se ha dado un golpe |
No sabía que comprar |
Otras
sugerencias para este momento: El
libro de los chicos enamorados de Elsa I. Bornemann;
El libro de las preguntas de Pablo Neruda. Sobre
"Adolescencia y poesía" escuchamos en Venezuela un interesante
trabajo de Sara Ilsa Rojas (Instituto de Investigaciones Literarias) en el
que afirmaba que el adolescente busca el lenguaje poético en que aprecia
la sencillez y belleza, imágenes que le permitan soñar y asociar con su
situación, con temas que aluden al amor, la soledad, la naturaleza y
testimonios de la realidad. Hecho
que pudimos comprobar en la Cátedra "Juana de Ibarbourou" al
hacer una pequeña encuesta sobre poesía entre los asistentes a los
cursos y verificamos que sólo quienes respondieron en la franja etaria
entre 18 y 24 años, ubicaron la poesía entre sus prioridades en la
biblioteca y en sus lecturas. La
poesía expresa el mundo interior del artista; impresiona a otros seres
con su belleza; permite la recreación a partir de su propuesta. La poesía en la infancia: -contribuye
a la adquisición del lenguaje; -enriquece
el vocabulario; -provoca
goce estético; -entra
a la vida del niño a través del juego; -permite
que el niño se relacione afectivamente; -abre
cauces a la imaginación. De
esta y otras formas cumple con las funciones de la literatura y se
convierte en protagonista de la vida del niño cuando la música del verso
tañe en su corazón; no importa qué dice el poema, sino cómo lo dice. Los
poemas infantiles a veces invierten la realidad ("El mundo del revés");
otras la reflejan ("Dienteflojo", de María Elena Walsh) o bien
pueden cambiarla ("Si el mar fuera de tinta..."); en otras
ocasiones el poema conduce al descubrimiento de un mundo sensorial que ni
siquiera habíamos sospechado. Esa
será nuestra propuesta, pues lo hemos realizado en nuestro encuentro con
los niños en diversas escuelas y siempre los hemos encontrado prontos a
jugar, a abrirnos su sensibilidad y hacer despliegue de su imaginación. Creemos
que va contra la formación artística la enseñanza obligatoria de poemas
en el aula, pensamos que el educador puede llegar al mismo resultado por
diferentes caminos y aunque en última instancia su objetivo sea didáctico,
debería ser el que menos se divirtiera en su intención. Poesía es libertad. No puede ni debe ser impuesta.
Comprendemos
que hay un calendario escolar y que muchas veces a través del poema se
simplifica la enseñanza de otras disciplinas, pero no debe ser la vía
principal para llegar al educando. El
niño ama a su patria a través de sus vivencias y no de una lectura,
proponemos que sean ellos mismos quienes realizan creaciones para
determinadas fechas cívicas y que para acceder al conocimiento de un
escritor que sea necesario ubicar en el programa, se permite el aporte
individual y colectivo. Sería
incluso una forma de acercar al niño al interés por el tema.
La creatividad también puede estar dada por un poema de autor
jerarquizado sobre el que se realizará un audiovisual, exposición de
aula o simplemente una cartelera con intervenciones de grupo. Algunos
autores sugieren que los alumnos organicen un club de poesía en la clase
que sea responsable de la selección de textos, bibliografía y datos
personales de los autores; otros creen que sería interesante hacer un
montaje sobre el mismo tema tratado por diferentes autores, aunque esta
tarea sería realizada por educandos de clases superiores para conservar
armonía de estilo y mensaje. María
Antonieta Antunes Cunha (Poesia na
aula), desde Belo Horizonte, propone que cada profesor elija el método
que le permita hacer del poema una lección de belleza y libertad. En su investigación para descubrir motivaciones y
preferencias de la poesía en la escuela, realizada por 189 educadores del
Estado de Minas Gerais (Barasil), descubre -en contra de la lógica que
sitúa al niño más cerca del corazón del poeta- que mantiene, en esa
encuesta, una preferencia clara hacia la prosa. Podríamos atribuirlo a
que el niño investigado recibía el poema sólo a través de la imposición
escolar, pues la poesía era usada más de lo debido, como auxiliar de
lectura y no como elemento valioso por sí mismo. Este capítulo nos ha hecho recordar a Jacques Prevert en "Tarea escolar", cuando el maestro recita su clase de matemáticas y un "pájaro lira pasa por el cielo" y un niño lo ve, lo oye y le dice: "sálvame/ juega conmigo/ pajarillo". |
"El niño ha escogido al pájaro |
Es decir, todo recobra la magia del ser primero por la poesía de un pájaro portador de un mensaje de belleza y libertad que permitió que los niños olvidaran su aula-jaula. |
Poesía
del absurdo Cuando el niño comienza a
sentir que domina sus órganos de fonación siente placer, primero en la
repetición de sílabas y más tarde de vocablos.
Va hacia el encuentro de una doble satisfacción:
recordar palabras y emitirlas invirtiendo su lugar en la frase,
aunque el resultado sea esa breve oración sin sentido.
Estamos en presencia de una rudimentaria poesía del absurdo que
remonta su origen a los nursery
rhymes ingleses y al nonsense
anglosajón, de los que decía Paul Hazard:
"...no son más que música, vocales cantarinas, sonidos que
se repiten, simples cadencias muy marcadas, rimas llenas y sonoras...
Poseen una armonía a un tiempo rara, burlona y tierna.
El sentido tiene en ellas menos importancia que el sonido". El niño juega con las palabras, las repite, las cambia, les da otra acepción, las transforma y en ese caracoleo de vital trascendencia tan sólo busca el placer auditivo. No importa que el verso tenga o no sentido, porque es, precisamente, un sin sentido. Allí impera el placentero efecto de reencontrarse con elementos conocidos (factor, por otra parte, al que Aristóteles atribuyó el más alto significado en el goce artístico). Hay alegría de experimentar un lenguaje nuevo con palabras viejas cuyo impacto sonoro puede proyectarse hacia otras esferas en el plano sensorial: |
La canción del carrusel Tin, tin, a las cinco, |
El educando que participa
de esta actividad lúdica pone en movimiento, además de un grupo de
palabras, un mecanismo en el que coexisten elementos motrices, sicofísicos
y emocionales.
Hay un impulso que actúa sobre los centros nerviosos y genera
alegría, facilita la socialización, enriquece el conocimiento, favorece
la maduración y estimula la creatividad.
Muchas veces oímos voces maternales que hacen callar a los chicos,
porque dicen "cosas sin sentido" o "hablan solos".
Pero este monólogo reporta un saldo positivo, pues le permite al
niño vivir en el doble universo de lo real y lo subjetivo. El niño saborea el juego
de la onomatopeya, intuye la eurritmia, vislumbra el motivo humorístico.
Freud asegura en El chiste y su relación con el inconsciente que "la rima, el
estribillo y otras formas de la repetición de sonidos verbales análogos
en la poesía, utilizan la misma fuente placer, o sea en reencuentro de lo
desconocido", ya analizado por Aristóteles.
Y agrega el sicoanalista que es la educación la que corrige el
pensamiento y demuestra qué es verdadero y qué es falso. Es a partir de
esta diferenciación que la crítica comienza a actuar como un mecanismo
restrictivo: "el poder de la crítica llega a ser tan grande en el último
estadio de la niñez y en el período de aprendizaje que va más allá de
la pubertad, que el "placer de disparatar" no se aventura ya a
manifestarse directamente sino muy raras veces." El tiempo y la educación
hacen que el hombre vaya matando al niño y la razón a la fantasía.
Por eso el adulto normal sólo elude esa coerción cuando por
factores tóxicos (alcohol, por ejemplo) se debilita el peso de la razón
crítica.
Que el niño, el ebrio y el loco dicen la verdad es una frase común
y, en este caso, el niño y el adulto ebrio son los que pueden manejar con
fluidez la elaboración de frases absurdas, acto que conlleva, además de
la liberación racional coercitiva, un ahorro de energía síquica porque
es más fácil aceptar el pensamiento tal cual se plantea que corregir los
errores conceptuales con sentido lógico. De lo expresado podemos
inferir que el poeta que emplea el contrasentido no ha dejado de ser niño
o se ha liberado de la carga impuesta por el conocimiento racional.
De una u otra forma, a la luz de esa imaginación que altera imágenes
con gracia y eufonía, crece el alma infantil y se apodera del mundo
circundante. Creemos que en la poesía
del absurdo hay una imagen deformada como en los espejos cóncavos o
convexos que provoca regocijo por su incongruencia y parece decir con
Antonio Machado:
"El ojo que ves no es/ ojo porque tú lo veas,/ es ojo porque
te ve." Este juego intelectual fue
cultivado inicialmente en América por Rafael Pombo, quien supo
metamorfosear la rica veta de la tradición inglesa y dio a conocer Cuentos
pintados (1850). Aunque se advierte el aire de Mother
Goose, también Rubén Darío utilizó la rima interna de Pombo.
Evoquemos: "Puck se despierta y se encanta/ y se retuerce de risa/
porque el alba se levanta la camisa." ("Versos de año
nuevo"). En Ternura,
Gabriela Mistral agrupó bajo la denominación de "Jugarretas"
poemas que mantienen este carácter lúdico:
"Que mi dedito lo cogió una almeja/
y que la almeja se cayó en la arena/ y que la arena se la tragó
el mar..." "Todos, a sabiendas o
no, llevamos una jitanjáfora escondida como alondra en el pecho",
decía Alfonso Reyes. Y Unamuno aseguraba que el niño goza destruyendo la
lógica y "lo primero que produce el regocijo de lo cómico en él es
darse cuenta de la incongruencia de un dicho". Es decir, no importa que
el lenguaje concuerde con la realidad o tenga unidad lógica si mantiene
coherencia natural y ritmo interior que preserve combinaciones atractivas.
Privar al niño de estos poemas sería mutilar una de sus formas de
expresión, si bien no debe detenerse en esta etapa, debería ejercitarse
en ella a través del humor y la forja de nuevas imágenes que le irán
dando la dimensión de su propia creatividad. La recitación En el recitado hay más
que ese puente intangible de la expresión, más que la ortofonía, que un
aporte intelectual emotivo y fantástico, pues contribuye a formar la
personalidad del niño, quien también madura en la comprensión de otros
seres.
El niño que recita se siente promovido a una situación de mayor
jerarquía, puede adquirir más confianza en sí mismo, perder su timidez,
aumentar el poder de concentración, ampliar su lenguaje de comprensión o
expresión, descubrir el secreto de nuevas resonancias o mensajes
insospechados que le permite el perfeccionamiento espiritual. A
los profesores de declamación, así como a los educadores, les
corresponde el compromiso de una correcta selección del material que sólo
se puede obtener a través de una amplia información para que el aporte
que realicen sea fermental, selectivo y orientador. Música y poesía El libro hablado de los pueblos comienza en la música del verso, en las canciones de cuna, en el encuentro de lugareños reunidos a la puesta del sol para contar y cantar con rima sus sentimientos. "La música es la armonía del cielo con la tierra" (M. Schneider), y la poesía el encuentro del hombre y su ser más íntimo. Por lo tanto, aunque coexisten diversas formas de expresión a través de la música todas mantienen su nexo con el ser del hombre y sus primeras manifestaciones artísticas. |
Poesía
de la imagen Aunque "no es apropiado hablar de
una civilización de la imagen -expresa Roland Barthes- porque somos todavía
y más que nunca, una civilización de la escritura", debemos
mencionar a la imagen como instrumento transmisor de mensajes para los niños,
algunos de los cuales pueden ser poéticos. Señalemos las historietas nacidas, quizás
en las estelas del Egipto faraónico y que más allá de los elementos gráficos
puede entrañar símbolos poéticos a través de metáforas visuales.
El público que alcanzan es numeroso.
Aldo Cibaldi analiza el fenómeno y concluye* que sus adictos
encuentran una satisfacción visual por medio de una comunicación rápida,
con visiones globales, asimiladas con menor fatiga por procesos mentales
que sólo implican simple inducción y proporciona emoción constante.
Cuentan que el Gral. De Gaulle dijo en una oportunidad a Malraux:
"Al fin de cuentas mi único rival internacional es Tintín". Reconozcamos que no todas desempeñan un
papel formativo, pero pueden ser válidas desde el punto de vista ético y
estético, aunque el Principito decía:
"lo esencial es invisible a los ojos", aplicación
perfectamente aplicable a la poesía. Otra forma de la imagen se logra a través
del dinamismo del cine, cuyo texto original nació en la escritura.
Obras como Crin blanca, El
globo rojo y El viaje en globo; concebidas como "cuentos de hadas
sin hadas" (J. Cocteau) por el realizador francés Morisse, logran a
por medio de la imagen un idioma poético que su creador no reconoce como
objetivo ("si soy poeta es muy a mi pesar.
Nunca en mi vida he escrito un alejandrino o un soneto..."),
probablemente por temor a ser confundido con un algo hermético o carente
de interés. Adoptar uno u otro lenguaje no quiere
decir que estamos a favor o en contra de uno con exclusión del otro. Como
explica lúcidamente Christian Metz, "no porque un mensaje sea visual
lo son todos sus códigos, y no por manifestarse en mensajes visuales deja
un código de manifestarse de otros modos. Los "lenguajes"
visuales mantienen con los otros lenguajes, vínculos sistemáticos múltiples
y complejos, y nada se gana con oponer lo "verbal" a lo
"visual" como dos grandes bloques, cada uno de los cuales sería
homogéneo, macizo y sin puntos de contacto con el otro". Nos ha interesado un breve planteo del
tema como aporte al conocimiento y discusión del mismo, como forma de
conocer sus posibilidades y limitaciones, de aproximarnos a su definición.
Hemos compartido su riqueza expresiva, el juego de consonantes y vocales,
la variedad de motivos, su ritmo, rima y humor, su ilógica coherente, su
proyección acústica y visual, su influencia en las diferentes etapas del
desarrollo infantil. Este es el valor del poema para niños, remozar el
potencial inconmensurable del jugo, su actividad gestual y la fantasía.
Por ella ascendemos a ese hermoso riesgo a correr que definiera Sócrates
y que hoy y siempre nos ha de permitir asumirnos con mayor facilidad
porque nos comunica sin estereotipos en una imagen que nace en la
coyuntura de nuestra imaginación y la receptividad del cosmos. "La poesía no fue hecha para ser
respetada, sino para ser sobrepasada", asevera Jean Pierre Faye. El
niño que no bebe en la fuente de la poesía, será incapaz de inventarse
al hombre, porque el poema no se agota en lo que enuncia, nace en la
realidad que desencadena. Bibliografía
sugerida ANDRICAÍN,
Sergio RODRÍGUEZ, Antonio Orlando-Escuela
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de MANTOVANI, Fryda.- El mundo poético
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Dra. Sylvia Puentes de Oyenard
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