Congreso Internacional de Literatura Infantil y Juvenil

Quito- Ecuador 23- 26 de abril de 2007

Centro Cultural Ichimbía

Asociación Ecuatoriana para el Libro Infantil y Juvenil

Academia Ecuatoriana de Literatura Infantil y Juvenil

Leer desde la cuna
Dra. Sylvia Puentes de Oyenard
(Uruguay)

“La lectura no se enseña, se contagia.”
G. García Márquez

Esta ponencia podría haberse llamado “Libros en el biberón”,  “Leer para crecer”, “La lectura de los prelectores” o “La lectura en el alba de la vida”, entre otros muchos títulos. Pero la elección fue hecha porque así se llamó el seminario taller que realizó ACHLI, Academia Chilena de Literatura Infantil y Juvenil en octubre de 2006 por propuesta de su Presidenta Estela Socías Muñoz. Y  este es un punto determinante en quienes formamos opinión en la docencia, pues muchas veces he preguntado: ¿Y qué libros le has comprado a tu nieto/a? Y la respuesta es:”-Ninguno, ¡si todavía no sabe leer!”

Para que no sucedan estos horrores estamos quienes nos hemos dedicado al tema y nos preocupa, precisamente, la etapa de iniciación de la lectura, pues de ella dependerá la buena relación con los libros durante el resto de la vida.

No tengo recetas mágicas, sino mi experiencia y la información que enfatiza  que, para iniciar el proceso lector, no hay que esperar a que el niño sepa leer, ni a que pueda sostener un libro entre sus manos, hay que ofrecérselo cuando comienza la lectura del mundo, del rostro de su madre, de los gestos, de los tonos de voz, de las canciones, de los olores, de las caricias.

Madre y libros

 

La voz materna se reconoce desde el útero, por eso ella debe ser la mensajera de rimas y melodías, de juegos sonoros, de palabras que le digan acerca de la alegría de las pequeñas cosas y los primeros arrullos.

    

La madre es el primer libro de la naturaleza y en él se aprende para siempre. Es una entrega de amor que pautará la relación niño-mundo, aunque no sea lenguaje verbal. Hay un tono, un gesto, que no necesita soporte y trasmite cuánto importa –o no- ese niño que se refleja en las pupilas, como si fuera el único motivo. Recibirlo, darle un lugar, brindarle sensaciones, hacen al sentido de protección y seguridad. “La lectura es siempre un acto íntimo que recuerda ese primer espacio de piel olorosa a leche tibia.” (Evelyn Torres)    

     

El otro libro es un objeto que se manipula y se convierte en una “galaxia de significantes”, como expresó Barthes. Al principio será un libro-objeto que despertará diferentes sensaciones y apelará a los sentidos: vista (por imágenes, formas y colores); tacto (por las texturas y troquelados); oído (por diferentes accesorios como chifles, discos, bandas sonoras, CD); olfato (puede llevar aromas); gusto (porque si bien no estamos de acuerdo con aquellos que ponen sabores en las páginas, no hay duda que el niño mordisquea, babea, saborea el libro). El libro se convierte en un instrumento ergonómico que le permite pruebas y tanteos.  Y aún cuando podemos hablar de texto e imagen, de forma y contenido, de texto y paratexto, de interior y exterior, de forma y función, será siempre un mensaje. 

     

Es un libro-objeto que no tiene una calificación peyorativa porque un buen libro también proporciona solaz. En esta etapa del crecimiento, el juego cumple un papel insoslayable y decodificar imágenes es también una forma de lectura que prepara al niño para ser un lector  competente (Denise Escarpit). Muchos de los elementos paratextuales, las letras capitales, la diagramación, la tipografía, serán inductores que le permitirán hacer anticipaciones que facilitarán el complejo proceso posterior. Leer compromete todo el cuerpo, como estos actos de los bebes que huelen, muerden, tocan, miran, buscan y descubren una nueva forma de comunicación.

    

Es suficiente observar a dos niños/as de igual edad, pero que han tenido o han carecido del contacto con los libros, y observar su relación con ellos. Para uno será un juguete cualquiera, para otro un mar de connotaciones en el que hojear y ojear se dan la mano para pasar las páginas y buscar algo más. En el segundo caso hay un entrenamiento para la lectura.  Ese estallido de significantes estará inmerso en la operación de lectura y manipulación. Y habremos sido los adultos que rodeamos al infante quienes preparamos ese andamiaje (Bruner)  para convertirlo en intérprete de la lectura. Si bien supimos ser mediadores, interpretantes (Emilia Ferreiro) de su lectura o escritura, ahora lo estamos capacitando para hacerlo en forma personal.

 

La escritura fraccionó el proceso de compresión en dos partes, por un lado está el texto, la imagen, lo dado: por el otro, la interpretación, lo subjetivo, de real importancia en el pensamiento occidental. Pero, como hemos visto, en los primeros libros que acercamos a los niños/as se va más allá de lo cognitivo, compromete lo sensorial y estamos en un universo lúdico. A veces no hay texto, solo imagen y es lectura de todas formas.

 

¿Y qué libros ofrecemos? El soporte puede ser diverso –lana, plástico, madera-, pero resistente y las ilustraciones coloridas. No importa la secuencia del relato, pueden ser imágenes sueltas. El niño pequeño hace una lectura paradigmática, no relaciona hechos u objetos, no aprecia si es el mismo personaje en distintas acciones. Luego evoluciona a la lectura sintagmática, que le permite coordinar la secuencia de un relato y accederá a esta fase tanto más pronto cuanto más haya interactuado con los libros.

     

Actualmente los volúmenes para prelectores muestran una amplia gama de recursos: plegables, objetos escondidos, páginas troqueladas, cajas que descubren otra figura, stickers, aromas, juegos, etc. Y en ese espacio también es válido un títere, un pañuelo o un trozo de tela que cobra vida y movimiento y distrae al niño que llora y atrapa al que está atento. Como este juego que aprendí en Quito de mi amiga Edna Iturralde, que hace un triángulo de una servilleta, enrolla las puntas y luego abre las puntas opuestas para que dos niños se mezan en una cuna. 

El cuento

El cuento es la puerta mágica que descubre mundos insoslayables. Permite estimular la fantasía, convertir al niño en escucha y lector, hacerlo un gozador de valores positivos, aumentar su información, mantenerlo en una actitud que le permite desgastar sus conflictos mediante la recreación del material que recibe. La narración oral es importantísima en los primeros años, por ella se puede redescubrir el folclore, enriquecer el vocabulario y abrir espacios para la reflexión.  El niño está construyendo su yo y para ello necesita que le aportemos datos: cómo lo vemos, cuánto lo amamos, cómo lo sentimos. Desde nuestra palabra toma distancia para formar su imagen. La emoción crea vínculos indestructibles que contribuirán también a aumentar su resiliencia.

“Los cuentos orales son puertas al corazón. Puertas abiertas desde adentro y hacia adentro. Puertas de todos para que al narrar oralmente la luz fulgure y la poesía renazca inagotable. Puertas de amor.” dice Francisco Garzón Céspedes.

La narración oral ha recorrido un camino milenario y mantiene vigente la su mensaje, por eso la proponemos como actividad también en los grados superiores. Freud destacó el valor del placer en el aprendizaje. ¿Y no es un espacio de placer este de la comunicación afectiva que entrega leche y miel a través de la palabra? Estos momentos se transforman en pulsiones de vida que sostendrán al hombre y la mujer del futuro.

En una época tan plena de cambios y falta de comunicación,  a pesar del exceso de información, es necesario aprender a escuchar.  La narración oral nació con el hombre primitivo, es una forma de entrega y ensueño, de autoestima y  afecto a la comunidad.

La madre que le cuenta historias a su hijo fortalece el vínculo, acrecienta el vocabulario potencial de ese infante, lo acostumbra a estructurar oraciones y facilita la mejor expresión de sus ideas o sentimientos. Muchas veces son los adultos mayores que rodean al niño o los narradores profesionales quienes asumen la tarea, o bien las maestras que intensifican su acción en la etapa preescolar, laboreo que no debería descuidarse en ningún momento de la escuela primaria.

Es decir, hay al comienzo un intercambio corporal que irá incrementando su contenido verbal. Y aquel lactante que detuvo su mirada en nuestro rostro, que a los dos meses se sonrió, que luego balbucea y espera respuesta, que va reconociendo onomatopeyas, que predice juegos, que se explora y explora es el  que va a desarrollar una comunicación más fluida si lo acompañamos en el progreso de sus potencialidades, no porque le enseñemos, sino porque le provocamos el deseo de aprender y conocer. 

El libro-álbum 

Hace  350 años Comenio intentaba un esbozo de El orbe ilustrado y sostenía la importancia de la ilustración en los libros infantiles, aunque con el claro cometido de instruir. Caldecott (1846-1886) en la Inglaterra victoriana demostró que la imagen cumplía un papel insustituible, no solo porque acompañaba el texto, sino porque era un texto en sí. Evans, que había soñado con producir libros-juguete, le encarga los primeros libros que atraparán a los lectores, que ya gozaban de los dibujados por Crane y Kate Greenaway.  Maurice Sendak afirma que en Caldecott se abre una nueva era porque no hay yuxtaposición de imagen y texto, sino que se complementan.

La lectura de la imagen devino en otro tema que modificó el diseño de la página y puso en el tapete el libro-álbum. En ellos el ilustrador toma la voz narrativa y prestigia el libro como objeto visual, más que como obra literaria.

Pero esta es historia del s.XX, previamente había que leer silabarios y cartillas antes de acceder a los libros ilustrados. La historia contemporánea pone al alcance de los prelectores estas delicias gráficas que no tienen edad, porque muchas veces envían  guiños cómplices al lector que sólo los puede desentrañar con una formación cultural. Basta mencionar De dónde vienen los monstruos de Sendak o a Anthony Browne, que con su estilo de realismo no fotográfico rompe cánones y  llevan a un juego meta e intertextual, a veces con connotaciones freudianas, como en su versión de Hansel y Gretel, donde niña y bruja tienen similares rasgos faciales. Otro aporte valioso es el de Eric Carle con La pequeña oruga glotona cuando combina collage, concepto y juego.

A medida que avanzaron las técnicas de impresión se multiplicaron los beneficios en la edición de estos libros que evolucionaron de la lectura ingenua al planteo de temas políticos (Babar) o de ingenio (Mitsumassa Anno) y convocan a múltiples premios.

Pictocuentos

El desarrollo del lenguaje diferencia a la especie humana y ha incidido de distintas formas en la capacidad cognitiva, la clase conocimientos y la neuroanatomía. De dibujos para representar objetos, los pictogramas,  creados 3000 años a.C. por los sumerios, se pasó a los ideogramas,  dibujos que sintetizan objetos, pero no designan palabras concretas.  Con el tiempo estos códigos primigenios se hicieron menos parecidos a dibujos y comenzaron a representar palabras de la lengua, y no objetos o ideas. Este paso  marcó el principio de los auténticos sistemas de escritura.

En la actualidad hay grandes editoriales que producen pictocuentos, en ellos se sustituye la palabra por la imagen con el fin de lograr que los dibujos comuniquen una idea. Así los niños/as que no decodifican  grafemas, pueden interpretar las imágenes utilizadas como símbolos, sin exigencias de tiempo y alcanzando un alto grado de comprensión del relato. Es una lectura por medio del desciframiento de símbolos, por ella se inicia a los párvulos en el aprendizaje temprano.

La imagen permite ir al juego de los sinónimos y nombrar al objeto de diferentes maneras, ampliando así el vocabulario. También se pueden  contar cuántos objetos aparecen en cada página; ordenar elementos y personajes en base a tamaños o las imágenes en relación al momento en que aparecen en la historia; solucionar un enigma; asociación de hechos y personajes, entre otras posibilidades de juego. 

La poesía

 

De los dos a los cinco años se adquiere el lenguaje, la marcha, el control de los esfínteres, se descubre el sexo opuesto y, a veces, rivalidades fraternas.  Ha comenzado la lucha y se necesita, más que en otros momentos, seguridad afectiva, la que estará basada en la comprensión, la armonía, la estabilidad, los aportes que lo ayuden a sortear sus dificultades y tensiones. Cuento y poesía son excelentes auxiliares para fortalecer la personalidad, la autoestima y la resiliencia.

Muchos piensan que el primer año es un período  temprano para trasmitir poesía. Pero hay que cantarle al niño desde la más tierna edad, hay que acercarle la eufonía del lenguaje, la musicalidad de un verso, la comunicación insustituible del afecto a través de las palabras dichas con ritmo. 

    

La poesía para el niño es un juguete sonoro y colorido que  nace del pequeño universo que lo rodea y se vuelve danza, vuelo, flor. Es la fórmula por la que penetra al mundo de la luz y del color, pero aún despojada de su ámbito sensorial puede seguir multiplicando sueños, porque es tintineo, imagen y canción.

 

Dice el ecuatoriano César Atahualpa Rodríguez que los niños son como los pájaros, por eso el mejor maestro para el niño es el poeta. Se asocia fácilmente infancia y poesía, sin embargo, cada vez se aprende  menos poesía en la escuela, ¿por qué? Esa etapa es fermental y debería afianzarse  en el sentido lúdico y estético de la lengua.  Enseñar poesía es compartir belleza, no hay que agobiar al niño con  el didactismo, la memorización,  la lectura mecánica, la disección de los versos. Poesía es libertad. No puede ni debe ser impuesta.

 

Hay una tradición oral de larga permanencia, que en su mayoría hemos recibido del folclore hispano, pero que en otros lugares de América se ha enriquecido con los aportes autóctonos y constituye la base de esa primera entrega del lenguaje que acompaña al niño en su crecimiento.   ¿Quién no recuerda “Tortitas de manteca para mamá que da la teta” o los juegos de dedos con “Este dedito encontró un huevito...” o las rimas que acompañan al baño, el cambio de pañales, la comida? ¿Y qué hacemos con las metáforas y las palabras difíciles? Las damos. Es increíble, pero hace pocos días sorprendí a mi nieta repitiendo: “Otoño apacible,/ rojizo, marrón,/ ya viene, se acerca/ la tibia estación...” Era un poema de José García Abad que la maestra había leído en una clase de cuatro años. Esto sucedió en Uruguay, en un Kinder del Christian  Brothers College, pero puede pasar en cualquier lugar en el que haya docentes sensibles que le permitan a niños y niñas atrapar la magia del lenguaje que se desliza, como una mariposa de colores, en el medio de una clase.

       

En la aurora del hombre se vive la edad del ritmo, todo tiene una cadencia, personal y única, por eso es propicia la poesía con su carga ancestral o sus nuevas imágenes. No importa comprenderla, hay que sentirla, soñarla, vivirla.

 

El niño se acurruca para escucharnos y la palabra crece hacia adentro, dibuja formas y colores, es un pájaro que levanta vuelo. Por la palabra se ve el cuento.  Contar es una fiesta. Una fiesta de la palabra,  de la imagen personal, íntima, irrepetible, una fiesta de los sentidos.

 

Contar es mirar, reír, sonreír, llorar, cantar, conmoverse, imaginar, aprehender la voz y el corazón antes que la palabra.  Contar es un acto de amor. Y cuando un adulto y un niño comparten las imágenes de un libro (Bruner, El habla del niño), favorecemos la adquisición del lenguaje. De a poco se invertirán los papeles y el pequeño será quien comande la acción que a los seis meses pertenecía al adulto. 

 

Importancia de la familia

 

Comparto con mi amigo español Mariano Coronas que es la familia quien debe asumir este compromiso, porque :

 

Una familia comprometida con la lectura...

 

 1. Es aquella que anima a leer incluso antes de que su hijo o hija sepa leer.

 2. Es aquella que cuenta cuentos a sus hijos e hijas, les recita rimas y poesías, se las lee en voz alta y llena sus oídos de musicalidad y de magia.

 3. Es aquella que da ejemplo leyendo libros, revistas, periódicos y permite que sus hijos e hijas los sorprendan frecuentemente con uno de ellos en las manos.

4. Es aquella que acompaña a sus hijos e hijas a visitar exposiciones, que asiste a funciones de títeres o teatro y a otros espectáculos culturales para ir afinando la sensibilidad y la imaginación de sus pequeños.

5. Es aquella que comparte y comenta las lecturas de sus hijos e hijas.

6. Es aquella que acompaña a sus hijos e hijas a los lugares donde están los libros (librerías y bibliotecas) para mirar y seleccionar juntos y los anima a acudir a la biblioteca escolar del colegio.

7. Es aquella que fomenta y cuida la biblioteca familiar o personal y destina en su casa un espacio adecuado para ello.

8. Es aquella que aprecia y lee, con sus hijos e hijas, las publicaciones que se hacen en el colegio.

9. Es aquella que comprende que la compra de un libro no es algo excepcional, aunque en las fechas señaladas (cumpleaños, Día del Libro, Reyes, etc), no debe faltar, sino que lo considera parte de los gastos de educación de sus hijos e hijas.

10. Es aquella que se ocupa de ver algunos programas de televisión, películas de vídeo, etc. con sus hijos e hijas y que, juntos, comentan y comparten la experiencia.

 

Conclusión

¿Qué damos? Cuentos y poemas. ¿Cuándo? En el despertar de la vida. ¿Cómo? Apelando a los sentidos, buscando que la palabra sea puente de afecto y de intelecto, haciendo que el libro sea el punto de unión.  ¿Dónde? En la casa es lo ideal. Si no habría que implementar salas de lectura o bebetecas. ¿Qué versión de los cuentos tradicionales?  Sería otro tema, pues un aspecto es la teoría y otro la práctica. Siempre dije que el final de los cuentos debe ser feliz por lo menos hasta los siete años, por lo que no se puede ofrecer a los pequeños una versión de la Caperucita de Perrault. Pero no se puede obviar el miedo ancestral a ser devorado que acucia al ser humano, cuando mi nieta de dos años veía la figura amenazante del felino y me preguntaba: “¿qué pasó”?  Me llevaría tiempo narrar el proceso que implicó la modificación del argumento sin falsear la realidad, pero omitiendo detalles, hasta llegar a la elaboración de este poemita que da cuenta de lo que vivimos siguiendo a los Grimm

Caperucita roja

Los lirios del bosque

-palomas de seda-

ríen con la niña

que va a ver su abuela.

 

El lobo bandido

quiere una carrera,

la niña se escapa,

le grita: -¡La quedas!

 

La tarde se duerme,

la luna navega,

celebran la vida

   la nieta y la abuela.

Antes de finalizar quiero agradecer esta cálida invitación para compartir el Congreso Internacional de Literatura Infantil es esta esplendorosa joya que es Quito. En una patria que ha dado celebrados investigadores de la literatura infantil y hoy renueva la savia con el talentoso empuje de Leonor Bravo, Edgar Alan García, Soledad Córdova y esta maravillosa escritora que es Edna Iturralde, mujer generosa y de pluma sensible donde la impronta son el talento y el mensaje de paz. 

Resumo: El amor es la base de la personalidad en construcción y el gusto por la lectura parte de ese proceso que implica la capacidad de escuchar. Hacer que un bebe lea en distintos soportes es cargar los microprocesadores de las inteligencias múltiples. Se empieza por la palabra, se llega a la lectura, se enriquece la vida, y se descubre con Carrera Andrade, que puede ser “antología/ de frutas y de nidos,/ leída y releída/ con los (mis) cinco sentidos.”

Bibliografía    

El libro- álbum- Venezuela, Banco del libro, 2005. Reimpresión.

Escarpit, Denise- “De la imagen al texto”-“El loro pelado”, diciembre de 1979.

Herrera, Lucía y Defior, Silvia - Una aproximación al procesamiento fonológico de los niños prelectores: conciencia fonológica, memoria verbal a corto plazo y denominación. Universidad de Granada. Chile, PSYKHE 2005, Vol.14, Nº 2, 81-95

Jolibert, Josette- Formar niños lectores de textos. Chile, Dolmen, 1997.

Puentes de Oyenard, Sylvia - El cuento y los Cuentacuentos. Montevideo, A.U.L.I., 2004. 7ª. ed.

                                      - La poesía y el mundo infantil. Montevideo, A.U.L.I., 2005. 6ª. ed.

                                      - Literatura infantil. Apuntes y reflexiones. Montevideo, Rumbo Editorial, 2006.

Torres, Evelyn-Palabras que acunan. Cómo favorecer la disposición lectora en bebés.  Venezuela, Banco del Libro, 1999.                             

Dra. Sylvia Puentes de Oyenard

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