La amistad

Sylvia Puentes de Oyenard

De lágrima y gorjeo, criatura,
abierta a la verdad y los confines,
trepadora de sueños y jazmines,
su misteriosa flor nos transfigura.

Se fatiga le dolor en su ternura
que asiste nuestros tiempo y aligera
el peso de la carne y es poema
que hace del silencio vestidura.

Si no fuera en su pulso el mediodía,
¡qué muerte mineral, qué quemadura,
qué colmillo feroz nos sangraría!

Es Dios el que nos llega en su estatura
y sostiene la cruz que cada día
descuelga sobre el hombro su aventura.

Sylvia Puentes de Oyenard

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