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Editada en el
1988 por la editorial Proyección de Montevideo.
Estrenada el 20
de junio de 1999 en el Ateneo de Montevideo en el Ciclo
de Teatro Abierto organizado
por SUA (Sociedad Uruguaya de Actores). Elenco: Graciela Irazábal, Verónica
Horta y Pilar Gastulemendi. Escenografía: Mali Guzmán. Música: Pablo
Martinez. Dirección: María Pollak.
Estrenada el 27
de agosto de 2001 en versión del grupo “Catrasca”
en el Centro Gallego de
Montevideo. Elenco: Romina Esmoris y Ana Acuña. Dirección: Rocío
Villamil.
Estrenada el 10
de octubre de 2003 en el Teatro
Calibán de Buenos Aires. Elenco: Vanesa Motto y Umbra Colombo.
Dirección: Motto-Colombo con asesoramiento de Norman Briski. Asistente:
Emilio Díaz. Luces y sonido: Sergio Baratucci.
Estrenada
el 31 de agosto de 2004 en el Teatro Anita Villalaz, en la ciudad de Panamá.
Escenografía: José Lee y Yazmín Gonzalez. Maquillaje: Grismel Rangel.
Iluminación: José Lee. Sonido: José Lee y Yazmín Gonzalez. Asesoría
Mgter.: Alex Mariscal. Dirección y puesta en escena: Yazmín Gonzalez.
Publicada
en CELCIT. DRAMÁTICA LATINOAMERICANA Nº 189. Buenos Aires, Argentina.
Personajes:
Raquel René
Suena
el llamador. La señorita Raquel sale de su habitación. Es una mujer
gorda y vivaz, de aspecto infantil. Su piel es extremadamente blanca.
Camina con lentitud, renqueando del pie derecho. Raquel:
(Después de abrir la puerta.)
¿Qué desea? René:
(Aparece una mujer muy
delgada, pálida, de aspecto enfermizo. Tiene puesto un vestido
extravagante y está muy maquillada. Podría ser un travesti.)
Vengo de parte de Adriana Morti. Raquel:
Mire: si viene de parte de esa mujer puede irse ahora mismo. Usted
no me interesa. René:
Dijo que es muy amiga suya. Raquel:¡Qué coraje! Sabe bien que la detesto. René:
¿Usted no tiene una habitación para alquilar? Raquel:Tenía
una. René:
¿Ya está ocupada? Raquel: Eso a usted no debería importarle. (Intenta cerrar.) René:¡No
cierre, por favor! Raquel:
¿Qué quiere ahora? René:Déjeme pasar, estoy muy cansada. TamRaquel:
YRaquel: Yo también estoy cansada de seguir parada aquí. Buenas
noches. (Intenta
cerrar de nuevo.) René:¡Si
cierra va a arrepentirse! Raquel:
(No cierra la puerta del todo.)
¿Ah sí? ¿Y por qué? René:Porque
yo soy la inquilina que necesita. Raquel:
Raquel: (Con ironía.) Es
la primera vez que yo necesito algo que me manda la señora Morti. Hasta
ahora sólo me trajo desgracias. René:
Olvídese de esa bruja. Raquel:(Complacida.)
Veo que no es su amiga. René:
La conocí casualmente, y no es la clase de mujer que me gusta. Raquel:
Raquel:¡Me lo va a decir a mí! Envenenó mis tres perros y
destrozó casi todas mis plantas. René:
René:
¿Y
cómo hizo? Raquel
Raquel:¿Olvidó
que vive en el piso de arriba? Además, este patio es descubierto. Suele
tirar cualquier porquería desde allí: ácido, mierda, veneno. René:
René:
Yo
que usted... Raquel: Raquel: (La interrumpe.) Hice todo lo posible para impedir que continuara agrediéndome. Pero el odio es como Dios: no hay quien pueda con él. ¿Sabe
una c René: ¿Sabe una cosa? Cuando empezó a hablarme mal de usted
comprendí que me mentía. Raquel:
Raquel: Gracias. René:
René: Porque dijo....bueno, de todo. Raquel:
Raquel: (Mirando hacia el
piso de arriba.) ¡Basura! René:Pero
yo no me dejo engatusar así nomás. Vamos a conocer a esa santa mujer, me
dije. ¿Sabe? A mí me gustaría mucho vivir en una casa de familia. Raquel:
Raquel: (Conmovida.)
Pase, hace mucho frío. Siéntese. ¡Pero si está temblando! René:Hace
diez horas que ando en la calle. Raquel:
Raquel: ¿Quiere tomar una taza de café? René:
Con mucho gusto. Raquel:
Raquel: (Dirigiéndose a la
cocina.) ¿Dónde conoció a esa arpía? René:
René:
(Mintiendo.) En la
iglesia. Raquel:
Ah, usted es creyente. René:
René:
Sí, gracias a Dios. Soy muy devota. Raquel:
Raquel:Ella,
en cambio, solo va a la iglesia por obligación. René:
René:
Claro:
es quien la limpia. Raquel:
Raquel:Los
curas deberían echarla. Esa mujer contamina todo. René:
René:
(Con intención.) Es difícil
ver el alma de una persona. Raquel:
Raquel:Yo
conozco a la gente enseguida. René:
René:
(Con velada burla.) Se
ve. Raquel:
Raquel:Usted,
por ejemplo, me agrada mucho, y estoy segura de que es una buena mujer. René:
René:
(Fingiendo conmoción.)
Gracias. No sabe lo feliz que me hace oírla decir
eso. (Simula que lagrimea.) Raquel:
¿Qué le pasa? René:
René:Perdone,
a veces me pongo así. Últimamente estoy muy sensible. Y hoy me siento
muy cansada: salí de mañana temprano a buscar una pieza para alquilar y
no encontré ninguna. Me pone muy nerviosa no tener donde vivir. Soy una
mujer sola. Todo es más difícil para mí. Raquel:
Raquel:(Con
lástima.) Tome el café y trate de calmarse. (René
bebe lentamente mientras Raquel la contempla con piedad.
Pausa.) Yo también vivo sola. Papá y mamá murieron hace muchos años
y no tengo hermanos. René:
René:
¿Tampoco parientes? Raquel:
Raquel:Tampoco. René:
René:
¿Pero la casa es suya, verdad? Raquel:
Raquel:
¿Cómo
lo sabe? René:
René:
Lo imaginé. (Pausa.) Raquel:
Raquel:¿Por
qué se va de la casa en donde vive? René:
René:
No soporto más a mi marido: vivimos peleando. Además me saca el
dinero que gano yo. Por eso me escapé. No quiero verlo más. Raquel:
Raquel:
¿Tiene
ingresos que le permitan pagar el alquiler? René:
René:
Soy modista. Raquel:
Raquel:Me
gusta la gente respetuosa, por eso vivo sola. Hace dos años alquilé la
habitación y el inquilino me hizo pasar las de Caín. Soy enferma del
corazón y me afectan mucho los disgustos. René:
René:
Conmigo no va a tener ningún problema. Raquel:
Raquel:Todavía
no le dije que voy a alquilarle. René:
René:
(Suplicante.) Hágalo,
por favor. Raquel:
Raquel:
¿Por qué tiene tanto interés en vivir en esta casa? René:
René:
Usted me gusta: es una mujer buena, cariñosa, sensible. Y se ve
que tiene buenas costumbres. Me asusta la gente sórdida. Raquel:
Raquel:
¿Cuánto
podría pagar? René:
René:
(Con sumisión.) Lo que
usted pida. Raquel:
Raquel:
Para
poder solucionar los problemas económicos que tengo necesito dos mil
pesos mensuales. René:
René:
Yo puedo dárselos. (Un
silencio.) ¿Qué opina? ¿Vengo esta noche? Raquel:
Raquel:¿Hoy
mismo? René:
René:
Sí, hoy. Necesito mudarme lo antes posible. ¿Qué le parece a las
ocho? Raquel:
Raquel:
A
esa hora siempre estoy en la cama. Me acuesto muy temprano. René:.
René:
¿Y a las seis? Raquel:
Raquel:
Me
parece bien. Venga, voy a mostrarle la habitación. (Salen.) René.
René:
(Desde adentro.) Qué
olor. Raquel:
Raquel:
Tendrá
que limpiarla. Está cerrada desde hace mucho tiempo y el inquilino que
tuve era muy sucio. Tenía la cama llena de chinches. René:
René:
( Capciosa. Mientras salen.)
Pensé que por dos mil pesos iba a entregármela limpia. Raquel:
Raquel:
Bastante
buena voluntad tengo de alquilársela. No olvide que apenas la conozco.
Eso sí: no quiero que el barrio tenga motivos para chismear. No permitiré
que reciba hombres ni que converse en la puerta de la casa con
desconocidos. Tampoco quiero que se relacione con la gentuza que vive en
los alrededores. René:
René:
Yo no me tomo confianza ni la doy. Raquel:
Raquel:
Cuando me pague le daré una llave. Y cómprese un candado para
ponerlo en la puerta de su habitación. René:
René:
No es necesario. ¿Quién podría robarme? Raquel:
Raquel:
Póngalo
igual. Por las dudas. No me gusta que me reclamen lo que yo sería incapaz
de tocar. René:
René:
Si usted quiere. Raquel:
Raquel:
La esperaré a las seis. ¿Traerá muchas cosas? René:
René:
No. Sólo un baúl. Y la ropa, por supuesto. Raquel:
Raquel:
Tendrá que mostrarme los recibos de compra del baúl y de la ropa. René:
René:
No tengo. Son cosas compradas hace mucho tiempo, los recibos los
perdí. Raquel:
Raquel:
¿Cómo puedo saber que todo lo que traerá es suyo? René:
René:
Por supuesto que no es sólo mío. El baúl es de los dos. Raquel:
Raquel:
¿Por qué se lo trae entonces? No quiero problemas con su marido
ni con la policía.
René:
René:
Quiero vengarme. Ya sé que él compró los muebles, pero yo lo
aguanté quince años. Mire esta cicatriz: me la hizo con una botella. Raquel:
Raquel:
¡Qué animal! René:
René:
Una verdadera bestia: vivía pegándome. Raquel:
Raquel:(Conmovida.)
Pobre mujer. René:
René:
(Con odio.) Muchas veces
estuve a punto de matarlo. Por eso voy a abandonarlo, créame, para evitar
una desgracia. Y tendría que haberme traído todos los muebles para que
él me pague todas las que me hizo. Pero sólo traje el baúl.¿Algo tenía
que hacer en nombre de las mujeres, no? Raquel:
Raquel:
De acuerdo. Venga, le mostraré la cocina. (La
conduce hasta la cocina.) René:
René:
Está un poco abandonada. Raquel:
Raquel:
Me gusta vivir cómoda. René:
René:
A mí también, pero odio la mugre. Raquel:
Raquel:
(Ofendida.) Mi casa no
está mugrienta. René:
René:
No quise decir eso. Se ve que el mes pasado la barrió un poco, por
lo menos. Bueno, me voy. Tengo que ir hasta el Centro. Raquel:
Raquel:
(La acompaña hasta la
puerta.) Si viene después de las seis no la dejaré entrar. René:
René:
No se preocupe. Raquel:
Raquel:
Y si alguien le pregunta quién es y qué viene a hacer a la casa,
no dé explicaciones. René:
René:
(Sinuosa.) No se
preocupe: soy especialista en ocultar lo que conviene. Oscuridad. El mismo
decorado. En el escenario hay un gran baúl.
Se ve además una valija y ropa amontonada por doquier. René:
Ya está todo aquí. Raquel:
Ese baúl es muy extraño. René:Ayúdeme
a ponerlo en mi cuarto. René:
Yo no puedo hacer fuerza. René:
¿Quiere que lo cargue yo sola? Raquel:¿Por
qué no le pidió a los changadores que los pusieran en la habitación? René:
¿No vio lo que luché para que me rebajaran cien pesos? Por cargar
este baúl unos metros más me los habrían cobrado igual. Raquel:
Ya le dije que sufro del corazón. No puedo hacer esfuerzos
grandes. René:
(Empieza a empujar el baúl.)
El corazón aguantará. Es solo una vez. (Raquel
intenta ayudarla.) Empuje un poco más...No es necesario que lo
levante. Así, así. Raquel:
Así hago mucha fuerza. René:
Un poco más. Raquel:
(Exhausta.) No puedo. René:
(Autoritaria) ¡Con más
fuerza! No se va a morir por esto. Raquel:
¡Ay! ¡Cómo cuesta! René:
Ya está. Por lo menos llegamos a la puerta. Ahora levantaremos de
nuevo. Raquel:
No puedo hacerlo otra vez. René:
Inténtelo. Raquel:
El doctor no quiere que haga esto. René:(Agresiva.)
Está bien, no lo haga. Pero después no me pida favores. Raquel:
¿Cómo quiere que se lo diga? No puedo seguir más. René:
Pruebe otra vez. No le pasará nada. Raquel:¿Quiere
que me dé un infarto? René:
No diga pavadas y agáchese. (Raquel
obedece y logran ingresar a la habitación con el baúl. El espectador
debe
sentir que ella ha hecho un esfuerzo sobrehumano.) Raquel:¡Ay,
Dios mío! René:
¿Vio que fácil era? Ya está. Raquel:
Me siento mal. René:Beba
un vaso de agua. Raquel:
No puedo moverme. (Se
sienta.) Vaya a buscarlo usted, por favor. René:(Sin
ganas.) Está bien. (Va a buscar
el agua.) Tome. Raquel:
Gracias. René:
No puede pasarse la vida creyendo que va a morirse por cualquier
cosa. Raquel:El
médico me dijo que tengo que cuidarme. René:Los
médicos son como los abogados: brutos negociantes. Cuando el cliente se
impresiona mucho, ellos lo impresionan más para sacarle plata. Por culpa
de su médico tiene la casa en este estado. Raquel:
Ya le dije que estoy muy conforme con mi casa. René:
(Empieza a ordenar su ropa.)
Se ve. (Pausa.) Raquel:
me siento mejor. Eran palpitaciones. Pero por suerte desaparecen cuando me
quedo quieta. (Un silencio.)
¿Quiere que la ayude a colgar la ropa? René:
No, mejor tráigame fósforos para prender un cigarrillo. (Raquel
obedece. René canta.) Yo de mi barrio era la piba más bonita/ y en
un colegio de monjas me crié...(Raquel
le entrega los fósforos. Después contempla extasiada los vestidos.) Raquel:
(Toma uno.) Qué lindo es
éste. ¿Es de seda? René:
(Con orgullo.) Sí, es de
seda natural. ¿Vio que hermoso estampado? Tengo otro parecido. Raquel:
Me gusta la gente que usa ropa linda. Raquel:
¿Y usted por qué no se viste mejor? Raquel:
No me alcanza el dinero. René:
¿Con esta casa? Ojalá yo la tuviera. Raquel:
Ahora que le alquilé la pieza podré vivir un poco mejor. René:
Usted nunca va a vivir mejor: es demasiado roñosa. Raquel:
(Ofendida.) No sé por qué
dice eso. Apenas me conoce. René:
Conozco a la gente enseguida. (Despliega
un vestido blanco.) Es el de
mi boda. Raquel:(Lo
palpa deslumbrada.) ¡Qué bonito! René:
(Con furia.) ¡No lo
toque! Raquel:
(Asombrada.) ¿Qué le
pasa? René:
(Pausa tensa. René se
controla.) No se preocupe. Soy así. A veces me enfurezco por nada. Raquel:(Sin
advertir el peligro.) No me gustan las bromas. René:(Retándola.)
¿Recién llegué y ya me está amenazando? Raquel:
Estoy en mi casa. René:
Y yo en la mía. (Extrae dinero de la cartera.) Tome: dos mil pesos. Le pago
adelantado para que vea quién soy. (Raquel
intenta tomar el dinero con codicia. Raquel no lo permite.) Un
momento, querida. Antes entrégueme un recibo. Raquel:
No tengo recibos. René:Eso
es lo de menos: hágalo en un papel cualquiera. Raquel:
No puedo. René:
No voy a darle dos mil pesos si no me entrega una constancia
firmada que pruebe que los recibió. (Silencio.)
¿Qué espera? Raquel:
(Con profunda vergüenza.)
Yo...no sé escribir. René:
(Con burla.) ¿Así que
esas teníamos? Raquel:
(Con angustia.) No se
burle. René:
Si no me entrega un recibo no le pagaré. Raquel:
Si no me paga tendrá que irse. René:
¿A esta hora? ¡Lo único que faltaba! (Arrastra
la cómoda hacia la habitación.) Además, ya tengo mis cosas adentro. Raquel:
Entonces págueme. René:
Deme el recibo. Raquel:
¡Le dije que no sé escribir! René:Está
bien: no se preocupe. Cuando aprenda a escribir le pagaré. Raquel:
Llamaré a la policía. René:
Y yo le diré a la policía que hace un año que vivo aquí, y que
como usted no sabe escribir yo no tengo recibos para probar que es cierto. Raquel:¡Recurriré
a los vecinos! René:
Ellos no saben lo que ocurre en esta casa. Raquel:
Saben que vivo sola. René:
Diré que estuve muy enferma todo el año, postrada, por ejemplo, y
que nunca salí a la calle. ¿O prefiere que le pida a la señora Morti
que testifique por mí? Raquel:¡No!
A ella no. (Suplicante.) Por favor. René:
Veo que es una persona muy inteligente. Y me doy cuenta de que
pronto aprenderá a escribir. Raquel:(Apelando
al último recurso) Haga el recibo usted y yo lo firmaré con el dedo. René:
(Con burla y morbosidad.)
No, querida: o la mano entera o nada. El dedo no me alcanza. Raquel:
(Elevando la voz.) ¿Quiere
enfermarme? René:Quiero
que se cumpla la ley. Raquel:¿Qué
ley, si no quiere pagarme? René:Pagaré
cuando me dé el recibo. Cualquier abogado me apoyaría. Raquel:No
voy a cobrarle dos veces, no soy ladrona. René:Eso
no lo sé. Raquel:(Se
toca el pecho.) ¡Ay Dios! ¡Va a enfermarme otra vez! René:No
haga más teatro. A mí no me embauca ninguna actriz. (Sigue ordenando la ropa.) Es igual que mi marido:
finge que sufre y se hace la enferma. ¿Por qué no se mueren de
una vez por todas? Podrían matarse, por ejemplo. Raquel:
Me siento mal. René:
Acuéstese y se le pasará. Raquel:¡No
debería haberla dejado entrar a mi casa! René:
Tuvo suerte. Peor hubiera sido que le alquilara la pieza a alguien
que no puede pagar. Yo tengo el dinero. Raquel:
¿De qué me sirve? René:
De qué le serviría si se lo diera, digo yo. Vive como una
miserable. Raquel:
¡Aquí no va a vivir gratis! ¡Esta es mi casa! René:
Y la mía. Raquel:
Suya cuando la compre. René:
¿No me alquiló una habitación? Raquel:Todavía
no la pagó. René:
Por culpa suya, así que tengo mis derechos. ¿Cree que porque es
la dueña de casa puede poner condiciones y no cumplir con su parte? Yo
tendré obligación de no hablar con los vecinos y de no recibir hombres,
vamos a suponer que es así. Pero usted tiene otras obligaciones, y la
primera de ellas es darme un comprobante de que le pagué. Raquel:
Quiere embarullarme con palabras para no pagarme. Es una
aprovechadora. René:
Si usted lo dice así será. Y no tengo ganas de discutir más. Voy
a hacerme la cena. Raquel:
(Le obstruye con furia la
entrada a la cocina.) ¿No entrará hasta que me pague! René:(Burlona.)
¿Ah sí? Raquel:
Sí, yo soy la dueña de eta casa. René:
(La abofetea.) ¡Qué
dice ahora la dueña? Raquel:
¿Quién es usted para pegarme? René:
¿No acaba de decir que soy una aprovechadora? Es cierto. Pero soy
mucho más que eso. Y le pegué para que entienda que conmigo no va a
jugar. Raquel:
(Gritando.) ¡Porquería!
¡Porquería! ¡Porquería! René:
¿Qué dijiste? Raquel:
(Desafiándola.) Lo que
oyó. René:
(Avanza mientras Raquel
retrocede.) ¿Así que soy una porquería? Mirá que vos no sos mi
marido. A vos voy a romperte la cabeza. Raquel:
(Con pánico.) ¡No me
pegue! ¡No! ¡Por favor! René:
Está bien. Pero nunca más digas que no puedo entrar a la cocina. (Breve
silencio.) ¿Y? ¿Cocino o no cocino? (Pausita.)
¿Eh? Raquel:
(Con esfuerzo.) Cocine. René:Veo
que estás entendiendo. (Raquel
intenta huir. René la detiene.) ¿Adónde vas? Raquel:
¡No le importa! René:
(Le retuerce la muñeca.)
Vamos, decime la verdad. Raquel:
Necesito salir. René:
(Burlona.) No, señorita,
usted no saldrá más de esta casa. Ahora se pondrá el mugriento salto de
cama y se acostará a dormir. Raquel:
¿Quién es usted para darme órdenes? René:
(Le muestra el puño
cerrado.) Yo soy esto. Y ahora voy a comer, así que dame papas,
aceite, sal y carne. Raquel:Yo
nunca ceno. René:Vas
a colaborar igual. (Un silencio.
Raquel no se mueve.) ¿Oíste? Raquel:
¡No tengo obligación de darle nada! René:
(Se acerca a ella de manera
amenazadora.) ¿Me vas a dar o no? (Después
de una tensa pausa Raquel se dirige a la cocina y regresa con lo que le
pidieron.) Aquí tiene. Raquel:
Gracias. Y no es necesario que me llames de usted. De ahora en
adelante viviremos como si nos conociéramos de toda la vida. ¿No?
Oscuridad. La acción
transcurre en el mismo lugar. René está golpeando a Raquel con una
escoba. René:
René:
¡Te
voy a dar, renga de mierda! ¡Qué yo te vuelva a ver ensuciando la
pileta! ¿O creés que soy tu sirvienta? ¡Hace dos meses que vivo aquí y
todavía no pude enseñarte a ser limpia! ¡Caramba, che! ¡No sos una
criatura! Raquel:
Raquel:
Soy como soy. René:
René: (La abofetea.)
¡No me contestes! ¿O pensás que porque te creés la dueña de la casa
me vas a pisar? Raquel:
Raquel:
(Con odio.) La próxima
vez que me pegue... René:
René: (La interrumpe.)
No amenaces más y andá a bañarte. ¿Qué hombre querría montarte con
el olor a podrido que tenés? Raquel:
Raquel:
¡Yo no necesito hombres! René:
René: ¿Cuentos a mí? Vamos, nena, está bien que seas
renga y mugrienta, pero que te gustaría te gustaría... Raquel:
Raquel:
Usted es una inmundicia. René:
René: ¡Quién habla! Y ahora servime café. Yo voy a terminar de
arreglar este vestido porque dentro de una hora vendrán a buscarlo. Raquel:
Raquel:
(Obedeciendo.) No sé
para qué le compran esas porquerías. René:
René: Eso lo decís por envidia. Estás rabiosa porque yo
hago negocios con cualquier cosa. (Despliega
el vestido.) Fijate: estaba sucio y viejo, lo cosí y lo lavé y ahora
lo venderé en doscientos pesos. Yo trabajo y me esfuerzo. Yo no dependo
de casas y jubilaciones que me dejó el viejo al estirar la pata. No soy
una solterona bien criada. Raquel:
Raquel:
Lo que tengo es bien mío. René:
René: Se acabaron los tiempos en que lo de uno era de uno.
Los pobres se pasaron la vida mirando a los ricos desde afuera, pero ahora
vamos a vivir con ellos dentro de sus casas. ¡Si hubiera muchas como yo! Raquel:
Raquel:
(Sirviéndole el café.)
El mundo sería horrible. Usted no se da cuenta del daño que hace. Pero
ya verá. No se saldrá con la suya. René:
René: No me amenaces. Raquel:
Raquel:
Ya le dije que estoy en mi casa. René:
René: Estás en tu casa porque yo quiero. Y todavía no sé si no
te voy a dar una patada y te voy a mandar a la calle. Raquel:
Raquel:
(Amenazadora.) Inténtelo. René:
René: No te preocupes. Por ahora te dejaré vivir aquí. En el
fondo me inspirás lástima. Raquel:
Raquel:
No necesito la lástima de nadie. René:
René: Fijate si hay jabón en el baño. Raquel:
Raquel:
Sabe muy bien que no hay más jabón. René:
René: Entonces dame el que tenés escondido en tu cuarto. Raquel:
Raquel:
Ese es mío. Así que vaya y compre. Si conserva el dinero de los
dos meses de alquiler que me debe tiene bastante plata. René:
René: Te debo dos meses de alquiler porque todavía no aprendiste
a escribir. ¿Te preocupás por mejorarte, acaso? No, la señorita vive de
arriba y se deja estar entre la mugre como un perfecto cerdo rengo. Raquel:
Raquel:
(Con furia contenida.) No
siga jugando. Usted no me conoce. El inquilino anterior no pudo conmigo.
Era agresivo y drogadicto pero tuvo que irse. René:
René: No me asustás. (Imperativa.)
¡Vamos! Andá a buscar tu jabón perfumado y preparame el baño. Raquel: Raquel:
Quiero descansar un poco. René: René:
(La empuja.) ¡Andá a
preparar el baño, dije! (Raquel
corre apresuradamente hacia la puerta con intención de escapar.)
¿Adónde vas? Raquel: Raquel:
(Con pánico.) A ningún
lado. René: René:
(Le pega.) ¿Así que a
ningún lado? Raquel: Raquel:¡Lo juro! René: René:
(Continúa pegándole.)
¡Que sea la última vez que intentás escapar! Raquel: Raquel:
(Grita con angustia.) ¡Se
abusa porque no puedo correr! René: René:
No podés correr porque sos una haragana, y mamá y papá te enseñaron
a ser blanda y a tener las carnes fofas y a
ser servida. Mientras a vos te daban comida de sobra, yo me ganaba
los mendrugos abriéndome de piernas en los quilombos. Raquel: Raquel:
Yo no tengo la culpa. René: René:
Sí que la tenés, como todos, y ya es hora de que empieces a
entenderlo. La próxima vez que intentes escaparte voy a clavarte ese palo
de escoba. Ya verás qué fácil es sentirse culpable cuando una está
ensartada gritando. (Con ferocidad.)
Dale, prepará el baño. Raquel: Raquel:
(Va a su habitación, toma la
barra de jabón y camina lentamente hacia el baño.) Hay un límite
para todo, hay cosas que no pueden aguantarse. (Desde
el baño.) Maldita la hora
en que la dejé entrar. René: René:
(Con burla.) Estoy aquí
porque fui hábil. Si hubiera sido por vos todavía estaría buscando una
pieza. ¿Terminaste? Ahora ponete este vestido. Raquel: Raquel:
¿Para qué? René: René:
Ponételo, sucia, vamos. Sacate los harapos que tenés y probátelo.
Vos tenés el mismo cuerpo de vaca que mi cliente. Raquel: Raquel:
No voy a desnudarme aquí. René:. René:
¿Quién va a mirarte? (La
desviste. Raquel queda casi desnuda.)
Mirá qué carnes. Das asco. Como se ve que nunca te clavaron los dientes.
¿Qué pasó? ¿Algún tipo te asustó demasiado? Raquel: Raquel:
Esas son cosas mías. René: René:
De ahora en adelante lo tuyo es mío y lo mío es tuyo. Prendete
aquí. (Un silencio. Continúa
arreglándole el vestido.)
¡Parece mentira! Tenés cuarenta y cinco años y un cuerpo que nunca
usaron. Vos sos de las que no abrieron las piernas por miedo o por
avaricia. ¿Querías gozar vos sola, eh? ¿Gozás mucho sola? Raquel: Raquel:
No sea ordinaria. René: René:
(Temible.) No me insultes
porque te agarro de los pelos y te tiro a la calle. Vos no me conocés a mí. Raquel: Raquel:
(Grita con angustia.) ¡Nunca
hará eso! René: René:
(Ríe con sadismo) Me
gusta que te vayas conmoviendo. Es hora de que entiendas que la vida no es
una fiesta. ¿Estás deprimida? Sí. Me alegro. A lo mejor ahora te
convertís en una persona decente. Quedate quieta. Falta una puntada. Raquel: Raquel:
(En voz baja, con rencor y
odio.) Ojalá se muera. René: René:
¿Qué dijiste? Raquel: Raquel:(Alzando la voz.) ¡Que
ojalá se muera! René: René:
(La toma de los brazos con
furia, la hace caer y la arrastra por el escenario.) ¡Te pedí que no
me insultes! ¡No me insultes! ¡No me insultes! ¡No me insultes! (Pausa extensa Raquel está en el piso, encogida en una posición
agónica, y solloza quedamente.) ¿Ves lo que lográs? Nunca incites a
la fiera que llevo dentro porque vas a pagar por todas las que me
hicieron. (Un silencio.)
Reconozco que no tenés familia, sos renga y bastante idiota. Y yo puedo
tratarte bien y hasta ser tu amiga, siempre que me obedezcas y me
respetes. Raquel: Raquel:
(Quejumbrosamente.) ¿Y a
mí? ¿Quién me respeta a mí? René: René:
(La ayuda a levantarse.)
Vamos, levantate, sentate ahí y descansá. Mirá cómo pusiste la ropa. Raquel: Raquel:
¿Quién me tiró al suelo? René: René:
Sentate ahí, dije, y terminá de quejarte. (Raquel
se sienta.) Ya te advertí
que tuvieras cuidado conmigo. Cualquier día de estos puedo darte un mal
golpe. Raquel: Raquel:
Si no está cómoda puede irse cuando quiera. René: René:
Si seguís actuando de este modo sos vos la que se va a ir. Raquel: Raquel:
¿Hasta cuándo va a seguir esto? ¡No puedo aguantarlo más! (Se levanta con ira y camina hacia su habitación.) René: René:
¿Adónde vas? Raquel: Raquel:
A buscar un pañuelo. René: René:
Mirá que estoy vigilándote. (Pausa.)
¿Qué estas haciendo? ¿Por qué demorás tanto? (Un
silencio.) ¡Che, contestá! (Otro
silencio. René se levanta y se dirige a la habitación de Raquel. Cuando
entra, Raquel sale apresuradamente e intenta cerrar la puerta con llave.
Hay una lucha entre ambas. René forcejea desde adentro y Raquel trata de
encerrarla. Es René quien vence, sin embargo, pues su fuerza física es
mayor. Al verla salir de la
habitación con expresión triunfante Raquel retrocede. Su semblante
expresa pánico. Con ira.) ¿Querés hacerme la vida imposible? ¿Intentás
enfurecerme? Raquel: Raquel:¡Es usted la que me está enfureciendo a mí! ¡Es usted la que me
está martirizando y destruyendo! René: René:
¡No me grites! Raquel: Raquel:
(Desafiándola) ¡Grito
todo lo que quiero! ¡Estoy en mi casa! ¡Tengo derecho a gritar, a
patalear y a echarla de una vez por todas! René: René:
(Avanza amenazadora.) Yo
tengo más derechos que vos porque puedo pegarte. (Raquel
corre.) No vayas hacia la puerta, querida. (La alcanza y empieza a patearla.)
Yo te quiero mucho.(Con burla.)
Me moriría si te fueras. Raquel: Raquel:
(Con angustia) ¡Por
favor! ¡Se lo suplico! ¡Se lo ruego! ¡No me haga más daño, por Dios! René: René:
Está bien: por esta vez te perdono. Pero de ahora en adelante van
a cambiar muchas cosas.
Oscuridad. La
acción transcurre en el mismo lugar. Raquel está atada con una cadena a
la pared, como si fuera un perro. Ha cambiado mucho: se advierte en ella
un gran deterioro físico y exaltación compulsiva. Ha perdido humanidad y
parece salvaje y desesperada. Hay un plato con comida en el piso. René
canturrea mientras se arregla las uñas. Tiene puesto un camisón. Raquel: Raquel:
(Con odio.) ¡Víbora,
basura, reventada, ladrona, hija de
puta! ¡Quiero comer! René: René:
Comerás cuando dejes de insultarme. Raquel: Raquel:
¡Suélteme o empezaré a gritar! (Se
queja o se lamenta, pero no con un sollozo; lo que se oye es como el gruñido
de un animal acosado, mortalmente herido.) René: René:
Te advertí que cambiarían muchas cosas. Te brindé la posibilidad
de que fueras gente pero la desaprovechaste. Ahora aguantá las
consecuencias. Raquel: Raquel:
¡Reventaré esta cadena y la mataré! René: René:
No me asustás. Y por haber dicho eso no verás comida hasta mañana.
(Aleja más el plato.) Y no
llores. Nunca olvides que yo no soy tu mamá. Raquel: Raquel:
(Con angustia.) ¡No
puedo más! ¡No aguanto más!
(Grita.) ¡Socorro! (René sube el volumen de la radio.) ¡Socorro! (La música se superpone a la voz de
Cuando esta se calma René sube el volumen.) René: René:
¿Viste? Nadie te oyó. ¿De qué sirvió gritar de ese modo? Ya sé
que no te gustan las cadenas, pero yo las llevé antes que vos. Yo fui
violada y maltratada y saqueada por la maldita basura que camina por este
mundo. Nadie tuvo piedad de mí cuando sentí hambre y cuando quise una
cama para dormir y cuando deseé ser aceptada como una persona más en
este podrido país lleno de burgueses moralistas, estirados, rapaces,
conformistas y ladrones. Y nunca grité, por suerte para todos, porque si
hubiera gritado mis gritos hubieran destruido todo lo que existe. Pero no
creas que no podría gritar aún. Tengo los gritos vivos en la garganta
y en el vientre y en estas manos que quisieron matar mil veces a la
basura como vos. ¿Quiénes creen que son ustedes? ¿Jueces, elegidos,
privilegiados, puros, sabios, hermosos? Son mierda, pura mierda del
camino, y en las cárceles en las que pasé gran parte de mi vida desde
que mi papito y mi mamita me largaron a trotar por el mundo, los
delincuentes más feroces son señores al lado de ustedes. Pero se terminó
la prosperidad. Al fin se
terminaron la paz y los tiempos de bonanza para tu ralea. Millones de
desgraciados muertos de hambre saldrán a las calles a matar para poder
comer. Y entrarán a las casas a reclamar su parte del festín, como lo
hice yo. De ahora en adelante ningún millonario, ningún poderoso, ningún
corrupto, ningún juez, ningún gendarme tendrán seguridad en esta tierra
puta. Se terminó la impunidad. Raquel: Raquel:
No tengo la culpa de sus sufrimientos. Yo también tuve los míos. René: René:
Cuando yo sufría vos descansabas en medio de la mugre. Pero la
mugre era tuya, estabas en tu casa. Raquel: Raquel:
Si alguna vez hubiera tenido algo no le daría tanta importancia a
lo poco que tengo yo. Y se daría cuenta de todo lo que me falta. ¿Cree
que mi vida es una fiesta? No, no lo es. Soy una mujer sola, tengo una
jubilación mínima y además
soy enferma. No soy feliz ni millonaria. ¿Por qué me tortura? René: René:
(Burlona.)¿Qué le falta
a mi pichona? ¡Un macho? ¿Querría tener más casas y más plata? ¿Querría
ser más linda? Raquel: Raquel:
Todo lo reduce a eso. Solo piensa en lo material. René: René:
Sí, vos no le das importancia a lo material. Todavía no te diste
cuenta de que solo necesitamos alimentar el estómago y la entrepierna.
Claro: la cerda tiene un techo y come todos los días. Y todavía cree que
es pobre y que no es feliz. Pero yo te voy a convertir en un ser humano
que sabe valorar lo que tiene y desea compartirlo con los demás. Raquel: Raquel:
¡Quién habla de ser humano! Me tiene atada como a un perro, me
patea y me hace sentir hambre. (Grita.)
¡Tengo hambre! René: René:
(Le acerca el plato con el
pie.) Tomá. (Raquel come con asombrosa voracidad.) Parecés un animal. Papá y mamá no deben
haberte enseñado modales. (Con extraña
compasión.) ¡Pobre bicho! ¿De qué te sirve lo que tenés? (Un
silencio. La observa mientras come.) ¿Terminaste? Muy bien. Ahora
ponete a dormir como una vaca. (Lleva
el plato a la cocina.) Cumplí con tu destino. Raquel: Raquel:
¡No voy a dormir! René: René:
¿Ah no? ¿Y qué vas a hacer? ¿A irte? Raquel: Raquel:¿Quiero dormir en mi cama! René: René:
Vas a dormir en tu cucha. Raquel:. Raquel:
Gritaré toda la noche. René: René:
Está bien: vas a dormir en tu cama. Pero te advierto una cosa: si intentás escapar te ato y te desvirgo con un palo. Y
cuando te saque el palo por la garganta vas a empezar a obedecerme. (Raquel solloza sin fuerza pero con suprema angustia. Parece un animal
inerte y desvalido. El suyo es un sollozo sobre todo interno y se proyecta
con temblores, casi sin sonidos.)Y no llores. Todos tus llantos no
alcanzarían para pagar los míos. (Burlona.)
¿Qué diría tu tierna mamá si te viera? Raquel: Raquel:
(Con odio.) ¡La mataría!
Mi madre era fuerte, y me amaba. No hubiera permitido esto. Sí: la mataría. René: René:
¿Otra más? Mirá que bastante azote me dio mi mamita, y después
me tiró a la calle. Raquel: Raquel:
Se lo merecería. René: René:
¿A los doce años me lo merecía? (Amenazadora.)
Ya te voy a enseñar a sentir compasión por la gente. Raquel: Raquel:
¡Y también se merece que su marido la haya echado y la haya
castigado! René: René:(Ríe a carcajadas.) ¡Mi
marido! Raquel: Raquel:
¿De qué se ríe? René: René: Nunca
tuve marido. Raquel: Raquel:
Mintió entonces. ¡Basura! René: René:
Yo vivo mintiendo. Para sobrevivir ¿sabés? Para defenderme de la
gente arrogante y necia, para protegerme de las lacras sociales como vos. Raquel: Raquel:
¡Lacra social es usted! ¡Estoy segura de que nació en un basural
lleno de ratas! ¡Yira basura! René: René:
(Se acerca, Su actitud es
amenazadora.) ¿Así que yira basura, no? ¿Ese fue el lenguaje que te
enseñó tu mamita? Raquel: Raquel:
(Con pánico.) No se
acerque... René: René:
¿Qué diría tu mamita si me viera acercarme y decirte que sos
linda? (La
acaricia con libidinosidad.) Raquel: Raquel:
(Como si la hubiesen partido
en dos.) ¡No me toque! René: René:
¿Qué diría si me viera besarte? Raquel: Raquel:
(Con angustia, asco y pánico.)
¡Suélteme! René: René:
(Le besa el cuello.) No
me digas que te excita... Raquel: Raquel:
(Desesperada, tratando de
liberarse.) ¡Déjeme, por favor! (Grita)
¡Socorro! René: René:
(Le tapa la boca, la obliga a
extenderse en el piso y después la monta.) Me gusta que empieces a
sufrir... (Raquel emite un espantoso
gemido monocorde y agónico.)Me gusta.(La
oprime y la palpa.) Raquel: Raquel:
(Perdiendo sus fuerzas.)
Déjeme ir...Déjeme morir. René: René:
(La suelta y se yergue con
impresionante lentitud. Está resplandeciente y
serena.) Ahora estás sufriendo. Ahora están empezando a comprender.
Dentro de poco estaré vengada.
Oscuridad final. |
Drama en I acto de Ricardo Prieto
Escrita en Montevideo, en el año 1967
Todos los derechos reservados
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