Un lugar para la literatura infantil y juvenil
por Dinorah Polakof

La literatura infantil ha sido  durante largo tiempo menospreciada y conferida a una categoría de género menor. Luego de un pasaje de varios siglos por textos religiosos, heroicos,  didácticos y plenos de sabor a moralidad, ha logrado llegar al  niño y al joven, libre de segundas intenciones y de mensajes educativos.

Una literatura que abrevó en las fuentes de la tradición oral y en la mitología, que no se cansó nunca de explicar la vida y el cosmos, fue fijada en el texto escrito por eruditos curiosos y sabios con imaginación. El ingenio de los primeros escritores preocupados por entretener a los niños, tiene a partir de Mme. D´Aulnoy (1650-1705) una importante irrupción de mezcla de fantasía y realidad. Y desde Perrault en adelante ya no hubo forma de interrumpir la emoción.

El reconocimiento del vínculo afectivo que generan los libros en el niño, se introduce a partir de los años cincuenta y se potencia notablemente a partir de los ochenta en nuestro país. Pero además, gran parte de pedagogos y artistas que se han ocupado del tema, opinan que debe haber una literatura específicamente infantil, con obras que reúnan las condiciones adecuadas a la sensibilidad del lector.

Una vez instalado y valorado el libro infantil, los escritores nacionales y extranjeros han considerado hacerse palpables. Interactúan  con el lector en las escuelas, ferias, bibliotecas o en todo ámbito disponible que se conciba acogedor para la lectura y el diálogo.

A pesar de todo este movimiento en torno al libro, se detecta en algunos medios de prensa un cierto descreimiento en percibir al  niño-lector. Les confieren un alto porcentaje de predilección por la pantalla en todas sus expresiones, y vuelven a subvalorar a esa  población etaria  adjudicándoles el papel de “adultos en miniatura”.

Para controvertir tales enunciados argumentamos que no abundan los críticos literarios especializados y que no se debería emitir un juicio simplista, tomado a la ligera.  Como respuesta fundamentada accedimos a realizar un cuestionario en un grupo de liceales de primer año, en un centro de enseñanza privada del barrio Pocitos.

La encuesta resultó gratificante para quienes encontramos en la literatura infantil un espacio fundamental hacia la comunicación. Se testó a un total de 68 alumnos con la finalidad de obtener una apreciación objetiva. La premisa se basó  en un ejercicio  de preguntas y respuestas y la siguiente es una valoración significativa:

Existe en los medios una tendencia a transmitir que los adolescentes no leen, ¿estás de acuerdo? 38 alumnos respondieron que están de acuerdo con la información; 30 sugieren que sí leen.

¿Qué condiciones debe tener una obra literaria para que te guste? Tener diálogos y problemas de adolescentes, acción y aventuras, fácil comprensión, diversión, y que sean reales. (respuestas por orden de importancia)

¿Qué autores prefieres, nacionales o extranjeros?.Justifica tu respuesta con una lista de tus preferidos. 35 chicos prefieren al autor nacional, 23 a los escritores extranjeros y 10 buscan el tema y no el autor.

Entre los nacionales eligieron  a Helen Velando, Roy Berocay y Magdalena Helguera. Prefieren al autor nacional porque las historias suceden en Uruguay, reconocen los lugares y porque se entiende más el vocabulario.

De los extranjeros el elogio se dio en que tienen temas más reales, ideas diferentes, conocen tiempos pasados y otras costumbres a través de las lecturas.

Si bien reconocemos que la práctica anterior es apenas un paradigma de un grupo de adolescentes del Instituto elegido, y que está situado en una zona sociocultural alfabetizada, se deduce  que la literatura infantil está en auge y  que su permanencia es muy saludable.

Identificar a las nuevas corrientes e intereses de los lectores jóvenes es, según el escritor chileno Manuel Peña Muñoz en su libro Alas para la infancia, “proveerles de novelas de corte periodístico, cuentos de ciencia ficción, relatos de ambiente social para conocer la realidad de otros países. También cuentos que tienen la problemática del sexismo o de la discriminación racial como telón de fondo. Ahora se plantean las nuevas problemáticas, tales como la lucha de clases, las guerras, el hijo de padres divorciados o las drogas. Ha retornado el cuento de fantasía y se advierten también cuentos en los que predomina el absurdo y hasta el feminismo.”

Reconocer la vigencia de la literatura infantil sumada a la incorporación del libro en el mundo cotidiano del niño, nos  place y nos induce a continuar investigando  en un tema tan complejo como apasionante.

Dinorah Polakof

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