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No sea nabo
por Soledad Platero
soledadplaterop@gmail.com

 
 
 

La semana pasada circuló en las redes sociales la información de que los trabajadores de La República habían recibido, el día antes de nochebuena, un pago de tres mil pesos a cuenta del salario de diciembre, acompañado por una canasta navideña consistente en cinco sobres de refresco instantáneo.

Los trabajadores de la prensa sabemos de sobra que los salarios son siempre la última de las preocupaciones de los dueños (o los usufructuarios) de los medios. Tenemos experiencia en eso de aguinaldos recortados y a destiempo, sueldos en cuotas y aumentos que nunca llegan. Pero lo de los sobres de jugo fue una crueldad novedosa. Fue una humillación y una burla: una provocación tan grosera que parece puesta ahí para cubrir el hecho intolerable de que los trabajadores seguían, siendo 23 de diciembre, sin haber cobrado el salario del mes y el medio aguinaldo. Algo que de por sí ameritaría una intervención de la policía del trabajo, si tal cosa existiera y actuara de oficio.

 

Estamos terminando un año que fue de éxitos en muchos terrenos, según parece. La revista Políticas, que edita la Presidencia, reclama en una nota de su último número que la prensa no se haya ocupado más y mejor de los logros alcanzados por este gobierno. Pero es injusta esa acusación. Basta mirar todos los días los informativos, o leer, aunque sea por arribita, las informaciones que se publican en la prensa escrita o digital para ver que todos los logros mencionados por el gobierno en esa artículo fueron cubiertos por la prensa. El acuerdo sobre las patentes, las viviendas entregadas, los éxitos fiscales, la salida de la lista gris de la OCDE, todo fue cubierto por la prensa, aunque es posible que los minutos de aire o los centímetros por columna dedicados a esos logros hayan sido menos que los dedicados a asuntos pendientes. Es lógico, porque los problemas resueltos son eso: problemas resueltos. Son los sin resolver los que siguen haciendo ruido.

 

Sin embargo, el silencio en torno al valor de los salarios alcanza tanto al gobierno como a los medios de comunicación. En agosto de este año, en la misma revista de Presidencia se mencionaba un informe del Instituto Cuesta Duarte que daba cuenta de que el 52,6% de los trabajadores había percibido, durante el año 2010, un salario inferior a diez mil pesos.

 

Más de la mitad de los trabajadores de este país ganó menos de diez mil pesos por mes el año pasado. Los promedios de 2011 todavía no están disponibles, pero es evidente, considerando los porcentajes de aumento promediales manejados a lo largo del año, que ese mismo 52,6%� no debe haber ganado mucho más de diez mil pesos durante el último año.

 

Tenemos una cifra récord de ocupación, y las empresas y el gobierno se quejan de que falta mano de obra, pero suele pasarse por alto el detalle de que el promedio salarial no alcanza para pagar el alquiler de un apartamento de dos dormitorios. Se han anunciado y puesto en práctica medidas de combate a la pobreza extrema y se procura estimular la capacidad de consumo de los más pobres mediante recursos como la reducción o supresión del IVA, pero el salario de los trabajadores no entra nunca en la ecuación.

 

El sábado 24 los empleados de la cadena Disco pararon por 24 horas porque la empresa, dueña también de Geánt y de la cadena Devoto, les descuenta los ochocientos pesos por presentismo cuando usan los días que la ley consagra para, por ejemplo, hacerse análisis clínicos o dar exámenes. Lo diré otra vez: ochocientos pesos. Una cifra que no forma parte del salario sino que se paga mediante la treta del presentismo para poder escamotearla de manera infame e indigna.

 

Este gobierno estableció nuevamente los Consejos de Salarios -una herramienta invaluable para los trabajadores- pero no ha tenido un discurso demasiado orientado a reconocer la injusticia del reparto de riqueza en la estructura económica y productiva. Ha tenido, sí, un discurso claro alrededor de la pobreza, pero es -y no quiero ofender a nadie con esto, ni atribuir alguna mala intención- un discurso paternalista e infantilizante que parece dar por sentado que la pobreza se resuelve con gestos generosos de cada bolsillo y cada corazón, y no con cambios en el sistema.

 

Obviamente, los trabajadores tampoco son tema para la prensa, salvo como molestia cuando algún servicio se corta. Así las cosas, el asunto del salario queda reducido a algunos minutos en los pocos programas periodísticos que invitan a los dirigentes sindicales. La sociedad no toma como suyo el asunto del salario. Los trabajadores, las relaciones de dependencia y su injusticia intrínseca, no son un tema de la agenda pública.

 

Es tiempo de que los trabajadores de la prensa, al menos, tomemos este asunto como un tema, porque hoy son los compañeros de La República los que se llevan cinco sobres de refresco para brindar en Navidad, y ayer fueron los de Radio Futura que quedaron sin trabajo. Y si seguimos callándonos la boca y preocupándonos más por lo peligroso que es ser cronista de guerra que por lo poco que los trabajadores ganan en Uruguay, habrá que darle la razón al que dice, cada vez que puede, que somos unos nabos.

 

Soledad Platero
soledadplaterop@gmail.com

 

Publicado, originalmente, en uy.press el 28 de diciembre de 2011


uy.press - http://www.uypress.net/index_1.html

Link de la nota: http://www.uypress.net/uc_23500_1.html

Autorizado por la autora - En Letras-Uruguay desde el 13 de abril del 2012

 

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