Entre las rosas

poema de José Pedro Piccatto

 


 

 

Las rosas reclamaron su presencia

y ella llegó como venida de la nada.

 

No salía del amor;
no salía de la música;
no salía de la intangible realidad del sueño

y no salía de ese vuelo limitado sólo por el espacio.

 

Todo en ella

nacía y se movía

como lograda luz.

 

Las rosas reclamaron su presencia

el celeste clamor de su dulzura

fue un clamor hacia Dios!

 

Yo miraba sin saber como miraba...

 

Recuerdo que las lágrimas caían de mis ojos.
Caían del reflejo soledoso del alma...
Caían de la luz!

 

¿Quién vio el camino recorrido por mis lágrimas

para llegar a la sombra de mis ojos

y surcar por el rostro

y pegarse a los labios

y hacerse más que dulces en la lengua?

 

Recuerdo que las lágrimas caían de mis ojos.
Caían del reflejo soledoso del alma...
Caían de la luz!

 

Las rosas reclamaron su presencia

y ella llegó como venida de la nada.

 

Hubo un coro de rosas.
¡Unión celeste!

¡Unión de luz y luz!
Y yo,
estallante dolor, las miraba...

 

Tenían ambas toda la claridad celeste

de los seres que sufren

bendiciendo.

 

Me sugerían inasibles mundos angélicos

que ni en sueños existen.
Suavizaba mi herida.
¡Y me movían el amor!

 

Yo no fui hacia al amor.
El amor no vino hacia mí
Porque el amor estaba en mi. En mí nació. Y en mí dolía.
cuando en la luz de los ángeles

la vi
la comprendí y la amé.
¡Amor en mí!
¡Amor de mí!
¡Amor y herida lúcida de mí y en mí! 

 

Las rosas reclamaron su presencia

y ella llegó como venida de la nada.

 

No salía del amor;

no salía de la música;
no salía de la intangible realidad del sueño

y no salía de ese vuelo limitado sólo por al espacio.

 

Todo en ella

nacía y se movía

como lograda luz.

 

Y el coro de las rosas

fue la unión de la luz.
¡Unión celeste y única!

 

Y yo,
como una luz perdida,

distante de ambas

sufría la palabra del dolor.

 

;Ay las rosas!. . .
;Ay la sufrida y temblorosa claridad de las rosas

que se apagan

sin verse!
¡Ay las rosas!.. .
¿Quién las bajó de Dios

y las tendió en la vida?
¿Quién las sostuvo en ese plano celeste de los seres sufridos?
¿Quién las subió hasta Dios?

 

Y luego
¿quién miró todo eso?
¿Quién lo vio y lo sufrió?

 

¡Sólo Dios!.. .

 

Las rosas reclamaron su presencia
pero Dios reclamó la presencia de las rosas.

 

Y en la más alta lejana claridad

subiendo
van las rosas.
Subiendo y agrandándose van las rosas en la más alta y lejana claridad.

 

Y allí
donde los pensamientos sólo son
luz, melodía y canto,
ella
parecía moverse buscando

ese aire sutil
          sutilísimo
que guarda los contornos irreales de Dios.

 

José Pedro Piccatto (Uruguay)
Publicado en la revista "La Cruz del Sur" Nos. 33/34 Año VI

Montevideo, diciembre de 1931
 

Texto digitalizado y editado por mi, Carlos Echinope, editor de Letras Uruguay. Al día de la fecha, 26 de octubre de 2016, este texto no se encontraba editado en ninguna web. Se agrega imagen.  

 

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