De la poesía como música
poema de Cristina Peri Rossi

Ninguna vanidad en este oficio
de armonizar palabras
como los sones de un instrumento antiguo;
ninguna vanidad en tocar la a
—arpa—
en escribir, como con notas musicales

la dulce Babilonia
o el cálido cobre —elemento químico

número veintinueve, buen conductor

del calor e instrumento de viento—

Ninguna vanidad en el sonido cristalino del agua

en las calles de Bonn
aquella mañana en la que la ciudad se abrió

como una caja de música
y te dije: «Hace años que no escucho una música

tan pura»

 

Ninguna vanidad en la poesía,
en la humildad del cántaro de agua fresca,
en la cascada que cae entre verdores vegetales.

 

Ninguna vanidad en el ulular del viento

que azota los cristales

—cuerda y percusión—

 

Ninguna vanidad en ordenar palabras

como las teclas de un piano antiguo

—cuando el holandés Jan Hazen Hosseschrueders

urdía las cuerdas del telar—

 

Ninguna vanidad en imitar el sonido del viento
o de la ola en Isla Negra
donde el mar y El Poeta conversaban
quedamente:

 

palabras son sonidos

y sonidos son

emociones de las vísceras,

lamento de la mente

angustia de moribundos

frenesí de enamorados

monedas de intercambio

entre una soledad y otra.

Género
Hay días en que me despierto muy hombre
y te miro dormir con deseos de posesión
y no me importa si te resistes
me excita mucho más
y te haría un hijo
como Cumbres borrascosas
y después te abandonaría ufano
silbando fuerte
y mi ego se hincharía
como el pecho de un urogallo macho
presumiendo de mi fuerza y de mi poder
y no escucharía tus quejas ni demandas
soberbio, ebrio de mí mismo
como Narciso mirándose en el espejo.
Pero hay días en que me despierto muy mujer
y te miro dormir entimismada y te contemplo como una reliquia antigua de gran valor
como un cántaro romano en el fondo del océano
y te acaricio suavemente
tan suavemente que no lo sientes
(«Ay de ti, que duermes navegando»).
Y a tu lado espero con deseo y con ternura que despiertes
bella y ronroneante como una gata persa.
Y te alabo y cuido tu sueño
y sé que sería tu escudo invulnerable ante cualquier catástrofe.
Y jamás te dañaría
enamorada como una mujer enamorada. Entonces despiertas me sonríes y preguntas qué hago «Velo armas» te digo y te beso.
REVISTA DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LETRAS
85

poema de Cristina Peri Rossi

de: Revista de la Academia Nacional de Letras Año 2018, Número 14

 

Ver, además:

 

            Cristina Peri Rossi en Letras Uruguay

 

Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce  

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