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Preludio Ético - Estético

poema de Manuel Pérez y Curis

No soy un vencido,
ni ciñe mis sienes el lauro del triunfo.

 

Guardan a mi espíritu broqueles de acero:

nunca podrá herirme la maledicencia . . .
No soy un vencido, pues logré apartarme con la frente limpia

del sendero fácil que huellan los viles

y he vuelto a los sabios en avilanteces[1] la viril espalda

que no ha sido hecha para doblegarse;

cuando con lisonjas los sabios quisieron llevarme a la cumbre

les volví la espalda y entré en una senda vestida de abrojos,

senda de dolores y desesperanzas

para los rebeldes,

para los humanos,

para los humildes que jamás ocultan el alma y la idea,
para quienes dicen la verdad y aguardan con el cuello erguido

que alguien les responda, — magnate o poeta, juglar o letrado,—

desde ricos bufetes cubiertos

de infolios y opúsculos;
desde las terrazas de los miradores;

desde los estrados de las academias

o desde las torres de marfil cerradas

a todas las quejas de la muchedumbre,

a la voz doliente de los peregrinos y los pordioseros,

a la ardida sátira de los Juvenales

y al sobrio discurso de los soñadores inmunes al vicio.

 

Hay en mi buharda[2]

ventanas abiertas a todos los vientos

y a todos las luces,

sobre cuyas fallebas ociosas

nunca he puesto las manos febriles.
Por ellas me envían su aroma las flores,

el sol sus destellos, su frescor la brisa

olorosa, y el eco me trae

de transidos parias y desheredados la justa querella.
Entra en mi buharda

todo humano acento,

y en ella armonizan con la voz de cristal de mis hijos
los arpegios puros de mi compañera.
Yo sueño en la noche

mientras al susurro del viento en las frondas responde altamente

con sus pertinaces ladridos el perro que cuida mi estancia

y se echa a mi lado como fiel amigo,

mirándome siempre, como si quisiera leer en mis ojos;

como si deseara comprender mi angustia

y escrutar en el fondo de mi alma.

 

Suelen mis rosales difundir doquiera

su intenso perfume

que a la par invade las regias alcobas y los lechos tristes.

Cuando ese perfume flota en torno mío,

pienso en los avaros que esconden sus oros,

en los sabios mezquinos que llevan

a la sepultura su sabiduría

y en los pedagogos y bardos venales

que tienen por culto la traición y el medro

y hacen gala de amor a la patria,

con sus arrumacos a la azul tierruca

por la cual no han hecho ningún sacrificio.

 

Me dan grima todos, todos los esclavos; mas tengo un esclavo:

el ritmo, el glorioso
gladiador desnudo que domina el arte

y al viril esfuerzo de mi numen músculo se rinde y doblega.
Juego con el ritmo

cual con una hoja de flexible acero

o finísima vara de junco;

y por eso el ritmo se aviene a mis cantos

de amor, a la savia de mis anatemas

y al mórbido aliento de mis elegías

y a la evanescencia voluptuosa y cálida de mis madrigales.

 

La rima es trasunto de esos arabescos

que un instante lucen en nuestra retina

y desaparecen, así como un bólido, sin dejar su huella.

Símbolo de pompas y fastuosidades,

alegre remedo de grecas y randas,

la rima es encanto para los sentidos .. .
Empero,
sin ella nos hacen vibrar las alondras y los ruiseñores

que no se engalanan cuando melodizan,

y con ella suelen encubrir su inedia

estériles estros, menguados espíritus

y embotadas conciencias obscuras.
Cairel de caireles,

es la rima el ornato del verso

que con la fragancia del ritmo se nutre.
 

Mi numen refleja

todos los matices de mis emociones

y de mis mirajes;

y, así como un río que jamás extingue sus fuerzas latentes,

él no pone obstáculos a mis generosos raudales anímicos

que ora se apaciguan dulce, dulcemente, como en un remanso,

ora se alborotan como si anunciasen vórtices o tumbos.

 

¡Rabien los cantores que imponer pretenden norma al sentimiento!

¡Dé a las auras el ruin sus blasfemias

y derramen bilis Aristarco y Zoilo!

que entretanto mi numen traduce

por igual el trémolo de esa sensitiva que llevo en el alma

y la acre protesta de mi rectilíneo carácter de bronce!


Manuel Pérez y Curis

Del libro "Ritmos sin rima y otros"

Impreso en Montevideo, a los diez días del mes de junio de mil novecientos veinte, en la Imprenta y Casa Editorial Renacimiento

 

Notas del Editor de L.U:

 

[1] Dicho o hecho de la persona insolente o atrevida.

 

[2] buhardilla

 

Texto digitalizado, y editado, con el agregado de imagen, por el editor de Letras Uruguay Twitter: https://twitter.com/echinope / email: echinope@gmail.com Fb: https://www.facebook.com/carlos.echinopearce  Inédito en el cíber espacio al 27 de diciembre de 2016.

 

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