Vocabulario para la mejor inteligencia de los textos criollos y nativistas
Víctor Pérez Petit

 

No es este, como se advertirá, un verdadero diccionario; a lo sumo y mirado con un poco de indulgencia, puede pasar por un manual de bolsillo destinado a dar una noción genérica de las palabras usadas con frecuencia en los libros regionalistas de los escritores rioplatenses. Para alcanzar a diccionario tendría que ofrecer las voces clasificadas gramaticalmente, señalando su origen o procedencia, además de establecer las que deben considerarse como arcaísmos, las que son meros barbarismos, las que valen por reales neologismos; al nombrar algún animal o vegetal, tendría también que individualizarle con su prolija descripción, amén de catalogarlo en el género, familia y especie a que pertenece según la terminología técnica de los naturalistas, —cosa que si bien he hecho en buen número de casos, ayudándome de obras científicas corrientes y de los libros del señor ingeniero Teodoro Álvarez (Exterior y biología de las aves uruguayas) y del doctor Matías González, Atilio Lombardo y Aída J. Vallarino (Plantas de la medicina vulgar del Uruguay), no lo he logrado en todos por falta de informes serios y autorizados—, que no pocas veces algunos de los que se las echan de naturalistas y entendidos, confunden en la clasificación latina una especie europea con una variedad americana. Y acaso, intentando una obra más completa y documentada, se la realzaría con citas y ejemplos extraídos de los más celebrados autores rioplatenses, los que por tal modo vendrían a certificar el exacto sentido de las voces y su más correcta manera de escribirlas. Pero, según queda dicho, no es ni pretende ser el presente trabajo otra cosa que un «vocabulario de bolsillo». Eso sí, prolijo y verdadero en la definición de las palabras, sin confundir por supuesto el «lunfardo» moderno de las barriadas suburbanas con las dicciones propias del criollismo, — de lo que todos consideramos como genuinamente criollo en el Río de la Plata.

Con más tiempo y espacio, tal vez intente algún día realizar obra de tal envergadura. Indudablemente no es cosa fácil investigar la verdadera etimología y procedencia de numerosos vocablos que usamos corrientemente en el Río de la Plata. Sirva de ejemplo la palabra gaucho. Los pacientes estudios y prolijas investigaciones de verdaderos maestros y autoridades en la materia, nos han procurado más de una cincuentena de «étimos» distintos. Igual dificultad ofrece el establecer la ortografía propia de otras voces comunes. Valga de ejemplo para el caso, la voz ceibo, que muchos autores escriben seibo, y aún seibo. Y por lo que respecta a la clasificación científica de las especies botánicas y zoológicas, considérese que aparte los trabajos del P. Larrañaga y del profesor Arechavaleta, muy pocos son los que se han preocupado entre nosotros de señalar las características propias de algunas variedades indígenas, a fin de diferenciarlas debidamente de sus similares extranjeras. Así, verbigracia, el guayacán de nuestro país, nada tiene que ver con el vegetal del mismo nombre que trae el Diccionario de la Academia ni con esos otros «guayacanes» o «guayacos» que menciona Colmeiro en su Diccionario de los diversos nombres vulgares de muchas plantas usuales o notables del antiguo y nuevo mundo, tales que los comprendidos en las denominaciones de guajacum sanetum, de guajacum officinale, de diospyros lotus, etc. — El insigne maestro don Daniel Granada, en su Vocabulario rioplatense razonado, nos ha dejado como fruto de su hondo saber en la materia, un trabajo meritísimo; pero es innegable también, según ya lo advirtió don Juan Valera en una de sus Cartas Americanas, que faltan en él abundantes datos etimológicos y científicos. Completar la obra, y aún ampliarla, de tan grave maestro, no es tarea hacedera para un improvisador. Yo he de concretarme en este momento a señalar en este Vocabulario las palabras más corrientes, con su más exacta significación, para uso del lector extranjero. No es otra mi pretensión.

 

 

Abichado. — Dícese del animal que tiene alguna llaga purulenta o con gusanos.

Achira. — (Canna glauca L.) Planta que se cría en terrenos húmedos, a orillas de los arroyos o dentro de los bañados. Tiene un metro o metro y medio de alto, con hojas lisas, aovadas y largas, cuyas flores de color amarillo (las hay rojas) florecen durante el verano. Abunda en los alrededores de Montevideo y en la Barra de Santa Lucía.

Achuma. — Planta de propiedades excitantes como la coca, el chamico, el tabaco, etc., empleada por los indígenas en las artes mágicas.

Achuras. — El hígado, los riñones, los intestinos, etc. del animal carneado.

Agalludo. — En sentido figurado, el individuo audaz o pícaro rapaz de cometer una acción aventurada.

Aguará. — Zorro grande de pelo ondulado y largo, amarillo rojizo y crin negra.

Ahué. — Árbol indígena, frondoso, cuya maléfica sombra no consiente vegetación alguna a su alrededor.

Aijuna! — Interjección con la que se manifiesta sorpresa, admiración o ira. — Contracción de: «Ah, hijo de una...»

Alarife. — Pícaro, mozo avispado.

Albardón. — Realzamiento del suelo en medio de las lagunas, esteros o bañados.

Alfajor. — Llaman algunos así al cuchillo.


Algarrobo. — Árbol sagrado entre los indios, que le decían «tacú», y del cual sacaban la «aloja» para sus borracheras y fiestas.

Aloja. — Bebida de semillas fermentadas; la del «molle» muy estimada.

Amarguear. — La acción de sorber o tomar mate amargo.

Ancheta. — Usase en expresiones tales que: «vaya una ancheta», — «que gran ancheta», — «tiene una ancheta», para zaherir al que cree haber realizado algo importante, siendo ello mezquino o tonto.

Andarivel. — Cancha de carrera para los caballos, convenientemente demarcada para que cada uno de aquéllos siga su línea y no estorbe a los otros.

Apadrinar. — Acompañar en caballo manso al que monta un potro para domarlo.

Aparcero. — Compañero, amigo íntimo, con quien se comparten prendas o beneficios. Arcaísmo español. Está ya en Juan Manuel.

Aparte. — Llámase así el trabajo de separar los animales que se desea de los demás, en un «rodeo».

Aperiá. — Cuadrúpedo roedor, de un pie largo, del mismo color de la rata, muy tímido y asustadizo.

Apero. — Montura o recado de montar, más lujoso que el común, sobre todo si es «chapeado».

Arazá. — Árbol mirtáceo. Existe otra especie, el rastrero. Su fruto es comestible.

Armada. — Lazada corrediza por una argolla de hierro que tiene un extremo del lazo, que se prepara así en el momento de arrojar éste. El «rollo» del resto del lazo se mantiene en la mano izquierda.

Arrayán. — (Blepharocalyx tweediei Hook y Arn). Árbol originario del Uruguay y Brasil, muy abundante en los montes y orillas de ríos y arroyos, de hojas color verde oscuro, lisas, y florecillas blancas muy numerosas. Planta muy rica en tanino.

Arreador. — Especie de látigo, de cabo corto y grueso con trenza muy larga, hecha de filetes de cuero («tientos»), así como para alcanzar a los animales dispersos y «arrearlos».

Arrocinar. — Amansar completamente un caballo, como quien dice: hacerlo rocín.

Arrope. — Dulce que se hace con la tuna, algarrobillo y otras frutas.

Aruera o árbol malo. — (Lithraea brasiliensis L) Árbol dioico de unos diez metros de altura, que crece en los montes ribereños y en serranías, muy conocido por la gente de campo en el Uruguay y la Argentina por los trastornos que produce a las personas que se cobijan a su sombra (cefalalgias, marcas y hasta edemas en el cuerpo).

Asidero. — Correón de una cuarta, asegurado en la argolla de la cincha de un caballo, que lleva en el otro extremo otra argolla en la cual se asegura el «lazo» cuando se trata de coger un animal, o el «maneado» cuando se «cuartea» un vehículo.

Atusar. — (Otros dicen, «tusar»). Cortar la crin del caballo. — Despectivamente, cortarle la trenza a la «china» que nos ha engañado.

Aturunco. — Tigre, en quechua.

Avíos. — Yesquero; los útiles con que se obtiene fuego.

Ayacuá. — Nombraban así los indios aborígenes al duendecillo invisible por lo diminuto, armado de arco y flechas, que creían se introducía en el cuerpo humano provocando males y enfermedades. Los curanderos y brujas de la tribu trataban de extraer las flechas, astillas y dientecicos de esta especie de microbios, chupando la parte del cuerpo dañada o enferma.

Ayuiné. — Árbol, especie de laurel, cuya corteza al ser sajeada hiede a excremento.

Azulejo. — El caballo o yegua de color blanco azulado.

Bagre. — Pez de agua dulce, sin escamas, de color pardo o verdinegro, algunos con manchas blanquiznas, dotado de una temible espina en el lomo.

Bagual. — Caballo bravo; el potro no enteramente domado. Empléase el vocablo metafóricamente para enunciar algo atroz o bárbaro: «se dio un golpe bagual»; — «fulano cometió una bagualada», etc.

Bajera. — La manta ordinaria que se coloca sobre el lomo del caballo y que sirve de sudadero.

Balaquear, balaqueando. — Fanfarronear, fanfarroneando.

Bandurria. — (Plegadis, guarauna, Linn). Ave de unos 0,65 centímetros desde el pico hasta la extremidad de la cola; el pico es encorvado de unos 0,12 ctms. de largo, de color rojizo; su plumaje es canela oscuro, con alas verdosas, de reflejos metálicos. Se alimenta de peces, insectos acuáticos, etc.

Baqueano. — El hombre de campo que conoce bien una región y sirve de guía al viajero o a una tropa militar, conduciéndoles por atajos, sendas, las «picadas» de los montes, los «pasos» de los ríos, etc., ahorrando penurias y peligros. — Por extensión, la persona hábil y diestra en el desempeño de un trabajo o cometido. A tal arte se le dice «baquía». Arcaísmo.

Barbijo. — El cordón o cinta que sirve para sujetar el sombrero bajo la barbilla.

Barroso. — Color del pelo en los bueyes.

Basteriado. — El caballo lastimado en el lomo por los bastos.

Bastonero. — La persona que durante una danza da las voces de mando a fin de que los que bailan ejecuten las diferentes «figuras» del mismo. Llámase así, por antonomasia, al que dirige el pericón.

Bellaquear. — Encabritarse un caballo. En sentido figurado: el que se resiste o enoja.

Benteveo. — (Pitangus sulfhuratus bolivianus). Un pájaro de lomo pardo, pecho y cola amarillos y una mancha blanca en la cabeza. Su grito parece decir «bien te veo», o «bicho feo».

Bichero. — El hombre o el perro que caza y persigue alimañas en el campo.

Bichoco. — El animal enfermo de los vasos.

Bicho colorado. — Es el tetranychus molestissimus de los naturalistas, insecto pequeñísimo de color rojizo que penetra en la piel originando insufrible comezón.

Biguá. — Ave palmípeda acuática, de color negro con mezcla de blanco en la cabeza y el cuello, que vive en bandadas a orillas del agua. Es el «zaramagullón».

Boleadoras. — Artefacto de caza que sirve para aprehender animales, yeguarizos, avestruces, etc. Consiste en dos o tres bolas de piedra «retobadas» en cuero y sujetas a otros tantos ramales de «guascas» retorcidas o trenzadas. Arrojadas las bolas a las patas del animal que huye (para lo cual el gaucho coge en la diestra la bola más pequeña, revoleando luego las otras más gruesas y pesadas sobre su cabeza), aquél rueda en el suelo. Los indios las utilizaban como arma de combate: mantenían sujeta una de las bolas con el pie y con la otra daban en la cabeza a su adversario.

Bombacha. — Pantalón holgadísimo que se estrecha sobre el tobillo, más cómodo para montar a caballo que el pantalón común.

Bombero. — Explorador del campo enemigo.

Bosta. — Excremento de los vacunos y yeguarizos. Como en gallego.

Boyero. — (Archiplanes crysopterus, Vigors). Pájaro pequeño, de color negro que acompaña al animal vacuno paseándosele familiarmente sobre el lomo. Hace su nido en el fondo de una bolsa de un metro de largo que teje con cerdas o hierbas y cuelga de las ramas de los árboles, sobre las aguas del río.

Brete. — En las estancias y mataderos, el sitio cercado de palos a pique destinado al encierro de animales.

Bozalón. — El individuo que tiene dificultad para hablar.

Burucuyá. — (Otros escriben «Mburucuyá», Zorrilla de San Martín). (Passiflora coerulea L.) Enredadera que crece mucho en los montes trabando los árboles con sus cuerdas, conocida con el nombre de la «Pasionaria». La flor, de varios colores, figura los instrumentos de la pasión de Jesucristo. El fruto, amarillo por fuera y rojo por dentro, es comestible.

Butiá. — Fruta de una clase de palma que los guaraníes llamaman mbutiaí, cuya almendra es dulce y agradable. Esta clase de palma es la que forma los famosos palmares de Rocha entre Castillos y la Laguna Negra.

Caburé. — (Glaucidium brasilianum), de la fam. de los Buhodinae, orden Strigiformes. Ave de rapiña, algo mayor que el puño, de color pardo, redonda, muy fornida. Su chillido, muy alto, parece que hipnotizara a las avecillas, entregándolas a su voracidad. La superstición popular atribuye a las plumas de esta ave virtudes mágicas.

Cacunda. — El individuo cargado de espaldas. Aplícase de preferencia a los negros.

Cacuí. — Ver «Caburé».

Cacharpas. — Las prendas de vestir y las de aderezar el caballo cuando son viejas.

Cachila o Cachirla. — (Se usan las dos grafías). (Anthus correndera). Ave pequeña, color castaño, que corre muy ligero por el suelo y hace nido entre los yuyos.

Cachimba. — Ojo de agua; manantial poco profundo.

Calaguala. — (Polystichum adiantiforme J. Sm.). Helecho muy abundante en las serranías del país (particularmente en la de «Tambores», departamento de Tacuarembó), donde crece entre peñascos o a la sombra de grandes árboles, en un ambiente de humedad y de calor. Se produce con unas grandes y largas hojas, hasta de 0.80 cent, por 0.20 de ancho, recortadas, dentadas, como rizadas; hermosísimas.

Calamaco. — Poncho colorado o forrado de bayeta colorada.

Calandraca. — Dícese de una persona vieja y atolondrada.

Calandria. — (Mimus, Saturninus, fam. Mimidae; ord. Passeriformes). Ave de color ceniciento, de seis o siete pulgadas, que anida en los árboles cerca de las casas y cuyo canto es muy dulce y melodioso. Es difícil guardarlas en cautiverio, pues entristecen y mueren.

Camalote. — (Pontederia cordata L.) Planta acuática que crece en las lagunas y llena los remansos de los ríos. Trabando sus raíces con las de las otras plantas, anudándose a los leños o ramas que arrastra la corriente, uniéndose a las demás materias que flotan en el agua, constituyen a veces una masa vegetal tan sólida, que puede mantener a flote un tigre u otro animal sorprendido por la inundación. Sus hojas son grandes, circulares, coronadas en primavera con una bella flor azul.

Camilucho. — Gáucho andrajoso y despreciable.

Camoatí. — Especie de la familia de las avispas. Llámase así al panal que construyen con barro entre las ramas de los árboles o en el reborde de alguna casa.

Campaña. — El campo; la extensión de tierra fuera de los poblados.

Campear. — Recorrer el campo; y, por extensión, buscar algo.

Campero. — La persona práctica en las cosas y trabajos de campo.

Canelón. — Árbol de follaje verde oscuro que crece entre las piedras en las riberas de los ríos y arroyos. Los indígenas le llamaban «Capororoca» (del guaraní caá apocopada y pororog estruendo, restallar) sin duda porque observaron que sus hojas, arrojadas al fuego, reventaban como cohetes.

Cantimpla. — El individuo silencioso y medio tonto.

Canto por cifra. — Mezcla de recitación y canto. El payador o cantor, acompañándose con la guitarra, dice una frase melódica, a continuación recita unos versos con una pequeña entonación y remata su frase musical completando la línea cantada que había dejado pendiente.

Cantramilla. — José Hernández, al imaginar los consejos del Viejo Vizcacha, dejó escrita esta sixtina en su Martín Fierro:

 

 

Nunca le lleves la contra

Porque él manda la gavilla
Allí sentao en su silla

Ningún güey le sale bravo —

A uno le da con el clavo

Y a otro con la cantramilla.



Analizando esta estrofa, han considerado algunos que con la voz «cantramilla», se ha referido el poeta al regatón de la «picana» con que se azuza a los bueyes. Por su lado, el doctor Martiniano Leguizamón, en una documentada monografía, advierte que los carreros suelen llevar, además de la picana larga, otra más corta, con la que hostigan a los bueyes del pértigo: esta picana corta sería la «cantramilla».

Caracú. — Tuétano; la médula de los huesos.

Carchar. — Robar; desposeer de sus prendas a un muerto.

Caraguatá. — (Eryngium paniculatum Cuv.) Una planta de la familia de las bromeláceas, de hoja angosta, recia y espinosa.

Carbonada. — Guisado que se hace mezclando trozos menudos de carne, zapallo, papa, choclo y arroz.

Carancho. — (Polyborus, plaucus, Miller.) Ave de rapiña, diurna, de unos 0,30 cents, de longitud, de color castaño oscuro, jaspeado en el pecho, con una cola blanco-cenicienta atravesada de franjas color castaño; pico curvo, corto, agudo; ojos pardos; patas amarillas. Pósase en el suelo; come de los animales muertos. Los indios llamábanle caracará.

Carpintero. — (Chloronerpes, aurulentus de Temminck). Ave de unos 0,15 cents, de color bataraz y lunares amarillentos en las alas color plomo; su copete es de color castaño oscuro y la cola luce franjas amarillas.

Carneada. — La faena de matar y dividir en trozos la carne de un vacuno.

Carona. — Pieza grande de suela que se acomoda entre la bajera y el lomillo al ensillar^el caballo.

Caronero. — El cuchillo que se lleva oculto debajo de la carona.

Carpincho. — (Otros pronuncian «capincho», Daniel Granada). Es el «capibara» o «capiguara», —del guaraní capiibá— mamífero de casi un metro de longitud, de color pardo oscuro en el lomo y algo más claro en el pecho. Su boca y dientes son semejantes a los del conejo; en conjunto se parece al cerdo. Habita a orillas del agua, en la que se sumerge si se ve en peligro lanzando un grito fuerte (¡ap!); vive a veces en manadas, corre y da grandes saltos o nada bajo el agua grandes trechos. Oviedo, al describirle, le llama puerco de agua. Son fáciles de domesticar, y entonces acuden cuando se les llama.

Catinga. — Olor fuerte y nauseabundo; dícese del sudor de los negros.

Ceibo. — (Algunos escriben «seibo», Rafael Obligado). (Erythrina cristagalli, L.) Árbol de madera porosa que alcanza a veces buena altura; se cría formando montes en las islas y ostenta en verano espléndidas flores rojas.

Cielito. — Cantar popular, en metro de romance, que pusieron en boga los bardos de la revolución (Bartolomé Hidalgo), y luego se divulgó, al igual de los «Tristes», entre todos los payadores.

Cimarrón. — Dícese de lo que es rústico o semisalvaje, (el animal montaraz o la planta silvestre) en contraposición a lo manso o cultivado. Llámase también así a la yerba mate del Paraguay.

Cimarronear. — Tomar mate amargo, sin azúcar.

Cimbra. — Caña con una lazada de cerdas en uno de sus extremos, que se emplea para coger vivas a las perdices.

Cinacina. — (Parkinsonia aculeata L.). Árbol espinoso de hoja menuda y flores amarillas dispuestas en racimillos axilares.

Cincha. — La faja que se ciñe al vientre del caballo para sujetar la montura.

Cinchón. — La guasca que hace de sobrecincha.

Cinto. — (Otros dicen «tirador»). Cinto de cuero con el que se sujeta la «bombacha» a la cintura; construido en forma de bolso, sirve para guardar en él el dinero.

Cipó. — (Anchietea salutaris). Enredadera trepadora, de la fam. Violaceoe, de cuerdas muy resistentes, que compiten con las del cáñamo.

Coatí. — Cuadrúpedo semejante al macaco, hasta en el grito, pero con la cabeza más alargada; tiene las manos armadas con uñas fuertes y corvas.

Cojinillo. — Pequeña manta de cuero de carnero, gamuza o hilo, que se coloca sobre el lomillo del recado.

Coquero. — Presumido.

Corneta. — Dícese del vacuno al que le falta uno de los cuernos.

Corral. — Recinto de piedra o de palos a pique para encerrar los animales.

Cortadera. — Hierba de los bañados, de hoja larga, plana, cuyos bordes filosos cortan tal que una navaja; echa un penacho dé color blanco amarillento.

Coruja. — La lechuza.

Coscojas. — Piezas de metal de los bocados de los frenos que hace sonar el caballo al remover la boca.

Crucera. — La víbora de la Cruz, venenosísima.

Cuarta. — La cabalgadura que, mediante un «maneador» o «guasca» asegurado por un extremo a la cincha y por el otro al vehículo, ayuda a éstos a subir las cuestas o atravesar un mal paso. «Cuartear» es la acción de tirar del vehículo, y, por extensión, la ayuda que se presta a un amigo para sacarle de un apuro. «Cuarteador», el jinete que monta el caballo que da cuarta.

Cuchilla. — Loma o elevación del terreno, que no alcanza a serranía, pero que, al modo de ésta, se prolonga a veces considerable-njente. «Pueden hallarse, sin embargo, montañas o sierras en una larga cuchilla —enseña don Daniel Granada— como sucede en la General o Grande que atraviesa la República Oriental del Uruguay y parte del Brasil. En este caso, sin perjuicio de conservar, consideradas aisladamente, las montañas, sierras, etc., su nombre particular, quedan comprendidas en la denominación común de cuchilla que lleva la serie».

Cuí. — Pequeño cuadrúpedo. Es el denominado «chanchito de la India».

Culero. — Resguardo hecho con un trozo de cuero basto que se ata a la cintura y cubre las posaderas para que el que enlaza un animal estando a pie, pueda sujetar más firmemente el lazo con au cuerpo y resistir los tirones de aquél.

Curiyú. — Culebra gigantesca, boa americana. Schmidel, que la vio a orillas del Paraná, la describe así: «Grandísima y monstruosa serpiente, de 45 pies de largo, del grueso de un hombre; negra, con pintas leonadas y rojas, de que los indios se admiraron por no haberla visto mayor; matárnosla de un balazo».

Curupí. — (Sapium aucuparium, de la fam. Euphorbiaceae). Arbol de unos 4 metros, dé hoja estrecha, que despide, cortándosele, una sustancia blanca, lechosa, por lo que se le llama también palo de leche. Los indios envenenaban con ella las puntas de sus flechas.

Cuzco. — Perro pequeño, falderillo.

Chaguara. — Piolín con que se hace bailar el trompo. «Darle cháguara' a alguno, como quien dice: tirarle de la lengua, hacerle hablar.

Chajá. — (En guaraní, «Yajá») (Chauna, torqueta, Oken). Ave zancuda de color ceniciento, collarín blanco y espolón rojo en las alas, con las que pelea. Su grito de alerta, que le ha dado su nombre, denuncia cualquier novedad o movimiento en el campo.

Chalchal. — (Schmidelia edulis, St. Hil.) Arbusto de 2 o 3 metros, con hojas trifoliadas y flores color amarillento dispuestas en racimillos. Sus frutos, del tamaño de las alberjillas, son comestibles.

Chamichunga. — Despectivo, con el que se designan personas, insectos o animalillos ínfimos e inútiles. En el departamente de Rocha se nombra así a la sanguijuela. Cuando trabajando en los bañados nuestros criollos se ven asaltados por alguno de estos anélidos, se deshacen de él aproximándole la lumbre del cigarro: sintiendo la quemadura, la sanguijuela se contrae, relaja su ventosa y suelta.

Changango. — Guitarrón viejo.

Changüí. — Usase con el verbo «dar», para expresar que se concede ventaja a alguien en juego o apuesta.

Chapeao. — (0 «chapiao»). Pretales o arreos con que se adorna el pescuezo y el pecho del caballo, generalmente guarnecidos con chapas de plata.

Chapetón. — El que por falta de industria realiza mal su cometido.

Chapetonada. — Torpeza; falta de experiencia al hacer una cosa. «Pagar la chapetonada», recoger un daño o pérdida de lo que se ha ejecutado mal.

Charabón. — El pichón de avestruz.

Charque. — Las lonjas de carne de vacuno curadas con sal. Tasajo.

Charquear. — Dícese del que da tajos o puñaladas.

Charrúa. — El indio aborigen de la costa septentrional del Río de la Plata.

Chasque. — El mensajero que se envía con un parte o noticias al ejército. Cuando se trata de asuntos privados, se le llama «un propio».

Chicha. — Vino o alcohol de mandioca.

Chifle. — Asta de buey que se usa como una botella para guardar un líquido.

Chilca. — Arbusto que crece y se multiplica con gran profusión empobreciendo la tierra; despide un olor parecido al del pino. A veces adquiere tal altura, que cubre a un hombre a caballo.

Chimango. — (De la fam. Falconidae, ord. Accipitriformes). Ave de rapiña del tamaño de una paloma, color canela.

China. — Desígnase así, en general, a la mujer del gaucho y a la del soldado.

Chinchulines. — Yeyuno o parte del intestino delgado del animal vacuno donde se forma el quilo. Prepáranse asados a la parrilla o sobre las brasas.

Chingóla. — (Gen. Zonotrichias, Ord. Passeriformes, Fam. Frin-gilidaej. Ave pequeña que vive en bandadas, asaltando sembrados, parecida al jilguero. Su canto de cinco notas es melodioso, y por la mañana y las horas de la siesta se le oye en los cardales y arbustos.

Chiripá. — Manta de merino, cuadrilonga, que usa el gáucho haciendo veces de pantalón: pasada por la entrepierna y asegurada a la cintura, rodea los muslos y deja fuera los calzoncillos blancos y largos.

Chiruza. — Llámase así a la «china» o muchacha joven.

Choclo. — Mazorca de maíz tierno.

Chucaro. — El animal arisco; dícese también del que es asustadizo, desconfiado o áspero.

Chueco. — Patituerto.

Churrasco. — Trozo de carne que se asa sobre las brasas.

Churrinche. — (Pyrocephalus, rubinus, rubinus). Pajarillo alegre y vivaz, de color pardo, con la cabeza, cuello y cola escarlata.

Daño. — Maleficio.

Dorado. — (Fam. Fringilidae; Ord. Passeriformes). Pájaro pequeño de color amarillo dorado, muy vivaz y alegre.

Dormilón del monte. —- (Hydropsalis, torquata, furcifer, Vieillot). Ave de unos 0,30 cmts., de color pardo oscuro, ojos grandes, pico triangulado, que vive en pareja solitaria, haciendo su nido en el suelo. Vuela silenciosamente en la hora crepuscular con el pico abierto para tragar insectos, mariposas, libélulas, mosquitos, etc.

Diande. — Contracción de «de a donde». Arcaísmo español. Está en los clásicos.

Empacador. — El caballo que no responde al jinete y se resiste a andar, no obstante castigársele, permaneciendo como clavado en el sitio. De la persona que está enojada y no contesta si se le habla, dícese que «está empacado».

Encimera. — Pieza angosta de suela del recado que lleva una argolla en cada extremo y afianzados en ellas unos correones; la una asegurada a la cincha y la otra dispuesta para poder cinchar con ella.

 

Encuentro. — La entrepierna delantera del caballo.

Entrevero. — Dícese cuando en un combate de infantes o en una carga de la caballería los adversarios se mezclan los unos con los otros, luchando confundidos o entreverados.

Espinillo. — O Aromo. (Acacia Farnesiana Willd.) Arbol del género de las mimosas; sus ramas tienen espinas fuertes; da unas flor-cillas esféricas muy olorosas, de color amarillo anaranjado.

Esquila. — La faena de cortarle la lana a las ovejas.

Estancia. — Establecimiento grande de campo. Cuando es pequeño o suburbano se le llama «estanzuela».

Esteral. — (Ver «Estero»).

Estero. — Terreno bajo, pantanoso, anegadizo, cubierto de pajas o hierbas acuáticas, tales que juncos, toloras, algas, camalotes, etc.

Estrellero. — Caballo que acostumbra a echar la cabeza violenta V repentinamente hacia atrás, con lo cual incomoda y hasta puede lastimar a su jinete si no va prevenido.

Expiado. — El animal que tiene los vasos gastados.

Facón. — Daga, o cuchillo grande, de punta aguda, muy afilado.

Fachinal. — Pajonal alto.

Fariña. — Harina gruesa de mandioca.

Flechilla. — Un pasto muy delgado, de color blancuzco - amarillo, que crece en gran abundancia en el campo.

Flete. — Caballo de hermosa estampa, muy ligero en el correr.

Gacho. — El sombrero hongo con que se toca la cabeza, bajándosele el ala sobre la frente para hacer visera a los ojos contra el sol.

Galpón. — Construcción aislada, con o sin paredes, donde se guardan frutos y útiles.

Gallareta. — (Fúlica Anmillata, Vieillot.) Ave del tamaño de una gallina mediana, de color plomo oscuro, cola corta, base del pico roja. Vuela corto y nada en los bañados, donde pone sus nidos flotantes.

Garras. — La extremidad del cuero por donde, mediante un ojal, se le asegura a la estaca para estirarlo.

Gateado. — Animal yeguarizo color bayo o amarillo oscuro con una raya negra en el anca, así como en las patas desde la rodilla para abajo.

Gaucho. — El individuo nativo de nuestros campos; el que vive y trabaja en ellos.

Gauderio. — Así se le llamó al primitivo gaucho.

Golilla. — El pañuelo con que se rodea el cuello doblado diago-nalmente para dejar flotar dos de sus puntas a la espalda.

Gringo. — El extranjero; aplícase más comunmente al inmigrante italiano.

Guabiyú. — Arbol mirtáceo de propiedades medicinales; produce una fruta negra del grueso de una guinda, comestible.

Guacho. — El animal que se cría apartado de la madre. Llámasele así también, despreciativamente, al individuo sin padres conocidos.

Gualicho. — Genio del mal que se introduce en forma de enfermedad en el cuerpo del indio.

Guampas. — Las astas del animal vacuno.

Guasca. — Cuerda de cuero crudo, corta.

Guayabo. — (Eugenia cisplatensis). Arbol de poca altura, de madera oscura, que crece en el Uruguay y zona sur del Brasil. Su fruto es comestible.

Guayacán. — (Polieria hygrométrica). Pequeño arbusto de madera muy dura, que da unas ílorcillas blancas.

Guazubirá. — Venado de monte. Cree el vulgo que su baba rodeando a las víboras les impide desplazarse y que allí donde cayó en el suelo no crece más el pasto.

Gurí. — Criatura, muchacho.

Higuerón. — (Ficus subtriplinervia Mart; fam. Moraceae). Arbol frondoso, que arraiga lo mismo en el suelo como en la horqueta de otro árbol, o bien entre las ruinas o peñascos. Tiene hojas grandes, elípticas, pecioladas. Da un higo pequeño, color marrón - rojizo.

Hornero. — (Farnarius rufus, rufus. Gmelin.) Es un ave que construye su nido con barro y pajuelas, en forma de horno, sobre los postes, en la cumbrera de los ranchos o palos del telégrafo.

Horqueta. — Junción en ángulo agudo de una rama con el tronco. Paraje donde dos brazos de un río se unen, formando ángulo también.

Humita. — Manjar hecho con choclo pisado, especies y pasas de uva, todo ello envuelto en la «chala».

Iguana. — Especie de lagarto, de color negruzco, largo algo más de medio metro.

Iribú. — Cuervo.

Isipó. — Bejuco; planta sarmentosa y trepadora.

Isla. — En sentido traslaticio, conjunto de árboles o monte de poca extensión, aislados en medio del campo.

Jagüel. — Zanja o balsa con agua, que sirve de abrevadero.

Jején. — Insecto, más pequeño que el mosquito, de picadura muy irritante.

Jergas. — Trapos de lana que se colocan debajo de la montura, sobre el lomo del caballo.

Jeringar. — Incomodar, molestar.

Jilguero. — (Hay los que pronuncian «silguero» y aún «sirguero») (Spinus, ictericus). Ave pequeña de color amarillo verdoso. Canta y trina muy bien.

Judiada. — Dar una broma pesada.

Julepe. — Susto, miedo.

Ladero. — El caballo que se agrega a los que van de tiro en las varas y trota a un lado del camino.

Ladino. — Astuto, taimado, sagaz.

Lapacho. — Árbol enorme de madera dura; produce una apreciada tinta amarilla.

Laucha. — Ratón pequeño.

Lazo. — Trenza de cuero de 10 o 15 brazos de largo con argolla de hierro en uno de sus extremos para formar la «armada».

Lechiguana. — Una especie de avispa.

Lobisón. — El individuo que, según el vulgo, se transforma por la noche en lobo, cerdo, etc.

Locro. — Vianda de maíz cocido, con varios condimentos.

Lomiarse. — Enojarse o «hinchar el lomo», tal como lo hacen los gatos cuando se enfurruñan.

Lomillo. — Pieza del recado con dos almohadillas rellenas de paja llamadas «bastos», sujetas entre sí por una lonja de suela, la que se coloca sobre la «carona».

Loro barranquero. — (Cyanolyseus, patagonus, patagonus, Viei-llot.) Ave de tamaño mediano y plumaje vistoso. Habita en las barrancas cerca de los ríos, particularmente en las del Río de la Plata y del Río Uruguay, reunidos en colonias. Hacen nido en cuevas y siguen a las personas que van a caballo durante largo trecho lanzando sobre su cabeza chillidos aturdidores. No se les puede enseñar a hablar como a otras especies del Paraguay.

Lunarejo. — El animal que tiene uno o varios lunares en el pelo.

Luz mala. — Fuego fatuo. La superstición popular ha hecho de tales luces (que a veces siguen al hombre por la onda de aire que origina su traslación en el espacio) la imagen de los difuntos que andan purgando alguna culpa sobre la tierra, — «andan penando», dice el criollo.

Maca. — Ave acuática, de muy torpe vuelo, el que siempre realiza sobre el agua.

Macachines. — Planta tuberácea; sus rizomas son muy dulces.

Macagua. — Ave que persigue y destruye a las víboras con saña.

Macana. — Garrote corto, con manija; cabo del «arreador» cuando es muy grueso. Arma ofensiva de los indios. En sentido figurado: disparate enorme o acción brusca e intempestiva.

Macanazo. — Golpe dado con la macana. Dicho o escrito absurdo, sin sentido común.

Maceta. — El animal o el hombre de andar pesado por enfermedad o vejez; el que tiene nudos en las rodillas o pies.

Madrugar. — Adelantarse a la acción de otro.

Malacara. — Caballo alazán que tiene una mancha blanca desde la frente hasta el hocico.

Malambo. — Un baile de las provincias argentinas.

Malevo. — Salteador, gaucho malo; el que anda huido de la autoridad.

Malón. — Asalto de indios a un poblado para robar, asesinar y raptar mujeres.

Mamao. — El que está ebrio.

Mamboretá. — Insecto. Es la «manta religiosa» de los naturalistas.

Mamangá. — (Le dicen también «mangangá»). Abejorro, de la familia de los himenópteros. Es un insecto que zumba continuamente, de color negro a listas blancas, o con segmentos amarillos en el escudete. Dícese de la persona que habla mucho, con monotonía.

Mancarrón. — Caballo viejo, muy manso.

Mandinga. — El Diablo.

Mandria. — El que es temeroso y cobarde.

Manguera. — Corral de piedra suficientemente grande como para encerrar numerosos vacunos.

Manguruyú. — Pez de agua dulce, feísimo, de color pardo, rechoncho, cabeza enorme y ojos pequeñísimos. Vive en el fango o escondido entre las toscas.

Manea. — Útil de cuero con ojotas y botones para engrillar los pies delanteros del caballo.

Maní. — El cacahuete. Llaman «mandubí» la planta que da este fruto.

Maniador. — («Maneador»). Tira de cuero crudo, que se soba y engrasa para ablandarlo, que sirve para atar el caballo.

Marca. — El hierro con que el dueño marca a fuego sus animales en la paleta.

Mataco. — Especie de tortuga cuya concha anillada le consiente arrollarse en forma de bola.

Matadura. — Lesión o lastimadura en el lomo del animal.

Mataojo. — Árbol que al ser quemado produce un humo malísimo para los ojos.

Mate. — Calabaza en la que se «ceba», es decir, se sirve la infusión de yerba - mate que se sorbe por medio de la bombilla.

Matear. — La acción de tomar mate, solo o en rueda de amigos.

Matrero. — El que anda huido. Dícese del que persigue la autoridad y se oculta en los montes.

Matungo. — El caballo pesado, de desastrosa figura, que no sirve para nada.

Maturrango. — El que no sabe andar a caballo. El que es torpe al intentar hacer algo.

Maula. — El que es flojo, rehuye pelear o no se atreve a una empresa difícil.

Mazamorra. — Plato de maíz blanco pisado, que se hace hervir con agua y luego se mezcla con leche y azúcar.

Mentao. — Renombrado.

Mentas. — Memorias, fama.

Milonga. — Tonada sencilla, algo monótona. — Danza de la que derivó el «tango». — Le dicen también así a la mujer de vida licenciosa.

Miomío. — (Baccaris coridifolia). Un yuyo venenoso.

Miraguaya. — Pez de un metro y medio de largo, y más todavía, - semejante a la «corvina negra». Seco y salado, se vende en el Uruguay como bacalao, pues su gusto es parecidísimo al de éste.

Misia. — Tratamiento de respeto, que se antepone al nombre propio de una señora.

Misto. — (Sicalis, arvensis, arvensis). Ave pequeña de color amarillo castaño. Vive en bandadas y es perjudicial para los agricultores.

Mojinete. — Remate triangular de la pared frontera de un rancho o galpón.

Molle. — (Schinus dependens Ortega). Arbol indígena muy tortuoso o retorcido, cuyas ramas espinosas le hacen más salvaje.

Mormo. — La canícula del mediodía.

Mormaso. — La pesadez del mediodía en verano.

Moro. — El caballo de color negro entremezclado de blanco.

Muleque. — Antiguamente, el negrillo esclavo.

Mulita. — Tatú de algo menos de medio metro de largo; sus orejas son parecidas a las de la muía.

Naco. — Trenza de cuerda de tabaco brasileño.

Nazarena. — Espuela de rodaja grandota, con cinco u ocho pinchos.

Noque. — Tipa grande para guardar grasa, sebo, chicharrones.

Novillo. — El toro castrado.

Nutria. — (Myopotamus coy pus). Cuadrúpedo roedor; rata de agua. — Su piel es muy estimada.

Ñacaniná. — Víbora grande, bravísima.

Ñacurutú. — (Voz guaraní, que quiere decir: jiboso). Ave de rapiña nocturna, lechuzón. Es el «Gran Duque» de Europa.

Ñandubay. — (Prosopis algarrobilla). Árbol indígena de proporciones, de madera dura y muy pesada, usada comúnmente en cercos y postes. Su fruto contiene tanino.

Ñandú. — Avestruz americano.

Ñangapiré. — Especie de pitanga, de fruto amarillento, menos dulce que ésta.

Ñapindá. — Mimosa; zarza armada de espinas curvas, muy duras. Le dicen también «uña de gato».

Ombú. — (Phytolacca dioica L.) Arbol frondosísimo, originario de América. Alcanza a veces una altura de 18 metros. Es de madera fofa, que no sirve ni para quemar. Crece solitario en medio del campo. Junto a él el gaucho suele construir su rancho.

Orejano. — Dícese del animal que no tiene marca.

Ortiga vizcachera. — Ortiga de hoja menuda, mucho más irritante que la común.

Overo. — Caballo o yegua cuyo pelaje ostenta manchas blancas y negras. Cuando aquéllas son rosadas, se le llama al animal «overo rosado».

Pacú. — Pez grande de agua dulce, escamoso, chato, de color pardo.

Paja brava. — (Cortaderia dioica). Hierba de los bañados, de hoja larga, muy cortante; echa un plumacho blanco. Se emplea para techar ranchos.

Pajonal. — Sitio o paraje bajo, húmedo, próximo a los arroyos o cañadas, lleno de juncos, pajas y otras hierbas semejantes.

Pago. — Lugar, distrito campesino.

Pampa. — Llanura muy extensa, sin vegetación. — Llámase así al indio, de origen araucano, que habita la Pampa austral. — El caballo o vacuno que tiene la cabeza blanca y el cuerpo de otro color.

 

Pampero. — Viento que sopla entre el oeste y el sud - sudeste. A veces lo hace furiosamente durante dos o tres días acompañado de fuertes aguaceros; pero cuando cesa, deja el cielo límpido. Desígnasele así porque atraviesa el desierto o la Pampa.

Pango. — Hierba que usan como tabaco los negros.

Pardo. — Designase así al mulato.

Parejero. — Caballo de carrera, muy veloz.

Pato. — (Juego del). Consiste en lo siguiente: un pato metido dentro de una bolsa de cuero es disputado por varios jinetes. Como la bolsa está anudada con dos o más cuerdas, los jugadores, dándose el anca de los caballos, cogen los extremos de ellas, y a una señal, arrancan violentamente. El más esforzado se lleva la prenda, que debe conducir a un sitio determinado de antemano; pero mientras corre es perseguido y asaltado por los otros competidores. Con los encontrones y pechazos que se dan las cabalgaduras, suelen producirse rodadas, caídas y hasta alguna rotura de brazos y piernas. Debido a ello, hace años fue prohibido este juego por la autoridad.

Patriada. — Voz con que el criollo designa el movimiento armado que persigue la liberación de la patria: con tales movimientos, los partidos políticos han escrito la crónica roja de nuestras contiendas civiles.

Payador. — Trovero popular, que canta sus versos improvisados acompañándose con la guitarra. En su9 andanzas y correrías suele encontrarse con otro payador y entonces entran en competencia lírica, organizando, para regocijo del auditorio congregado en una «pulpería», lo que se llama una «payada»: un cantor formula una pregunta, en verso naturalmente, y el otro debe contestarle, en verso también, de inmediato, so pena de ser declarado vencido.

Payé. — Adivino; dícese de lo que encierra hechicería.

Pelo. — (Por color). Empléase al hablar del pelaje de los animales yeguarizos, vacunos, etc. En el Uruguay, también alude el vocablo a la opinión política del individuo: un «blanco», un afiliado al «partido blanco», designa o hace referencia a sus adversarios políticos, los «colorados», diciendo: «del otro pelo»; son gentes del «otro pelo».

Peludo. — Tatú, largo de poco menos de medio metro, cubierto de pelos entre las escamas de su caparazón. — En otro sentido, borrachera.

Penca. — Carrera de caballos a la manera criolla. Si la distancia e9 fijada en cuadras», se les llama «carreras cuadreras».

Pericón. — Danza que bailan en junto numerosas parejas, compuesta de variadas y vistosas «figuras»: las «visitas», el «molinete», la «cadena», la «coronación», el «paseo», las «relaciones», etc. En esta última, una pareja es echada al centro del ruedo y el hombre debe improvisar unos versos que muy luego contesta con otros la mujer. La persona que dirige el baile dando voces de mando para la formación de las «figuras», se llama «bastonero».

Petizo. — Caballo de muy poca alzada.

Pialar. — Derribar un animal, trabándole las patas con el lazo.

Picada. — Senda abierta entre el monte, o paso fácil de un río o arroyo.

Picana. — Vara larga de pocos metros con un clavo en la punta, que se emplea para azuzar a los bueyes.

Picazo. — El yeguarizo que tiene el cuerpo oscuro y la frente y los pies blancos.

Pichigotones. — Indiecitos de pecho.

Pilcha. — Prenda de uso.

Pingo. — Caballo vivo, de buena estampa.

Pirincho. — (Güira, güira; fam. Cuculidae, ord. Cuculíjormes). Ave de unos 0,20 ctms., con otros tantos de cola, de color castaño, cuello y pecho amarillos y un penacho de plumas Color café en la cabeza. Se domestica fácilmente. Su canto es estridente y muy alto, oyéndose a distancia.

Pirón. — Pasta que suple al pan, hecha con fariña y caldo.

Pitonga. — Árbol mirtáceo de hojas aovadas y fruto comestible semejante a la guinda, de un color morado oscuro.

Pitar. — Fumar.

Poncho. — Manta cuadrada o cuadrilonga, con una abertura en el medio para pasar la cabeza, con lo que queda suspendida de los hombros, cubriendo el pecho y la espalda.

Poner bandera. — Dícese cuando en unas carreras criollas o «penca» la autoridad (generalmente el comisario de policía), ordena que un hombre enarbole una bandera (un pañuelo atado al mango de un rebenque), bajada la cual se considera «largada» la carrera. Este recurso extremo se ejecuta cuando los corredores, por maña o picardía, demoran la «partida' de los caballos, perdiendo tiempo con sus «envites» y corriditas en falso.

Porongo. — Calabaza. El mate de forma ovalada.

Pororó. — Maíz tostado en una sartén con un poco de grasa, con lo cual revienta formando «rosetas», al que se le echa luego un poco de miel. Prefiérese para ello una clase de maíz pequeño llamado «pisingallo». — En sentido figurado: «habla como un pororó», para designar al que habla mucho, seguido y atropelladamente.

Portera. — La abertura hecha en un cerco o alambrado para dar tránsito a personas y vehículos, que luego se cierra con palos unidos con alambres.

Potrero. — Trozo de campo cercado donde se guardan caballos o vacunos.

Pulpería. — Rancho donde se venden comestibles, bebidas, prendas de vestir y toda laya de cosas. Ubicadas en medio del campo, a la vera de un camino, congrega los días festivos a los gauchos de los alrededores, que distraen allí su ocio jugando, bebiendo, cantando, etc.

Puma. — Cuadrúpedo: es el león suramericano; pero pequeño y poco temible.

Puntas. — Los primeros gajos de un río o arroyo.

Punzó. — Llámase así al color encarnado vivo.

Quebracho. — (Quebrachia Lorentzii). Arbol de 10 o 15 metros de altura, de madera oscura y pesada, durísima, que suele «quebrar el hacha». Existe el «blanco» y el «colorado». Se emplea en construcciones fuertes, como durmientes en las vías del ferrocarril, tablazones de buques, etc.

Querencia. — El lugar o paraje donde se habita.

Quillango. — Manta de piel de guanaco.

Quillapicas. — Mantas de cuero.

Quincha. — Tejido de junco con que se asegura las pajas, cañas, etc. de una construcción.

Quirquincho. — Una variedad de armadillo; «tatú» grande.

Rabicano. — El caballo que tiene pelos blancos en la raíz de la cola.

Ramada. — Sencilla construcción que se levanta cerca de la casa o rancho para resguardo del sol. Consta de cuatro palos clavados en tierra para sostener la techumbre hecha de paja o ramas de árboles.

Rancho. — Habitación campesina con paredes de barro, techo de paja o totora sostenido por horcones y cuyo piso es de tierra. La puerta es de madera y a veces la reemplaza un cuero seco de vacuno.

Ratonera. — (Troglodytes musculus bonareae). Pajarito de color acanelado, que busca insectos recorriendo zarzas, escombros o las irregularidades del terreno, semejante a un ratón.

Rebenque. — Látigo formado por un cabo de madera forrado de piel y la «azotera» de cuero de vacuno.

Recado. — El conjunto de piezas que constituyen la montura con que se ensilla el caballo.

Redomón. — Caballo recién amansado, muy arisco aún.

Rejucilo. — Relámpago.

Relación. — Versos que dicen las parejas que danzan en el «pericón»; primero dice los suyos el hombre, dedicados a su compañera, y luego le contesta ésta.

Rayuno. — El animal que tiene cortada la punta de una de las orejas.

Rodar. — La caída del caballo cuando va corriendo.

Rodeo. — Usase precedido del verbo «parar». Operación de campo que consisten en reunir el ganado para reconocer los animales, apartarlos, contarlos, venderlos, etc.

Sabiá. — (Planesticus, amaurochalinus). Ave canora, de color marrón claro, que tiene el cuerpo algo más alargado que la calandria. Con ésta y el zorzal constituyen la trinidad de pájaros de más dulce canto del Río de la Plata.

Sangría. — Bebida refrescante hecha con vino tinto, agua y azúcar.

Santero. — El buhonero que vende imágenes, amuletos y figuras de santos.

Sarandí. — Arbusto muy común en las riberas de los ríos, tan próximo a las aguas que éstas bañan casi siempre sus troncos. Lo hay de tres clases: el «blanco», «colorado» y «negro». Su nombre viene del guaraní: «saran», maleza y «di», sitio, porque crece en paraje donde existe mucha maleza.

Secos. — Los tirones violentos que da el animal enlazado.

Sobrecincha. — Pieza del recado que consiste en una faja de cuero blando, gamuza, etc., con la cual se sujetan los cojinillos, pasándola por la barriga del caballo.

Sobrepaso. — Dícese del caballo que tiene el andar menudo, dando el paso más corto del común a los otros equinos. «Caballo andador» le dice el criollo, porque con tan cualidad rinde mucho su marcha.

Sotera. — (O «azotera»). La parte del rebenque de cuero, con que se azota el caballo.

Sotreta. — Caballo inservible por su vejez o achaques.

Sucuchu. — Habitación ruin.

Surubí. — Un pez de río.

Tábano. — Una mosca muy grande, de color pardo o verdoso, armada con fuerte aguijón con el cual penetra el cuero de los vacunos, inquietándolos. Pululan en los montes, cerca de las corrientes de agua.

Tacuara. — Caña que alcanza algunos metros de altura, gruesa y muy fuerte. Con ella hacían el asta de sus lanzas los gauchos guerreros.

Tacuaruzú. — Tacuara de 12 y aun 15 metros de alto, gruesas como el muslo de un hombre. Con éstas, forradas de cuero, hicieron sus primeros cañones los guaraníes rebelados contra los españoles.

Tacurú. — Montículo de tierra, semiesférico, de cuarenta centímetros de altura poco más o menos, muy duro y resistente (a veces rompe el arado), que abunda sobre todo en terrenos anegadizos o en las proximidades de ríos y arroyos. Madrigueras de hormigas abandonadas por ellas; cuando éstas las habitan, se les llama sencillamente hormigueros.

Tala. — (Celtis sellowiana). Arbol el más común en el Uruguay, de hojas pequeñas y escotadas, con las ramas muy torcidas y espinosas; su madera es blanca y muy dura.

Tamanduá. — El «oso hormiguero».

Tambeyuá. — Chinche silvestre, de color verde.

Tape. — El indio guaraní de las Misiones jesuíticas. — En general, el hombre de tez oscura, tirando a indio.

Tapera. — Habitación o rancho abandonado, en ruinas.

Tararira. — Pez grande de río, redondeado, negruzco, escamoso.

Tata. — Tratamiento respetuoso que el hijo da a su padre. «Tata viejo», el abuelo; «Tata Dios», el Padre Eterno.

Tatú. — Armadillo. Cuadrúpedo cubierto por una costra ósea negruzca, muy fuerte, formada por escamas, de cabeza cónica y pun-teaguda; sus patas cortas y gruesas tienen una uñas largas y encorvadas. Vive en cuevas subterráneas y los hay de varias especies.

Tembladeral. — Paraje cenagoso que no ofrece a la vista mayor cuidado, pues tiene el aspecto general del campo; sin embargo, el hombre o animal que se aventura a cruzarlo se hunde y desaparece por entero, tragado por la tierra. La Academia le llama «tremedal» o «tembladal», sitio cenagoso que por poco movimiento que se haga, retiembla.

Terutero. — (Belenoterus chilensis lampronotus). Ave de poco más de un pie de longitud; tiene el lomo y alas negras con mezla de pardo y el pecho blanco, llevando un copete en la cabeza. Su grito suena como su nombre; se domestica fácilmente y vive en huertos y jardines, haciendo eficaz centinela, ya que su grito denuncia cualquier novedad o persona que entra en ellos.

Teyuyaguá. — Una variedad de lagartija. Es la que vio el arcediano Martín del Barco Centenera, que vino al Río de la Plata por el año 1573 con el adelantado don Juan Ortiz de Zárate. Decíase del animalejo que tenía una piedra preciosa en la cabeza, lo mismo que una brasa de fuego vivísima color del rubí, con la cual deslumhraba a sus perseguidores. Los indios llamábanle «el diablo de piel roja» por el aspecto y colorido del cuerpo.

Tiento. — Tira muy delgada de cuero, sobada y pulida, que sirve para trenzados.

Tijereta. — (Muscívora, Tirannus). Pájaro de cola negra muy larga que abre y cierra al volar, remedando el juego de una tijera.

Tilingo. — El individuo simple, que habla mucho y dice tonterías.

Timbó. — Árbol corpulento; de su madera se hacen bateas, canoas, etc.

Timbú. — Indio de la margen derecha del río Paraná.

Tipa. — Árbol que alcanza gran altura; su resina es medicinal; su madera empléase en la construcción de barcas. — Llámase también así el cesto hecho con tiras de cuero de vacuno.

Tipoy. — Saco de lienzo sin cuello ni mangas que usaban las indias misioneras.

Toba. — Indio del Chaco.

Toldo. — Cabaña del indio hecha con estacas y pieles.

Tonina. — Cetáceo muy abundante en el Río de la Plata, que alcanza a tres metros de largo. Se les ve amenudo desfilar de a uno en fondo, sacando el lomo fuera del agua, a la caza de peces, que devora en gran cantidad.

Tordillo. — El caballo blanco entremezclado con negro.

Tordo. — (Molothrus, bonariensis). Ave pequeña de color negro azulado, que se caracteriza por poner sus huevos en nido ajeno.

Totora. — Hierba parecida a la espadaña, que crece en los parajes húmedos o anegadizos, flexible y resistente, propia para hacer esteras, asientos de sillas, cubiertas de carro; se la emplea mucho para el techo de los ranchos.

Tranquera. — Armazón de palos sujetos con hilos de alambre que hace las veces de puerta de un campo cercado o alambrado.

Trompeta. — El individuo desvergonzado y atrevido.

Tropa. — Conjunto de animales que se conduce a alguna parte.

Tropero. — El hombre de campo que conduce de a caballo una tropa.

Tropilla. — Pequeño número de caballos que andan y pastan generalmente juntos. Una yegua, denominada «madrina», sirve de vínculo a los animales para mantenerlos unidos. Es un lujo criollo tener «tropilla de un pelo», es decir, del mismo color todos los animales.

Tubiano. — Caballo que tiene manchas de dos colores muy extendidas en el cuerpo.

Tubichá. — Jefe o cacique de una tribu india.

Tucutuco. — Cuadrúpedo algo mayor que el topo; construye sus cuevas en terrenos arenosos.

Tupá. — El nombre de Dios entre los guaranies.

Tupí. — Indio que habitaba la parte oriental del Río Uruguay.

Urunday. — (Astronium juglaudifolium). Arbol frondoso, que puede alcanzar hasta 20 metros, de madera colorada, dura, que se emplea para hacer tirantes. Parece que los indios construían sus arcos de guerra con sus ramas.

Urutaú. — Ave nocturna de un color pardo acanelado, que se distingue por su grito alto y triste. El vulgo cree que sus plumas poseen cualidades mágicas. Ha dado dado origen a varias hermosas leyendas en el Paraguay y la Argentina.

Vacaje. — Conjunto de vacas.

Vacaray. — Ternero nonato.

Vaquillona. — Becerra, vaca nueva.

Vencedura. — Arte de hechicería para curar una enfermedad.

Verdear. — Tomar mate.

Verija. — La parte baja de la barriga, cerca de la entrepierna trasera.

Vidalita. — Música o canción popular de acento melancólico, cuyos versos rememoran amoríos, tristezas o ausencias. Compónese la estrofa de cuatro versos de 6 sílabas cada uno, separados el 1.° y el 3.°, así como el último del penúltimo por dos versos de 5 sílabas, constituidos éstos por la palabra «vidalitá» pronunciada con acento agudo.

Vincha. — Cinta o pañuelo pasado sobre la frente y anudado detrás de la cabeza para retener el cabello. Usanla generalmente los corredores de carreras.

Vinchuca. — Insecto nocturno de alas negras, que chupa la sangre como el mosquito y causa gran irritación en la piel.

Virará. — Árbol de la familia de las «biguionáceás», algo parecido al «lapacho».

Viudita. — (Fam. Tyrannidae; ord. Passeriformes). Ave pequeña, de color blanco y pico negro. Se posa en una rama o en un poste del alambrado y espera que pase un insecto, se lanza sobre él, lo devora y vuelve a su sitio. Existe una variedad —la «viuda negra»— de pico color plata y todo el cuerpo de color negro.

Vizcacha. — Cuadrúpedo de unos dos pies de largo, semejante al conejo en la boca, cola y modo de andar; de orejas cortas y cara mofetuda erizada de barbas a los costados; dotado de uñas agudas. Perseguida, se defiende hasta morir. Vive en cuevas, a la que lleva cuantos objetos encuentra. Generalmente esta cueva es compartida por la vizcacha con las lechuzas llamadas «urucureá».

Yacaré. — El caimán americano. Es bravísimo el «amarillo».

Yacú. — Ave de color oscuro tornasolado con pintas blancas. Le llaman también «pava de monte».

Yaguané. — El animal que tiene el pescuezo y costillares de color distinto al del lomo y barriga.

Yaguareté. — (Algunos escriben «jaguareté»). Es el tigre americano. Animal grande y fuerte del orden de los félidos. Su altura hasta la cruz es de unos 0,80 cents, aproximadamente, por 1 mt. 45 de largo. Su pelaje es de un amarillo rojizo, dominando el blanco en la parte del viente y las entrepiernas. Todo su cuerpo está moteado de manchas en forma de anillos ribeteados en rojo y negro.

Yajá. — (Véase «Chajá»).

Yarará. — (O «yararaca). Víbora muy venenosa; de color pardo con manchas redondeadas blanquecinas; alcanza a tener más de un metro y medio.

Yatay. — Variedad de palmera. Da un fruto dulce.

Yerba. — La yerba-mate: «ilex paraguayensis». El árbol tiene el tamaño de un naranjo y sus hojas son permanentes. Existen varias clases de yerba; las principales y más apreciadas son la del Paraguay y la Misionera.

Yeruá. — «Porongo» chico.

Yuyo. — Hierba inútil.

Zafacoca. — Reyerta ruidosa; confusión en una pelea.

Zafado. — El que ofende el pudor con sus palabras o acciones.

Zanja. — Cauce formado por el arrastre de aguas pluviales en un terreno.

Zaramagullón. — (Podiceps domitlicus brachryryncusj. Ave acuática del tamaño de un cuervo.

Zorrino. — (O «zorrillo»). Zorro pequeño, listado de blanco, que, al ser perseguido, se defiende arrojando orín, que es pestilentísimo.

Zorzal. — Planesticus rufiventris, rufiventris). Ave de canto melodioso, de unos 0,25 cents. Su pecho es gris oscuro, vientre y flancos color canela, garganta blanca con rayas de un castaño claro, alas de color castaño también con filamentos claros y cola cuadrada color plomo. Puede aclimatarse en jaula.

Zurubí. — Variedad del pez llamado «bagre», muy grande, sin escamas, de piel cenicienta con manchas atigradas.

 

Víctor Pérez Petit

Revista Nacional Nº 68
Montevideo 1943

 

Editado por el editor de Letras Uruguay

Email: echinope@gmail.com

Twitter: https://twitter.com/echinope

facebook: https://www.facebook.com/carlos.echinopearce

Linkedin: https://www.linkedin.com/in/carlos-echinope-arce-1a628a35/ 

 

Métodos para apoyar la labor cultural de Letras-Uruguay

 

Ir a índice de Ensayo

Ir a índice de Pérez Petit, Víctor

Ir a página inicio

Ir a índice de autores