paisajes

1

Para que conozcan
los que van sin conocer
el destino
que colma
de soles, lluvias
y ausencias
con aroma a tierra
sobre los hombros
de este mundo excremencial,
escribo.

2

De este suelo y de aquel
soy parte.
Mi lengua, mi sangre
y mi lento pulso
que cae sobre las mañanas
también son parte 
de esta naturaleza 
embriagada
que nos envuelve 
a todos por igual
de lo visible e invisible
de lo justo e injusto
y de lo que aún no es.

3


...y miro el fuego apenas encendido...
Saúl Ibargoyen Islas



Ya no quedan luces que encender
para mostrarle al mundo
las crujientes claridades de la realidad.


4

Una hora
tan solo una hora
una hora más
y en los descuentos
pasa
la espera, la noche
la vida, las formas

 

5

Cuando termina el amor 
ya todo no importa
nada queda
todo es ajeno, lejano
ni sabor, ni viento
ni jinete, ni vuelo
ya no hay más instantes 
cegados por las señas
de las llovidas estaciones.
Cuando termina el amor
ya todo no será como fue.


6

Hoy es miércoles
otro miércoles más 
que no te tengo, y
la angustia llega 
hasta esta plaza reseca
de Valvanera.
Tu ausencia me destierra.



Sombra y olvido
por los rincones 
maltrechos de la esperanza.

8

Carne negada
bajo la noche
naciente
hundiéndose vencida.

9

Cuentas
las noches que tu ventana
se abrió al otoño
reclamando hojas secas
en las calles 
y en la oscuridad
se prolonga desnuda
la espera.

10

Donde ya no queda nada
ha quedado intacta
la memoria
sobre cada rostro
bajo la luz del otoño.

11

Un hombre con voz de piedra
se impone desafiante 
al borde del muelle
que se amamanta de agonía
por el incierto camino acongojado
del desamparo.

12

Hojas
verdes amarillas rojas azules
hojas
opacas brillosas
silenciosas ruidosas
hojas
boscosas arenosas olorosas
hojas
sobre la luz sobre la sombra
sobre la silla sobre la mesa
hojas.

13

Es la calle es la primavera
o aquella estatua que parece solitaria
de ídolos secos marchitos adormecidos
dulcemente abrazados por la garganta
que se hace abrigo
de amantes callejeros pájaros palomas
que se aplastan caminan resguardan
de las sombras vivientes de la noche.

14

Junto al camino
se encienden los colores 
de sus ojos negros
como un huracán
que navega por la noche solitaria
sobre las orillas misteriosas de los sueños.

15

Ha caído el día, y
mis ojos siguen abiertos 
date cuenta, 
estoy solo 
llega la despedida, y
el cielo condena 
los desiertos de mi borrachera
ya no hay tiempo 
para marcha atrás
mañana estaré anudado
a una butaca de avión, y
mis noches ya no serán tus noches.
El amanecer es incierto.

16

Mudo, más mudo
que la soledad 
cuando golpea los huesos
bebo a ciegas la transfiguración.
Bebo de las aguas peregrinas 
de los amaneceres oscuros de agosto 
los pasos, 
toneladas de pasos
se van acercando 
los escucho 
oigo sus gritos.

17

Viendo cómo muerden los ojos, en
la tristeza húmeda de los hombres
tiemblo
bajo un paisaje sin cielo.

18

Todo tiempo es reflejo
de quietud
de movimiento
de infinito
anhelando alcanzarse a sí mismo.

19

Llueve y la noche se inunda de miseria
techos naufragando sin casas
en la profundidad de la nada
interminable.
El desconsuelo seca mi boca
y Dios sigue de largo.

20

El amor 
es ese maldito sentir
afrodisíaco
que nos hace querer
ser el otro.

21

Ayer tiré de mi piel
y fui descubriendo 
los universos que me habitan.
Bajo ella
las longitudes invertebradas de la vida
me han dado el regalo
de estirar mis sueños
sobre mis heridas.

Luis Marcelo Pérez 
Poesía en Estado Natural

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