VIII Jornadas nacionales de historia de las mujeres y
III Congreso iberoamericano de estudios de género
Córdoba, Argentina, del 25 al 28 de octubre de 2006

Hermafroditismo mental, metáfora vegetal: 

dos construcciones de identidad sexual en la literatura de la Belle–Époque.      
Lic. Claudia Pérez

Ma Bien –Aimée et moi  nous nous promenons devant notre cottage.[1]

Esta frase del Diario de Lady Eleanor Butler reitera Colette, como sermo fascinante, en  Lo Puro y lo Impuro.[2] A través de ella reflexionaremos sobre dos miradas acerca de la identidad, permeada por la fractura en la hegemonía de discursos sociales que atravesaban la Belle-Epoque parisina.  Colette y Proust evidencian un campo ideológico y estético influido por la  “implantación perversa”  que menciona  Foucault, por la exhaustiva clasificación desde la psiquiatría de las variedades de orientación y práctica sexual, como voluntad de saber que latía desde la represión hasta la puesta en discurso.

A la luz de las teorías de género, y de los estudios culturales que atraviesan la literatura, descentrándola del círculo de la literaturidad para revincularla con construcciones contextuales, hablamos aquí de identidades de género en la representación. Seguiremos el pensamiento sobre sexo / género en Judith Butler y a Otto Kernberg en la división del concepto de  sexualidad. [3] 

Si el “ser” de género toma el sentido activo del verbo, no su atributo de esencia, no la sustantivación, entonces deviene un efecto, un hábito repetido que instaura, constructor de sujeto, le da su cualidad performativa. Cuestionar la categoría de sexo como fundante de la matriz heterosexual, cuestionar la economía falogocéntrica, implica preguntarse si lo femenino tiene inscripción dentro del sistema patriarcal, si “existe” como sí o como otro.

Los discursos científicos han elaborado distinciones sobre el sexo, que de ser tratadas por medio de la historicidad, muestran sus arraigos a paradigmas epocales en lo que debe a práctica y conceptos morales y científicos heredados.  Como resume Judith Butler: “quizás esta construcción llamada ‘sexo’ esté tan culturalmente construida como el género; de hecho , tal vez siempre fue género”.[4] 

Una división para entender la experiencia sexual es la propuesta por Otto Kernberg que contiene el llamado sexo biológico, la identidad genérica nuclear (qué se siente), la identidad de rol de género (cómo actúa)  y la elección de objeto dominante (qué le atrae). La intensidad del deseo sexual se agrega a estas cuatro subdivisiones.[5] La construcción del sentido de identidad se constituye en una diferenciación progresiva  del sentido de sí mismo.  Los mecanismos que sustentan la identidad personal aparecen estrechamente conectados con aquellos que sustentan el conocimiento, emanados del “sistema de creencias”, procedentes del habitus y  van a surgir niveles más integrados de identidad y de conocimiento de sí mismo a lo largo de la vida, sin entender el uno-mismo como una entidad autorregulada y consciente. 

Si seguimos la hipótesis de Foucault sobre el carácter de « explosión de sexualidades heréticas » de las sociedades modernas,[6]  la Belle Epoque ofrece un marco apropiado para estudiar dos explicaciones de la homosexualidad : hermafroditismo mental, metáfora vegetal. Ambas las consideraremos en su valor de metáforas epistemológicas, al decir de Eco, “repercusión, en la actividad formativa, de determinadas adquisiciones de las metodologías científicas contemporáneas” que denotan la circulación cultural que influyen en el artista, una “reacción imaginativa”,  ante las que el lector reacciona, frente a su posibilidad de proliferación. [7] Al tomar a esta autora y este autor conviene señalar la inequidad de estudios críticos, reflejo de otras inequidades, que deviene de diferentes puertas de acceso al canon de varones y mujeres durante el siglo XX y del status que la crítica les dio a ambos. Recién a partir del centenario de Colette,[8] en 1973, comienza la crítica a  cambiar el punto de vista sobre su obra y a verla como productora de un “borde” o como prefiguradora de la cuestión gay.

Acotamos nuestro trabajo a la Belle-Epoque, donde el mundo femenino exponía sus diversidades.[9]  Modernistas escritoras, libreras, periodistas, salonnières, desafiaron el rol femenino impuesto; muchas eran extranjeras afincadas en la Rive-Gauche. El modelo del “ángel del hogar” se desmontaba.   En particular los mitos lésbicos presentaron dos vertientes: la alimentada por los hombres, explotada en los burdeles exóticos, utilizando arquetipos y destinadas al voyeur,[10] y las experiencias testimoniadas a través de la escritura de las lesbianas, autobiográfica o ficcional, como Natalie Barney, Renée  Vivien, Colette, Gertrude Stein, que constituyen figuras modélicas analizables.

Para introducir el pensamiento de Colette sobre esencialismo y diferencia leamos la siguiente cita: “ Es un perfume complicado que sorprende, que se respira atentamente, con la esperanza de discernir el espíritu rubio de tu tabaco favorito, el aroma más rubio de tu piel tan clara, y el sándalo tostado que se desprende de mí; pero este aroma agreste a hierbas aplastadas, quien podrá decir si es mío o tuyo? ”.[11]  Pertenece a su cuento Nuit blanche, donde se explaya poéticamente en su visión del amor interfemenino, especular, simbiótico y no obstante diferenciable. En 1932 Colette publica Ces plaisirs, título modificado a Le Pur et l’impur en la edición de 1941,[12] y allí, con perspectiva autobiográfica, discurre sobre el consumo de opio, tipos lesbianos, círculos homosexuales masculinos en treinta años de vida parisiense. Formula su teoría del “hermafroditismo mental”, centrándose en la complejidad de los vínculos fuera de la economía heteronormativa, y en las grietas de ésta. Como señala Kristeva, la carnalidad del lenguaje de Colette nos sumerge en un mundo textual de otra economía: “Cuando mi cuerpo piensa...toda mi piel se llena de alma”.[13] Entrecruzamiento de categorías dualísticamente opuestas, prefiguración oximorónica. ¿Escritura bisexual?, como señalara Cixous acerca de Colette y Proust? .[14] 

En esa ósmosis entre las sensaciones, deseos y angustias,  experiencia sensual de la escritura,  ces plaisirs qu’on dit à la légère physiques”,[15]  Kristeva descubre en Colette  la  pasión pura   alimentada de una “mère-version” e impuros los lugares, heterosexuales, que la ignoran.[16]  Puro es el hermafroditismo, la contradicción, la superación del límite. “Apunto al verdadero hermafroditismo mental”,[17] y cubro a Jimena y el Cid, estrechamente unidos en el sueño de un solo cuerpo ».[18]  La narradora, autobiográficamente,  se refiere al « sexo clandestino » y al « sexo oficial » de una mujer, una verdad escondida bajo lo hegemónico: « La seducción que emana de un ser de sexo incierto o disimulado es poderosa ». [19] Colette se detiene y fascina con  damas de Llangollen, esa pareja que huyera de sus familias en 1778 para instalarse durante 53 años en el país de Gales y observa admirada y a la vez crítica esa relación idílica.   Define qué le atraía de la  homosexualidad femenina: la fidelidad, la sensualidad y la identidad: “con la certeza de acariciar un cuerpo cuyos secretos conoce y cuyas preferencias son sugeridas por el suyo propio”.[20]  La sensualidad “plus éparse” del amor lesbiano, la unión no exclusivamente sensual, el rechazo al “libertinaje saphique”construyen su imagen de su lesbiana ideal por esas épocas.   Nunca hay necesidad de dejar de ser una mujer », dice Amalia X, uno de sus personajes. « No le falta nada, ni aún al lado de su ‘amiga’».[21] Al leer el Diario de Eleanor Butler,  Colette  reflexiona sobre un  supuesto instinto femenino de construir hogar en absorción, dimensionado, como marca simbiótica de modelos lesbianos. “Dos mujeres absortas una en la otra no temen, no imaginan la separación ni la soportan”.[22] La dimensión sexual es trascendida en una suerte de pudor sensible. « Qué amiga no se sonrojaría  si buscara  a su amiga solamente en el momento del placer ? ».[23]   La idealización de la vida conyugal, de las pequeñas cosas nos llegan a través de la mayor, E. B. : « Mientras mi Bien-Amada  dibujaba, yo leía a Mme. de Sévigné. De siete a nueve, dulce charla con las Delicias de mi corazón (…) Lluvia incesante, toda la noche. Persianas cerradas, fuego llameante, lámparas encendidas. Un día de recogimiento íntimo, delicioso ». [24] La pureza no excomulga el continuum sexual, y así se menciona: « Encontramos, sobre nuestra cama, en la habitación, los regalos de Noel » .[25]  Colette cuestiona e increpa la dimensión masculina exacerbada,  el acto controlador de la palabra: “Robusta lady Eleanor, responsable de todas las decisiones cotidianas, sinceramente abismada en su Bien-Amada, usted ignora que dos mujeres no pueden llevar a cabo una pareja totalmente femenina? ”.[26]  Las variedades de lesbianas presentadas por Colette abarcan a Renée Vivien, escritora, en su erotomanía, y a la Caballera, de quien  reconoce la delicadeza servicial: “la sobriedad del gesto, un equilibrio viril del cuerpo”. [27]  La “bisexualidad psíquica “ aparece acentuada en la representación ficcional de Colette, la complejidad de la relación madre-hija, señalada por Freud en sus textos  de 1925, 1931 y 1933. [28] Este modelo entonces transversaliza categorías , basado en una bisexualidad primigenia, y en la fusión de elementos binarios, pero bordea una economía fuera de la heteronormatividad, especialmente en el terreno de la sensualidad.

Ni Natalie Barney ni Colette elogiaron la presentación del mundo de Gomorra en Sodome et Gomorrhe (1921 –1922) de Marcel Proust (1871-1922). El texto también, como el de Colette, remite a décadas anteriores. Natalie Barney al leer Sodome,  escribe: “a sus gomorreanas (...)las encuentro sobre todo inverosímiles”.[29] Asimismo Colette en Le pur et l’impur comenta : “No quisiéramos tener que perturbar más a esas acosadas criaturas -pero ¿estaba Proust desorientado o mal informado? (...) La intacta, enorme y eterna Sodoma contempla desde lo alto de su endeblez, la subdesarrollada imitación”. [30]

Más allá de estas discrepancias sobre la visibilidad de ambas ciudades bíblicas, una relación se establece en la presentación del binarismo interno de los personajes.  Proust expone el concepto de metáfora vegetal [31]a instancias de sus lecturas,  L’ intelligence des fleurs  de Maeterlinck de 1907 y   el  préface  de  Amédée Coutance  a Des  différentes  formes de fleurs  dans les plantes de la même espèce de Darwin, [32] extrayendo  la analogía entre mundo vegetal y humano y la idea de la fecundación cruzada,  teoría que explicaría la homosexualidad.

La teoría de “l’homme –femme” ya tenía sus expositores en Alemania, [33] y era más visible que el lesbianismo.   Gide la critica en el prefacio de Corydon, porque arguye que tanto él como Proust contribuyen a confundir homosexualidad con afeminamiento. Antes de él, en 1886, Krafft-.Ebing, en Psychopatia sexualis, expone la existencia de grados de inversión : bisexualidad, homosexualidad, afeminamiento. El jurista Karl Heinrich Ulrichs desde 1860 había creado la teoría de la inversión de género, como condición innata,[34]  declarando exentos de responsabilidad legal  a los homosexuales,  alma de  mujer encerrada en el cuerpo de un hombre.   “Amar al mismo sexo significa, pues, que se  es de un ‘sexo’distinto”,  siempre hay “diferencia insuperable entre lo femenino y lo masculino.[35] En  la base de la teoría vegetal,  los sexos están separados, irreconciliables, pero contigüos.  Un  tabique separador, la cloison,  impide la comunicación, y existe un ser intermediario que fecunda, moral o físicamente,  los dos sexos.  Esta estructura genera tres niveles de amores: los intersexuales, los homosexuales y los transexuales. Este último grupo atañe al hermafroditismo inicial que hace que un hombre global contenga una parte femenina. Podrá buscar entonces lo que hay de hombre en una mujer, y la mujer, lo que hay de mujer en un hombre. Y contiguos, ambos sexos continúan separados. “el transexualismo está  basado en  la tabicación contigua de los sexos-órganos o de los objetos parciales, que descubrimos bajo la homosexualidad global y específica, basada en la independencia de los sexos-personas o de las series de conjunto” .[36]   Ya no se trataría de una homosexualidad global como la del andrógino platónico hombre/ hombre, mujer/ mujer, hombre / mujer, sino el complicado entrecruzamiento de sexualidades locales. 

En el comienzo de La Race des Tantes encontramos como « obertura »  la escena de  cortejo entre Charlus y Jupien. La metáfora vegetal del encuentro Jupien-Charlus sitúa la relación en el plano de Naturaleza. Es fría, inmóvil y “a l’avantage d’être élégante”.[37]   La planta, conteniendo los dos sexos, separados por el tabique, la cloison:el órgano macho está eeparado por un tabique del órgano hembra, y queda estéril si los insectos (…) no transportaran el polen de unos a otros »,[38]  necesita del insecto para la fecundación y remite a un hermafroditismo inicial del que quedan rudimentos físicos en machos y hembras.[39] Proust hace alternar los roles de insecto y planta entre Charlus y Jupien: «éste, clavado súbitamente en su lugar delante de M. de Charlus, arraigado como una planta ».[40] Más adelante: «se hubiera dicho que eran dos pájaros, el macho y la hembra, el macho buscando avanzar, la hembra Jupien- (…) contentándose con alisarse las plumas ».[41]

El insecto también a su vez es binario. Pero el hombre no es consciente de esa contigüidad, de estar en posesión de los dos sexos. La búsqueda es inconsciente, instintiva: “con que astucias, qué agilidad, qué obstinación de planta trepadora, la mujer inconsciente y visible busca el órgano masculino!”.[42] La inversión ya cobraba dos sentidos :   la inversión  interior del género (un alma de mujer en un cuerpo de hombre o de hombre en un cuerpo de mujer) y la inversión exterior del objeto de deseo (otro hombre en lugar de una mujer u otra mujer en lugar de un hombre).  Arrigo Tamassia ya en 1878 había señalado este concepto doble de inversión,  y también a  Freud, quien, en nota añadida en 1920, a los Tres ensayos sobre la teoría sexual, señala  lo interesante de sustituir la palabra “homosexualidad”  por “homoerotismo”, tomado de Ferenczi. De este modo se podía distinguir  la “homoerótica del sujeto”:  sentirse mujer y actuar como tal, a la “homoerótica del objeto”: plenamente viril, cambiando el objeto femenino por masculino. [43]

Un último punto en nuestro desarrollo es introducido por la siguiente cita,  en el encuentro de Mlle. Vinteuil y su amiga en la novela proustiana: “en el fondo de ella misma una virgen tímida y suplicante imploraba y hacía recular a un soldadote rudo y vencedor”. [44]  Si la metáfora vegetal es fría, elegante,  las metáforas que presentan el acercamiento de esta pareja se vinculan con la comparación de las aves que se utiliza para la bande de muchachas en Balbec.    

La construcción del personaje de Mlle. Vinteuil presenta un delicado pudor, actitudes  sádicas para colmar sus expectativas sensuales, resumidos en una alternancia agonística de los côtés convencionalmente masculino y femenino. Su interior suena binariamente. La cita que la describe emplea  términos que se ajustan de dos en dos: dos adjetivos ascendentes, el segundo con la connotación de acción de todo participio presente: “tímida y suplicante”, dos verbos conjugados en imperfecto en función durativa: imploraba y hacía retroceder”, o “recular”, el primero bisagra con el participio anterior, el segundo indicando consecuencia;  otra vez dos adjetivos como atributos de soudard : “fruste et vainqueur” con indicación activa sobre pasiva en el segundo, resolviendo en la idea de lucha la secuencia, con masculinidad atribuida al  soudard.  Recordando  a S. de Beauvoir, los elementos “masculinos” de su construcción de personaje parecen funcionar como dispositivos de defensa, como estrategias: “definir  a la lesbiana ‘viril’ por su voluntad de imitar al hombre es destinarla a la inautenticidad. (...) cada vez que ella (la mujer) se conduce como un ser humano, se dice que se identifica con el macho”.  Esta alternancia agonística de los côtés también se desliza en la contradicción que parece presentarse entre los verba y el devenir gestual del cortejo.   Los verba son “un texte” aprendido de memoria que ambas representan  para exorcizar la culpa. Sin embargo, las acciones y los gestos la escena se colocan en un grado de  naturalidad mayor.   El cortejo nupcial femenino es aéreo:  «ellas se persiguieron saltando, haciendo volar sus largas mangas como alas y cloqueando y piando como pájaros enamorados ». [45]

A modo de conclusión queremos destacar que una aproximación a una bisexualidad « natural », subyacente a la cultura, se ha plasmado en estos dos textos,  fría y sofisticada en Proust, oscilante entre naturalidad y abyección; más carnalmente estrecha y transgresoramente pura en Colette, sin cloison, fluída y oceánicamente binaria.  Puro es el retorno a lo arcaico, la interacción de los cuerpos en un espacio anterior a la separación, una economía situada en la diferencia: “Nos despertamos a las seis. Mi Bien-Amada y yo fuimos al jardín. (...)Encontramos a Margarita [la vache) en el portón esperando entrar: le abrimos. Paseo alrededor de la pradera, retorno por el sendero....El campo es una maravilla”.[46] 

Referencias:

[1] Colette. Le pur et l’impur. Paris: Floio, 2003. Pág. 112.

[2] Bibliografía en http://rmc.library.cornell.edu/EAD/htmldocs/RMM07661.html. Acerca del retrato: http://www.geocities.com/WestHollywood/Heights/2521/ladies.html

[3] Kernberg, O. Relaciones amorosas. Normalidad y patología. Buenos Aires: Paidós, 1995.  

[4] Butler, Judith. El género en disputa. México: Paidós, 2001. Pág.  40.

[5] Pelusso, Leonardo. “La pareja gay: consideraciones de género desde la terapia sistémica”.  En  Género  sexualidad en el Uruguay. Montevideo: Trilce, 2001. Págs.143-144.

[6] Foucault, Michel. Historia de la sexualidad.  T. I. La voluntad de saber. Bs. As.: S. XXI, 2005. Pág. 63.

[7] Eco, Umberto. Obra abierta. Barcelona: Planeta, 1985. Pág. 176, 181.

[8] 1873-1954.

[9]Benstock, Shari, Mujeres de la Rive Gauche, Barcelona, Lumen,1992

[10] Aron, J.P.. Kempf, Roger, Homosexualities and French literature. En Benstock, op. cit. p.80.

[11] Colette. “Nuit Blanche” en Les vrilles de la vigne. Paris: Poche, 1962. Pág. 103. “mais cette agreste odeur d’herbes écrasées, qui peut dire si elle est mienne ou tienne?”   

[12] Lottmen. “Tu me donneras la voluptée, penchée sur moi”. El problema de la é.

[13] La retraite sentimentale. 1907.

[14] Toril Moi. Teoría literaria feminista. Madrid: Cátedra, 1995. Pág. 120.

[15] Le blé en herbe (1923) y « La comparación » (1923).

[16] Kristeva, Julia. Colette ou la chair du monde.

[17]Je vise le véridique hermaphrodisme mental  ” . Le Pur et l’Impur. Pág 57.

[18] Op. cit.  « et je couvris Chimène et le Cid, étroitement unis dans le sommeil d’un seul corps” . Pág. 61.

[19] Op. cit. « La séduction qui émane d’un être au sexe incertain ou dissimulé est puissante  » (71).     

[20] Lottman, op. cit.,p.82.

[21] Le Pur« On n’a jamais besoin de cesser d’être une femme (…) Il ne lui manque rien, même auprès de son ‘amie’”  . pág. 95.   

[22] Op. cit. “Deux femmes absorbées l’une par l’autre ne craignent, n’imaginent pas plus la séparation qu’elles ne le supportent”. Pág. 103.

[23] Op. cit. « Quelle est l’amie qui ne rougirait de rechercher son amie à l’heure seulement du plaisir? ». Pág. 103.

[24] « Pendant que ma Bien-Aimée dessinait, je lisais Mme. de Sévigné. De sept à neuf, douce causerie avec les Délices de mon cœur » (...) Incessante pluie, toute la soirée. Persiennes fermées, feu flambant, chandelles allumées...Un jour d’étroite retraite, délicieux » Pág. 110.

[25] « Nous trouvâmes , sur notre lit, dans la chambre, les présents  de Noël ». « Leur union préfère le secret ». Pág. 158 .  

[26] « Robuste lady Eleanor, responsable  de toutes les décisions quotidiennes, si sincèrement abîmée dans votre Bien-Aimée, ignoriez-vous que deux femmes ne peuvent réaliser un couple entièrement femelle ? » Pág.117.

[27] Le Pur et l’Impur. Pág. 64.

[28] Freud, S. “Algunas consecuencias psíquicas de a diferencia anatómica entre los sexos” (1925), “Sobre la sexualidad femenina” (1931), “La feminidad”(1933), tal como releva Julia Kristeva. Pág. 350.

[29] N. Clifford Barney, Aventures de l’esprit, Emile-Paul,1929, en Compagnon, Préface a Sodome., p.XXXIII. ses Gomorrhéennes (…) Je les trouve surtout invraisemblables”

[30] Colette, Le pur et l’impur, en Benstock, op. cit. p88.

[31] Concepto manejado por Hegel, Filosofía del derecho, con respecto al hombre y a la mujer, análogamente remitidos a animal-planta.

[32] Compagnon, Notes à l´édition de Sodome,  p. 547.

[33] Dr. Hirschfeld, en Alemania, autor de   Degrés intermédiaires de la sexualité.

[34] “en vertu d’une disposition innée”, Sodome, p.18.

[35] Eribon, Didier, Reflexiones sobre la cuestión gay, Barcelona, Anagrama,2001 . p.122-123.   

[36] Deleuze, Gilles. Proust y los signos.  Barcelona: Anagrama, 1972. p. 144.

[37] Kristeva, Julia,   Proust et l´expérience littéraire ,París, Gallimard, 1994. P. 110.

[38] Sodome,  p.28. « l’organe mâle est séparé  par une cloison de l’organe femelle, demeure stérile si les oiseaux-mouches(...)ne transportent le pollen  des unes aux autres »

[39] Sodome,  p.31.

[40]celui-ci, cloué subitement sur place devant M. de Charlus, enraciné comme une plante ».

[41]on eût dit deux oiseaux, le mâle et la femelle, le male cherchant a s´avancer , la femelle Jupien-(...)et ce contentant de lisser ses plumes ».  

[42] “avec quelles ruses, quelle agilité, quelle obstination de plante grimpante, la femme inconsciente et visible cherche-t-elle l’organe masculin!”.Sodome, pág. 23.

[43] Eribon maneja estos conceptos en la obra citada, p.116.

[44] Proust, Marcel, Du côté de chez Swann, Paris, Folio, 2001. p. 159. "au fond d’elle–même une vierge timide et suppliante implorait et faisait reculer un soudard  fruste et vainqueur”.

[45] "elles se poursuivirent en sautant, faisant voleter leurs larges manches comme des ailes et gloussant et piaillant comme des oiseaux amoureux ».

[46] Colette. Le Pur et l’Impur. Pág. 115.

Lic. Claudia Pérez

Profesora de Literatura de la Escuela Municipal de Arte Dramático "Margarita Xirgú".

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