Fijación y fuerza diferenciadora: 
desmontajes en un texto de De sortilegios, de Nancy Bacelo. 

Claudia Pérez

«Soit que la foi qui crée soit tarie en moi, soit que la réalité ne se forme que dans la mémoire, les fleurs qu’on me montre aujourd’hui pour la première fois ne me semblent pas de vraies fleurs » (Proust, Marcel. Du côté de chez Swann: 182). 

«Era ciego, y como la única realidad es el lenguaje, no veía una mujer por ningún lado » (Peri Rossi, Cristina. Evohé ).

Los epígrafes que introducen este trabajo pretenden señalar un recorrido acerca de la construcción de la realidad a partir del lenguaje, o por lo menos, de la mediación operante de los discursos, en torno al pensamiento de Jacques Derrida.  En el primer texto, de Marcel Proust, esta operación de construcción se constituye a partir del recuerdo,  diferida por lo tanto en el tiempo. En ese pasaje una posibilidad es el enunciado de  l’être déçu, empañado de melancolía frente al mundo de los signos sensibles y su reconstrucción de los objetos del mundo. Pero también, como otra posibilidad, los signos sensibles aparecen movilizando lo involuntario y lo inconsciente (Deleuze,1970:7). La memoria interviene, para Deleuze, como instrumento de búsqueda de la verdad, acá no voluntaria, como una operación ajena y excluyente marcada en este texto por la negación, la estructura gramatical ne...que que apela a un seulement.  Los signos sensibles, materiales, encubren un objeto oculto y la decepción forma parte de esa búsqueda de verdad. Ya pasados permiten vislumbrar una esencia, una realización de ella en el recuerdo, en estado puro e íntimamente individual: “Car souvent j’ai voulu revoir une personne sans discerner que c’était simplement parce qu’elle me rappelait une haie d’aubépines” (Swann, 2001 :183).  Pero la construcción de la realidad aparece como posibilidad de la memoria en creación diferida y a la vez de inscripción. Una acción consciente o determinada desde el yo en  la foi presenta la imposibilidad del fluir, como movimiento, como desplazamiento, propio de sécher: voluntario o involuntario, la realidad no está allí. Cierre concluyente, la repetición soit...soit se golpea con la negación absoluta concluyente. Necesidad de repetición estructurante de la Recherche , señala puntualmente Derrida,   como una estructura llena de entradas, todas con respecto a la novela como “un pequeño espejo convexo que la refleja en síntesis” (Derrida, 1989a:37).

El segundo texto, de Cristina Peri Rossi, desconoce directamente la presencia del objeto-referente frente a la mirada, partiendo de una premisa excluyente ya sin otra opción como el primer texto. La estructura lógica toma como premisa la única existencia del lenguaje en un juego que debe mucho al pensamiento de Lacan y a la intertextualidad con sus textos hasta “La mujer no existe”.  La negación redundante forma parte de la estructura en la consecuencia. La figura de la mujer toma un estatuto de categoría de lo visible e igualada al lenguaje, creación del lenguaje, vista. La palabra y la mujer se instalan en un paralelismo ontológico, destacando la materialidad de la palabra, significante palpable.

Realidad y lenguaje aparece así ligados por un vínculo hacedor entre palabras y cosas, discursos y referentes. 

Hemos elegido un texto de Nancy Bacelo considerando las dificultades de la lírica en su planteo de vinculación con la realidad o el concepto de “real”,  en su autorreferencialidad dimensionada, su instrumentalidad dirimida. “Porque la palabra, que arranca al prosista de sí mismo y lo lanza al mundo, devuelve al poeta, como un espejo, su propia imagen” (Sartre, 1950:51). Más allá de concepciones de la prosa utilitaria o como artificio ilusorio de real,  interesa en este trabajo la función de la fuerza desestructurante, deconstructora, la presencia de oposiciones que permiten vislumbrar  acciones de soplo en el texto: “dejarse de esta manera sopla la palabra es, como el escribir mismo, el archi-fenómeno de la reserva: abandono de sí a lo furtivo, discreción, separación (...)Dejar la palabra a lo furtivo es afirmarse en la diferancia”. (Derrida: 1989a:263). Desposesión constituyente y contradictoria que roba y se afirma.

El siguiente texto de Nancy Bacelo, perteneciente al libro de poemas De sortilegios, del año 2002, responde a una forma casi epigramática teñida de un estilo sentencioso y categórico. El soplo de la palabra viene de isotopías que otorgan significado y desposesionan, pero “investida por  al menos el deseo de un discurso” (Derrida, 1989a:241). Un deseo de presencia plena y a la vez de ausencia recorre el texto:

“Lo que era estaba existió

estuvo marcó caminos océanos

redondeles de agua en una copa.

 

No era de este mundo.

Era de otro cubierto de ceguera.” (Bacelo, 2002: 22)

La tensión entre el acto perentorio de fijeza y sentencia contrasta con la fluidez de ciertas imágenes y concesiones a la incertidumbre. Un forma de enfrentar analíticamente el texto sería “amenazar periódicamente la estructura para percibirla mejor” (Derrida, 1989a:13). La comprensión y funcionamiento de su estructura haría comprobar  “ese pathos melancólico que se deja percibir a través de los gritos de triunfo de la ingeniosidad técnica” que Derrida asigna a los análisis estructuralistas (Derrida, 1989a:12).

En primer lugar el funcionamiento de la analogía, fuente de la metáfora para Derrida: “caminos océanos / redondeles de agua en una copa”.  Un significado oculto tras otro significado? O una clausura del principio de propiedad del sentido, una muerte de la metáfora y del concepto de metafísica en su sentido de más allá en oposición a un más acá. La idea es de traslado, de viaje de la metáfora, de deslizamiento, o mejor dérapage. “Su retirada tendría entonces la forma paradójica de una insistencia indiscreta y desbordante, de una remanencia sobreabundante, de una repetición intrusiva, dejando siempre la señal de un trazo suplementario de un giro más, de un re-torno y de un re-trazo (re-trait) en el trazo (trait) que habrá dejado en el mismo texto.” (Derrida, 1989b: 37-38). Esa idea de retirada en el momento en que rebasa todo límite parece indicar un tiempo de simultaneidad. El espacio de funcionamiento de la metáfora correspondería a la metafísica, con su sistema de correspondencias duales, interacción de constelaciones, “es mejor decir que la metáfora crea la semejanza, y no que la metáfora enuncia una semejanza que ya existía antes” (Ricoeur,  1980: 124), en su situación trópica con respecto al ser. Pero a pesar de la advertencia, no alude implícitamente a una semejanza dada anteriormente? El ser se retira, no puede presentarse sino bajo un como que trate de hacerlo presencia. El discurso metafísico se refiere a esa retirada del ser, que corresponde a la metáfora como figura, como develamiento, intento de fijar algo que podemos admitir como descentrado de antemano. Pero la repetición de metáforas agrega siempre un trazo más, suplementario, que prolifera. La llamada retirada del ser no puede tener sentido literal o metafórico, porque el ser no es algo, un ente designable.

La metáfora que pretende hacernos llegar a lo desconocido, a lo oculto, levanta un sistema de proliferaciones complejizadoras: “al no ser más metafórico que literal, replantearía la cuestión de la metáfora” (Derrida, 1989b:66).  Algo, un trazo, se comparte, hace atraer los dos términos, y marca su diferencia irreductible. Articulan e indican con un concepto de huella y de différance que marca un aspecto relacional no conclusivo ni de pertenencia,  constituyendo así un abandono del origen. Si bien “este mundo“ y “otro” presentan una conformación de oposición y delimitación, más allá de construcción de configuración referencial, la indefinición del otro abre un espacio que rebasa la única opción, constituyendo un deslizamiento fuera de lo binario. ¿De qué mundo se habla: “mundo” como  “una forma de ser del ser-ahí” , como “la totalidad de los entes que pueden ser ‘ante los ojos’ ”, como el “ser de esos entes”, un “aquello ‘en que’ un ‘ser-ahí’ fáctico , en cuanto es este ‘ser-ahí’, ‘vive’ ” ? (Heidegger, 2003: 77-78).  

En un segundo punto interesa considerar la evolución de las nociones de equilibrio entre significado y significante, desde el pensamiento de Saussure, con valor operativo a distintas funciones pero “perpetuamente dos caras que se corresponden” (Saussure,1994:33), hasta el pasaje desde esa simetría a una primacía del significante. Para Derrida la oposición binaria esencia/ apariencia, conciencia/exterior, interior/exterior , significado y significante operan binariamente de modo similar. Corresponden a esa primacía otorgada al pensamiento de la metafísica, manteniendo una distinción y oposición entre lo inteligible y lo sensible. Otorga un privilegio a lo fónico sobre lo escritural, ubicándose en el discurso logocéntrico. Que significado y significante sean las dos caras de una misma producción se enfrenta a una tácita  primacía del significado como aquello que predica sobre el ser,   pensable por sí mismo, trascendente, una  consideración implícita de la jerarquía del significado sobre el significante.  

Por otra parte Derrida argumenta desde la semiótica la formulación sausureana de la oposición dentro de un sistema de diferencias. Una huella que relaciona cada elemento de la inscripción durable  con los demás  y precede tanto al significado como al significante, presente en todo signo, que remite a la existencia de los otros para autodefinirse.  “El significado ya está siempre en posición de significante” (Ducrot,1998 :393).. Efecto de la semiótica y su atención a los procesos de semiosis, que  de ser técnica auxiliar al servicio de un saber metafísico pasa tomar parte activa colocando al significante en posición de generador. Para Derrida sigue siendo  válida la distinción significante / significado.  Hay diferencia, pero algo funciona como significante en el significado mismo y es la huella. Deconstruir el signo como artificio estructural es importante en la noción de perfecta simetría. Es una deconstrucción que asume la gramatología y que debe acarrear la de la verdad y la metafísica. Metafísica que estudia el ser y los entes, en su sentido de primera filosofía que le da Aristóteles, exploratoria de esa verdad fundante sobre el ser. 

A nivel del énfasis en la  cadena significante se ubica también el pensamiento de Lacan. En el discurso analítico las reiteraciones del significante y el desplazamiento del mismo sirven para determinar un descubrimiento del sujeto. Algo se enuncia en nosotros de manera autónoma y exterior al individuo. Lacan toma la barra significante / significado como resistente a la significación y que indica juego formal del significante, quien determina la génesis del significado.  El significante tiene función activa en los efectos de la significación. Lacan presta atención a la oscilación dentro del signo y al efecto de sentido a partir de la cadena significante. En ese concepto de cadena, de Jakobson a Lacan, presente en los procedimientos de selección y combinación . El sentido viene desde antes del sujeto, en la irrupción metafórica, no activa sino pasiva (el procedimiento que permite pasar en el texto de Bacelo de “caminos” a “océanos”), mientras que la cadena metonímica marca la ausencia interior en la cadena, la doble ausencia de sujeto y objeto, algo que siempre está en falta, nunca circundado, que el deseo de nunca acabada inscripción mueve. 

La crítica al logocentrismo se desarrolla en esa  dirección de la crítica a la metafísica. El concepto de trace, huella, la marca que se conserva y remite a, la relación con otro presente en el signo. El juego será de engendramiento por remisiones. Todo elemento de la lengua se constituiría a partir de esa huella dejada en él por los demás. Ese pensamiento de la huella no puede existir en el logos exigente de precisión –represión. La gramatología para Derrida está llamada a deconstruir, no a abolir. 

Deconstrucción, posición filosófica, estrategia política, modo de lectura.   Ante todo “invertir la jerarquía”, “por medio de una acción doble, un silencio doble, una escritura doble, poner en práctica una inversión de la oposición clásica y un corrimiento general del sistema” (Culler, 1998:79). Una operación en el borde del sistema para resquebrajarlo que no implica un planteamiento escéptico, que utiliza el mismo concepto que deconstruye. Culler menciona el ejemplo de la causalidad: la inversión de la posición jerárquica , el orden de la temporalidad, la argumentación que sostendría que si bien podemos ver la causa y el efecto que produce ya tenemos experiencia para identificar lo que sucederá como posible, hay un conocimiento previo a la causa que nos guía a identificarla como tal. El juego de los verbos de existencia:  “era estaba existió/ estuvo” para terminar con el significativo “marcó” del poema de Bacelo, remisión a una diferencia impregnada del existencialismo, con la referencia al “ser” como el más vacío, universal, oscuro e indefinible  de los conceptos (Heidegger, 2003), con su progresiva remisión a una esencia, a una predicación, a un componente situacional  y espacial , a un existente. 

El origen puede perder  su privilegio metafísico entonces. La crítica a la filosofía y a la búsqueda de la verdad se topa con la advertencia derrideana de que la escritura siempre conduce a escribir más, la escritura lleva a la escritura, en un proceso de comentario donde nunca hay término, donde todo intento fijador engendra nuevas opciones cercando inútilmente. Y la escritura crea una ilusión de fijeza.  En el habla los significantes desaparecen una vez emitidos, la escritura permanece con esa ilusión de fijeza resaltando aún más su opacidad, operando en ausencia del hablante. Derrida critica la posición de considerar la escritura como representación del habla explicitada por Saussure:  “Lengua y escritura son dos sistemas distintos; la única razón de ser del segundo es representar al primero” (Saussure, 2003:53), “esta posibilidad de fijar las cosas relativas a la lengua” (Saussure, 2003:42). También Ricœur hace ese señalamiento: “la fijación mediante la escritura acontece en el mismo lugar que el habla”, ”la escritura es una realización comparable al habla, paralela a ella” (Ricoeur,1999:62). El fonocentrismo, concebido como cadena derivada de jerarquías  ligado al logocentrismo, señalando el mayor valor del significado, de lo que se dice, apunta a la noción de verdad, nuevamente de una metafísica de la presencia: “presencia de la cosa para la mirada  como eidos, presencia como substancia / esencia / existencia (cusía) presencia temporal como punta (stigme) del ahora y del instante (nunc), presencia en sí del cogito, conciencia, subjetividad, co-presencia del otro y de sí mismo, Inter.-subjetividad como fenómeno intencional del ego, etc.). El logocentrismo sería , por lo tanto, solidario de la determinación del ente como presencia.” (Culler,1998: 85).

La tabla de oposiciones binarias define al logos y ubica las jerarquías, centro -periferia, cuerpo- alma, buscando una prioridad y un desbordamiento o negación en la segunda categoría. “La autoridad de la presencia, su poder de revalorización,  estructura todo nuestro pensamiento” (Culler,1998:86). La realidad aparece como lo presente en cualquier instante dado pero escindida por la temporalidad, relacionada con el pasado y futuro, el instante está dividido desde dentro, habitado por el no-presente, anonadada : “Todo proceso psíquico de nihilización implica entonces una ruptura entre el pasado psíquico inmediato y el presente,  esta ruptura es precisamente la nada.” (Sartre, 1961. I:75). 

El momento presente no es absoluto e indivisible, aunque lo intentemos fijar así. Nunca autónomo. “la presencia debe estar ya marcada por la diferencia y la compartimentación”, “debemos pensar en el presente a partir del tiempo como diferencia, diferenciador y aplazamiento”  (Culler, 1998:87). La deconstrucción de la idea de presencia como efecto, no ya como matriz, incluye la demostración de que ésta contiene las cualidades de su supuestamente opuesto, la ausencia, efecto de la différance. La huella opera entonces señalando las formas que no se expresan en el significante. El acto diferenciador supone categorías de pensamiento que ya hayan determinado ese acto como posibilidad en la mente. La presencia del significado al que se interpela desde la enunciación ya está habitada por la diferenciación. Derrida introduce este concepto de différance aludiendo a “la alternancia insoluble y no sintetizable entre las perspectivas de la estructura y del hecho” (Culler,1998: 89), en su significación de  diferir  (aplazar y ser distinto de) , el sufijo –ance le da el valor de forma nominal del verbo, significando: diferencia-diferenciador-aplazamiento. Diferencia pasiva y a la vez acto diferenciador:  “es el juego sistemático de diferencias, de huellas de diferencias, del ordenamiento por el que los elementos se relacionan unos con otros. Este ordenamiento es la producción simultáneamente activa y pasiva ( la a de différance indica esta indecisión en lo referente a actividad y pasividad, la misma que no puede sin embargo ser dominada y organizada por es oposición) de intervalos sin los cuales los términos ‘plenos’ no podrían significar, no podrían funcionar” (Culler,1998:89).

Derrida efectúa una  lectura crítica de Saussure en relación a la noción de arbitrariedad del signo (con respecto a la dependencia natural de la escritura)  y la operación de diferencia que los distingue a unos de otros, más que la de oposición. “en el sistema lingüístico hay sólo diferencias, sin términos positivos” ( Culler,1998: 90) . Siempre hay diferencias y huellas de huellas. Establece una escritura generalizada que deviene en dos especies: escritura oral y gráfica,   una archiescritura o protoescritura que es condición para el habla y para la escritura concreta. El habla también está marcada con la ausencia y malinterpretación que pueden ser propias de la escritura. Una serie de desplazamientos interminables , derivados, con intermediario, una repetitividad que implica lo reconocible e identificable en diferentes circunstancias. Esa repetitividad deviene condición del signo. Refiriéndose a Rousseau, Derrida escribe:  “dentro de lo que se llama vida real de esas existencias  ‘de carne y hueso’ (...)nunca ha habido otra cosa que escritura; nunca ha habido otra cosa que suplementos, significaciones sustitutivas que no han podido surgir dentro de una cadena de referencias diferenciales, mientras que lo ‘real’ no sobreviene, no se añade sino cobrando sentido  a partir de una huella (...)pues hemos leído,  en el texto, que el presente absoluto, la naturaleza, los que nombran las palabras (...) se han sustraído desde el comienzo (...)que lo que abre sentido y el lenguaje es esa escritura como desaparición de la presencia natural” (Culler,1998:96). El habla ofrece entonces como un engaño con respecto a lo indisoluble del significante y el significado, operando simultáneamente en el momento de la enunciación., como un acceso directo a los pensamientos, una idealidad de la verdad.

A la vez considera la indomabilidad del contexto, supuesto esclarecedor dela frase, recurso último de comprensión cotextual y contextual.  La ausencia marca también el contexto, o un sistema de diferencias y exclusiones no únicas. “Ese es mi punto de partida: no se puede determinar ningún significado fuera de su contexto, pero ningún contexto permite la saturación.” (Culler,1998: 111).  Lo indeterminable del contexto depende de la indeterminabilidad de sus límites y de la constante apertura a inscripciones nuevas.

El procedimiento de la repetitividad opera como instrumento de conocimiento, introduciendo distancia con la intención original, haciendo de la significación un proceso incontrolable. Aún determinado por el contexto, el mismo contexto es indeterminable. La historia deviene una construcción desmontable, una historia sinónimo de exclusión de la diferencia. 

Interesa la reflexión sobre el concepto de estructura en su crítica a la noción de fijeza y centralidad. Para Derrida la estructuralidad de la estructura “se ha encontrado siempre neutralizada, reducida: mediante un gesto consistente en darle un centro, en referirla aun punto de presencia, a un origen fijo.” (Derrida:383), en someterla a un principio de organización de la estructura que determinara un juego y a la vez una centralidad de la misma, espacial. Algo que organice la estructura, la coherencia del sistema y permita el juego y la interrelación  de los elementos. “Y todavía hoy una estructura privada de todo centro resulta lo impensable mismo.” (Derrida, 1989a:384). El centro es único y una  permutación constituye una prohibición, la estructura reposa en una base (por ejemplo la prohibición del incesto, la admisión de un principio supuestamente universal y por lo tanto excluyente).  Pero a la vez ese centro funciona en fuga, escapa de la estructura, está dentro y fuera. Si admitimos ese desplazamiento de la centralidad manifestamos la fuerza de un deseo y un movimiento o corrimiento contínuo, anclado axiomáticamente . La ilusión de la estructura centrada funcionaría como  una certeza que vence la angustia, o  imagina hacerlo al menos, como el punto sentencioso. “El concepto de estructura centrada – aunque representa la coherencia misma, la condición de episteme como filosofía o como ciencia – es contradictoriamente coherente” (Derrida, 1989a:384).  El propio texto definido como estructura: “Una organización interna que lo convierte a nivel sintagmático en un todo estructural” (Lotman,1978:73), organización interior,  recurre tautológicamente en su valor de enunciado aseverativo a un supuesto anticipado.

Prestar atención a la función de las repeticiones y sustituciones, en las transformaciones del centro, la adjudicación de sucesivos nombres diferentes que fijan y desplazan, constituiría para Derrida la historia de la metafísica, con la sucesión de metáforas y metonimias, la búsqueda del ser como presencia, vislumbrando que el centro no ha sido nunca él mismo, siempre se presenta “deportado”. Añade la idea de función, un espacio o no –lugar en el que la sustitución de signos es infinita para concluir en “todo es discurso”. Es ese concepto se signo, siempre presencia y ausencia, presencia de un referente convocado y materialidad acústica o gráfica, ausencia de ese referente en lo que a su materialidad se refiere, que hace “estremecer la metafísica de la presencia” (Derrida, 1989a:386), crítica a la presencia que se funda en el pensamiento heredada de Nietzche y Heidegger. La oposición de los opuestos binarios, poner en juego esta oposición forma parte de un círculo metodológico que actúa sobre la primacía del significante sobre el significado o del pensamiento sobre la forma. Y es mediante esa operación de la oposición que se deconstruye la oposición fundante. “El movimiento de la significación añade algo(...)pero esa adición es flotante(...)viene a suplir una falta por el lado del significante. Hay que pensar en el ser como presencia y ausencia “a partir de la posibilidad del juego”. Metodológicamente equivaldría a “amenazar metódicamente la estructura para percibirla mejor” (Derrida, 1989a:13).

Si el discurso teórico corresponde tácitamente a la serie de oposiciones metafísicas, la vuelta contra el sistema de sus propias fuerzas genera un mecanismo de dislocación que fisura, que no sería más que la prolongación de la fuerza habilitada a la zona de lo prohibido, de lo tabú. El análisis de la fuerza como fenómeno, fuerza centradora y ocultante, pero de movimiento diferido, lo que se muestra y lo que se oculta. Funciona la reflexión artaudiana sobre la persecución indefinida de la palabra aún en la palabra poética, en este texto de Bacelo: “Cuando escribo sólo existe lo que escribo. Aquello que he sentido como diferente, que no he podido decir y que se me ha escapado, son ideas o un verbo robado, y que destruiré para reemplazarlo por otra cosa ” (Derrida, 1989a:233), sustracción también del lector para colocar la palabra en una estructura y darle un sentido.

Bibliografía consultada

 

Bacelo, Nancy. De sortilegios. Mdeo.: Siete poetas hispanoamericanos, 2002.

 

Culler, Jonathan. Sobre la deconstrucción. Madrid: Cátedra,1998. (ed. orig. 1982).

 

Deleuze, Gilles. Proust y los signos. Barcelona: Anagrama,1972. ( ed. orig. 1964). 

 

De Saussure, Ferdinand. Curso de lingüística general. Barcelona: Planeta-Agostini, 2003. (ed. orig, 1916).

                           

Derrida, Jacques. La escritura y la diferencia Barcelona: Anthropos, 1989. (ed. orig. 1987).

 

                       La deconstrucción en la fronteras de la filosofía. Barcelona:Paidós,1989. (ed. orig. 1987).

                           

Ducrot, Oswald, Tzvetan Todorov. Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje. México: Siglo XXI, 1998. (ed. orog. 1972).                       

 

Heidegger, Martín.. Ser y tiempo. Bs. As.: FCE, 2003.  (ed. orig. 1927).

 

Lotman, Yuri. Estructura del texto artístico. Madrid: Istmo,1978. (ed. orig. 1970).

 

Proust, Marcel. Du côté de chez Swann. Paris:Folio:2001.

 

Ricoeur, Paul. La metáfora viva. Madrid: Europa, 1980.

 

                  Historia y narratividad. Barcelona: Paidós,1999.

 

Sartre, Jean-Paul.   El ser y la nada. Bs. As., Iberoamericana, 1961.  (ed. orig. 1943). 

 

                          ¿Qué es la literatura?. Buenos Aires: Losada,1950. 

Lic. Claudia Pérez

Profesora de Literatura de la Escuela Municipal de Arte Dramático "Margarita Xirgú".

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