"Homenaje a político"

 
El anecdotario popular se nutre muy comúnmente con una fuente inagotable de recursos: las actividades políticas. Dentro de éstas, por los hechos y situaciones que se le atribuyen a quienes en esta interesante disciplina han quedado en ridículo o en posiciones incómodas por su falta de cultura y escaso acervo intelectual.
Los protagonistas de estas historias que se perpetúan en el tiempo, casi siempre, por tradición oral, son esos especímenes que han accedido a posiciones de importancia, más que por sus conocimientos e inteligencia, por "boa conduta" , como decía el viejo militar brasileño del cuento, explicando el origen de las tres filas de condecoraciones con que orlaba su pecho guerrero.
Justo es reconocer que estos dirigentes logran su prestigio a través de una consecuente y permanente voluntad de ayuda. Practican esta política de enganche resultando el sufragio que obtienen la retribución a una invalorable vocación de servicio que no sabe de feriados, horas inapropiadas ni sacrificios de todo tipo. 
El electorado ha sido protegido durante un largo período y es, si se quiere, hasta razonable que devuelva la atención con lo que su protector le reclama: el voto.
Cada cuatro o cinco años, cuando el caudillo debe recoger las redes con el fruto de sus desvelos, indudablemente gravitan esas adhesiones conseguidas con "lágrimas, sudor y sangre" y no sorprende a nadie que en una muy buena adaptación de la sabia consigna de que la caridad bien entendida comienza por casa, estos caudillos, acicateados también por la supervaloración que conlleva el análisis personal de los propios méritos, aparezcan al frente, como aspirantes a las principales posiciones de gobierno.
Naturalmente que el procedimiento no es el más valedero ni habla bien de los valores cívicos de una comunidad, pero suele suceder que estos hombres de gobierno, semianalfabetos y de escasas luces, muchas veces aportan a su gestión la experiencia de vidas honradas y de trabajo, de una sencillez y humildad a toda prueba y la presencia del sentido común que, como alguien lo ha dicho, resulta el menos común de los sentidos, no estando siempre al lado de los hombres responsables de la cosa pública.
Esta disquisición no tiene otro objeto que adentrarnos en el tema, y mostrarnos las andanzas de un político local famoso por sus dislates y exabruptos.
Nuestro hombre, decidido y trabajador, fue aumentando su prestigio vecinal con incorporaciones seccionales y departamentales luego, al punto tal de que la consulta ciudadana lo encontró en posición de significación integrando la Junta Departamental.
Cuenta la biografía de un célebre político inglés que el día en que por primera vez se incorporó al Parlamento, un veterano representante al verle "contrito y mohino" se le acercó y le dijo: "No tema usted. Los primeros quince días se estará diciendo: ¡¡Cómo hice para llegar hasta aquí¡¡¡ Luego de ese período mirará despectivamente a sus colegas y dirá: ¡¡Cómo hicieron estos para llegar hasta aquí!!!"
Al caudillo le pasó lo mismo. Superada la instancia primera en la que se mantuvo tranquilo y callado comenzó a intervenir en cuánto asunto entendía el legislativo comunal. Sus disparates hicieron época.
En una oportunidad se planteó en la Junta, por la mediación de un Comité Popular, totalmente apolítico, que integraban blancos y colorados, un homenaje en vida al Doctor Mateo Legnani, prestigioso médico de Santa Lucía, conocido por sus valores profesionales y una indiscutida hombría de bien. Pese a que el Doctor Legnani era un militante activo del Partido Colorado, su prestigio personal, su constante dedicación al prójimo, su condición de médico abnegado y desinteresado y el permanente ejercicio de una filantropía callada y sin ostentaciones le hacían trascender el encasillamiento partidario. Era una figura nacional. Un ciudadano que, como veinte años antes había dicho Pedro Ipuche, "constituía uno de los escasos varones que han hecho de su vida una columna cálida de armonía".
La Junta adhirió al homenaje. Uno a uno los ediles de los distintos sectores fueron expresando su satisfacción, destacando lo justo de la demostración y los méritos y valores del homenajeado.
Sorpresivamente, cuando se estaba por agotar la lista de oradores, nuestro hombre pidió la palabra.
-"Me opongo a este homenaje -dijo- porque nunca pensé que las cosas puedan suceder de esta forma. Este es el colmo de la desvergüenza !!"
Un rumor creciente invadió sala y barra. Nadie atinaba a entender lo que ocurría.
-"Porque no se trata de un homenaje a un médico -agregó- a un hombre de bien, sino a un hombre de partido, a un político".
Cuando repetidos "no apoyado" interrumpieron su intervención, exclamó:
- ¿ Ah no ?. Y que me dicen de este boletín que tengo en mis manos y que me entregaron los propios organizadores. Fíjense como empieza: Comité de Homenaje Apolítico al Doctor Mateo Legnani. A político, a político, - repetía- mientras golpeaba el texto de la nota contra la banca de enfrente.
La Junta quedó sin número. 

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