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Entre textos y contextos. La imprescindible sincronía entre la poesía y la prosa hemingwayana.

Reflexiones desde una traducción. [1]
Lic. Carlos A. Peón Casas
pastoralc@arzcamaguey.co.cu

 
 

La mirada escrutadora a los textos poéticos de Hemingway, desde la perspectiva que toda traducción presupone, devela al traductor, no sólo las múltiples aristas de esas composiciones en verso, imbricadas en la manera de hacer y decir del poeta; sino las que resultan inevitables sincronías con otros textos narrativos de distinto carácter y géneros diversos: desde la crónica y el reportaje, hasta el mismísimo relato de ficción.

De tales congruencias en el tiempo narratológico hemingwayano, y de las consecuentes interrelaciones espacio- temporales, que se diversifican y presuponen, en cada una de aquellos ejercicios escriturales; surgen coordenadas de diverso signo que constituyen marcas muy reveladoras del oficio de un escritor de “peso pesado” como lo fue Hemingway.

Piénsese en el joven cronista recién casado que desgrana historias para el Toronto Star, y antes de ser una realidad escritural concreta en el diario canadiense, resultarían primero  un suceso de coordenadas poéticas, signado por la mirada subjetiva del poeta.

Ese es el caso de un pequeño texto poético, intitulado: Sobre Regalos de Boda
[2], que ve  la luz en Chicago en 1921,  agrupado con otros textos parisinos; y de ese mismo año, es el exordio que precede la crónica homónima recogida por el Toronto Star: la sencilla anécdota de los cuatro relojes de viaje recibidos como presentes por la joven pareja de Ernest y Hadley; y que  el poeta acota con sarcasmo:

[…] Hacen tictac/ Sobre el mantel/ Coma/ Pero el recién casado se muere de hambre[3]

Porque como acaba re-confirmando en la crónica con igual signo de encendida ironía:

“(…) un reloj de viaje es una delicia; dos relojes de viaje, un placer; tres relojes de viaje innecesarios, y cuatro relojes de viaje; ridículos.”[4]

El sencillo poema, como los que a continuación aludiremos, se superponen en el texto periodístico y lo complementan, sumándose a aquel como otra voz que se agrega a la melodía con polifónico acento. Y aunque se trate igualmente de  reportes de relativa trivialidad, funcionan en sí mismos como un ejercicio creativo de singulares coordenadas que van del poema al texto, y del texto al poema, forjando una singular simbiosis narratológica.

Hay a saber, otro par de momentos poéticos de igual signo: Montparnasse y Schwazwald
[5], con sus correspondientes crónicas. La interrelación entre el texto poético y la nada Lardneriana crónica hemingwayana “con abundantes diálogos y descripciones de personajes y escenarios”[6], resulta otra interesante mezcla entre dos estilos en las mismas antípodas de la creación literaria, pero que logran fusionarse bajo el hacer inconfundible de Hemingway. Dice el poema:

No ocurren muchos suicidios entre la gente que uno conoce./ No suicidios exitosos/ Un niño chino se mató y está muerto/(Todavía le siguen poniendo su correo en su casilla en el Dome)/ Un niño noruego también se mató y está muerto/ (nadie sabe dónde ha ido el otro niño noruego.)/ Encontraron una modelo muerta/ (Le causó insufribles problemas al conserje)/ El aceite dulce, la clara de los huevos, la mostaza y el agua, la espuma y los lavados estomacales salvan mucha gente que uno conoce./ Cada tarde uno encuentra a la gente que conoce en el café[7].

A lo que Hemingway alude es a ese paisaje de la vida más anodina, en medio del concurrido barrio latino parisino, en que se mueven los personajes más disímiles, los expatriados, los inmigrantes de todas las naciones que hacen lo indecible por sobrevivir, entre calles atestadas y malolientes, los más pudientes que se dejan caer por los cafés de época: el Dome o el Rotonde y que el cronista caracteriza muy bien, ya en plan de convertirlo en prosa periodística cuando dice en el correspondiente despacho:

“Paris. Las heces del Greenwich Village han sido recogidas con un gran cucharón para depositarlas en la sección parisiense del Café Rotonde. […] pero las más rancias y espesas han llegado de un modo u otro a través del Atlántico[…]”[8].

Son  también esos mismos “turistas”, seducidos por las bondades del todopoderoso dólar en medio de la galopante devaluación del franco francés, quienes muchas veces conocen de primera mano la verdadera y más sórdida realidad de las noches parisinas, alejadas del glamour que parece serle consustancial, y que Hemingway retrata hábilmente y no sin un toque de ironía, en otro despacho para el Toronto Star:

“Alguna vez el turista logra establecer contacto con la vida nocturna auténtica. Mientras pasea por una calle solitaria que desciende por una colina, aturdido por el champán, hacia las dos de la mañana, ve salir de un pasaje a un par de chicos con cara de rufianes[…]. Los chicos miran arriba y debajo de la calle para ver si hay algún policía a la vista y entonces se acercan al turista que pasea en la noche. Su proximidad y un ruido súbito y terrible es todo lo que recuerda. Se trata de un golpe detrás de la oreja con un trozo de tubo de plomo envuelto en Le Matin; gracias a él, el turista establece contacto con la verdadera vida nocturna en cuya búsqueda se ha gastado tanto dinero”[9].

En el caso del poema Schwazwald, ya citado, las alusiones están en conexión con un periplo del cronista por Alemania en 1922. Los ejes del texto poemático, aluden a las perspectivas del bello paisaje teutón de la muy conocida Selva Negra, que el poeta contempla pasar raudo por la ventanilla del tren y al que alude con muy bien logrado acento:

Como los blancos cabellos en la piel plateada del zorro/ Los abedules contrastan contra la oscura colinas de pinos/Se habla alemán en el compartimento/Ahora atravesamos túneles/Silbantes/Oscuros valles, mansiones de ceño adusto,/Ruidosamente divididas, con cimientos de rocas y pintadas de franjas blancas/Campos reverdecidos/Arbolados con postes cubiertos de lúpulo/Una bandada de gansos a lo largo del camino/Una vez conocí a un gitano que decía/Que esperaba morir aquí
[10].

Sus consonancias entre poesía y prosa resuenan en el estilo del reportero, y en la segunda  para nada descuidada, con similar apego al de la poesía, dice el cronista:

“Llegamos deslizándonos por la empinada cuesta del sendero de piedras a través de la sombría cubierta de los pinos y hacia el resplandeciente claro donde un molino y un parador de fachada enyesada se calcinan al sol”[…]. No había otra cosa que el valle, el blanco camino, el río y los empinadas y boscosas colinas[…][11].

Y aunque  bien es cierto que el Hemingway periodista supo cruzar a tiempo el escabroso terreno minado que conducía a la literatura, no desdeñó, empero, ni las sabias enseñanzas del oficio más peligroso del mundo[12], ni acaso renunció a recrear en las nuevas líneas creativas, las vivencias poéticas que son innatas a todo genial escribidor. Ese es el caso particular al que ahora aludimos con otro par de textos poéticos que se conectan con las inmediaciones del narrador, que establecería para la literatura de su tiempo y de la posteridad, una marca difícilmente igualable.

Se tratan de dos poemas firmados en Paris: The Poem is by Maera(1925)
[13] y To a Tragic Poetese (1926)[14], respectivamente; en los que Hemingway sugerirá a un personaje de singular memoria en las lides taurinas: Manuel García López (1896-1924), mejor conocido como Maera, el malogrado diestro sevillano, a quien Hemingway ya conoce desde su temprana visita a Pamplona en 1923, y ya para entonces deja constancia de su accionar en su crónica para el Toronto Star Weekly[15] del 27 de octubre de aquel año. Ambos textos se conectan de manera inminente con varias de las viñetas[16], que Hemingway intercala en la edición de In Our Time(1925), y tienen una particular consonancia, específicamente el segundo citado, con un breve relato Banal Story( 1927), recogido en la edición de The First Forty-nine stories, publicado en 1938.

En The Poem is by Maera, Hemingway utiliza el recurso de una vieja foto
[17], en que  un grupo de miuras se preparan para iniciar el consabido paseo que principia toda corrida. Maera aparece entonces entre los banderilleros que asistirán a los tres matadores (Gaona, Gómez y Belmonte). Al citado primero, que da visibles muestras de temor, va dirigido el poema que Hemingway pone en voz de Maera:

Fotografía de Juanito Quintana— 6 Miuras en Pamplona. Antes del paseo. Matadores Rodolfo Gaona, José Gomez (Gallito) Juan Belmonte—Banderilleros MAERA—Magritas, Almendro. Foto tomada justo antes del paseo. Gaona muestra temor. Los otros, varios grados de desprecio

Poema
Todo el mundo hace el paseo/ Todo el mundo hace el paseo/Tú también lo harás/Gaona//José siempre ha hecho el suyo/También Juan lo hará/Tú harás también el tuyo/Gaona//Magritas lo hace a su entrada/Y también Almendro/Yo siempre lo he hecho/Gaona//Sólo hay dos/Sólo dos para ti/Pasea con nosotros[…]Los toros son sólo toros/Y nosotros somos hombres/Pasea con nosotros/Gaona/ Tu puedes poner las banderillas/Te sabes todos los trucos/Trata de ser un hombre/Gaona/ Ahora empieza todo/Ahora hay que salir/ Mira si puedes pasear/Gaona[…]
[18]

Las alusiones para Marea en el segundo poema citado: (To a Tragic Poetesse), se relacionan con su temprano e inesperado deceso, que acaece no en el ruedo, sino a consecuencia de la tuberculosis que frustra su imparable carrera taurina:

(Littri [19] Murió desesperado en su cama lo mismo que Maera/Aunque Maera se deslizó de la cama/Para morir sobre el piso/Los tubos de su pecho rotos/Su cara muy feliz/Si pensamos que murió ahogado en flema/Pensando en su delirio que era otra vez un niño/Viajando de polizón bajo los asientos de los coches de tercera clase/Su capa de torear enrollada para hacer una almohada[20]

Hemingway volverá a retomar el trágico suceso en su relato Banal Story que ya hemos citado, esa enigmática relación joyceana que hace rejuegos con la técnica del flujo de la conciencia y postula desde la perspectiva creativa del joven autor sus nociones más profundas. Para Maera es el cierre:

“Y mientras tanto echado en su lecho en una oscurecida habitación de su casa de Triana, Manuel García Maera yace con un tubo en cada pulmón, aquejado de pulmonía. Todos los periódicos de Andalucía, dedicaron suplementos especiales por su muerte, que han aguardado por varios días. Los niños y los hombres han compadro fotos suyas a todo color para mantener su recuerdo […]. Los toreros se han sentido aliviados con su partida, porque el hizo en el ruedo todo el tiempo, las cosas que ellos sólo pudieron hacer a veces. Todos han marchado bajo la lluvia tras su ataúd, y lo han seguido ciento cuarenta y siete toreros hasta el cementerio, donde lo han enterrado próximo a la tumba de Joselito […][21].

Quizás, el recuerdo del trágico deceso del renombrado matador sevillano no sea el de su muerte física en la flor de su juventud y de su imparable carrera taurina, sino la bella recreación que Hemingway hiciera en su viñeta número 14 de In Our Time, esta vez rayana en la poesía, aunque el texto sea en prosa; en la que el matador encuentra la paz anhelada en medio de una plaza, que lo aclama, entregándose hasta el final en su última faena: la de su paso inexorable a la eternidad, y que ahora reproducimos como cierre a este texto que ha pretendido ser una acuciosa mirada al poeta y al narrador que no pocas veces nos sorprende para bien.

“Maera yace quieto, su cabeza apoyada en sus brazos, su cara contra la arena. Siente la calidez pegajosa de su herida. Siente cada vez las cornadas, y la cometida del toro que a veces sólo lo golpea con su cabeza […]. Algunos hombres lo cargan y corren con él hacia las barreras y lo conducen por la puerta bajo la tribuna hasta la enfermería [… ]. Maera siente que todo se agranda y se agranda y luego que se torna más y más pequeño. Nuevamente  todo se le hace inmenso y vuelve a empequeñecérsele. Luego todo empieza a moverse rápido, muy rápido, como cuando aceleran una película. Después ya estaba muerto”[22].

Referencias: 

[1] Trabajo leído en el 14º Coloquio Internacional Ernest Hemingway, (2013), celebrado en Ciudad de La Habana bajo los auspicios del Museo Ernest Hemingway de Finca Vigía en coordinación con la Cátedra Hemingway del Instituto Internacional de Periodismo “José Martí”.

[2] On Wedding Gyftes. Complete Poems. Ernest Hemingway. The Ernest Hemingway Foundation and Nicholas Gerogiannis. Rev. Edition. University of Nebraska Press.1992 p.38

[3] Ibíd. (Three travelling clocks/Tick/On the mantelpiece/Comma/But the young man is starving.)

[4] Sobre Regalos de Boda. The Toronto Star Weekly. 17 de diciembre de 1921. Ver Dateline: Toronto. The Complete Toronto Star Dispatches, 1920-1924. Charles Scribner’s Sons. New York. 1985. p.84

[5] Complete Poems. Ernest Hemingway. Op cit. pp.50 y 62

[6] Véase el prologo que firma Norberto Fuentes: La Escuela de los Duros: Lección Primera. En Un corresponsal llamado Hemingway. Felipe Cunill (selec y edición) Arte y Literatura. La Habana 1984. p. 13

[7] Complete Poems. Op cit. p.50. (There are never any suicides in the quarter among people one knows/No successful suicides./A Chinese boy kill himself and is dead./(they continue to place his mail in the letter rack at the Dome)/A Norwegian boy kill himself and is dead./(no one knows where the other Norwegian boy has gone)/They find a model dead./(it made unbearable trouble for the concierge)/Sweet oil, the white of eggs, mustard and water, soap suds and stomach pumps rescue the people one knows./Every afternoon the people one knows can be found at the cafe

[8] Bohemios norteamericanos en Paris. (Del Toronto Star Weekly, 25 de marzo de 1922 ) Un corresponsal llamado Hemingway. Op cit. p.24

[9] Wild Night Music of Paris. The Toronto Star Weekly. March 25, 1922. Dateline: Toronto. The Complete Toronto Star Dispatches, 1920-1924. Ernest Hemingway.Charles Scribner’s Sons. New York.1985. p. 118

[10] Complete Poems. Op cit.p.62 (As white hairs in a silver fox’s skin/The birches lie against the dark pine hill/They’re talking German in the compartment/Now we are winding up/Through tunnels/Puffing/Dark valleys, noisy rivered/Rock filled, barred with white/Heavy browed houses/Green fields,/Forested with hop poles/A flock of geese along the road/I knew a gipsy once who said/He hoped to die here.)

[11] German Innkeepers. The Toronto Daily Star. September 5, 1922. Dateline: Toronto.Op cit. p. 201

[12] Op. Cit . En nota 7.

[13] El Poema es por Maera. Ibíd. p.78

[14] A una poetisa trágica. Ibíd p.87

[15] Las corridas de Julio en Pamplona en Un corresponsal llamado Hemingway. Op. cit. p.65

[16] Son las correspondientes a los números IX a la XIV, en específico las marcadas con el número XIII y la XIV, respectivamente aluden directamente a Maera. Sobre esta última referiremos más adelante con más detalles. Todas recogidas en The Complete Short Stories of Ernest Hemingway. The Finca Vigía Edition Simon and Schuster Inc. 1987 pp.121-161

[17] El poema fue escrito en 1925 durante la visita de aquel verano a Pamplona que se convirtió en sujeto para The Sun Also Rises. Hemingway había sido comisionado para trabajar en un libro ilustrado sobre el toreo por Alfred Flechtheim de Der Querschnitt. Probablemente Hemingway vio la foto mencionada en este poema entre las que formaban la colección de Juanito Quintana, intimo de Hemingway y dueño del Hotel Quintana en Pamplona. Hemingway lo ficcionaliza en The Sun Also Rises como Montoya. Complete Poems. Explanatory Notes. Op. cit. p.146

[18] Ibid. p. 78 (Everybody steps/Everybody steps/You will also step/Gaona./José has always stepped/Juan will always step/You will also step/Gaona./Magritas steps/Almendro steps/I have always stepped/ Gaona./There are only two/Only two for you/Step along with us/Gaona. […]Bulls are only bulls/And all of us are men/Step along with us/Gaona. You can place the sticks/You know all the tricks/Try to be a man/Gaona/Now it starts to go/Now we have to show/See if you can step/Gaona.

[19] Era el nombre para el ruedo del joven matador Manuel Baez, muerto a consecuencia de una cornada en Malága en Febrero de 1926. En Complete Poems, op cit. p .150

[20] Ibíd. p.78

[21] Banal Story. The Complete Short Stories of Ernest Hemingway. Op cit. p.275.

[22] Ibíd.  Chapter XIV. p. 161.

 

por Lic. Carlos A. Peón Casas
pastoralc@arzcamaguey.co.cu

 

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