La fin del mundo para 1953

Un sabio formula declaraciones para el "Washington News" y para "Peloduro"

Peloduro

Hace unos pocos días, la prensa local (nosotros lo leímos en "El Plata") publicó un largo despacho en el que un corresponsal de la agencia France Presse se despacha con una noticia de caracteres casi tan sensacionales como la profesión de fe colegialista que acaba de hacer el herrerismo.
Se trata de unas declaraciones formuladas por un eminente físico, integrante de ese cuadro humano que se llama "los hombres sabios" y a quienes acudiera en conocida oportunidad aquel hombre que "salió a la calle desconcertado sin saber cómo hasta allí llegó". Las declaraciones fueron hechas a pedido de un redactor del "Washington News", tan serio y formal en sus informaciones como el "Washington Fernández", especie de suplemento de "Acción" y diputado luisista en los ratos de ocio.

Como es la cosa

Según el sabio en cuestión, que se llama Aksel Hallemberg, para servir a usted, los repetidos ensayos con bombas atómicas realizados recientemente con una inconciencia rayana en lo femenino (que ya es decir, según la opinión de un primo nuestro bastante desgraciado en su matrimonio) han puesto al mundo al borde de un cataclismo, para el año 1953, horas más, horas menos.
El distinguido cabezón que nos ocupa extrae tan esperanzadas conclusiones de los contradictorios y caprichosos registros atmosféricos de los últimos tiempos. El verano pasado, por ejemplo, tuvo de tal solo el nombre, con fríos intensos, divorcios radioactivos y discursos pre y post electorales, creando diversos centros de desequilibrios atmosféricos que, entre otras consecuencias, dejó a los tenderos con un soberano clavo de mercaderías veraniegas.

El sabio en persona

No nos contentamos con la simple lectura de unas declaraciones de tal importancia y volamos a New York en el avión particular de nuestro director que, en la emergencia, usó el tranvía para salir a buscar avisos-, para encararnos con el Dr. Hallemberg e interrogarlo "cabeza a cabeza", como dicen los franceses.
El Dr. Hallemberg nos tendió la mano, nos ofreció asiento, Chesterfield, un chicle y rapé y luego de interesarse por la salud de los cabezones que escriben PELODURO -todos compañeros suyos de universidad (en Cambridge, el Dr. Hallemberg se sentaba en el mismo bate que El Hachero), nos dijo, poniendo toda la cara de eminencia de que fue posible:

El globo terráqueo se va a la "B"

"El mundo está siendo sometido a pruebas superiores de las que su paciencia de equilibrio interplanetario puede soportar, créanme ustedes" -nos dijo el profersor,escarbándose la oreja con el cortapapeles. La carrera de los sabios a través de los misterios de la naturaleza, ya está saliéndose de los límites de lo que puede ser mera e infantil curiosidad, para entrar en el terreno del más audaz entrometimiento en los fueros del Supremo Hacedor"
Está bien - entiende el prof. Hallemberg- que el hombre -nosotros los sabios- transformen el carbón en manteca, el queso en lana o la celulosa en seda, si cree que con eso se divierte para ir tirando en la vida y no aburrirse demasiado. Que hayan realizado el viejo sueño de los alquimistas en el sentido de construir pilas atómicas que usan como piedra filosofal o que hagan camisetas de abrigo con la Democracia o que fabriquen horquillas para el pelo con el resto de los votos observados de los distritos lejanos o que transformen la energía eléctrica en tapados de armiño sólo para divertirse viendo cómo el tipo se queda ocho meses sin fumar, vaya y pase. Pero -sigue el sabio- que creen de la nada nuevos elementos simples, como el plutonio, el americio, el curio, el berkelio, el californio, la inflazonia, el referendum, ya eso adquiere los contornos de una bravuconada profanatoria, un acto herético, una porquería celestial a todos los premios.

Maldito veneno

Más adelante, refiriéndose al elemento radioactivo, agregó el sabio, que ya estaba bastabte mamao con la mezcla del whisky con los chiclets: Se trata de un veneno químico cien veces más nocivo que el arsénico, la caña o un suelto de "El Debate". Es un veneno radioactivo extremadamente peligroso que emite partículas alfa (observen bien, "alfa": la partícula radioactiva con que Julito Jota hace "Alfar"!) que destruyen los tejidos, tanto los del gallinero como los del organismo vivo, en los que ha penetrado. No puede ser eliminado y la muerte sobreviene quieras que no y por más amigo del ministro que seas.

Y en lo inmenso del universo

Pero lo más grande, lo espectacular, lo feérico, lo realmente carmelo imperio del asunto va a ser lo que nuestros ojos verán muy pronto, pero lo que nuestras bocas no podrán jamás narrar, porque según el Dr. Hallemberg, no va a quedar nadie, ni el Dr. Bonavita, para contar el cuento. Las perturbaciones atmosféricas que se han hecho sentir últimamente en el polo Norte, que en los últimos años ha recibido un notable aporte suplementario de nieve y hielos, más pesado en un 18 a 19% que en el polo Sur, dejan suponer que se produzca un desequilibrio, es decir, que la esfera terrestre va a empezar a bascular, lo que provocaría un espantoso cataclismo: los mares invadirían los continentes, los volcanes entrarían en erupción. Obdulio Varela pediría pase a Nacional y César Batlle y Luis Alberto Herrera se afiliarían como militantes de la Unión Cívica, en los polos haría calor ideal para hacer festivales cinematográficos y África, Brasil y las zonas ecuatorianas del globo se ferrosmaltarían de un frío capaz de congelar la llama de los fósforos. De pronto, la tierra se desprendería del lugar que le correspondió en el reparto universal y se largaría por esos espacios, descolocándose como lo hace Ghiggia que a cada rato anda por el gallinero de Villamide. Se oiría un trueno espantoso, algo así como cuando Ariano gritaba "gool" en el estadio, y un efecto de luz negra se esparciría en la bóveda celeste. Después... pa qué querés saberlo, mi linda flor de ceibo?
Tales las declaraciones del Dr. Hallemberg, publicadas por la prensa de hace unos días y ampliadas por nosotros. Nos queda todavía un tiempo, algo así como un año y medio. Para vivirlos, no obstante, va a haber que seguir trabajando un rato.
Verdad que da pereza?

Revista Peloduro
diciembre de 1951

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