A manera de prólogo
a "Goes y el Viejo Café Vaccaro" de J. C. Patrón.
Julio César de Gregorio

Con tu habitual generosidad me has enviado copia del libro que sobre Goes publicarás dentro de pocos días, pidiéndome dos cosas: que te indique si has incurrido en algún error u omisión en el relato de los hechos o en la cita de personas que dieron vida a nuestra barriada, limitada, como lo fijas con toda precisión, al sur por el Palacio Legislativo, al norte por el repecho de La Figurita, al oeste por los viejos jardines del Reducto y al este por el lugar donde están enclavadas las "casitas iguales y buhardillas parisinas". Este es el primer pedido que me has hecho; el segundo, que te prologue el libro.

Comenzaré por lo último. Prólogo es una especie de exordio para presentar la obra al publico y explicar su contenido. Con esto ya voy insinuando que es imposible que pueda acceder a tu segunda solicitud.

No necesitas que nadie presente tu libro, especialmente al público que va dirigido, y menos explicarlo, ya que el lenguaje que, sin duda deliberadamente has utilizado, es de una limpia claridad y sencillez.

Además, en mi concepto, debe existir cierta adecuación entre las condiciones, podríamos decir literarias del prologuista y del escritor. Y yo, que eso sí, poseo el sentido cabal de las medidas y las distancias, reconozco que esta tarea está más allá de mis posibilidades.

Seguro estoy que frente a estas consideraciones que sabes bien que no son excusas, me absolverás, que es lo que fundamentalmente me interesa. De manera, pues, que nada de prólogos.

Esto no constituye un obstáculo para que pueda cumplir con lo primero que me solicitas. Y lo haré gustoso.

En la cita de personas has incurrido en una omisión explicable. No te has referido al autor del libro que nació y vivió en el corazón del barrio, cruzado por el que fue primero camino Juan de Toledo, luego calle Goes y por último Avenida General Flores. Esta tarea, deseo realizarla porque a esta altura de mi vida ya no me comprenden las generales de la ley para hacer el merecido elogio a uno de mis más íntimos amigos. Constituye un orgullo para todos nosotros. Has triunfado en todas las disciplinas en que desarrollaste tus actividades. En las del derecho; en el profesorado, en el Decanato de la Facultad, en la Corte Electoral: como autor teatral (Procesado 1040, Almendras amargas, Cinco hermanos, Más allá de la ley). Además, con tus obras has creado actores que luego se hicieron famosos, como el Zorrito Walter Vidarte, que en buena parte por ti ha triunfado ampliamente en Argentina, donde ha sido laureado varias veces. Y siendo mucho todo esto, lo que más apreciamos, podría decir sin exageraciones, reverenciamos en ti, es tu bondad y tu imperturbable y permanente sencillez, que animó a Fantasía a decirte: —"Che Juan Carlos, ¿por qué no volvés a Goes?"

Salvada la omisión, te expondré a ti y para ti, mi concepto sobre "Goes y el Viejo Café Vaccaro".

No me explico por qué al leer tu libro recordé que cuando estudiábamos con mis discípulos en el Liceo de Mercedes literatura griega, me gustaba decir, repitiendo si no palabras, conceptos de Croisset, que el aeda genial a quien sellaron los ojos para que pusiera más armonía y belleza en sus versos, relataba las hazañas de los héroes con veracidad de cuadros. Tal vez el motivo radique en el hecho de que has puesto en tus evocaciones tanta fidelidad que has logrado el raro sortilegio de pintar los personajes y los hechos utilizando nada más que palabras. Me has emocionado profundamente con el recuerdo, de muchos de los integrantes de nuestra barriada. Por ejemplo, con la recordación del Dr. Antonio Oreggia. Médico de todo Goes, continúa atendiendo hoy como ayer en su consultorio ubicado en General Flores frente a lo que para ti y para mí sigue siendo la vieja Estación Goes. Oreggia trata en toda forma de ocultar su bonhomía con un gesto adusto de disconformidad, pero no puede lograrlo porque no existe en el mundo ninguna coraza capaz de cubrir la inmensa ternura que desborda por todo y para todos su noble y sencillo corazón.

No me animo a referirme a otras personas o hechos porque, explicablemente a mis años, ya anda mi corazón un poco cansado y lal vez no sea conveniente adentrarme mucho en "sus rincones más lejanos y queridos". Si realizara ese viaje hacia el pasado por el camino de la evocación, no se cómo regresaría al mundo que actualmente nos rodea. Por ello no me atrevo a seguir despertando recuerdos. Termino aquí la carta a la que darás el destino que te plazca. Pero si la publicas es con la condición irrevocable de que no taches una sola de las cosas que consigna.

Con toda cordialidad te abraza

Julio César de Gregorio

Goes y el Viejo Café Vaccaro
Juan Carlos Patrón.
Editó Los Ases - Casa de Cambio
Avda. Gral Flores Nº 2422
Agradecemos al Sr. Pablo Montaldo
Gentileza: Sr. Juan C. Iglesias

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