Encuentros de primer tipo
por
Aurelio Pastori

Del libro "Asuntos personales"
margara.ramos@gmail.com

La primera vez que los vimos fue en Londres. Era verano y salíamos en ómnibus para York. Se sentaron un par de asientos atrás de nosotros. Él tenía una expresión serena, una barbita casi Ho-Chi-Minh, cierto aire general de profesor. Ella, una mirada enérgica, de mujer capaz de cualquier cosa. Era linda, y los dos eran jóvenes.

Nuestros estereotipos funcionaron: son vietnamitas, nos dijimos. Y derivamos nuestra atención a la campiña inglesa, a la curiosa torre de la catedral de Chesterfield, a las fábricas que rodean Sheffield, y a las flores, cuando nos acercábamos a York.

La segunda vez estuvo todavía dentro de la lógica. Llegados a la antigua "Eboracum", uno de los puntos obligados para cualquier viajero es un paseo por las murallas. Y por ellas los vimos venir, caminando hacia nosotros, abrazados de una manera extraña.

Disfrutamos de York y seguimos nuestro viaje: Escocia, Irlanda. Después, quizás cansados de los cielos grises, un impulso hacia el sur nos llevó a España, y de ahí, a Marruecos. Resolvimos llegar hasta Marrakesh. Y llegamos, según nuestra costumbre, en ómnibus. El aire acondicionado no funcionaba, así que el Sahel nos envolvió con su calor crudo y natural. Afuera, la arena volaba con el viento y cada vez que nos deteníamos nos rodeaba una pequeña muchedumbre de vendedores y curiosos.

Aparecieron las palmeras de Marrakesh. Las casas eran rojizas. Nos dejamos caer en un hotel de precio razonable y salimos para la Djemaa el Fna. Esta plaza, antiguo lugar de ejecuciones públicas, es hoy un extraño corazón comercial, ya muy modificado por el turismo, donde se pueden comprar desde alfombras hasta serpientes. Estábamos fingiendo interés en una de estas, una aburrida cobra del desierto que se levantaba desde su canasto y nos miraba como perdonándonos, cuando por atrás de la serpiente pasaron los vietnamitas. Iban abrazados como la otra vez y no hablaban. No nos miraron cuando los miramos. Estuvimos de acuerdo en una cosa: no puede ser que nos vengan siguiendo.

Dejamos Marrakesh y volvimos a España para terminar el viaje. El día que nos embarcábamos en Madrid, cuando ya la mente empieza a estar prisionera del regreso, fuimos a visitar el Museo del Prado, donde reiteré mis preferencias por Goya y donde Velázquez volvió a dejarme frío, y fuimos a hacer algunas compras de último momento. Originales, aterrizamos en "El Corte Inglés". No recuerdo a qué sección fuimos, pero ahí estaban ellos, los vietnamitas. Habían cambiado su atuendo y llevaban bolsas de compras. Nos vieron. Esta vez no hubo dudas. Se dijeron algo con disimulo, igual que nosotros. Como nosotros, tenían el aire de quien está por volver a casa. Fue (hasta hoy) el último encuentro Londres, York, Marrakesh, Madrid. Sin habernos hablado nunca, tal vez nos agradecemos el secreto intacto que cada uno conservó.

por Aurelio Pastori 
Del libro "Asuntos personales" (oct. 2010, Bs.As.)
margara.ramos@gmail.com

 

Ver, además:

 

              Aurelio Pastori en Letras Uruguay

 

Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce   

Email: echinope@gmail.com

Twitter: https://twitter.com/echinope

facebook: https://www.facebook.com/carlos.echinopearce

instagram: https://www.instagram.com/cechinope/

Linkedin: https://www.linkedin.com/in/carlos-echinope-arce-1a628a35/ 

 

Métodos para apoyar la labor cultural de Letras-Uruguay

Ir a página inicio

Ir a índice de crónica

Ir a índice de Pastori, Aurelio

Ir a índice de autores