La dama del retrato

 

Un joven de complexión delgada, en cuyo rostro se nota que está sumido en sus pensamientos, se paró junto a la puerta de una precaria vivienda situada en medio de cierto espejismo.

El joven trató de abrir la quejumbrosa puerta. Resultó en vano. Tomó impulso y con fuerza la empujó y la abrió. El joven penetró en la habitación. Tan sólo un tenue rayo de sol se filtraba a través de los postigos de la persiana de un viejo ventanal.

Imprevistamente, como por obra de magia, de la oscuridad, la habitación pasó a la claridad. Así, mientras daba la sensación que irrumpía el soplido de un huracán, el joven advirtió cómo el retrato de una hermosa doncella estaba pegado sobre la pared. El joven quedó prendad de ella. Sintió cierto trastorno en su subconsciente. Con toda su fuerza trató de despegar el retrato de la pared. Fue en vano.

Tras un prolongado esfuerzo, perdió los estribos. A través de su rostro comenzaron a fluir gruesas gotas de sudor.

En el colmo de la desesperación, pretendió incendiar el retrato. Para su estupor, el retrato se mantuvo inmune.

Como si estuviera poseído por fuerzas sobrenaturales, el viento y el fuego se conjuraron y se transformaron en una patética sinfonía cuyas estrofas daban la impresión de entonar lo siguiente: “Las ánimas cruzan el umbral del infierno, atraviesan las tinieblas y penetran en las dunas del desierto donde nacerá el bebe de probeta, quien se convertirá en rey. La Tierra se verterá en surcos de sangre. Desfilará un cortejo fúnebre. Las alimañas comerán su cuerpo".

De pronto, el joven se restregó los ojos, parpadeó nervioso y miró con asombro cómo, insólitamente, la dama salía del retrato. Noto que su cuerpo era bien formado y le llamó la atención el dejo morboso que despedían sus ojos.

-¿Quién eres? - le preguntó

-Soy peregrina en tierra, extraña. Me has creado a tu imagen –le respondió la dama quien tomando una cámara de fotografía, la entregó al joven y le dijo:

-Sácame un retrato.

El joven obedeció. Luego de un lapso, la dama preguntó: -¿Qué ves?

-Un burdel- respondió el joven

- ¿Qué más?

-Te veo rodeada de un séquito de hombres y mujeres.

La dama soltó una carcajada estruendosa y se aproximó a él insinuantemente.

-¿Me deseas?- le preguntó.

El joven respondió que sí. Ambos cuerpos se unieron en un frenesí de pasión. Paradójicamente, el lecho de amor dio la impresión de partirse en dos. Dentro de la habitación reinaba un silencio solemne. Tan sólo se percibía el zumbido del vuelo de una mosca. De súbito, la dama alzó los brazos y trató de atraparla. No lo logró.

-¿Te das cuenta?- le preguntó al joven. Éste respondió que no.

-Traté de atrapar a DIOS. Es imposible.

-¿De dónde provienes?- le preguntó el joven.

-Soy el abismo

-¿Cómo te llamas?

-Hablo en idioma extranjero.

-Traeré un intérprete

-El intérprete puede distorsionar mi vocabulario. Acércate a la ventana- le recomienda al joven. Éste obedece.

-Afuera el ciclo se va tornando de tono ceniciento. Una avioneta va surcando el horizonte. El infinito y las arenas del desierto dan la impresión de unirse.

Elías Partín
Del Taller IV, 1999 - Orienta Prof. María Nélida Riccetto
Punta Carretas - Montevideo

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