Un deseo
Julio César Parissi

Mi amigo me lo contó el otro día, mirando su reloj de pulsera de escaso valor.

—Tengo un sueño desde hace mucho tiempo —dijo—. Quisiera poder comprarme un reloj que sé que existe y que, estoy seguro, debe salir muy caro. No lo quiero nada aparatoso; más bien, chato. Por supuesto, del color del acero. El diseño de los números no me importa demasiado; el del cuadrante tampoco. Puede ser que lleve números arábigos o simples rayitas en lugar de números—. Luego de una pausa, agregó—: Pero, eso sí, tienen que estar las fases de la luna—. Me miró e hizo otra pausa más—. Es mi sueño.

—¿Un reloj con fases lunares? —le pregunté.

—Sí, sí. Debe tener las fases lunares.

—¿Qué sentido le encontrás a eso?

—Ninguno.

—Entonces, para alguien que vive en la ciudad un reloj así no tiene mucha lógica.

—Es cierto. Sólo es un sueño que me haría feliz —aceptó mi amigo—. ¿Acaso los sueños deberían tener lógica?

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