¿Por qué a las mujeres no les gusta el fútbol?
Julio César Parissi

 Muchos sociólogos intentan explicar las causas por las cuales, en la actualidad, el matrimonio está pasando por tantas dificultades que hacen que se encuentre esta célula básica de la sociedad, en muchos casos, al borde de la disolución. Los estudiosos en la materia deben tener argumentos de peso para dar una versión cercana a la real mucho más que nosotros.

Algunos arriesgan que las teorías de la liberación de la mujer han hecho del hogar un campo de batalla y un sitio a destruir, otros suponen que esta crisis es producto de los cambios de hábitos sexuales que terminaron con el matrimonio cerrado transformándolo en parejas abiertas sin los códigos de antaño, y muchos se inclinan por las sucesivas crisis económicas que le han quitado a ambos cónyuges las ganas de mantenerse unidos peleando eternamente contra la falta de dinero necesaria para sustentar un hogar decente. Sin embargo, la causa fundamental de los problemas matrimoniales viene por el fútbol. Y no porque el fútbol sea el culpable de la situación. ¡Culpable es la mujer, que no le gusta el fútbol!

Nosotros, los amantes del fútbol, nunca llegaremos a entender cómo puede ser que a un ser humano no le guste el más hermoso y popular de los deportes. Y aquí no hablamos de que puedan existir otras preferencias deportivas: a una mujer le puede gusta Alejandro Sanz y no Luis Miguel, o le puede gustar Brad Pitt y no Keanu Reeves. Pero, si no le gusta el fútbol, ¿qué otro deporte le queda?

Ninguno.

A las mujeres les gusta ir a los desfiles de moda, pero no frecuentar una cancha. Por supuesto,  ir a un estadio no es lo mismo que sentarse al costado de una pasarela; la ropa que pueden ver en las tribunas no son para nada parecidas a los de las grandes casas de París y la elegancia de quienes las visten no representan ningún ideal de belleza. Por otro lado, la mujer no pondría nunca la pasión que nosotros ponemos en un club de fútbol. Si el equipo que a ella le gusta gana el campeonato o si, por el contrario, queda afuera de una final de copa, a nuestra mujer no le hace ni cosquillas. Emoción: cero. Ella tiene la cabeza sólo para tonterías como el pago de los servicios, el colegio de los hijos, el aumento de los comestibles, los gastos comunes y la tarjeta de crédito.

Otro detalle interesante, digno de un estudio psicológico que a nosotros ni nos va ni nos viene, es que todo lo que pasa en la cancha tiene fuertes connotaciones sexuales. Meter un gol tiene una imagen de acción sexual muy importante, ganar el partido nos produce un goce parecido al orgasmo y las bromas a la parcialidad contraria giran en torno a los genitales y otras regiones erógenas. Como las mujeres no participan de nada de esto, podríamos decir que, en materia de fútbol, a ellas siempre les duele la cabeza o sufren de una frigidez congénita.

Además, el fútbol es muy complicado para su reducida capacidad para las matemáticas. El día que sepan sacar los cálculos del promedio del descenso, el gol average y los puntos estratégicos que hay que obtener de visita o de local, podríamos decir que están preparadas para ir a un estadio. Encima, habría que empezar explicándoles que la Copa del Rey no es una fiesta nacional ni una bebida espirituosa, que el Tribunal de Disciplina no es para hacer un examen a los jugadores y que Fifa es la organización mundial del fútbol y no una palabra sacada de un trabalenguas. Porque la certeza que tenemos de que la cabeza de la mujer tiene menos capacidad de absorción de información que la del hombre se demuestra cuando vemos que la figura de un ídolo musical de moda ocupa totalmente su cerebro. En cambio, el hombre puede tener en la cabeza a veintidós futbolistas y todavía le sobra espacio para el árbitro y dos jueces de línea.

Tampoco entienden los códigos del fútbol. Ellas no sabrían a quién conviene insultar en la cancha y pueden entrar en un lío tremendo con los otros hinchas que tengan al lado. Nosotros, en cambio, sabemos que conviene insultar a los que son menos. Por ejemplo, antes que insultar a los contrarios, que son once, hay que insultar a los árbitros, que son tres.

Por estas razones, y por muchas más, la mujer es un caso perdido para la pasión del balompié. Las mujeres, como cualquier consumidor de televisión por cable, tienen fútbol en la pantalla los siete días de la semana y en varios horarios. ¡Y ni así se entusiasman!

Julio César Parissi
De "
Las Mujeres Son Un Mal Necesario"

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