Pescados que hablan y perros que escuchan
Julio César Parissi

Todos los días las agencias informativas largan alguna noticia tan loca, tan descabellada y tan increíble como para que se comente durante veinticuatro horas en las radios y en los diarios del mundo. Me imagino que la mayoría son falsas y son redactadas como la cuota de humor de sus envíos (¡ah, si pudiera conseguir un trabajo de ese tipo...!). Pero, lo que me llama la atención es que casi todas, en los últimos tiempos, están referidas a proezas de los animales.

Hace poco llegó la noticia que en una pescadería de Nueva York —el emporio de las cosas raras— un pescado (un pescado siempre está muerto, ¿o no?) empezó a decir palabras en hebreo. No sabemos qué dijo, pero uno deduce de que, si eran en hebreo no serían otra cosa que frases de la Biblia y que, por lo tanto, eran mensajes divinos anunciando catástrofes, advertencias o bienaventuranzas, vaya uno a saber...

¿Por qué fue un pescado, posiblemente congelado, el que habló y no un hamster, un gato o una de esas iguanas que tienen los yanquis como mascotas? Quizá lo absurdo del hecho le daba mayor posibilidad de ser difundido de manera más extensa, porque si hubiera sido un loro —y, además, vivo— el que recitara versículos de la Biblia, la cosa no tendría tanto impacto y más de uno podría imaginar que había sido amaestrado en ese menester.

También en estos días apareció en la televisión un perro que entiende lo que se le dice. Y no me refiero al acto reflejo de unir un sonido que escucha a un acto ya preestablecido, como sentarse, hacerse el muerto o atacar. En este caso el perro entendía cuando le decían, por ejemplo: “Traeme el libro color naranja que está en la punta”, el perro iba y lo traía. Yo lo vi, pero no podría afirmar si eso que hacía no lo habían practicado unas quinientas veces antes de filmarlo y el único inteligente es el dueño del perro que montó el show para ganarse unos pesitos con la filmación.

Antes de estas noticias nos habían llegado otras sobre los delfines que, según los científicos, tienen un lenguaje complejo y son muy receptivos a lo que se le dice. Algo parecido también sucede con las orcas. Los loros que hablan y los mirlos que cantan ya son cosa conocida desde siempre. También  se dice que los orangutanes —que tienen una gestación mayor que la de los humanos, y si no es así, que alguien me corrija— al llegar al noveno mes de embarazo son iguales a los hombres, pero la continuación hasta el parto los transforma en orangutanes, animales con cierto grado de viveza pero animales al fin. O sea que si no sucediera esto, hoy la humanidad estaría en condiciones de conectarse con otra especie sin ningún problema.

Todas estas noticias y hechos que se comentan, me lleva a pensar que los humanos, visto el grado de intolerancia, odio, negación del otro, inmadurez, torpeza e inconsciencia que tenemos, buscamos hacer contacto con alguna especie que sea, de verdad, en serio, definitivamente inteligente.

Julio César Parissi
De "
El Club de los Ghost Writers"

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