La vida nos da y nos quita
Julio César Parissi

Esa noche, cuando lo volví a ver, estaba tocando el piano en un bar literario. No había cambiado mucho; sólo tenía el pelo muy canoso, demasiado canoso para sus años. No me reconoció cuando lo saludé; luego, sin dejar de tocar, entrecerró los ojos, recordando, y me hizo un leve movimiento afirmativo con la cabeza. Su gesto parecía decir que se acordaba, aunque no mucho. Fuimos compañeros en la primaria y también en el secundario. Cuando cursaba el colegio ya era pianista en algunos boliches nocturnos, junto al padre. Siempre imaginé que iba a llegar lejos con la música. Por eso me sorprendí al verlo en ese pub, sentado en la banqueta que, tal vez en otro tiempo, habría ocupado su viejo. Al término, le pedí que se acercara a mi mesa. Llegó, me golpeó el hombro y me dijo: «¿Qué hacés, nene?», como si los años no hubieran pasado.

—Cuando era chico y veía a mi viejo sentado ahí, pensaba que había triunfado. Allí quería estar yo, como estoy ahora —me confesó—. Hoy sé que no era cierto: estar acá no es el triunfo de nada. La vida te quita muchos sueños. Con el tiempo acepté no llegar al éxito; al final, quise un poquito de gloria y tampoco lo logré. Cómo ves, terminé conformándome con esto.

—¿Esto? —le pregunté—. ¿No es muy poco para vos?

—Esto es la libertad de hacer lo que me gusta. Y no es poco —me contestó.

Julio César Parissi
De "Breves cuentos porteños"

Ir a índice de Narrativa

Ir a índice de Parissi, Julio César

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio