La diferencia entre el soltero y la soltera
Julio César Parissi

 Según el género de cada uno, la soltería a una edad avanzada se la ve como un blasón distinguido o como una terrible desgracia. Y esta diferencia es en el caso de que sea un soltero o una soltera. Del hombre se dice:

—Qué tipo vivo. No pudo cazarlo ninguna y se mantiene invicto en el casamiento...

 Diploma de distinción.

En cambio, de la mujer se comenta:

—Pobre, con la edad que tiene y sigue sola...

Estigma para siempre.

Es que la diferencia entre una soltera y un soltero es la misma que hay entre la envidia y la lástima. Porque si una soltera no consigue pareja dicen que no engancha nada, que algún defecto deberá tener, que los años se le van cada vez más rápido y si no se apura quedará para vestir santos, como decían las antiguas comadres de barrio. Pero si un soltero no engancha nada, eso es tomado como una virtud, aunque el tipo esté desesperado por tener alguien a su lado que lo atienda y lo mime. Por supuesto, jamás lo va a decir, y cuando le comentan sobre la posibilidad de armar una pareja, dirá:

—Por ahora me voy salvando...

Quizá en ambos casos no haya nada divertido y sí mucho de bajón, pero el hombre siempre corre con la ventaja de sentirse orgulloso de su soltería, que le da patente de vivo entre sus amigos casados.

Además, el soltero en la barra de amigos es útil, sobre todo para los casados. Sirve para que, cuando alguno de los amigos casados tiene una amante y es descubierto, el soltero puede tomar para sí a la joven en cuestión y simular que es su amante, ya que él es totalmente libre para hacerlo.

—Tu amigo tiene más mujeres que un sultán —dirá nuestra mujer frente a un caso así.

—Y, él puede... —responde uno.

Pero una soltera no puede hacerse cargo del amante de su amiga, porque enseguida el marido dirá:

—Esa es una loca. No es bueno que te juntes con una mujer así. No me gustaría que tuvieras la ocurrencia hacer lo mismo que ella...

Otra de las diferencias es que el hombre soltero, es soltero y listo. Los hombres solteros son todos iguales. La mujer debe explicar cada día de su vida porque está sola, porque una soltera no es igual que otra soltera. Están las solteras que no enganchan nada, están las solteras que no tienen pareja porque son inaguantables, y están las solteras que viven en la dolce vita. Y, generalmente, por más que explique no convence a nadie con sus buenas intenciones.

—¡Ésta mujer debe andar en cada orgía...! —dirán las malas lenguas.

Pero la diferencia sustancial entre el soltero y la soltera es que los primeros pretenden que cada nueva relación sea efímera, mientras que para las segundas cualquier relación efímera es soñada como permanente. Eso hace que el soltero sea liviano y divertido, y la soltera una triste pesada. Por regla general, claro.

Sabemos que no todos los solteros y solteras tienen ese título para siempre. Todo el mundo es soltero en los primeros años de su vida; la mayoría deja de serlo apenas pasa los veinte años, y son muy pocos los que transitan esa década sin ser salpicados por el deseo mayoritario de tener pareja estable. Pero, ¿cuál es el momento en que se convierten en solteros y solteras sin vuelta atrás? En el caso del hombre ese momento es indefinido, porque el hombre vive su soltería como un león en la selva en plena temporada de safaris, y todo el mundo cree que no logrará seguir vivo —digo, soltero— por mucho tiempo. Esta idea de que en algún momento va a caer, hace que recién cuando pudo zafar de varias trampas y canceló unos cuantos noviazgos que parecían ir en serio, se le empieza a reconocer como un soltero empedernido. Pero en el caso de la mujer hay una fecha clave para recibirse de soltera edad y es cuando se le casa la última amiga que andaba suelta, ésa que todos creían que al matrimonio no llegaba ni prendiéndole 144 velas a San Antonio.

En ese momento, mientras a la amiga le dan la alianza, a la última soltera le dan el diploma de solterona.

Julio César Parissi
De "
Las Mujeres Son Un Mal Necesario"

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