Criticar sin herir
Julio César Parissi

«Somos un país de críticos», decía un amigo mío de la juventud. «Medio país critica al otro medio país». Claro, él lo decía criticando a los que criticaban. Pero tenía razón: no hay tipo que no viva fiscalizando al otro. Por eso se ha formado un ejército de críticos profesionales en todas las áreas. Usted dirá que —a la vista de los demás— es una tarea riesgosa, molesta y desagradable, pero se equivoca. Hay que saber criticar sin herir, evitando posibles enemigos, lo que hace que uno ejerza la crítica sin grandes contratiempos. Le largo unos cuantos ejemplos de cómo hacer una crítica sana. Y, al mismo tiempo, inocua.

 

En la pintura. Si el tipo es torpe dibujando, hay que decir: “Es profundamente naif”, y evitará que el sujeto decida aprender a dibujar, con la consiguiente inútil pérdida de dinero de su parte, y de tiempo de parte del profesor que le toque la desgracia de intentar enseñarle. Si sólo sabe dibujar al pato Donald pero le sale fenómeno, se dice: “Posee buena técnica”. Hace las cosas bien, ¿qué importa la creatividad? Si pinta cualquier mamarracho: “Es un informalista que mancha muy bien”. Hay pintores millonarios que se ganaron la plata haciendo eso mismo. Si quiere hacer un retrato y le sale para el culo: “Su expresionismo es avasallante”. Bueno, piense que puso buena voluntad, el bruto. Si es daltónico y queriendo poner un gris puso un bermellón o un amarillo rabioso: “Su paleta es agresivamente fuerte”. En ese caso sería fauvista, porque siempre hay un movimiento pictórico que lo saca del paso. Y si sus cuadros no interesan a nadie: “Vive para su pintura y el mercado nunca le preocupó”. Y los demás tampoco se preocupan por él. O sea, están a mano.

 

En la literatura. Cuando el libro tiene una historia demasiado aburrida, hay que decir: “Tiene una prosa cuidada”. No en balde se pasó varios años en la carrera de letras; ahora tiene que usar esos conocimientos de la lengua. Si por el contrario, es espantoso en su sintaxis, conviene decir: “Evade las reglas del lenguaje con desenfado”. Peor hablan los locutores radiofónicos y nadie se calienta. Si usa todas las muletillas y lugares comunes que existen, comentemos: “Sabe transmitir la expresión de la calle”. Si además de las muletillas putea un poco, cierra perfecto. Si no sabe qué escribir y su tema son, por ejemplo, el acto de sacarse pelos de la nariz, debe decirse: “Sus historias son minimalistas”. No todos los días se puede inventar un Macondo o una Santa María. Si empezó el relato y no supo cómo carajo terminarlo, diremos: “Es un maestro de los finales abiertos”. Además, si el libro se vende, le sirve para hacer la parte II de la misma historia. Y si lo leemos y no entendemos nada, hay que afirmar: “Maneja códigos sólo para iniciados”. En este caso no diga que el libro se lo dio al juntapapeles que pasa por su casa.

 

En el deporte. Casi todos los críticos más o menos conocidos pertenecen a la especialidad del fútbol de primera división. Si el jugador maneja bien la pelota pero es un inútil para el equipo, se dirá: “Es un virtuoso que necesita compañía”.  O necesita armar una compañía anónima para dedicarse a los negocios y dejar el fútbol. Si es un tronco, diga: “Su garra supera sus falencias”. Sólo podrá atreverse a criticarlo cuando el foul cometido fue tan grave que se encuentre cumpliendo reclusión por diez años. Si es un vago, trate de decir: “Siempre aparece en los momentos oportunos”. ¿Cuántas veces un crítico imprudente dijo que a fulano había que sacarlo y en ese momento metió un gol? Si lo venden y fracasa en su nuevo club, confirme: “Sufrió la adaptación”. Esta es una buena crítica, porque el tipo, si no lo defenestran, puede ligar otro pase y quizá tenga una atención con el crítico benévolo. Si es un agresivo que quiere agarrarse a trompadas todo el tiempo, diga con pasión: “Siente la camiseta como ninguno”. Aquí evitará que el próximo golpeado sea usted. Y si es un veterano que no la agarra ni tirándole un anzuelo, deberemos decir: “Aporta la cuota de experiencia que el plantel necesita”. ¿Qué otra cosa va a decir de alguien que está más cerca del arpa que de la pelota? Seamos piadosos.

 

En la política. Si es un al político que no lo vota ni la familia: “Es un honesto que predica en el desierto”. En este caso, hable bien o mal no importa porque a ese hombre no lo conoce nadie. Si es un charlatán de feria al que lo vota todo el mundo: “Sabe llegar a la gente”. Y puede llegar hasta usted con un puesto en la administración pública. Si no hace nada en su período de gobierno: “Recibió una pesada herencia”. Con esta crítica no se equivocará nunca. Si es un negado en política exterior: “Tiene las manos atadas por convenios anteriores a su gobierno”. Total, muy pocos saben algo de política exterior. Si no sabe que debe votar su representante en las Naciones Unidas: “Hizo bien en no involucrarse en conflictos ajenos”. Este ejemplo sirve para el anterior: ¿dónde hay un conflicto hoy? Si pasan los años y el país no avanza, diremos: “Gobierna para el largo plazo”. Es una buena crítica, sin ninguna contra, porque a largo plazo todos estaremos muertos como dijo aquel economista. Y si quiere que lo elijan para un nuevo período a pesar de su desastroso desempeño, deberemos decir: “Hay que darle la oportunidad de terminar la labor que comenzó”. Si le preguntan cuál es la labor que comenzó y dejó inconclusa, no se le ocurra decir que es la del vaciamiento del país. No es una respuesta de un crítico con criterio.

Julio César Parissi
De "
El Club de los Ghost Writers"

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