Recuerdo de Osiris Rodríguez Castillos
por Lucio Muníz

Conocí a Osiris en 1956, cuando yo trabajaba en Onda. Él Vivía en la calle General Paz 1217, Punta Gorda. Ahí llegué para entregarle una carta. Le pregunté si Osiris era él, y me respondió: "Hermanito, no te aflijás que hay piores". Entonces entre risas le manifesté mi gusto por la lectura de su "Grillo Nochero", diciendo: "Mano de alzarse en visera/ para medir lejanías",  recurriendo a sus versos y poniéndome la mano en la frente. Eso creo que hizo que simpatizara conmigo. Luego hablamos de la guitarra y me invitó para que lo visitara. Para mí era un elogio a la vez que un logro sobre todo teniendo escasos quince años. Osiris tenía 29, había sido premiado en 1953 por el poema a Lavalleja con la con el que concursó. Su nombre ya sonaba en algunos círculos. "Grillo Nochero", era una obra importante de versos comunicativos, trabajados por un poeta con densidad que a mí me llegaba con cierto misterio por su decir distinto, hermoseado por el trabajo con la palabra.

  

Las visitas no se hicieron esperar. En aquel tiempo lo visitaba también Tabaré Regules. Vivía con Margot Dupuy quien simpatizó conmigo y me trataba muy bien. Por aquellos tiempos él sentía gran admiración por Yamandú Rodriguez, poeta nativista amigo de mi padre, que yo conocía por su obra, y que en un tiempo lejano había sido admirado por Serafín J. García. Osiris que era poco elogioso hablaba de él, y también con admiración y en los mejores términos, de Asdrúbal Botello, su ex cuñado. Yo le oí manifestar en una conversación con su compañera Margot, "Botello escribe mejor que yo", y dada su forma de ser, me extrañó mucho, ya que también decía: "yo no tengo colegas, sino seguidores". Con el tiempo, en una librería de viejo compré un libro de Botello llamado "Círculos de voces", único ejemplar que he visto, publicado en Montevideo en 1954. No estoy de acuerdo con el juicio, pero entiendo que es atendible, y opino como Hamid Nazabay, que hay algo de él en algún giro de Osiris, quien un año después publicó Grillo Nochero.

 

Yo me trasladaba a su casa en un micro de Amdet, cuyo número creo que era 64. En aquel tiempo tocaba estilos de mi padre a quien él quería conocer, pero eso no se llevó a cabo. Camilo Urueña González le había hablado de papá, que según él había sido su maestro en el mundo del periodismo, en Treinta y Tres, según me dijo Camilo en la entrevista que le realicé y que está publicada en "Treinta y Tres en quince nombres". Osiris tenía muy buena relación con Urueña, que lo admiraba.

 

Una noche toqué el Estudio Nro.1 de Villa-Lobos y Osiris me pidió que se lo pasara. Había solamente un instrumento, por lo tanto él debía memorizar lo que yo iba haciendo con las dos manos. Pasamos horas hasta que lo fijó y quedó conforme.

 

Osiris contaba las peripecias económicas que había pasado y a la habilidad a la que había recurrido tallando maderas que firmaba "Paco Me", porque ese el destino del producto que vendía, y aunque fuera algo más bien trágico, por la lejanía que en las cosas vividas pone el tiempo, lo manifestaba a las risas. La habilidad luego fue mucho más lejos y estuvo emparentada con la música ya que se trataba del oficio de lauthier que desarrolló en España. Tenía condiciones múltiples. Antes que guitarrista fue pianista. Era excelente dibujante y retratista, como prueba su autoretrato que apareció en la edición príncipe de "Grillo Nochero", que tuve y que fue víctima de un préstamo sin devolución. Osiris era pintor, y en Atlántida hay una muestra de su trabajo con el color: un retrato de Zulma Di Pólito, (ZUZU), su ex esposa, con quien fuimos compañeros en la escuela en segundo y tercer año, a la que he reencontrado después de sesenta años. Ella conserva otros dibujos de gran calidad, como preciada herencia.

 

De la admiración de Urueña por el poeta, tuve la comprobación la noche en que luego de asistir a la Sala Verdi para escuchar le lectura de presentación que Osiris hizo del poema dramático "1904-Luna Roja", fuimos a una cantina que había en Ibicuy y Durazno, donde Camilo hizo una disertación sobre el autor. Esa noche conocí a Luis Alberto Ulián, o el ´"Rubio Ulián", guitarrista y compositor josefino, y también a un amigo y admirador de Osiris apellidado Sappiro, que recitó los romances "El Malevo"" y "Santos Niebla".

 

 

Precisamente en la Sala Verdi estuve años después con Osiris, en oportunidad en que asistí a un concierto de guitarra que dio Antonio Carlos Barboza Lima, estupendo guitarrista brasileño que venía con Isaías Savio, uruguayo que vivía en San Pablo y que era su maestro, al que le trasmití saludos de mi padre ya que en la juventud habían sido amigos, y que era autor de un preludio que en aquellos años yo tocaba.

 

Creo que la última vez que lo vi fue cuando estaba en el SODRE como asesor en oportunidad en que se iba a filmar Ismael. El actor principal iba a ser John Derek, de quien se dice que no quería ponerse "botas de potro", -que como es sabido tienen la parte de adelante descubierta y sobresalen los dedos- porque los estadounidenses acostumbrados a verlo con botas impecables de cuero, iban a creer que ésas estaban rotas. Sin palabras.

 

 

Osiris tuvo el aplauso de críticos como Bordoli y Arturo Serrgio Visca, y la simpatía del público en general. Poco importa si era más o menos simpático, si era arrogante o no. Lo importante fue su trabajo, y la obra que dejó. En una rápida mirada nos detendremos en la felicidad de algunos versos, como ejemplo.

 

Encontró la aliteración justa refiriéndose al sonido que en el piso hacen las espuelas a través del sonido de la rr:

 

"En mis pigüelos,

brincan roncan y se arrastran

las dos rodajas de fierro"

 

Sobresaliendo con su lirismo en la poesía nativista, construyó figuras con densidad y fineza poética como esculpiendo, y halló la musicalidad de la palabra en el ritmo expresivo que se ilumina cuando dice:

 

 

"es él, Sebastian Romero,

brilla en plata brasilera

su chapeao, cual si viniera

goteando estrellas de enero".

Presentan biografía de Osiris Rodríguez Castillos

14 abr. 2015
Jorge Basilago y Guillermo Pellegrino, autores del libro "A la orilla del silencio".

por Lucio Muniz
Montevideo, agosto de 2013

Ver, además:

             Lucio Muniz en Letras Uruguay

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