Miraba algunas fotos
 poema de Lucio Muniz

He visto algunas fotos de gente que miraba
el ojo de la cámara con terror,
he visto el registro de lugares de miedo,
sendas por las que tantos seres 
habían caminado hacia el fin de sus vidas
entre alambres electrificados que enjaulaban.
Rostros de niños y mujeres, de jóvenes y ancianos
humillados por la bota de los mandamás
absorbidos por el odio, 
prepotentes y soberbios
en sus trajes gamados.
He tenido, por una cinta impresa,
memoriosa memoria del espanto, 
acá en una mañana que soleada
traía otras propuestas
con la luz generosa decorando las paredes 
de mi casa, 
oponiendo al paisaje mirado, otro paisaje.
Y vi las lejanas estaciones y los trenes
en el que tantos seres
hicieron sin saber su último viaje,
a la vez que, apartando la mirada,
veía tan cercanas esas flores 
que humildes dan al aire la fragancia 
de pétalos que crecen,
ignorando la brevedad y alcance de su aroma,
contrastando lo visto en mi mirada
con lo que vieron ojos que no existen,
congelando visiones de ese tiempo
que me llega
en un pliego que intenta perdurar el horrendo momento
para que el mundo sepa
del espanto, para que las generaciones venideras 
aprendan cómo el hombre
puede ser una fiera más fiera que la fiera
y hacerle sin dolor a un semejante
semejantes vejámenes.
Pude ver unas vías que denunciaba el humo
esfumándose al aire y confundido
con el humo que de altas chimeneas 
evaporaba el cuerpo, el alma enlutecida
y el miedo-pensamiento de unos seres

Y me ha dolido el alma y he pensado
qué suerte la de haber estado 
en esta latitud lejana
de aquellas latitudes,
y recordé que cuando a esos niños
el terror los habitaba
yo me criaba entre rosas
y entre plátanos verdes,
bajo el palio de un cielo luminoso
que con su azul altura cobijaba,
y trascurría a la hora de la siesta
casi feliz, y andaban las abejas en el aire
revoloteando y succionando flores
y elaborando mieles. 

Miraba algunas fotos y creía 
que no podía suceder lo que miraba.
Impotente en el centro del asombro,
superado por tanta cobardía,
y por tanta sonrisa cruelmente solapada,
pronto a estallar mirando los escombros
bordeando el llanto, enmudecidamente estaba. 

Cómo podía imaginar,
que personal y colectiva, entre nosotros,
hoy habría parecida otra memoria
cimentada en delaciones y en terror; 
el victimario,
como tigre observaba 
agazapado y camuflado 
detrás de oscura lente
y confundido andando, entre la gente,
grupos y nombres registraba.

De esa penosa y abultada lista,
yo sería también, protagonista.

poema de Lucio Muniz 26 de abril 2008

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