Acto de Homenaje al maestro Lucio Muniz
Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Montevideo
Junta Departamental de Montevideo.

9 de diciembre de 2010 

Departamento de Taquígrafos Área Legislativa 

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Acto de Homenaje al maestro Lucio Muniz - 9 de diciembre de 2010

SEÑOR PRESIDENTE (Álvaro Viviano).- Damos comienzo a la sesión. (Es la hora 15:04) ______Buenas tardes a los señores Ediles, buenas tardes al homenajeado, buenas tardes el público presente. Es un honor tenerlos aquí presentes y recibirlos en este homenaje para declarar Ciudadano Ilustre de Montevideo al señor escritor, poeta y artista plástico Lucio Muniz, de destacada labor profesional que valoramos profundamente. Para nosotros, para la Junta Departamental de Montevideo y también para la ciudad de Montevideo, es un orgullo tenerlo aquí en una instancia de esta naturaleza. En primer lugar, debo excusar la presencia de la señora Intendenta de Montevideo, que nos ha llamado expresamente a los efectos de disculparse por no estar aquí. El Cuerpo excusa adecuadamente a la señora Intendenta. Estamos seguros de que el homenajeado sabrá valorar las instancias tan difíciles que está viviendo la ciudad en estos días, con todo el trabajo que hay a efectos de regularizar una situación muy compleja. En nombre de ella, entonces, le damos las excusas del caso. Para iniciar este acto, tiene la palabra el señor Edil Dari Mendiondo. SEÑOR MENDIONDO (Dari).- Muy buenas tardes, señor Presidente, señores funcionarios de la Junta Departamental de Montevideo, señores taquígrafos, señoras Edilas, señores Ediles, colegas de este Plenario legislativo de la ciudad de Montevideo. Es con gran honor que inicio esta sesión de homenaje a este ilustre compatriota, que no hace más que reafirmar los lazos de amistad, compañerismo e identidad con un hombre trascendente de la cultura nacional. Quiero expresar aquí mis saludos a la señora Sara López -que está aquí presente y fuera Directora de Cultura de la Intendencia de Montevideo cuando ejercía como Intendente el doctor Tabaré Vázquez-, así como a su esposo, Jaime. También saludo la presencia del Presidente de la Asociación de Trabajadores de la Seguridad Social, ATSS, antiguamente la Asociación de Trabajadores de la Caja de Jubilaciones, integrada, entre otros, por el gran amigo Manuel Trigo y por Héctor Cerutti. Están aquí presentes amigos y amigas de Lucio Muniz, personalidades de la prensa, la lírica, el canto, la poesía, la escritura, la pedagogía; es gente que viene porque se siente compenetrada con la trayectoria de un hombre. Como bien dijera él en un reportaje que le hiciera el diario "El País", así como en otro que le hiciera el diario "La República" a propósito de esta fecha, se trata de un autodidacta.

No me voy a referir, por razones de tiempo y porque la mayoría la conocen, a su inmensa trayectoria literaria de creador, de hombre fermental capaz de generar en su cabeza -aparentemente modesta pero de una gran trascendencia- poemas, letras de música popular, de tango, letras para los grandes del folclore nacional, entre ellos Departamento de Taquígrafos - Área Legislativa Página 3 de 10 Acto de Homenaje al maestro Lucio Muniz - 9 de diciembre de 2010

Alfredo Zitarrosa, que tiene grabaciones señeras e históricas con Lucio Muniz. Podría seguir nombrando cosas del fajo de información bibliográfica que nos enviaran a esta Junta Departamental a fin de que nosotros, primero en la Comisión de Cultura y luego en este Plenario, decidiésemos que era importante para la ciudad de Montevideo y para el Uruguay reconocer a esta personalidad que es Lucio Muniz como hombre de la cultura nacional. Del mismo modo, hemos reconocido a don Washington Benavides, a Joan Manuel Serrat, a cantantes líricas de nuestro país. Recuerdo la emoción que sentimos en esta Junta Departamental cuando homenajeamos a la señora Socorrito Villegas, con sus 90 largos años, expresión del canto lírico, de lo más clásico, de lo más exquisito del canto y de la música. Por aquí desfiló también Mario Hopenhaym, uno de los réferis más importantes del básquetbol mundial, que supo actuar en el partido entre la Unión Soviética y Estados Unidos durante el Campeonato Mundial de Baloncesto. Podemos hablar, por lo tanto, de deportistas uruguayos, de ilustres trabajadores sociales, de hombres de la prensa y del periodismo, de hombres de la pedagogía, de grandes catedráticos a los que les otorgamos el título de Ciudadano Ilustre. Se podrá decir que esta no es la función de la Junta Departamental, que este Legislativo debería preocuparse más de la realidad de los montevideanos y quizá no tanto de homenajear a ciudadanos ilustres. Sin embargo, creemos que un pueblo que no tiene cultura y que no reconoce a sus hombres y mujeres de la cultura no merece existir. Es más: en lugar de ganar las cimas del progreso y el sol de la inteligencia, ganaría las sombras de la oscuridad y lo llevaría al medioevo, lo llevaría a una situación no deseada. Así fue cuando nació la patria: no había escritores, no había poetas. Nuestro Bartolomé Hidalgo fue el primero, el primer bardo oriental. Con sus cielitos alumbraba no solamente la lucha de un pueblo revolucionario, sino también la perspectiva de que muchos cantores, muchos bardos, muchos trovadores, muchos creadores -como Lucio Muniz- fueran capaces de interpretar la existencia de una nación, que se expresa a través de su economía y de su industria pero también de su alfabetización y de su capacidad de decisión; la cultura de un pueblo se manifiesta a través de todo eso. Este pueblo uruguayo debe estar orgulloso de su cultura, debe estar orgulloso de Onetti, debe estar orgulloso de Washington Benavides, debe estar orgulloso de Florencio Sánchez, de Atahualpa del Cioppo, de Jones, de China Zorrilla y de tantos otros compatriotas que aquí y en el mundo han dejado el sello innegable de ser uruguayos, de haber nacido en esta Banda Oriental del Uruguay.

Voy a ser breve, señor Presidente, aunque la ocasión ameritaría extenderme en el reconocimiento a esta personalidad y su creación, empezando por "Piel y ceniza", obra que obtuvo un premio del Ministerio de Educación y Cultura en el año 1967. Pero yo quiero hablar de otra faceta de este hombre, de este ciudadano que está aquí. Voy a hablar no del ciudadano, no del poeta, no del trovador, no del bardo, no del creador, no del sembrador de canciones y de letras capaces de inspirar a los grandes músicos de esta tierra: voy a hablar del niño casi adolescente que escribió el poema "A mi calle", dedicado a Tiburcio Gómez. Él es de Treinta y Tres y yo soy del norte del país, de Rivera, pero hete aquí que en Tiburcio Gómez y Leguizamón, allá por el año 1950 o 1951, nos juntábamos a jugar al fútbol, con una pelota de goma, con un personajecito chiquitito, rubio, menor que yo -él es del 39 y yo del 34, le llevo cinco años-, conocido como "el Chacho". Vivía en la misma casa de apartamentos en que vivía la "vieja" Granja -te reís-, al lado de la peluquería del barrio, donde se conocían todos. En la esquina estaba el boliche Los Colegiales, con don Rizzo, y enfrente el almacén de don Luis. Estaba la Rinconada, con el "Negro" Fausto; era un grupo de fuerza, de lucha, de buen fútbol; y por allí, en aquellos Carnavales, andaba también Añoranzas Negras, con el "Macho Lungo" y Rosa Luna. Quiero recordar cómo íbamos a bañarnos a la playita del Buceo y le disparábamos al hospital de los leprosos. Si bien ahora hay un excelente shopping, en aquel momento estaba el hospital de los leprosos, y le teníamos miedo al contagio. Entonces, caminábamos cuatro cuadras e íbamos por Tomás de Tezanos o por Bustamente. También quiero recordar los partidos de fútbol y la Liga del Buceo: Colegiales, Terremoto, Bustamante, Avanzar; eran las cinco canchas del Buceo. Y los adolescentes de aquel entonces -con esa capacidad creativa que teníamos e inspirados por el gran criollo, el gran amigo, el gran inspirador, y también payador y hombre de lucha, de iniciativa, de cultura, que se llamaba "Canario" Castro- formamos un cuadro de fútbol -¿te acordás?-: el Leguizamón. Un día me toca estar en el Penal de Libertad y ver nada más ni nada menos que a Nico Quiñones, quien estaba preso por integrar el MLN, en la celda número dos del tercer piso; Nico tenía 23 años. Con Nico Quiñones, en esa cuadra de las Cañones -las hermanas rubias-, tuvimos una adolescencia hermosa y convivimos con la muchachada de aquellos tiempos. Embriagados de entusiasmo, disfrutamos cómo Uruguay le ganaba dos a uno a Inglaterra; fue el famoso partido del año 1952, en el Estadio Centenario. En esta tarde quiero recordar nuestros mejores años y ese poema sobre la calle Tiburcio Gómez; con él trataste de ratificar al barrio Buceo como algo fundamental en tu existencia. Con Lucio Muniz, el hombre de las tablas, el hombre de fama -porque, ¿cuántos libros tenés?- conocido por todo el Uruguay y por todo el mundo -porque también recorrió el mundo: que París, que Buenos Aires, que provincias argentinas, que Río Grande del Sur-, ex trabajador de Onda y luchador, la vida nos reunió en la lucha, aunque en tiempos diferentes. Vos estuviste preso en el Departamento de Treinta y Tres, en un cuartel, donde mataron en la tortura a Luis Batalla -militante del Partido Demócrata Cristiano, Frente Amplio- y vos te salvaste por un pelo. Yo estuve casi diez años entre cuartel y cuartel y en el Penal de Libertad. Luego, nos reencontramos cuando nos vimos en Buenos Aires -hacía seis años que nos habíamos visto en un 143- y ahí restablecimos el vínculo, una relación que no es nada más que la continuidad de esa cadena de afectos que forman a los hombres en la vida. Gracias por tu amistad; gracias por tu compañerismo y gracias por nuestra juventud. Gracias, señor Presidente. (Aplausos) SEÑOR PRESIDENTE (Álvaro Viviano).- Muchas gracias a usted, señor Edil. Le damos la bienvenida al Presidente de Agadu, señor Alexis Buenseñor; es un gusto tenerlo presente en esta Sala.

Antes de continuar, le voy a pedir al Secretario General Adjunto que dé lectura a algunos saludos recibidos con respecto a esta ocasión. SEÑOR SECRETARIO GENERAL ADJUNTO (Marcelo Visconti).- Hemos recibido los siguientes saludos, que les vamos a hacer llegar al maestro: desde Treinta y Tres, del Intendente Dardo Sánchez; desde Tacuarembó, de César "Tetelo" Benavides; de parte del Club de Residentes de Treinta y Tres en Montevideo, en la persona de su Presidenta, Mabel Robaina, y de su Secretario, Julio Mier; del director de Sondor S.A., el señor Rafael Abal; y de la Asociación Civil UNI 3 de Ciudad de la Costa, de parte de sus representantes Élida Pereira y Nilda Botta. (Aplausos) SEÑOR PRESIDENTE (Álvaro Viviano).- Agradecemos dichos saludos. Tiene la palabra el señor Edil Julio García. SEÑOR GARCÍA (Julio).- Gracias, señor Presidente. Les doy la bienvenida a todos y agradezco la presencia de tan distinguidas personalidades del ámbito de la cultura, del ámbito sindical, del ámbito de Agadu; en fin, de distintas y tantas partes que forman esta sociedad. Tenemos el placer de pertenecer a esta Junta Departamental y brindarle al compositor, al artista, al plástico, al periodista y al compañero Lucio Muniz este homenaje. En muchas oportunidades el agasajado dice: "Agradezco a esta Junta"; pero quiero revertir esto y decir que nosotros le tenemos que agradecer al compañero por tener la oportunidad de que esta Junta Departamental le pueda dar las gracias por su trayectoria, por todo lo que aportó a las distintas generaciones y por todo lo que va a seguir aportando. El conocimiento que tenemos de Lucio Muniz -y también el que hemos adquirido en estos días investigando y hablando con distintas personalidades, compañeros, artistas- nos permite llegar a la conclusión de que realmente ha superado totalmente los límites de la creación a través de lo que le ha brindado a los montevideanos, a los uruguayos. Es incalculable la cantidad de intérpretes que tomaron sus letras. En las investigaciones hay quien dice que fueron 60, 70, y quien dice que fueron más los intérpretes que han tomado sus letras y así homenajeado a su persona. No me gustaría nombrar a muchos intérpretes porque sé que uno, siempre que nombra, se olvida de alguien. Pero hay algunas personalidades, algunos intérpretes que, sin lugar a dudas, nos representan a todos en la cultura. Es así que quiero mencionar a Alfredo Zitarrosa, al doctor Carlos Paravís -Santiago Chalar-, a Los Zucará, a Carlos Benavides y a tantos más. Sus letras son himnos en Rocha -mi segundo departamento- cada verano. En síntesis, recogiendo la semblanza que ha hecho el compañero Dari Mendiondo quiero decir con total honestidad que esta Junta le agradece a Lucio Muniz la posibilidad de tenerlo entre nosotros y de ser desde hoy Ciudadano Ilustre de nuestro Montevideo. Gracias, Lucio Muniz; gracias, compañero.

(Aplausos) SEÑOR PRESIDENTE (Álvaro Viviano).- Muchas gracias a usted, señor Edil. Tiene la palabra el señor Edil Roque Baudean. SEÑOR BAUDEAN (Roque).- Gracias. ¡Qué lindo es ver esta Casa llena de tantos artistas y de tantos ciudadanos ilustres! Creo que por mucho tiempo la cultura estuvo en la oscuridad o no tuvo el reconocimiento que considero se merece y nos merecemos todos los montevideanos. Al hablar de Lucio Muniz me gustaría también hacer un reconocimiento a ese ciudadano que trabajó en una empresa que tanto le dio a este país socialmente y que tanta importancia tuvo en el orden social de todos los pueblos de esta querida República, como lo fue, sin lugar a dudas, la empresa ONDA, ya que él estuvo dentro de su staff. Quiero reconocer a aquella ONDA, que no era una empresa de números sino una empresa que se preocupaba socialmente por la gente, en la cual él también fue un referente; prueba de ello es que muchos ex funcionarios de esa empresa hablan tan bien de tan distinguido ciudadano. Por lo que significó esa empresa socialmente para nuestro país, creo que éste es un detalle no menor, y hay que recalcarlo. También quiero decir que, como expresaba el señor Edil Dari Mendiondo, quizá muchos piensen que la Junta no tiene que estar encargándose de estos temas. Yo creo que sí. Creo que es muy importante reconocer a las personas, a los personajes y la cultura de nuestra ciudad aquí, en esta Junta Departamental de Montevideo. Muchas veces nos quejamos diciendo que nadie es profeta en su tierra. Yo quiero que realmente los uruguayos seamos profetas en nuestra tierra. Este es un ejemplo que demuestra el agradecimiento que todos los orientales tenemos que dar a Muniz por todo lo que nos ha dado. Porque también en épocas en las que la cultura tuvo que estar más callada, sin lugar a dudas él debe de haber creado mucho, pero pudo sacar a luz pocos trabajos. Y dentro de esos trabajos escribió unos poemas para muchos amigos y compañeros que estaban en su misma situación o en el mismo lugar político partidario, brindándoles palabras de aliento. Por eso, Lucio, te agradezco. Me alegra enormemente este reconocimiento que está teniendo la Junta Departamental de Montevideo para con tu persona, para con tu trabajo. Por sobre todas las cosas, creo que lo que mejor habla de ti es tener amigos como el señor Edil Dari Mendiondo, que habla con tanta alegría y con tanta pasión cuando se refiere a ti. Eso refleja que eres una buena persona y un buen amigo. Muchas gracias. (Aplausos) SEÑOR PRESIDENTE (Álvaro Viviano).- Muchas gracias a usted, señor Edil.

Saludamos y les pedimos que nos acompañen en nuestras bancas a los señores Fernando Condon y Marcel Chávez, del Departamento de Cultura de la Intendencia de Montevideo, a quienes agradecemos especialmente su presencia. En nombre de la Presidencia de la Junta quiero también saludar al homenajeado y decir, como han dicho algunos de los señores Ediles aquí, que indudablemente la Junta Departamental representa y refleja el sentir de nuestra gente. En ese sentido, creemos que es imperioso para nosotros detenernos también no sólo a realizar homenajes sino también a tratar la cultura y las distintas vivencias de nuestros ciudadanos y de nuestra sociedad, cosa que nos ayuda, de una manera u otra, a ser mejores. Finalizando, y previo a la entrega de los presentes que tenemos para entregarle en nombre de la Intendencia y de la Junta Departamental, le damos la palabra al homenajeado. Señor Lucio Muniz: tiene usted el micrófono. SEÑOR MUNIZ (Lucio).- Buenas tardes. Debo confesar que si antes, durante todos estos días, estaba sorprendido y conmovido por la respuesta, lo estoy bastante más ahora. Le quiero agradecer el saludo a la señora Intendenta de Montevideo, Ana Olivera, que estuvo personalmente charlando conmigo, diciéndome que no iba a poder venir por las razones de público conocimiento. Así que le retribuyo el saludo. También quiero saludar al señor Álvaro Viviano, que hoy está ejerciendo la Presidencia de esta Junta. Agradezco -aunque no esté presente- a la señora Edila Cecilia Cairo. También agradezco al Edil Dari Mendiondo, quien se salió del protocolo y dijo una cantidad de cosas que para mí son muy lindas porque tienen mucha vecindad y familiaridad. Esto, en todo caso, es protocolar, y como yo me estimo más escribiendo que hablando, se me ocurrió que podía ser hasta más respetuoso escribir unas palabras. En un acto especial celebrado el 3 de octubre de 1960 la Cámara de Representantes homenajeó al eminente ciudadano profesor Clemente Estable. En esa oportunidad se escucharon los discursos del Diputado Luis Hierro Gambardella -designado para hablar- y, posteriormente, del profesor homenajeado. No encuentro mejor modo de expresarme que recurrir a algunas frases de este hombre cuya pedagogía superaba a la de su oficio de maestro. Estable, refiriéndose a los homenajes, expresa: "¿Por qué siempre se dice que no se merece un homenaje y siempre se acepta? ¿Por modestia? Cuando se confiesa que no se merece un honor y se acepta -siendo el honor de los honores merecerlo- el extravío del juicio en la discordancia entre la palabra y la conducta proviene de una falsa interpretación del sentido del homenaje, o simplemente de la costumbre de decir 'buenos días' en medio de una tempestad". Luego señala: "Heme aquí, simple ciudadano que se siente feliz entre vosotros".

Salvando las distancias que sin duda existen entre este hombre y yo, pero viviendo una instancia parecida a la de él, manifiesto que también estoy feliz aquí y entre ustedes aceptando esta demostración por ser un reconocimiento a mi trabajo y pensando que algún mérito tengo, sin dejar de observar que tal distinción también me obliga a buscar, en el futuro, caminos y formas que justifiquen la confianza que, de algún modo, en mí se deposita. Quiero decir que acepto dicha distinción porque se trata de la voluntad de personas iguales que yo pero que están habilitadas para realizar reconocimientos. En lo estrictamente personal admito haber sido un ser inquieto por las manifestaciones culturales y haber dedicado la mayoría de mi tiempo a trabajar en esta zona. Mi vida ha estado repartida entre la familia que me trajo y la que fundé, los amigos, el trabajo para vivir y el trabajo para otra forma de vida que se apoya en la cultura, de la que soy un humilde obrero, pero absolutamente convencido de que la cultura es un motivo esencial que tiene múltiples manifestaciones. El ser más ignorante tiene algo que enseñarle al sabio; el sabio tiene algo que aprender del más ignorante. "Todo el que sabe algo que yo ignoro es mi maestro", decía, con humildad, Pío Baroja. Borges manifestaba que "no hay poeta, aunque mediocre, que no sea capaz de escribir un buen verso", y luego aclaraba: "claro que también los más desgraciados". Debo expresar que no sería justo si no dijera que detrás de los posibles logros que he tenido hay mucha gente ignorada y otros seres que reconozco y a los que agradezco. Los primeros son mis padres: Tomás Muniz Rivero y María del Carmen Muniz Nieto de Muniz, que bien sé que hubieran hecho propio este homenaje, así como mis hermanos, Pepe y Rubo, o José y Justino -ya desaparecidos pero vivos en mi recuerdo-, y también mi hermana Mirta. Al nombrar a padres y hermanos siento que vuelvo a ser el niño que fui en el Buceo. En otra oportunidad similar a ésta, recuerdo haber dicho que tengo el corazón y la mente llena de nombres. No es posible recordar ni nombrar a todos, pero sería injusto si no reconociera la amistad generosa de Hugo Martínez Trobo; de Jorge Medina Vidal; de Alfredo Zitarrosa; de Bécquer Salvador Puig y de Hernán, su padre; de Alfredo Gravina y de Ariel Méndez; de L. S Garini y de Clara Silva; de Antonio Lista, que fue quien me puso óleos y pinceles en la mano. No sería justo si no nombrara a gente que tuvo tanto que ver con mi amor por la música y con el instrumento que me acompañó en la vida: la guitarra, esa pequeña caja de resonancia pero enorme por sus posibilidades, dueña de un volumen exacto como para permitir ahondar en lo propio hasta encontrar sonidos y colores para repartirlos. Y allí están Pedro María Marín Sánchez, Atilio Rapat, Abel y Agustín Carlevaro. Y tratándose de Montevideo, ciudad que tanto quiero, sería injusto si no recordara mi calle Tiburcio Gómez, con su sol que todavía alumbra los rincones de mi memoria, y donde están las viejas amistades familiares, los vecinos, la infancia repartida junto a otros chiquilines bajo la mirada celosa de nuestros mayores y bajo los plátanos verdecidos de verano, cuando la vida transcurría pacífica, sin que yo fuera consciente de ello, viviendo una niñez sin más preocupación que la de inventar algunos juegos y compartirlos con mis iguales. Sería injusto en otra instancia de vida no recordar las reuniones en el Bar Montevideo, en el Mincho, en el Petit o el Boli, y principalmente las vividas en el Colegiales de Rizzo, en el Luzón de Pepe y Marcelino, en el Lobizón de Gustavo, y sobre todo en el Outes de Germán y Paco, bar que ha quedado en la memoria popular como un reducto de amistad cierta donde nos juntábamos en los años 60 y en los oscuros de la década siguiente con Juan Capagorry, Carlos Bonavita, Becho Eizmendi, Julio Mieres Muró, Manolo Lima, Jonio Montiel, Jesús Menéndez y Carlitos Espínola, hijo de Paco.

No siendo mi hermana, toda la gente que he nombrado ha fallecido. Y la nombro para revivirla, porque sé que si estuvieran compartirían la alegría de este reconocimiento en el que también están ellos, como están en mi memoria, pisando las calles de mis patrias chicas Tomás Cacheiro en Treinta y Tres, Dagoberto Vaz Mendoza en Melo, Eduardo Saldaín en Rocha, Santiago Chalar en Minas y Ricardo Figueredo en Maldonado. Mal pudiera no nombrar a Los Zucará, que le pusieron alas a mis canciones, en las que se pasea la mirada rescatando momentos vividos en los años de juventud y de lírica bohemia. Las canciones llegan no se sabe a qué lugares. Las gargantas tienen colores especiales que agitan las aguas de la sensibilidad y nos trasladan por el carril del recuerdo, asestándonos sabores de otros tiempos en los que hemos quedado anclados por la nostalgia. Oyendo hablar del Mercado de Las Pulgas, del Mercado de Abasto, de Corrientes y Esmeralda, o la Garota de Ipanema, un día sentí la ausencia en la canción de la Feria de Tristán Narvaja, de la esquina de 18 y Andes, y de la Ciudad Vieja. Y recordando escribí todas las canciones del disco "Calles", porque Montevideo y las cinco capitales del Este estaban incorporadas a mí y no precisaba mirarlas para verlas. Yo tengo el legítimo orgullo de pertenecer a la generación del 60, de haber tenido los amigos que tuve y los que tengo, de tener los seis hijos y los seis nietos que tengo, de sentirme hoy reconocido acá, con mis iguales; yo también, como dijera Estable, feliz de estar entre ustedes, de ser aceptado y estimado, confundido con los demás y sin diferencias y con la esperanza de que juntos alcancemos los territorios siempre lejanos de la paz y de la justicia. Un abrazo a todos por haberme acompañado en esta aventura de alegría, a mí, un ser mínimo, uno más de tantos compartiendo las horas. Desde hace varios días, a través de notas periodísticas en la prensa y en las radios, de correos electrónicos, de llamadas al teléfono de línea y al celular, he estado viviendo un momento de disfrute por la adhesión de amigos de esta ciudad, del interior y de países lejanos que han hecho propio el homenaje y han querido estar a mi lado. No nombro a nadie de los presentes porque debería nombrarlos a todos; quiero destacar que hay en Sala amigos y amigas de distintas ciudades del interior. Quiero agradecer públicamente a mi ex esposa, Ana María Mariño, con todo el respeto que merece, y por supuesto a mi señora actual, María Margarita Goday Tristán, porque su forma de ser generosa y comprensiva hace posible que mis hijos tengan casi dos madres, y mis nietos, sin ningún lugar a dudas, dos abuelas. Muchas gracias. (Aplausos) SEÑOR PRESIDENTE (Álvaro Viviano).- Finalizando este acto de homenaje en ocasión de declarar Ciudadano Ilustre a Lucio Muniz, voy a pedir al señor Presidente de la Comisión de Cultura, señor Edil Dari Mendiondo, al señor Presidente de Agadu, el amigo Alexis Buenseñor, y al señor Condon, de la Intendencia de Montevideo, que me acompañen aquí adelante, junto al homenajeado, para entregarle unos presentes. En nombre de la Junta Departamental de Montevideo le hacemos entrega de esta plaqueta.

(Así se efectúa) (Aplausos) ______En nombre de la Intendencia de Montevideo, es un honor entregarle este símbolo que representa su trayectoria para todos los montevideanos. (Aplausos) ______Finalizamos este acto y agradecemos la presencia de todos este día. Muchas gracias. (Aplausos) (Es la hora 15:43)

 

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