La cuña

 
El abuelo Toledo quedó descontento con la noticia del casamiento de la nieta con Rondán. Muy descontento.
—¿Pero no es bueno Rondán? —pregunta Juan, el hermano de la novia.
—Matar no ha matao a nadie...
Esta no es contestación de dar un viejo a quien se va a consultar por obligación, pues entre los canarios, esto de consultar al más anciano del apellido, en casos como éste es tradicional. Si el consultado da su bendición, la nueva sangre que entra en la familia es sangre que manda Dios. Si desaprueba, la familia queda menos obligada con la pareja. La solidaridad de la sangre se debilita.
Juan, disgustado por la contestación del viejo, responde:
—Mire que Rondán es resuelto y de ojo largo...
—Es. Si hay un ñudo no desata, corta...
Admite Juan que Rondán es medio atropellado. Pero es hombre de tranco largo, sacador de pecho. De cabeza levantada.
—La oveja de cabeza más alta es la más flaca...
No puede Juan explicarle al abuelo que lo que más le gusta de Rondán es que es hombre de boca pronta, avasallador. Justo al revés de ellos, que siempre están mirando la tierra, domados por treinta años de renta juntada a lomo.
Los Toledo son hombres de buey y melga. Del pueblo conocen la casa del propietario de la tierra, la iglesia y el cementerio.
Allí están las chacras como hace treinta años, porque ellos son gente quieta, echadora de raíces. El pago está cundido de ranchos. Cada uno de éstos centra un pedazo de treinta cuadras. Cinco apellidos cruzados componen la población, que es una familia larga al fin. Es toda gente mansa, manejada por la lluvia y la seca. En sus fiestas podrá haber indigestiones, pero peleas no hay...

Rondán ha sido siempre hombre de caballo, monte y frontera. Cuando se pone a contar sus andanzas, los Toledo mozos se sienten absorbidos por el relato.
Según dice el mismo Rondán, "se ha pasado más de la mitad de la vida a caballo". Ha tenido como mil oficios "pero todos de andar". Compositor, domador, contrabandista, siempre le ha gustado ganar la plata con "lo otro"' más que con el lomo, como los burros. Cuestión iglesia, sabe poco.
—Conozco a Dios porque está siempre clavao y sé que los santos son varones y las vírgenes mujeres... ¡Demás está!
Es de esos hombres que en la miseria no sufren la miseria y en la abundancia disfrutan la abundancia.
Agarrando corriente arriba en su familia se viene a dar con él fácilmente:
—Mi tata era conocido en toda la República Oriental. Usaba bombacha y no conoció pantalón. Mi abuelo usaba chiripá y no conoció bombacha. Mi bisabuelo sería indio y mi recontra bisabuelo bicho del monte...

Ahora, al borde de los treinta años, "muy catangueado" por la vida, le ha dado por sosegarse y casarse con una canaria.
—Vas a tener la panza llena, chanchos hasta pa tirar pa arriba y un hijo en cada zafra, le dice Llanes, un mercachifle que llega a las casas.

—Le arrendamo un pedazo pa que trabaje —dice Juan buscando la aprobación del viejo.
Pero el abuelo sigue desconforme y bíblico:
—El pez agua, el pájaro cielo, el vagabundo camino...

Pero Rondan se casa. Mete su apellido y sus costumbres en la familia como cuña en un tronco.

Se fue al fondo de la chacra a tamanguear terrones. Trabajar, trabaja, pero es medio desgobernado. Tan pronto guapea de estrella a estrella, como se pasa tres o cuatro días tomando mate, mirando el campo. Pensando o no pensando. ¡Vaya a saber!
Ahora ha caído en un desgano de éstos. El arado del cuñado anda y desanda abriendo la tierra. Primero apenas se ve deslizándose en la distancia.
Rondán ya lo tiene cerca. Encima casi, de molestarle el repetido:
—Siga... Primero... Vuelta Parejo...
El toma mate a veces. Otras, el mate muerto en la mano, mira el campo pensando o no pensando.

La mujer, "muy pesada'' ya, por un embarazo de esos deformes, cocina, da grano a las gallinas, raciona los cerdos. Esta tarea de racionar cerdos la realizaba Rondán. Hasta que un día le dijo a ella:
—Ocúpate vos de los chanchos... Yo los aborrezco.. .
Mismo, piensa. No es bicho pa chanchos.. .

Vive una vida sin barquinazos que no lleva a ningún lado. Para mejor le ha tocado en suerte una mujer que es una desgraciada para conversar.
—Esta —le dice a Llanes señalándola— secante de hablar de chanchos, enfermedades y renta, es una bolsa e lana pa conversar...
Ahora suele llegar el abuelo con cualquier pretexto. Rondán está hace dos o tres días desganado.
El viejo, luego de lento conversar de bueyes perdidos:
—¿No aprovecha este húmedo pa sembrar? La tierra no espera.. .
Si sigue así se va a morir de hambre.. .
Entonces Rondán se deja caer:
—No he ido a ningún velorio de un muerto de hambre.. . Reventaos de trabajar, sí he visto.. .

Aquel día fue al pueblo a llevar unas rejas de arado para "estirarlas". Allí encontró a Rosano, flor de hombre, amigo del pago viejo. Este había atado una penca y traía el caballo a "hacerle agarrar senda y galpón".
—¿Por qué no me cuidás el matungo? —preguntó Rosano. Te pasás unos días y después te vas...
Rondan tendría que haberle explicado muchas cosas y decirle que no podía quedarse. Pero le vinieron otros pensamientos:
.. .El trigo estaba sembrado. Con dejarlo venir ya estaba... Verlo "venir" era diversión de canarios ¡Pero él!...
Al entrar a la caballeriza, lo abrazó un olor a alfalfa lindísimo. El pingo, como un bronce, de cabeza levantada, estaba "llenando la vista como una pintura". Dos hombres —un negro y otro— al lado de un fueguito, tomaban mate y caña. Olvidada por la charla, una parrilla con unos chorizos en el lomo...
Rondán se quedó nomás. Por unos días no oiría hablar de enfermedades y rentas. Alfalfa, relinchos, hombres, caña.. .
Rondán se quedó mandado por aquellos olores, aquellos ruidos y aquella escena.

Se acordó de la chacra y de la familia —donde entró como una cuña en un tronco— aquella mañana que le vinieron a avisar que la patrona "le había dao un compañero".

J. J. Morosoli
Tierra y tiempo - Cuentos
Lectores de la Banda Oriental
Montevideo, noviembre de 1982

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