Fortaleza

Mi fortaleza la llevo
como un gran broche en mi espalda 
cuando un día sin quererlo 
me enfrenté a la cruel batalla.

De ser padre, mujer niña, 
madre obrera y artesana 
para ponerme en la frente 
como un pañuelo mi casa.

Mi fortaleza la llevo
grabada a fuego y escarcha 
sin tener tiempo del llanto 
que abofeteaba mi cara.

Con una mano reía
y con la otra luchaba
porque las horas son siglos 
cuando una sola se basta.

Mil chaparrones llegaron 
que anudaron mi garganta 
pero con mi paso firme
fui cosechando esperanzas.

Hoy tengo las manos llenas 
y un cascabel en el alma 
porque todo he conseguido 
con sudor y muchas lágrimas.

No reniego soy dichosa 
mis pupilas tienen alas
y mi planta la riqueza
de ser mujer como tantas.

Graciela Monteverde

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