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Poesía y poética en Emilio Oribe |
|
No
parece posible
enfocar la
poesía de
Emilio Oribe
sin considerar
también su
Poética. Porque
emoción e
intelecto, creación
y pensamiento,
práctica y
teoría, están
indisolublemente unidas en
la obra
de Oribe.
En el Prólogo a
la Antología
Poética, firmado
por Arturo
S. Visca,
se expresa
que en
la poesía de
Oribe: “la
inteligencia canta
y la emoción se
hace pensamiento”.
Allí está
contenida la
fórmula para
evaluar su
creación poética.
Oribe procuró
y logró
establecer una
difícil conjunción:
por un
lado, la
emoción,
elemento intrínseco
del género
lírico tradicional,
por otro,
el intelecto,
elemento esencial
del trabajo
ensayístico. Poeta
y ensayista
procuran el
ensamble, el
delicado y
fino ajuste de
dos elementos
básicos que,
hasta la
moderna poética
del siglo
XX solían
permanecer separados.
Emoción e
Inteligencia
unidas. Clave
de acceso
a la
poesía de
Emilio Oribe.
A la
luz de esa “puesta
al día”
con la
modernidad no parece
casual que,
durante alguno
de sus viajes a
Europa, conociera
directamente a
Paul Valéry.
Sabemos de
la influencia de
Mallarmé y
su proyección hacia
una poética
moderna; Valéry
fue principal
difusor del
concepto de
poesía
pura que
incidió en
poetas como
Jorge Guillén.
Desde el
romanticismo la
moderna poesía
venía transformándose
de modo
que al llegar el
Siglo XX
con el corolario de
las corrientes
europeas de
vanguardia a
principios de
siglo se
van definiendo nuevas
concepciones poéticas. No
es posible olvidar
aquí que
la propuesta
imagista
anglosajona a
través de
Ezra Pound
y luego
T. S. Eliot forjaron,
como hemos
visto en
ensayos anteriores, una
poética trazada
sobre la
unión de
emoción
e intelecto,
de la
cual la
sólida obra
de ambos
da cuenta.
Asimismo, pensemos
en los
escritores hispanoamericanos que, absorbida la
savia vanguardista
o, por
lo menos, conocida
y estudiada,
hicieron de
la interrelación
entre la
Creación y
la Crítica
un nuevo
marco de
escritura en
el cauce
de la
modernidad. Figuras
como Octavio
Paz y
Jorge Luis
Borges, por
ejemplo -no
por casualidad
ambos presentes
en Europa
en el
momento de
surgimiento vanguardista-
conjugaron, en
esplendente escritura,
dicha dicotomía.
Emilio Oribe,
hombre de
cultura y
receptor atento,
permaneció incisivo,
alerta a
las transformaciones que
se procesaban
con impulso
vertiginoso. Las
decantó adecuadamente
para filtrarlas
en el crisol de
su tendencia
clásica. |
La Poética de Oribe se inscribe en el ámbito de Valéry -a quien Oribe admiraba-, Guillén o T. S. Eliot. Llambías de Acevedo, en el Prólogo de Poética y Plástica señala: Oribe
medita
y
canta
a
la
vez,
entre
perplejidades,
enigmas, La Poética de Emilio Oribe se aproximó, particularmente, a caminos elegidos por Valéry y Jorge Guillén, caminos transitados por conceptos afines y donde la poesía pura significaba el norte del caminante. Como en la poesía de Guillén hay en Oribe una poesía que une la imagen y la idea. Poesía Pura -había dicho Paul Valéry- es “lo que permanece en el poema, después de haber eliminado todo lo que no es poesía”. Es el despojamiento en la expresión poética de todo elemento extraño y, fundamentalmente, de lo personal. En el poema La Rosa del Sabio,I del libro El canto del cuadrante (1938), Oribe escribe:
¡Qué
bien sé
yo una pensante
fuente oscura, carne
del mito,
número impasible! Ella
es la poesía pura. Una
rosa inteligible entre
la Música y la Arquitectura. Y más adelante, en el mismo poema, IV: La poesía pura El
símbolo
de
la
Rosa
que
augura
el
Pensamiento
la
Inteligencia,
la
Música
y
la
Arquitectura
del
Lenguaje.
Es
aquella
“formulación
matemática”,
pitagórica,
que
el
crítico
Hugo
Friedrich
veía
en
la
poesía
de
la
modernidad.1
Pero
ésta
es
una
fórmula
que
canta: ¡Qué bien sé yo una pensante frente oscura! poema citado, VII En
algún momento
de este mismo
poema, ciertos
versos suyos
revelan la
afinidad poética
teórica que
lo acerca
a autores
como Guillén
y Borges.
Así, por
ejemplo, en
el poema
V: En transparencia de números y nombres donde
parecen conjugarse
la transparencia que es
revelación y
epifanía (Guillén)
con la
idea y
cifra del
enigma que
es la
búsqueda eterna
y el misterio del
Aleph
borgeano (Borges). No
es casual
que, en
los tres
poetas, se
labre una
Poética de
la Inteligencia.
Hay cercanías
y afinidades.
Hay poemas
de Oribe
dedicados a
los otros
dos poetas.
Aún más,
hay caracteres
compartidos de
una Poética
común: el
Intelecto rector,
el dominio
lingüístico, la perfección
formal, el
tratamiento estilístico
de los motivos líricos,
utilización de
imágenes afines,
una semántica
metafísica. Habría
de realizarse
un cotejo
entre la
poesía de
estos autores
para iluminar específicamente
las cercanías
y las
distancias. En otra instancia, en el mismo libro, -un libro rico y capital en la obra lírica de Oribe- hay un poema titulado El rey de la otra cumbre. En él, el autor escogía un motivo lírico que, desde los lejanos tiempos del romanticismo alemán fue transformándose y renaciendo; en el siglo XX fue recogido por el expresionismo y luego desarrollado por la poesía hispanoamericana actual. Es el tema, típicamente alemán y, más exactamente, anglosajón, del denominado desdoblamiento del yo. Se conecta con el tema del doble, se conecta con el tema de la identidad del ser. Lo hallamos como motivo lírico en varios poetas, por ejemplo, en los poemas La calle y Los pasos en esta calle, ambos de Octavio Paz. En la poesía de Emilio Oribe, lo que para otros poetas es un juego efectista, adquiere la profunda trascendencia de una inquisición existencial:
Entre mi yo |
No se ha reparado suficientemente en esta modernidad que exhibe la poesía de Emilio Oribe. Por la misma época de composición de sus poemas Fernando Pessoa, en Portugal, concebía poemas cercanos y tanto que sería difícil discernir si los versos arriba presentados pudieran pertenecer a uno u otro poeta. Probablemente no se conocían, a pesar de los frecuentes viajes a Europa, lo cual habla de un “espíritu moderno” que se propagaba por todo el orbe y al que no eran insensibles los poetas de diversas latitudes. Fragmentos de los poemas de Oribe revelan que el poeta no fue ajeno a las transformaciones vanguardistas ni a las búsquedas e innovaciones de la modernidad. Imágenes y metáforas que no desdeñaría ningún cultor ultraísta se deslizan, con frecuencia, en poemas oribianos. No debe olvidarse la incidencia que Borges tuvo en la introducción rioplatense del Ultraísmo y no resulta extraño hallar en la poesía uruguaya de la época imágenes y metáforas, símiles y aliteraciones, que en Oribe pueden ser instantáneas fugaces mostrando otra faceta creadora en su producción lírica. En el poema El mar en el astro, del mismo libro que nos ocupa, poema dedicado a quien fuera uno de los principales divulgadores de las vanguardias, el crítico Guillermo de Torre, se leen estos versos: |
Abrillanta |
La
plasticidad de ciertas
imágenes, la
imaginación en
algunas metáforas,
nos retrotraen
al estilo
ultraísta o creacionista. De múltiple
uso en
la poesía americana,
el juego
de aliteraciones ha sido
uno de
los recursos más
frecuentados en lengua
castellana. En
el poema V
de La
serpiente y
el tiempo
leemos: |
Rey con tal hambre el hombre va a la hembra! |
La
aliteración se
une a
la música de
la palabra,
a la
sugestión rítmica
y geométrica
del lenguaje,
el melos de
la Idea.
En La
lámpara que
anda (1944)
inicia Oribe
la escritura
del primer
poema con
estos versos: |
La lámpara |
Lo
precedentemente expuesto acrecienta
la amplitud
estética operando
una expansión
en la
Poética de
Emilio Oribe.
Nos hace
reflexionar que
el autor
era sensible
a los
cambios y
permanencias de la
poesía universal,
que el
autor era
receptivo para
acompasar las
transformaciones formales
con los
puntuales contenidos
universales y
humanos. Una
recorrida mesurada
por la poesía de
Emilio Oribe
nos revela
un receptor
atento a
las corrientes y
movimientos en
los distintos estadios
de su
creación poética.
Desde sus
primeros libros
de la
década de
los años
10: El
nardo del
ánfora (1915),
El castillo interior
(1917), El halconero astral
(1919), marcados
por el
aura modernista y
las cercanías
de Julio
Herrera y
Reissig o
Leopoldo Lugones,
evolucionando hacia
nuevas formas
y contenidos
en los libros de
la década
de los
fermentales años
20: El
nunca usado
mar (1922),
La
colina del
pájaro rojo
(1925), hacia
la conformación
de una
poesía de
densidad conceptual
y firme
despliegue intelectual
donde la
amplitud del
universo filosófico
se integra
y ensambla
ajustadamente con
la intuición
creadora afinando
y afirmando,
con sensibilidad
e inteligencia,
las nuevas
concepciones teóricas
que irían
definiendo su
Poética: la
poesía
pura, el
Simbolismo, las
herencias de
Mallarmé, de
Valéry. Así
en los libros de
la década
de los
años 30:
La
transfiguración de lo
corpóreo (1930),
El canto
del cuadrante
(1938),
se
encuentran
algunos
de
los
más
finos,
sutiles,
antológicos
poemas
de
Oribe.
Por
los
años
40,
el
poeta
afirma
su
madurez
creadora
con
La
lámpara
que
anda
(1944),
y
La
esfera
del
canto
(1948),
hasta
alcanzar
su
cima
en
la
culminación
que
significa
su
Ars
Magna
(1959).
Ha
transcurrido
medio
siglo
de
poesía
y
de
poéticas:
el
simbolismo,
el
modernismo,
la
poesía
pura,
las
vanguardias.
Más
allá
de
las
formas,
más
allá
de
las
corrientes,
Emilio
Oribe
elabora
y
sustenta
una
semántica
consistente, firme,
que
persiste
en
el
Tiempo
porque
está
trazada
sobre
los
elementos
sustanciales
que
hacen
al
enigma
eterno
del
hombre
y
del
Universo:
reflexión
filosófica,
apreciación
permanente
de
lo
clásico,
intenso
espiritualismo que
se
vuelve
misticismo
profundo,
lenguaje
interior
de
los
objetos,
música
de
la
naturaleza
que
es
arquitectura
poética
del
Universo.
Las
estructuras
clásicas
greco-latinas
se
aprecian
en
el
hondo
sentido
de
la
belleza,
el
orden
armónico
del
Ideal,
los
conceptos
generadores,
vitales
y
expansivos
de
Platón,
de
Plotino,
la
constitución
de
la
Estética,
la
matemática
del
lenguaje
y
el
trazo
geométrico
de
la
palabra,
el
mito
y
el
logos,
el
ethos
y
el
ejercicio
simbólico
como
“clave
de
verdades
eternas”.
La
materia
filosófica
toda
es
el
centro
nuclear
de
la
Poética
de
Emilio
Oribe
hasta
el
punto
que
es
imposible
analizar
en
profundidad
su
poesía
sin
remitirse
a
un
riguroso
examen
de
sus
ideas
filosóficas
y
estéticas.
Allí
la
“tentativa
de
posesión
extrema
de
una
idea
metafísica
por
medio
de
la
lírica”
como
define
el
propio
Oribe. Por
un lado,
la modernidad
de Emilio
Oribe lo
aproxima a
algunos de
los poetas
más relevantes
de la poesía universal
en el
siglo XX.
Por otro,
la personalidad,
la singularidad poética, lo
hacen único
e intransferible en el
contexto de
las letras americanas.
Puede compartir
preocupaciones metafísicas
con Borges,
perfecciones formales y
sutiles incisiones
con Guillén,
enriquecer la
maginería
plástica y
musical de
los vanguardistas y
ser, a
la vez, un
creador lúcido
que sabe,
como Hölderlin
o Rilke,
que el
pensamiento es
luz y
la luz es
poesía, que
por arterias
subterráneas fluyen
las ideas
y el
Ser del
poeta es
un “testimonio interrogante”
en el
Universo, o
que la
trama del
lenguaje apenas
revela la
ardiente inquisición
sin respuesta. Sería
justo
reclamar
que
la
obra
de
Oribe
ocupe
su
lugar
relevante
en
el
concierto
de
la
poesía
hispanoamericana,
pues
su
trascendencia
va
más
allá
de
eventuales similitudes
y
aproximaciones
con
otros
poetas
que
han
recibido
una
confirmación
universal.
Aún
no
se
ha
convertido
en
conocimiento
cabal
y
admiración
plena
ni
la
estatura
filosófica
ni
la
dimensión
poética
de
Emilio
Oribe.
Su
obra
no
solo
significa
uno
de
los
momentos
más
altos
en
la
historia
-todavía
por
escribir-
de
la
poesía
uruguaya
sino
que
se
encuentra
a
la
par
con
algunos
destacados
autores
hispanoamericanos.
Y
su
poesía,
que
llamaríamos
esencial,
para
sintetizar,
de
alguna
manera,
un
vasto
universo
poético
que
se
enriquece
permanentemente
en
imágenes
reveladoras
donde
la
Idea,
el
enigma
del
Ser,
el
Uno
y
el
Universo,
la
Belleza,
la
Identidad,
el Misticismo,
se
trasuntan
en
armonía
de
lenguaje.
Poesía
esencial,
honda
reflexión,
a
las
que
se
ajustan
las
palabras
de
John
Keats,
que
el
propio
Oribe
recoge
en
uno
de
sus
libros,
expresivas
del
seguro
tributo
a
su
memoria: |
A thing of beauty is a joy for ever |
Referencias: |
Friedrich, Hugo : Estructura de la lírica moderna. Seix Barral, Barcelona, ed.1959. |
Bibliografía consultada: |
Oribe,
Emilio : Antología
Poética. Universidad
de la
República, Montevideo, 1965.
Poética y
Plástica. 2 Tomos. MEC.
Biblioteca Artigas. Clásicos
Uruguayos, Montevideo,
ed.
1968. Brena, Tomás G.: Exploración estética. Estudio
de 8
poetas Rela, Walter: Diccionario de escritores
uruguayos. Ed. de
la Plaza,
Montevideo, 1986. Vs. autores: Diccionario de literatura
uruguaya. 3
Tomos. Arca-Credisol,
Montevideo, 1987. Cohen, J. M. : Poesía de nuestro tiempo. Breviarios del FCE. México, ed.1963. |
Álvaro
Miranda Buranelli
alvaro@alvaromiranda.com
Piedra de toque
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