Paisajes inventados bajo el aire de las palomas
Jorge Miguel

Al viejo Mario Ifrán
por los tantos silencios compartidos

uno

no mirá la cosa es así yo salía de la estación iba a las casas me daba un bañito comía algo preparaba un mate y algunas veces me daba una vuelta por lo del flaco iba en bicicleta o iba caminando quedaba bien cerca tres cuatro acaso cinco cuadras date cuenta que entre una cosa y otra yo siempre llegaba de noche como a las nueve a las diez llegaba tocaba timbre y empezaba a subir la escalera el flaco vivía vos tenés que acordarte vivía en aquella casa de la esquina aquella casa que tenía la puerta por una calle y las ventanas por otra una cosa que al flaco siempre le llamó la atención o le daba gracia la puerta por un lado decía y las ventanas por otro te das cuenta bueno a veces yo terminaba de subir la escalera y tenía que esperar que me abrieran la puerta de arriba el flaco no se apuraba mucho por atender esa es la verdad pero ahí sentía yo el ruido de la llave la puerta se abría y era él mario me decía qué bueno que viniste mario me decía y se daba media vuelta y regresaba a su rincón de siempre entonces yo entraba cerraba la puerta y lo seguía el flaco tenía sus días a veces no daba pelota a nadie ni a mí ni a mí así que date cuenta me decía quedate por ahí servite algo que yo ya voy me decía como si se fuera a retirar pero no se quedaba allí como paralizado dejando que la mirada le vagara despacito por las cosas tanto miraba detenidamente una birome como pasaba las páginas de una revista o hacía bolitas de papel cualquier cosa cualquier cosa él se quedaba mudo quieto y yo tenía que aguantarle la masa a veces no se la aguantaba y me iba otras veces cuando le decía que me iba parecía resignarse y se ponía a conversar y otras veces era distinto desde que me abría la puerta hablaba y hablaba y hablaba y casi no me dejaba chistar mirá que hay que taparme la boca a mí eh pero él tenía días así bueno en verdad que no era muy común pero a veces ocurría no sé él tenía esos días pero siempre conversábamos o nos decíamos cosas te das cuenta aunque no nos dijésemos ni una sola palabra siempre nos decíamos algo así callados y él tenía una manera de ver las cosas que siempre la andaba repitiendo decía que con cualquier tarado se puede pasar horas y horas conversando y no decir nada pero no es con cualquiera con quien uno se puede pasar horas y horas en silencio y decirse un montón de cosas

dos

yo al flaco lo conocí en aquella oficina donde trabajaba yo tenía que ir todos los días por una cosa u otra y el flaco un día apareció recién llegadito de montevideo creo sí llegaba de montevideo de tanto vernos todos los días fuimos cambiando alguna palabra más al principio era un saludo poco después alguna cosita más un chisme del pueblo un par de pantorrillas que pasaba qué se yo cualquier cosa poco a poco íbamos teniendo más temas por ahí descubrimos alguna tarde que había cosas que nos interesaban a los dos y ya nos mirábamos distinto un día una opinión nos hacía polemizar y ya quedábamos agarrados por una semana o dos otro día el comentario de algún problema personal cosas así el flaco y yo conversábamos y nos íbamos haciendo amigos como sin ganas como quien no quiere la cosa nos íbamos haciendo amigos el flaco era medio duro en algunas cosas pero tuvo una época que andaba quebrado quebrado al flaco no le gustaba aquella oficina la odiaba y le daba cero pelota se mantenía allí porque no se animaba a irse el flaco entonces tenía esos dos trabajos el de la oficina y lo otro que para él no era un trabajo decía porque lo hacía con placer eso decía pero el flaco andaba complicado la plata no le daba para nada porque era una máquina de gastar nunca ví cosa igual entonces el flaco tenía una brasilia y no paraba ni un fin de semana en el pueblo se pasaba yendo de un lado para otro montevideo yaguarón el chuy melo tacuarembó san gregorio de polanco el flaco salía de la oficina el viernes y desaparecía uno podía estar seguro en la nochecita del viernes estar seguro de que el flaco a esa hora andaba por alguna ruta me lo recomendó el psiquiatra bromeaba me recomendó seriamente no quedarme en este pueblo piojoso los fines de semana y los chorros de plata salían del flaco claro que no había sueldo que aguantara nunca conseguía quedar al día y era común que los cobradores anduvieran cargoseándolo todo el tiempo pero el flaco era un tipo complicado y uno nunca podía saber qué andaba pasando por aquella cabecita quería dejar aquel trabajo te decía pero no se animaba no se animaba ni lo dejaban me parece pero aquí entramos en un terreno delicado capaz que vos tenés tu propia idea pero el flaco pasaba mal allí no le gustaba no era ambiente para él y era evidente que le rompía los huevos trabajar en aquel lugar al flaco le gustaba lo otro y ahí sí ponía el alma y vos lo veías y daba gusto verlo pero había dos o tres grandes temas pendientes en él mirá la cosa es clara el flaco quería irse para melo y no podía por el trabajo de la oficina quería dejar este trabajo para dedicarse de lleno a lo que le gustaba y para poder irse a donde quisiera cuando quisiera pero no se animaba ni lo dejaban entonces vos te darás cuenta que era evidente que el flaco andaba muy renunciado de mí mismo decía él y aquello no podía aguantar y no aguantó destrilló se paró de golpe y se sacudió todo y nos dejó asombrados porque uno lo escuchaba hablar y hablar y hablar y bueno uno hablando puede decir muchas cosas pero estaba visto que el flaco además empezaba a hacer lo que decía que ya no es lo mismo la cosa es que dejó a la mujer bueno vos de esto sabrás bien

tres

él ya venía medio desacomodado iba venía hacía cualquier cosa hubo un tiempo que me pudrió bastante me tenía bastante hastiado y lo borré un poco te digo la verdad yo me daba cuenta de cómo venía la mano me daba cuenta perfectamente pero uno también tiene sus cosas y la verdad es que me paspaba las bolas aguantarle las masas así que medio lo borré pero fue poco el flaco se ve que sintió la cosa y cambió conmigo me buscaba para conversar iba a la estación y pasaba rato en la vuelta yo le contaba mis cosas cómo habían sido mis cosas y cómo veía las de él porque hay historias que es como si se repitieran no sé si se repiten pero es como si se repitieran el flaco se había juntado con una gurisa una guacha y andaba en ésas vivía en un altillo arriba de una carnicería allí había amontonado sus cosas y ahí vivía andaba mal andaba mal se veía que andaba mal la oficina lo destrozaba los líos con la otra mujer lo tenían como loco y uno veía que el tipo andaba desquiciado así anduvo cerca de un año después me explicaba que lo tenía mal el ruido de la sierra de la carnicería que a veces estaba escuchando música y el chirrido de un corte de chuletas o de la chaira le hacía estallar los violines de vivaldi la trompeta de marsalis o los coros de la lacrimosa del requiem mozartiano me explicaba a las risas con la soberbia y el desprecio que solían inspirarle las cosas cotidianas y elementales cuestiones de infraestructura básica decía no merecen atención pero uno se daba cuenta que otros rumbos había en su cabeza otros dolores en su corazón y de aquellos misterios suyos muy pocas veces hablaba muy pocas veces

cuatro

yo me peleé fiero con mi viejo una vez y cuando nos reconciliamos le dije usted siempre fue un viejo de mierda sabe usted nunca sirvió para nada le dije y lo único bueno que recuerdo de usted es una tarde yo tendría cinco o seis años una tarde que me sentó en sus rodillas y me leyó un cuento habrá sido un ratito no más pero yo lo recuerdo yo lo he recordado toda la vida y me moriré con eso porque con ese gesto que yo recuerdo usted es mi padre y yo lo quiero aunque nunca haya sido otra cosa que un viejo de mierda le conté eso una noche al flaco y me miraba con sus ojazos porque tenía unos ojazos así como los tuyos me miraba y yo me daba cuenta que me miraba porque claro me miraba con sus ojazos aquella noche espinillar mediante en silencio me miraba al flaco uno le hablaba de padres uno le hablaba de hijos y parecía como que encendía los motores profundos de su manera de mirar así igualito igualito como me estás mirando ahora igualito

cinco

cuando quisimos ver nos habíamos hecho amigos pero empezamos a frecuentarnos después de mudarse para la casa de la esquina la casa de la puerta por un lado y las ventanas por otro fue ahí recién cuando empezamos a vernos más seguido y se veía también que las cosas le habían mejorado tenía mejor semblante y crecía crecía se lo veía crecer y de pronto se descolgó con aquel viaje aquel paseo aquella peregrinación de la que regresó definitivamente fortalecido y mandó al carajo el trabajo de la oficina imaginate en aquellos momentos todo era tan difícil y el flaco dejaba un trabajo que muchos querían tener lo dejó porque no le gustaba así no más porque no le gustaba quería dedicarse a lo que sí le interesaba y se dedicó date cuenta lo que significaba esto la economía del flaco se destartaló por completo tuvo que vender el auto vendió media biblioteca y comía porque tenía la cuenta del almacén cobraba el sueldo y antes de llegar a la casa ya no lo tenía había pagado el alquiler y el almacén pero el flaco andaba radiante le sobraba tiempo y se pasaba en lo suyo no hay sueldo que pague tu tiempo de vida decía y así la iba llevando volando con los canutos el flaco era feliz en general era feliz aunque como todo tenía sus momentos de trance esperame un poquito decía esperame que estoy revolviendo en mi catarsis y yo esperaba no sabía bien qué pero esperaba al rato empezábamos a conversar o empezábamos a seguir callados mientras la noche daba vueltas rumbo al fondo el flaco me contó una de esas veces me contó de las palomas de la plaza constitución empezó a hablar así de golpe sin avisar ni nada las palomas de la plaza constitución decía venían al parquecito de casa el tío había construído casitas de madera para ellas en el fondo y se las había instalado en los aleros de los galpones algunas criaron allí sus pichones y pronto se estableció una relación de vecindario entre las palomas de casa y las palomas de la plaza menos de cincuenta metros de aire las unían el tío salía al patio y una tormenta de palomas y gorriones se descolgaba desde las palmeras y los muros vecinos a veces había que andar con cuidado para no pisarlas porque siempre siempre había algo para ellas migajas de pan cascaritas de queso recortadas con esmero granos de maíz me contaba el flaco también desde el patio de la escuela veía mis palomas sabía que eran ellas con la absoluta convicción de que no había otras palomas en la ciudad a veces las veía desde las ventanas del salón del primer piso las veía y no necesitaba mirar para arriba porque estábamos en el mismo plano las palomas y yo como agachaditos arriba del aire las veía derivar con sus vuelos pesados de la plaza a la casa de la casa a la plaza y de repente un galope tendido de alas y colores un éxodo de palomas hacia la casa y yo temblaba de ternura porque eso era que el tío había salido al parquecito de casa me contaba y después del almuerzo sentados bajo la glorieta con el tío nos contábamos la mañana y yo le decía saliste al patio esta mañana antes del recreo una vez y después dos veces y el tío me preguntaba cómo supiste me preguntaba aunque bien sabía cómo pero me preguntaba para darme el gusto de contestarle me preguntaba para darse el gusto de escucharme contestarle porque yo he visto las palomas esta mañana yo he visto las palomas cómo volaban todas para acá y era porque estabas vos

seis

nunca supe bien cómo fue la cosa cuando el flaco era niño a veces me contaba algo pero muy de vez en cuando muy a la carrera ahora una cosa es clara el flaco adoraba a aquellos tíos eran dos tíos parece nunca supe bien dos tíos hermanos de la madre y ellos lo criaron o algo así capaz que vos sabés mejor pero el flaco hablaba de aquellos tíos como con veneración y bueno yo también lo quería mucho al flaco lo quería mucho y a veces nos peleábamos fiero una vez lo calenté tanto que se levantó y ya venía con miras de agarrarme del pescuezo menos mal que no me agarró porque si me tocaba yo lo perdía de un sopapo imaginate el flaco flaquito yo acostumbrado a cargar cajas y tanques y laburar como un burro porque casi no he hecho otra cosa en la vida a veces me arrepiento un poco yo tenía que haber organizado mejor mis cosas pero uno aprende sobre la marcha y no siempre la cosa es clara a mi me gustó mucho la timba me gustaba la joda salía por ahí y me perdía me perdía tiré plata que daba asco y a veces pienso que podía haber vivido mejor o no sé capaz que cada uno vive la mejor de las vidas posibles después de todo no he sido tan desgraciado bueno he tenido mis cosas sí la verdad es que se me entreveran las cosas cuando me pongo a sacar cuentas no da para sacar cuentas cuando se me mató la vieja yo no podía entender te das cuenta que se te mate la vieja lo más sagrado yo no tenía consuelo uno nunca tiene consuelo pero peor es que se te mate eso es imponente yo le contaba esto al flaco y el flaco me miraba así como me mirás vos así me miraba igualito

siete

con atención me escuchaba cuando le contaba mis historias en aquellos tiempos yo recién me había decidido a empezar a escribir en serio no es que antes no escribiera en serio es que antes no me dedicaba de lleno a escribir y el flaco me escuchaba a veces se calentaba y me decía que me callara la boca que me dejase de andar aburriendo a la gente con aquellos cuentos y que los escribiese de una vez tenía razón tenía razón pero igual marchaba yo le contaba mis proyectos de cuentos la historia de eudosio beledo que se pasó toda la vida diciendo que iba a morir el día que cumpliera los noventa años y se murió ese día ni uno más ni uno menos el día que cumplió los noventa años el viejo eudosio se peló esta historia la veníamos dando vueltas desde hacía tiempo pero una noche el flaco pegó un salto yo no entendí muy buen por qué pero él me explicó yo le estaba contando la historia como siempre barajando detalles pero hubo algo que lo envolvió al flaco hubo algo que lo envolvió y lo levantó lo hizo como girar una voltereta y me abrió los ojazos resulta que una vez un tipo le discute al viejo eudosio sobre cómo puede vivir con esa certeza de la muerte y el viejo justo en ese momento pasaba la lengua por el papel del cigarrillo y se detuvo así con la lengua contra el papel lo miró al otro y con una mano le hizo seña de que esperase un momentito entonces terminó de armar el cigarrillo lo encendió lo chupó despacito carraspeó lo miró y le contestó con su lenta voz de horno de barro que estaba muy equivocado mi amigo muy equivocado yo no tengo la certeza de la muerte yo tengo la certeza de la vida

ocho

fui yo quien le enseñó al flaco que al tuco tenés que ponerle un cachito de azúcar un cachito así media cucharadita para que no te quede el ácido del tomate porque el flaco cocinaba a mí me daba una gracia a veces estábamos en plena charla y el flaco pegaba un salto él siempre andaba con esas viarazas pegaba un salto y tengo hambre decía vamos a cocinar alguna cosita y allá me iba yo atrás de él se ponía antiparras para pelar las cebollas y agarraba los dientes de ajo con un trapito para que no le dejaran olor hacía maravillas en aquella cocina yo le enseñé una pila de cosas tanto es así que a veces me preguntaba qué le iba a enseñar ese día pero me revolvía el estómago verlo preparar aquellos tucos o aquello que él llamaba tuco pero que casi no era otra cosa que un chorro de salsa de tomates y quedaba contento hacía los entreveros les echaba un poco de arroz o hervía unos fideos y se sentaba a comer como si estuviera en el morini yo lo miraba y a veces me costaba creer semejante espectáculo una vez no le gustó como iba quedando la comida y tiró la olla por la ventana yo cuando lo ví cerré los ojos tiró la olla por la ventana y la olla quedó enganchada en la parra del vecino los fideos colgaban como chirimbolos de navidad y el flaco se tranquilizó mirándolos resbalar despacito por las hojas de la parra parecen babosas decía igualitos que babosas y los fideos resbalaban despacito y caían arriba de la mesita jardinera de la gente el flaco se preparó un café con leche y no se habló más del asunto nunca supe si recuperó la olla o qué

nueve

bien sabía yo que lo iba a extrañar cuando se fuera porque cómo te voy a decir yo lo iba a extrañar porque además yo sabía cómo iba a ser la cosa yo sabía o me imaginaba pero lo ayudé a irse cómo no lo iba a ayudar si era lo que él más quería él soñaba con irse a melo yo tengo una relación edípica con melo decía o le copiaba no me acuerdo a quién y decía que melo para él no era un lugar era un estado de ánimo y era su estado de ánimo predilecto en melo estoy yo decía ahí está el agujero del universo donde cabe mi tamaño verdadero yo me quedaba callado pensando cosas

diez

hay un momento de la tarde cuando los árboles se ponen rojos yo he visto los árboles enrojecer y ponerse grisáceo el ruido de las esquinas yo he visto mis distancias flameando como banderas cuando el aire verde oscuro juega sus carambolas entre las sierras he visto encenderse las niñitas violetas de los durazneros y conozco el laberinto de los jazmines los plátanos y los tacos de reina me hago cargo de aquel ceibo al final del caminito del lado de afuera del limonero y me detengo a escuchar el viejo polvo que cae de los ladrillos sobre mis paisajes inventados bajo el aire de las palomas

once

cómo me miraba el flaco cuando le dí un beso en la frente y le dije ché mijo si vos supieras cuánto te quiero abrió los ojazos y echó la cabeza para atrás como de costado me miró con toda la redondez de su mirada así como vos igualito a como me estás mirando vos igualito mijo igualito.

Jorge Miguel
Melo, 1995

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