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Paso de la Arena

Alejandro Michelena

Paso de la Arena sigue siendo una de las apacibles zonas semi rurales que tiene aún nuestro departamento, aunque los que habitamos los barrios de la costa las desconozcamos. Sus habitantes experimentan, entonces, de alguna forma, el ritmo todavía apacible en gran medida de la condición rural y las ventajas de la cercanía ciudadana. Comparte sus características con otros enclaves, por ejemplo Villa García ubicada hacia el Este por camino Maldonado (aunque Paso de la Arena está mucho mejor comunicada con el Centro y otros lugares a través de varias líneas de ómnibus).

Surgido como uno de los tantos "pasos" de entrada a Montevideo, no tuvo sin embargo el prestigio y desarrollo de Paso del Molino, que se favoreció con la mayor cercanía a la ciudad y su posición geográfica históricamente de mayor trasiego vehicular (desde el tiempo de las lentas carretas).

Paso de la Arena tuvo su auge recién en este siglo, con la construcción del puente sobre la Barra de Santa Lucía, durante la presidencia de José Batlle y Ordóñez, quedando ubicado en la entrada desde Colonia, San José y el litoral. Por sus aledaños se deslizó alguna vez –con su inconfundible traqueteo de hierros– el tranvía que iba a la Barra, un servicio turístico cuya restauración tal vez la Intendencia debería tener en cuenta en sus planes de futuro.

Cuando el infatigable Francisco Piria loteó y fundó Belvedere –en la parte más alta luego del Cerro en esos alrededores, donde tenía por otra parte su residencia de veraneo– y también Nuevo París, los coletazos de esa dinámica urbanizante llegaron a Paso de la Arena. De ese tiempo provienen esas casas, a veces con paredes de madera y otras de lata, en todos los casos con techos de zinc rojo a dos aguas, que todavía se encuentran por allí. Tales construcciones, junto a algunos casos de establecimientos rurales del siglo pasado, son los testimonios edilicios más añejos del lugar, siendo el resto de más reciente data.

La "tugurización" aguda de barrios cercanos, como los alrededores del Cerro, lamentablemente ha llegado a las cercanías de Paso de la Arena, e igualmente la problemática ecológica relacionada con arroyos contaminados y basura invasora. De todas maneras, la condición entre rural y urbana que mencionamos al comienzo se mantiene, otorgándole a ese rincón de gente de trabajo –donde cada casa posee su terreno y su huerta, y a veces su aljibe– un aire apacible y tranquilo.

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