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Algo más que una comedia
La última película de Almodóvar

 
 

Mujeres al borde de un ataque de nervios
Crítica de Alejandro Michelena
alemichelena@gmail.com

 
 

El arribo a nuestras salas oscuras de "Mujeres al borde de un ataque de nervios", vino precedido por torrentes de comentarios acerca de la película y de su autor, que en el presente está considerado como uno de los más interesantes realizadores españoles.

MUJERES AL BORDE DE UN ATAQUE DE NERVIOS (España, 1987). Dirección y libreto: Pedro Almodóvar. Fotografía: José Lula Alcaine. Música: Bernardo Bonezzi. Actúan: Carmen Maura, Julieta Serrano, Fernando Guillén, Antonio Banderas, María Barranco, Guillermo Montesinos, Romy de Palma, Kiti Manver. Cine Plaza.

Es el estreno precedido de mayores comentarios en lo que va del año, y seguramente una de las más disfrutables comedias que hemos visto en los últimos tiempos. Resulta algo más que una comedia bien hecha, lo que no es raro teniendo en cuenta que es Pedro Almodóvar quien la realiza. El nuevo talento español viene desde hace años llamando la atención por su desenfado y un tratamiento no convencional del cine. Por la índole de su obra, casi hasta esta "Mujeres al borde de un ataque de nervios", sus películas anteriores —"Pepi, Lucy, Bom y otras chicas del montón" (1980), "Laberinto de pasiones" (1982), "Entre tinieblas" (1983), "¿Qué he hecho yo para merecer esto?" (1984-85), "La ley del deseo" (1986), "Matador" (1986), de las cuales sólo se estrenó antes aquí la última, eran conocidas y valoradas ya a nivel internacional pero sólo en círculos de cinéfilos, sin llegar a un contacto fluido con un público más amplio.

En "Mujeres al borde...", Almodóvar, concentra su proteica, heterodoxa experiencia anterior, al servicio de una válida propuesta de vocación popular. A esos efectos, toma por modelo la comedia brillante de los años cincuenta, y le agrega los toques de buscada cursilería, ironía, melodrama y pastiche, que también se encuentran —en clave dramática— en "Matador". Está muy presente además su regusto por el cine, con decenas de citas, insinuaciones, referencias, que van desde los enredos del cine mudo a las típicas comedias con Doris Day, del "suspense" a lo Hitchcock a la directa presencia de secuencias fílmicas (como la de "Johnny Guitar", de Nicholas Ray, con Joan Crawford y Steriing Hayden, que "doblan" los personajes).

Una comedia nada común

Desde una óptica superficial, esta película puede resultar nada más que una brillante y disfrutable comedia, que por otra parte hace reír con ganas (lo que no es desdeñable hoy por hoy). Y esto es parte de la verdad, y una forma válida para mirarla desde el específico ángulo de la ingenuidad. Una gran parte de los espectadores sale del cine festejando simplemente los enredos de la Pepa (una excelente y absorbente Carmen Moura, que no deja nunca de dominar la escena), procurando comunicarse con el amante que acaba de dejar, consolando a una amiga liada con un terrorista chiita, soportando la locura desenfrenada de la ex mujer del hombre, vinculándose casualmente al hijo que ella ignoraba que él tenía.

Pero lo interesante de "Mujeres al borde de un ataque de nervios", está en esos detalles, que la transforman en mucho más que la buena comedia que no deja de ser. Son muchas las apelaciones y guiñadas para un espectador atento. Desde el comienzo, pautado por un bolero mexicano en el audio, de irremediable aroma del 40, mientras los créditos van apareciendo entre un "collage" de figurines de moda de los 50.

De esa manera Almodóvar introduce un juego adicional —que se extenderá a todo el filme— para veedores alertas: el veterano ex amante de la Pepa (Fernando Guillén) resulta algo así como un espectador atento. Desde el comienzo, pautado por un bolero mexicano en el audio, de irremediable aroma del 40, mientras los créditos van apareciendo entre un "collage" de figurines de moda de los 50.

De esa manera Almodóvar introduce un juego adicional —que se extenderá a todo el filme— para veedores alertas: el veterano ex amante de la Pepa (Fernando Guillén) resulta algo así como un promedio del típico galán de Hollywood de la mejor época (en vestimenta, expresión, porte y voz), que no por casualidad tiene como profesión el doblaje de viejas películas; el taxista afecto al mambo, con el cual se encuentra la protagonista a cada rato, es casi una caricatura de cierto "look" juvenil de la década de los cincuenta (incluido el "kitsch" perfecto de la decoración de su coche); los atuendos que luce la no muy sensata ex mujer de Iván constituyen un caótico "revival" donde se entremezcla el año 65 con el 75.

Una de las constantes de la película es la sicología femenina. Para dar énfasis al enfrentamiento dialéctico (y a veces de hecho) al que somete Almodóvar a sus criaturas, se tomó el trabajo de elegir en algunos casos figuras y rostros insólitos, casi increíbles, como por ejemplo el de la novia del hijo del ex amante (no falta en esa galería la cara y la vocecilla de Chus Lampreave, veterana actriz que en este caso compone una portera digna de la desmesura que la rodea).

Los aparatos electrónicos —teléfonos, contestadores automáticos, timbres, televisores— son como sombras omnipresentes que se infiltran constantemente en la acción. A veces como víctimas, pues son arrojados sin piedad por la ventana o rotos contra el piso, en otros como involuntarios contrapuntos irónicos de un costado de la peripecia principal (la TV). En este último caso, Almodóvar logra un momento de disfrutable humor cuasi negro con el publicitario del jabón de lavar "Ecce Homo", que limpia bien la camisa ensangrentada de un criminal.

Sobre el síndrome clasificatorio

Hemos leído por allí la opinión de quienes, en el afán de ubicar en su archivo clasificatorio a este realizador, se apresuran a clavario en la zona correspondiente al pos modernismo. Para aceptar eso habría antes que ponéis e de acuerdo en lo que sea en realidad lo "pos moderno" en materia estética. Lo más que se puede decir es que en la obra de Almodóvar, y en esta película también, hay rasgos que lo filian a ciertas líneas que la ya legendaria "movida madrileña" de los primeros años ochenta (de la que fuera, por otra parte, activo participante a través de sus colaboraciones con revistas como "La Luna").

Lo que sí es palpable y concreto, y se percibe en "Mujeres al borde de un ataque de nervios", es la eclosión fílmica de una sensibilidad informal e irreverente, que de alguna manera hace algo parecido a la propuesta del arte pop; en este caso reubicando lo cursi, lo melodramático o ridículo, el mal gusto y la desmesura, como materia prima válida estéticamente.
 

Alejandro Michelena
alemichelena@gmail.com

 

Texto publicado, originalmente, en "La Hora" (Montevideo), 21 de febrero de 1989

 

Cedido por el autor en formato papel de diario. Escaneado e incorporado a Letras Uruguay, por su editor, el día 10 de mayo de 2013.
 

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