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Crónica de una peña de los 90

En el recordado Mincho Bar
Alejandro Michelena
alemichelena@gmail.com

Hubo otras allí, por esa misma época –por ejemplo, los viernes- que ya tuvieron quienes se ocuparan profusamente y largamente de ellas… Esta, de las noches de los lunes, no, y la recordamos aquí por su gran significación cultural. La ubicamos en una destacada tradición de ruedas literarias que comienza en el Mincho en los años sesenta, tiene un momento especial en los ochenta, para culminar en esta irrepetible reunión de cada lunes, en las mesas del fondo del café. 

Por el año 1989 comenzó a circular, en los ámbitos culturales de Montevideo, la noticia de que una peña "como las de antes" había sentado sus reales en el Mincho Bar, de Yi entre 18 de Julio y Colonia. Este clásico recinto de bohemia y alcoholes

Fachada del tradicional bar y café en Yi casi Colonia

fuertes, que es posterior a la mitad del Siglo XX, había albergado –en los primeros años sesenta– una mesa legendaria presidida por Clara Silva y L.S. Garini, que persistió años, y a la que eran habitués jóvenes que luego se destacarían: como Alberto Mediza, que llegó a ser uno de los mejores críticos de teatro de nuestro medio, o Ricardo Prieto, el mejor y más profundo de nuestros dramaturgos.

Imagen interior del desaparecido Mincho Bar

Mucho más tarde, en aquel significativo 1980, se originó en las mesas del Mincho la revista literaria Cuadernos de Granaldea; fue obra de un grupo predominantemente juvenil que integraban los poetas Luis Pereira, Elder Silva, Pancho Lussich, Rodolfo Levin y Horacio Mayer, la narradora Cecilia Ríos, el dramaturgo Yahro Sosa, y quien esto escribe. Mesa a la que también se acercaban otros jóvenes con inquietudes literarias como el hoy poeta y librero Raúl Ferreiro, y Hebert Benítez Pezzolano, hoy destacado poeta y profesor universitario e investigador literario.

Pero en ese año 1989, en las noches de los lunes comenzó –semana a semana– una tertulia que iba a continuar por más de un lustro, para luego trasladarse con mucho menos suceso al boliche de comidas Lobizón. En ella confluyeron varias generaciones, diversas formas de concebir la literatura y contrapuestas visiones de la vida; se rescataba así, casi sobre el fin del siglo, aquel pluralismo cultural que fuera un rasgo distintivo del Uruguay de principios de la centuria y que los avatares posteriores a los años cincuenta hirieron de muerte.

Hay varios rasgos atípicos en esa tertulia que pobló, lunes a lunes, varias mesas del Mincho: lo nutrido y constante de su parroquia habitual, el nivel de calidad de los participantes, su condición cuasi institucional –con día y hora establecidos y con cuaderno de firmas– algo que no sucedía desde los años treinta en el país. En ésa, tantas veces amplísima rueda, se hablaba de los nuevos libros, se intercambiaban textos, se polemizaba sobre diversos temas, se rescataban recuerdos. En suma: se cumplía a cabalidad con lo que ha sido la dinámica de los mejores encuentros de café desde siempre.

Suleika Ibáñez

Marosa Di Giorgio

Julio Ricci

Ricardo Prieto

Los más persistentes fueron: el veterano narrador Alfredo Gravina, el editor Carlos Marchesi, la escritora Suleika Ibáñez, los narradores Julio Ricci, Manuel Márquez y Ariel Méndez, el múltiple escritor –dramaturgo, narrador y poeta– Ricardo Prieto, el profesor Aldo Cánepa, la asistente social María Legazcue, los críticos Yamandú Marichal y Jorge Pignataro, el dramaturgo Ariel Mastandrea, el escritor Rafael Romano, el narrador Miguel Campodónico, el actor Roberto Fontana, la extraordinaria poeta Marosa Di Giorgio. También se acercaban, aunque de una manera más pausada: la poeta y crítica Cristina Landó, el narrador y editor Horacio Verzi, el escritor y profesor Juan Carlos Legido.

Si nos remitimos a los que fueron nada más que visitantes de esta tertulia de comienzos de semana en el Mincho Bar, podemos recordar al crítico e investigador teatral norteamericano David Foster, al poeta Saúl Ibargoyen Islas, al editor Claudio Rama, a la narradora Teresa Porzecanski, al editor Jorge Freccero, a la actriz Beatriz Massons, a los narradores Tarik Carson y Juan Introini, a un intelectual de la generación del 45 como Julio Bayce, a la crítica Beatriz Bayce, al escritor Enrique Estrázulas, y a la joven poeta e investigadora literaria Marisa Guevara.

Estos nombres pueden dar al lector una idea de la significación cultural que tuvo esa reunión semanal que, vale reiterarlo, se mantuvo por muchos años, y que comenzó a languidecer pasada la mitad de los noventa luego de la muerte de contertulios relevantes como Julio Ricci y Alfredo Gravina.

 

 

Alejandro Michelena
alemichelena@gmail.com
 

La parte nuclear del texto pertenece al libro Montevideo: historias de gentes, reuniones y lugares (Editorial Cal y Canto, 1998), al que se le han hecho algunos ajustes. El último párrafo se agregó para esta publicación virtual, y alude a reciente libro editado por Banda Oriental y referido a “bares y cafés en la tradición montevideana”.

 

Vale consignar que no es ésta la única referencia detallada a la peña que sentó sus reales en el Mincho entre 1989 y 1995; fueron varias las notas y reportajes –aparecidos en medios de prensa como El País Cultural y Brecha, en el correr de ese lustro y después– que públicamente difundieron la existencia de la misma.

 

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