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La familia - Director: Ettore Scola
 
 

Persistencia de la memoria y paso del tiempo, en "La familia"
Crítica de Alejandro Michelena

alemichelena@gmail.com

 
 

"La familia". (Italia-Francia, 1987). Director: Ettore Scola. Libreto: Ruggero Maccari, Furlo Scarpelli, Ettore Scola. Fotografía: Ricardo Aronovich. Música: Armando Trovaioli. Con Vittorio Gassman, Andrea Occhipinti, Stafania Sandrelli, Cecilia Dazzi, Fanny Ardant, Jo Champa, Ottavia Piccolo, Athina Cenci, Phlllppe Noiret. Estreno cines Plaza y Centrocine.

En esta película de Ettore Scola bien se puede decir que no pasa nada. Pero también que todo sucede y permanece fiel a su identidad de todos modos. Porque este realizador italiano viene desde hace mucho adentrándose en el tema del tiempo, habiendo llegado en su filme anterior, "El baile", a establecer una adecuada metáfora del transcurrir por medio del salón de baile siempre idéntico pero donde varían las piezas musicales y las modas al avanzar los años. En "La familia" se parte de un esquema similar: un gran apartamento romano de principios del siglo, cuyos ambientes y sobre todo un largo corredor son recorridos —una y otra vez— en suaves "travelling", es lo estático, la estructura fundamental de lo que no cambia. Lo que transcurre, si, es la parte humana, viva, esa familia, donde unos mueren y nacen otros, donde a medida que va adelantando la película la decrepitud y la soledad rodean sin presiones al personaje principal, ese profesor interpretado en su faz juvenil por Andrea Occhipinti y a partir de los cuarenta años por un notable Vittorio Gassman.

La historia de la familia va deslizándose con morosidad (tal vez por momentos excesiva) deteniéndose en lo que podrían considerarse mínimos acontecimientos de la vida cotidiana.

Scola deja de lado, deliberadamente, lo dramático.

Ante la muerte del abuelo — casi al comienzo— lo destacado es el casi risible retrato pos-mortem que se apresura a hacer el pintor aficionado que es el padre del protagonista. Incluso el amor pierde intensidad o gravedad en la particular óptica de Scola pues al promediar el filme el espectador ve la poca dimensión de aquellas intensidades ante el conformismo leve de Carlo, quien opta en definitiva por la seguridad y lo permanente (la familia y la casa, el lugar de sus ancestros en suma). Es destacable la aceitada perfección con la que el director nos va llevando a través del río del tiempo, que aquí realmente se desliza teñido de melancolía pues se trata del recuerdo de Carlo desde el umbral de sus ochenta años y también la manera —como al sesgo— con que plantea la entrada a la casa de conmociones sociales como el triunfo del fascismo, la guerra, la Italia politizada de cerca de los cincuenta, las que aparecen en medio de esa lenta cotidianeidad y se integran a ella sin estridencias.

Sin duda, la belleza serena de "La familia" se desprende sobre todo de esa ausencia de altisonancias con que va delineando el carácter —cambio e identidad— de los italianos, a través de la aventura temporal de una familia urbana de clase media, que no deja de ser parábola también de muchas otras "familias" de diversas latitudes.

 

Alejandro Michelena
alemichelena@gmail.com

 

Texto publicado, originalmente, en "La Hora" (Montevideo), 13 de setiembre de 1987

 

Cedido por el autor en formato papel de diario. Escaneado e incorporado a Letras Uruguay, por su editor, el día 15 de mayo de 2013.
 

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