Colabore para que Letras - Uruguay continúe siendo independiente

En la Ciudad Vieja: un rincón parisién
Alejandro Michelena

En una urbe ecléctica como supo ser en otras épocas Montevideo, la Plaza Zabala fue un "rincón francés". Construida en el predio que en la época colonial ocupara el fuerte o residencia del gobernador, fue pro­yectada como calco exacto de una plaza parisién por el arquitecto paisajista Carlos Thays (que tanta obra verde dejó en ambas capitales platenses). Dado que el edificio del fuerte sobrevivió largamente a la independencia, el lineamiento del solar no se pudo ajustar al trazado de calles característico de la Ciudad Vieja, quedando la plaza ubicada en diagonal en relación al resto de las manzanas. Ese hecho permitió que los edificios de los ángulos de la plaza la cierren como si estuviera amurallada, al estilo de tantas similares europeas, generándose un ámbito especial en lo visual y sonoro.

Una reja la circunda por los cuatro costados, y enormes árboles –donde no faltan pinos, algunos gomeros y palmeras– se alzan en su entorno. No ostenta los clásicos cuatro canteros divi­diéndola, ya que Thays le imprimió un estilo diferente y más moderno en su época. El monumento a Bruno Mauricio de Zabala ocupa el centro, pero ello no perturba la saludable asimetría del conjun­to.

En uno de sus costados se ubica el también afrancesado Palacio Taranco (concebido por los arquitectos franceses Girault y Chifflot), cuyo jardín –bastante amplio y arbolado– actúa como prolongación de la plaza.

Como no podía ser de otro modo, las sucesivas depredaciones edilicias fueron cambiando –para mal– el entorno arquitectónico de la Circunvalación Durango, o sea la calle que rodea la plaza. Sin embargo se conservan  algunos sectores con especial encanto. Por ejemplo: el que integran, hacia el  lado de Rincón, el reciclado inmueble que ocupa el Discount Bank y el notable edificio Del Fuerte (al que en algún tramo de los años setenta le podaron bárbaramente las molduras). Ese costado de la Plaza Zabala es hoy por hoy un caso privilegiado y de alta calificación arquitectónica en lo que hace a espacios urbanos en Montevideo.

Vale la pena ir a la Plaza Zabala, pero no únicamente de paso sino con el tiempo suficiente para recorrerla una y otra vez, morosamente, deteniéndose ante el viejo bebedero de hace más de un siglo (que ya no funciona) o sentándose en ese banco de hierro que todavía se conserva. Habrán hecho lo mismo tantos jóvenes enamorados de antaño en tardes soleadas; él, de "rancho de paja", bastón y bigotito, y ella con sombrero, sombrilla y vestido rozando el piso.

Alejandro Michelena

Ir a índice de Crónica

Ir a índice de Michelena, Alejandro

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio