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Lo afirma Vicente Cicalese en El Mamotreto
 

"El primer santo canonizado era un delincuente"
Crítica literaria de Alejandro Michelena
alemichelena@gmail.com

 

"El primer santo canonizado era un delincuente; lo canonizó Cristo..."

escribe Vicente Cicalese en su nuevo libro El mamotreto y otras historias.

 

El profesor Vicente Cicalese nos tiene acostumbrados a su estilo cordial, claro al mismo tiempo que riguroso, preciso y no por eso incapaz de internarse en jugosas disgresiones, donde el humor y la ironía bien puesta son las constantes. En el tiempo de su exilio "universitario" (infligido por la dictadura), durante aquellos años de insilio montevideano, con larga y fecunda permanencia en su gabinete, matizada con las cotidianas misas (en las Adoratrices, el Cordón o el Seminario) y las tertulias en la tarde sorocabanense, Cicalese fue preparando primero, y dando a conocer después, textos como el gozoso Las semanas y los días, Historia de las palabras del calendario (1982), el justiciero Los esclavos del sacramento (1983), el erudito Ambrosio y Jerónimo dos grandes escritores romanos (1987). Ahora nos regala su Mamotreto y otras historias —edición de Arca— que incluye nada menos que su clase inaugural en el cuadragésimo curso de Filosofía latina, dictado al reintegrarse a su cátedra el 20 de mayo de 1985, y titulada justamente Mamotreto.


Este nuevo volumen confirma una vez más la calidad que tiene el profesor Cicalese para instruirnos divirtiéndonos. En el tercer tópico tratado, La historia de la misa, despliega una erudición que sería tal vez difícil de alcanzar hasta por los teólogos más versados, pero logra darle vitalidad y gracia a este torrente de sapiencia, empleando un estilo que tiene mucho de conversacional, y por momentos de complicidad de mesa de café, pero que no esconde un trabajo minucioso de escritura (que para Cicalese debe ser por supuesto un goce, similar al de aquellas "sopas calientes" invernales que ponderaba erudita y golosamente en artículo de los años cuarenta, en la revista "Tribuna católica"). Desmitifica por cierto la "misa", a partir de la etimología, la lingüística comparada, el uso en latín de la palabra (que fue muy otro que el actual), la evolución histórica de la denominación en el cristianismo.

En la segunda parte titulada El buen ladrón y la altanería, comienza con esta frase, antisolemne y radical como pocas, en apariencia irónica pero que encierra en realidad —en síntesis iluminante— una estricta verdad textual y teológica, e interpretativa: "El primer santo canonizado era un delincuente; lo canonizó Cristo"...

Para desarrollar y explicar este comienzo que a muchos puede sonar como exabrupto, Cicalese bucea datos —los escasos— sobre el "buen ladrón" que estaba crucificado junto a Jesús en los llamados "evangelios apócrifos" (es decir no aceptados canónicamente por la Iglesia Católica). Luego, con la encomiable intención de llegar al germen de la palabra "paraíso" en nuestra cultura, nos hace pasear antes por la raíz latina de abejas, apiarios, lentejas, piojos, heno y genuflexión. Sigue, acercándose a la denominación latina para el ladrón urbano, que era "fur", de donde proviene "hurtar". Y después de otras —inesperadas— implicaciones filosóficas y etimológicas, llega a la conclusión de que el "buen ladrón" no era tal, sino un "sedicioso", un rebelde contra el estado de cosas imperante en la Palestina bajo la férula romana (lo hace, probándonos ampliamente que el "latro" latino no tiene igual acepción que el "ladrón" castellano, y trayendo como fundamento una advertencia que él mismo estableciera años ha en su manual pedagógico Nuestro viejo latín, en torno al peligro de asociar palabras latinas y de nuestro idioma por simple similitud).

En el Mamotreto propiamente dicho, Cicalese se atreve a contradecir a una autoridad indiscutida como Joan Corominas, y lo hace justamente en relación a la palabra "mamotreto". No anda con vueltas cuando afirma radicalmente: "Reiterando mis elogios y mi personal agradecimiento a la labor de Corominas, me veo obligado a afirmar que su historia de 'mamotreto' es una ristra de inexactitudes y omisiones".

En tiempos en que cualquier gacetillero la posa de especialista, Vicente Cicalese —como todo aquel fundamentado en verdadera cultura— escribe con base y hasta despliegue erudito, para ser entendido por un lector de nivel sí pero no concretamente especialista. Cual Sócrates moderno (y montevideano) el autor de El mamotreto y otras historias elige publicar un pequeño y reducido volumen, en lugar del tratado o un grueso libro que podría ser adecuado tal vez a la índole de su obra.


 

Alejandro Michelena
alemichelena@gmail.com

 

Crítica literaria publicada, originalmente, en "La Hora Popular" (Montevideo), el 1 de octubre de 1990

 

Texto cedido por el autor en formato papel de diario. Escaneado e incorporado a Letras Uruguay, por su editor, el día 10 de marzo de 2013.
 

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