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La Comercial
Alejandro Michelena

La zona de La Comercial constituye uno de esos "barrios de andar sereno", al decir de Aníbal Barrios Pintos, cuyo crecimiento y desarrollo edilicio ha quedado aminorado hace ya mucho tiempo. La ubicamos en un área que limita por un lado la calle Garibaldi, por el otro Bulevar Artigas, después aproximadamente la calle Galicia, y que colinda por su otro costado con barriadas como la de Villa Muñoz.

Lejos, a pesar de su nombre, de avenidas de importancia en cuanto a la actividad comercial intensa, sin grandes industrias afincadas en su radio, a mucha distancia de cualquier "veleidad" residencial, sin espacios verdes en su seno, La Comercial parece que se escondiera tímidamente al no poder exhibir tampoco elementos y distintivos característicos demasiado notorios.

En el origen de este rincón montevideano está un contingente de inmigrantes italianos que en el siglo pasado se afincaron allí, fragmentándose la zona - entonces rural - en pequeñas quintas (algunas de las cuales pervivían aún hace apenas cuarenta años). En ese tiempo se lo conocía como La Humedad, dado que un brazo del arroyo Seco atravesaba el lugar anegándose muy frecuentemente en sus bajíos.

Luego vinieron los remates de terrenos que realizara a partir de 1871 la empresa La Comercial (de ahí el nombre del barrio), no estando ausente luego de la venta de la mayoría de los fraccionamientos el incesante Francisco Piria, quien por otra parte tuvo incidencia directa o indirecta en la conformación de por lo menos la tercera parte de lo que hoy es nuestra ciudad.

Desde muy temprano, La Comercial tuvo buen servicio de transporte que la uniera con el Centro (y lo sigue teniendo hoy). Ya en 1875 se desplazaba por allí un tranvía de caballitos, que luego y ya en este siglo fue suplantado por el clásico 12 eléctrico que funcionara hasta la década de los 50. Desde 1878 y hasta casi 1940, cruzaba La Comercial aquel ferrocarril cuya terminal era Manga pero cuyo objetivo era trasladar el contingente de "burreros" hasta Maroñas.

El tren tenía su estación en las monolíticas construcciones de piedra que están detrás del Palacio Peñarol y que hoy ocupa una barraca; todavía se pueden descubrir sus huellas en el barrio, sobre todo el trazado "en diagonal" que corta todavía algunas manzanas, que por ejemplo se mantiene casi intacto - aunque sin vías - frente a la iglesia de la "carcel de mujeres".

A pesar de su impronta en gran parte "suburbana", conservada con celo hasta hace medio siglo, La Comercial se benefició de manera precoz con otros aportes del "progreso", y no solo en el caso del transporte: en 1909 se inauguraba en Justicia y Pagola el Buckingham Salón, un cine donde la función costaba $ 0.05 (de los de entonces) y se extendía de las 14 a las 20 horas.

La presencia de la "cárcel de mujeres" ha significado un mojón característico de la zona, y lo siguió siendo hasta el presente, generando alrededor del establecimiento una actividad peculiar y una corriente regular de visitantes. Durante años también, la torre de la iglesia del convento del Buen Pastor, cuyo asilo para jóvenes "descarriadas" tenía por sugestiva máxima el "favorecer en él numerosas almas, mas ignorantes que culpables", se levantó airosa mostrando hacia la calle Galicia su fachada cargada de verdín y humedades.

Recorriendo La Comercial, encontramos en gran cantidad todavía un tipo de casa queen algún momento caracterizara a ciertos sectores populares y de clase media baja del Montevideo "barrial": nos referimos a aquellas que tenían por un costado un corredor (a la vez estar y recibidor), casi siempre una galería vidriada con techo de zinc o madera, incluso en algunos casos con partes de estructura en base a listones de madera cruzados.

Hacia el costado de la galería corría el jardín o pequeño huerto, y hacia el otro lado se levantaban las habitaciones (estas sí de material y todas comunicadas con la "columna vertebral" del corredor galería). Tal vez sea la zona que, por su falta de crecimiento, mejor conserva tales exponentes arquitectónicos, que nos hablan de un modo de vivir frugal y modesto sí, pero tal vez con mas "espacio vital" del que hoy solemos tener.

Hay calles peculiares en este barrio, como la estrecha Cabildo, que poco tiene que ver con las que la rodean, que parece mas bien escapada de algún rincón de la Ciudad Vieja o de una localidad del interior.

Otra es realmente insólita: Cufré Chico, calle serpenteante que por dos cuadras apenas sigue muy de cerca a su hermana mayor Cufré, y que para hacerlo no encontró mejor solución que violentar la armonía del dibujo de las manzanas convencionales (prácticamente corta por el medio dos viejas manzanas para existir). Lo más increíble es que se trata de una arteria bastante reciente, que hace una década y algo era todavía de tierra, un simple callejón por el cual los vecinos se daban el lujo de tener salida trasera para sus casas.

Un fenómeno del cual da buen testimonio La Comercial, es la existencia de un cierto empuje edilicio, discreto pero efectivo, allá por los 40 y comienzos de los 50. Muchas casitas, de uno o dos pisos, muchos edificios de tres y hasta cuatro, todos de ese tiempo, perduran y casi son el elemento "moderno" mas extendido en la zona. Mas hacia el presente, todo ha quedado librado a la iniciativa inicial de los vecinos, y se ha limitado más que nada a la tendencia a cambiar la fachada dejando intacta la vieja casa.

Alejandro Michelena
"Rincones de Montevideo"
Editorial Arca - Montevideo - 1988

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