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"Montevideo y su primer escritor" por Vicente O. Clcalese, Biblioteca Uruguaya de Estudios Literarios, 1987.
 
 

Al rescate del origen
Crítica literaria de Alejandro Michelena
alemichelena@gmail.com

 

Vicente Cicalese se ha constituido en pocos años en una de las sorpresas estimulantes del ambiente literario nacional. Muy conocido por su condición de catedrático de Lengua y Literatura Latinas en Facultad de Humanidades, y por su libro Nuestro viejo latín (manual teórico práctico de traducción), las vacaciones forzadas a que lo llevó la situación imperante en el país en los setenta —dejándolo cesante en su cargo docente— le dieron tiempo para ejercitar su pluma libremente en temas cercanos a su especialidad y en otros varios. Así fue que Cicalese se metamorfoseó en un ameno y disfrutable escritor, un cronista para ser más precisos, que posee la no común cualidad de una erudición sistemática y vasta de sentido humanístico unida a un estilo elaborado pero vital, matizado en variaciones, cordial en el más estricto sentido.

En Montevideo y su primer escritor, Vicente Cicalese logra nada menos que rescatar para la memoria colectiva al primer escritor que hemos tenido, el presbítero José Manuel Pérez Castellano, que no había

merecido antes más que algún interés oficial pero que en realidad, en los hechos, no pasaba de ser más que un mero dato de punto de partida en las historias literarias. En este pequeño volumen el autor nos prueba, con citas muy bien elegidas de los textos del cura letrado y agricultor de nuestra patria vieja, la condición de atendible prosista del mismo.

Ya Cicalese poseía amplias cartas credenciales en la tarea de establecer la develación de autores que no salen normalmente de un estrecho círculo de especialistas. Es el caso de su libro anterior, Ambrosio y Jerónimo dos grandes escritores romanos. Pero aquí hace un aporte de indudable valor histórico —como también lo era su ensayo Los esclavos del sacramento, de 1983— que logra iluminar de un modo hasta el momento no explorado los comienzos literarios nacionales.

Puntos destacables de un análisis

Como lo planteamos al comienzo: se trata de un libro vital y personalísimo, alejado del convencionalismo historicista y literario. En su segunda página se establece una Refutación a Ángel Rama, donde Clcalese discrepa con este reconocido crítico respecto a la condición de Pérez Castellano en cuanto fundamentador ideológico de la propiedad y la esclavitud, haciéndolo con el auxilio de los propios textos del presbítero. Después lo acerca al lector en dos aspectos fundamentales: su amor por Montevideo y su entrega laboriosa a la agricultura, plasmados respectivamente en su Memoria sobre las Invasiones inglesas y sus Observaciones sobre agricultura. Mas la parte nuclear de Montevideo y su primer escritor está dedicada a un jugoso, moroso, casi sensual hurgar en el estilo y el léxico peculiar de Pérez Castellano, labor en la que Cicalese se adentra con minuciosidad de lingüista pero no descuidando los apuntes costumbristas y hasta el humor. Un aspecto insólito tal vez pero no menos válido de este análisis, es el que versa sobre nombres de legumbres y hortalizas, así como sus características, y acerca de peces y otros "frutos" adecuados a la buena mesa; en este tópico Vicente Cicalese desliza también su conocimiento y su gusto personal (así lo consigna, al referirse a la ausencia del término "brótola" en el Diccionario de la Real Academia, con este rotundo argumento: "Ahora las llamamos brótolas, y nos las seguiremos comiendo muy a gusto, mal que le pese a la venerable Academia"). Estos intereses sibaríticos vienen de larga data en este autor; remitimos para ello, a los posibles investigadores, a una nota filosófica publicada en los comienzos de los años cuarenta en la revista Tribuna Católica donde Cicalese –en ese entonces un joven aspirante a presbítero jesuita- establecía en su parte final un elogio al cálido y sustancioso plato de sopa del invierno.

Un libro para variedad de públicos

En el final se incluye completa la carta que enviara José Manuel Pérez Castellano a su viejo profesor de latín don Benito Riva, lo que da oportunidad al lector de adentrarse en el estilo y características de la prosa de nuestro ilustrado sacerdote. El conjunto, entonces, es recomendable para un público lector mucho más extenso que el previsible en estos casos –conformado  por historiadores, profesores, estudiosos y críticos- dada la capacidad de Cicalese para hacer llegar el tema sin arideces fatigantes.

 

Alejandro Michelena
alemichelena@gmail.com

 

Nota aparecida en el suplemento Cultura y Espectáculos del matutino La Hora, en el otoño de 1987.

 

Texto cedido por el autor en formato papel de diario. Escaneado e incorporado a Letras Uruguay, por su editor, el día 27 de febrero de 2014.
 

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